ALEX
Desperté en medio de gritos y unos sonidos conocidos. Comencé a moverme en la cama tratando de abrir mis ojos, pero mi cuerpo fue consciente, de inmediato, de la resaca que tenía. Mi vista se fue acostumbrando a medida que parpadeaba. Me di la media vuelta y entonces pude ver con claridad como una mujer vestida de blanco estaba siendo acechada por los reporteros.
Ella cerró de inmediato la puerta con un claro pánico en sus movimientos, pero era demasiado tarde, ya nos habían fotografiado y se acercaba un escándalo más a mi vida. Vi cómo hechaba seguro a la puerta y retrocedía con pasos torpes como si un animal estuviera a punto de atacarla.
— ¿Quién eres tú? —le pregunté furioso mientras me levantaba de un brinco de la cama, para encararla por lo que estaba pasando.
Ella se volteó de inmediato. Parecía que había visto un fantasma por lo pálida que se había puesto al verme. Por un momento vi que su voz la había abandonado al no saber qué decir. Se había quedado estática en un intento de poder hablar.
— Yo, no sé... —fue lo único que me pudo decir ¿acaso me estaba tomando el pelo?
— ¿Acaso estás jugando conmigo? ¿te das cuenta de lo que acabas de hacer? —la cuestioné furioso. No tenía ninguna idea de lo que había hecho. Tan solo se quedó quieta, sin responder y eso más me enfureció— ¿¡Es que acaso no me vas a responder!? —le grité furioso tomándola con cierta brusquedad de la mano y aventándola de nuevo a la cama.
— ¡Auch! —se quejó al caer con cierta brusquedad sobre el colchón— yo... creo que nos conocimos en la fiesta y no sabía quien eras hasta ahora —me dijo con la falta de aire en sus palabras.
Me acerqué a ella amenazante. Brinqué sobre la extraña tomando sus muñecas con mis manos para evitar que puediera moverse.
— He sabido que muchas mujeres están obsesionadas por mí, pero nunca había visto una como tú ¿Acaso querías acostarte conmigo por todos los medios posibles?
— ¿De qué estás hablando? —me preguntó.
— ¿Sabes quién soy? —la cuestioné furioso.
— Alex Camil —su voz apenas era un susurro.
— ¿Y todavía no sabes de qué estás hablando? —era una impostora. Me sentí furioso, sobre todo por la prensa— Lo único que yo recuerdo es que conocí a un extraño ayer en la noche en la fiesta. Lo demás no lo recuerdo.
La vi enfurecido, No sabía si me estaba mintiendo. No estaba seguro de eso, pero si había algo que había pasado conmigo es que yo tampoco recordaba nada de como había terminado con ella en la cama.
Me alejé de ella permitiendo que se moviera mientras le hacía una llamada a mi manager para que hiciera lo necesario y pudiéramos salir del hotel.
La chica extraña, se levantó de la cama para ir al baño.
Un vez que colgué con mi manager aventé el teléfono al suelo. Estaba enfurecido porque la prensa se había enterado de una de mis aventuras e incluso me habían fotografiado con ella. Aventé las sábanas por la frustración que sentía. Esa borrachera no me estaba sentando nada bien. Las cobijas cayeron al suelo y pude notar una mancha roja sobre ellas.
La mujer con la que había estado la noche anterior había sido virgen.
Cuando salió del baño con la cara lavada y los ojos rojos por haber llorado, decidí ir más fácil con ella y simplemente ignorarla, hasta que tuviéramos una solución al problema.
Pasaron tres horas y ella estaba viendo hacia la ventana, tal vez pensando en una manera de salir de ahí. Lo mismo que yo había hecho hace dos horas atrás. Aun no había recibido ninguna llamada de mi manager, por lo que supuse que aun estaba lidiando con el problema de la prensa, Esos idiotas no me dejarían en paz hasta conseguir los detalles.
— No hay ninguna manera de salir de aquí —le dije después de un rato. Luego de que la viera dando vueltas.
— Debe haber una manera —fue lo único que me dijo.
— Hablé con mi manager debe estar solucionando el problema en este momento —le dije una vez más para que parara de andar de un lado a otro— ¿cómo te llamas?
Fue en ese momento que paró.
— Vanessa, Vanessa Santamaría.
No podía creer lo que había escuchado ¿Vanessa Santamaría? ¿Era acaso la hermana de Frida? Nunca la había conocido. La verdad de las cosas es que no supe reaccionar.
— No te vi en la fiesta.
— Me prohibieron asistir —sonrió con debilidad.
Antes de que pudiera decir otra cosa, alguien tocó la puerta de la habitación. Ella y yo nos pusimos en alerta, pues no sabíamos si era otro reportero más que estaba haciéndose pasar por algún empleado del hotel.
— Alex, soy yo Ricardo, abre la maldita puesta —sentí un alivio al saber que mi manager había llegado.
Le abrí la puerta de inmediato y cerré con llave cuando él estuvo adentro. Nos quedamos los tres en silencio, viéndome a mí y luego a Vanessa.
— No sé qué carajos estabas pensando cuando viniste aquí con ella si un tumulto de reporteros te estaba siguiendo. No sé cómo no te diste cuenta de que tenías a los paparazzi a tu espalda. Tu imagen se ha visto afectada aún más de manera negativa durante ésta mañana —me dijo.
— Es tu deber arreglar y hacer lo que sea necesario por eso me estás representando —le dije con un tono más elevado de voz estaba perdiendo la paciencia.
— Lo sé, y sé también que tu imagen está tan deplorable que si no hacemos un movimiento fuerte y grande, definitivamente tu carrera se va a ir a la mierda.
— ¿Qué propones? —le pregunté viéndolo fijo a los ojos.
— Casarte con ella —me afirmó señalando a Vanessa.