CAMILO Cerca de las doce de la noche, nos disponemos a dormir. Mis amigos me dijeron que nos pasarían a buscar a las cuatro de la mañana. Eso nos deja unas cuantas horas para descansar luego del día y la noche tan desagradable que habíamos pasado. Paola se derritió en la cama y ahora duerme a saltos. Yo la cubro con el cobertor y le doy un beso en el cabello. Es una mujer de la que cualquier hombre se sentiría orgulloso de tener a su lado. Me acuesto y la abrazo. Ella se acomoda en mi pecho y susurra mi nombre. Puedo dormir tranquilo. Me despierto a las tres y media y despierto a Paola. Nos vestimos sin prisa. Tomamos un café y, como dejamos todo listo, podemos estar relajados. Salimos de la casa, sigilosos, y nos subimos a la Van que nos llevará lejos de aquí. Paola está asustada. S