VANESSA Había pedido la peor de las locuras, pero a veces se tenía que recurrir a la locura para poder lograr los objetivos. El mío era sobrevivir al infierno donde las reglas sociales no existían como en el exterior. Aquí habíamos retrocedido mil años antes, donde los delitos no se castigaban tanto y el poder se medía por fuerza. Al menos esa sensación me dio, porque, ¿cómo sería posible que una mujer embarazada pudiera ser más fuerte que las demás prisioneras? Pilar se rió en mi cara de lo que le había pedido. Sacó una navaja que estaba escondida en un hoyo en la esquina debajo de su cama. — Si realmente quieres aprender, lo primordial es que aprendas primero a desarmar. —Se puso en posición de combate y yo no supe que hacer. —La gente te va a atacar de esta manera. —Arremetió contr