Capítulo 6. El desaparecido.

1126 Words
Misi salió de la habitación de Gor y, aunque ya eran las tres de la madrugada, llamó a su amiga Cristi. —Cristi, perdona, que te llame tan tarde, pero necesito tu ayuda. — Misi, ¿sabes qué hora es? Yo mañana tengo examen, si no lo sabes, — escuchó la voz enfadada de su amiga. — Perdóname, pero necesito tu ayuda. Es cuestión de vida o muerte. – susurró ella, tapando el teléfono con la mano. — ¿Qué pasó? ¿Dónde estás? – empezó a ponerse nerviosa Cristi. — Estoy en el hospital público, ¿puedes venir a buscarme? — dijo Misi. — ¿Te pasó algo? ¿Ese canalla de Rick te hizo daño? — No, a mí no, pero a una persona, necesito sacarla de aquí. – intentó explicarse. — No entiendo nada. Pero voy para allá. Estaré en una hora más o menos. – respondió Cristi. Misi tenía un plan. Como dijo el médico, Gor no tenía graves problemas, solo necesitaba descanso y cuidados. Si ella dijera en el registro, que era un indigente, le mandarían a la policía y no habría ni descanso, ni cuidados. La chica se sentía en deuda con él, por eso decidió llevarlo para su casa, por eso dio un falso nombre y el número de identificación. Pero necesitaba un coche para sacarlo de hospital, mientras no averiguaran su mentira. La única amiga que tenía coche era Cristi, por eso acudió a ella. Misi salió por la puerta de hospital, pensando, como sacar a Gor, para que no los vieran. En ese momento de una puerta de atrás salieron los auxiliares o enfermeros con un paciente en la camilla y la subieron en una ambulancia. “Así, de esta manera lo saco”, — pensó la chica. Cuando llego Cristi, Misi cogió una silla de ruedas y fue a la habitación de Gor. Pero sorprendentemente él no estaba en su cama. Ella preguntó a la enfermera del turno, pero ella no le dio una respuesta clara. —A lo mejor se despertó y marchó. Vete a casa, a lo mejor ya está allí. Misi volvió junto a su amiga. —Tú puedes explicar lo que pasó, porque yo no entendí nada. – Dijo Cristi. Misi no tenía nada que hacer, por eso contó todo, desde que le compro un juguete, hasta que él desapareció de la habitación del hospital. — ¡Estás loca! ¡Eres una completa tonta! — exclamó su mejor amiga, sacudiéndose su intrincado flequillo. — En mi opinión, estás exagerando. — ¡No exagero en nada! — Cristi estaba indignada. — ¡Hay que pensarlo, traer a casa a un vagabundo! ¿Lo ha comprobado, no falta nada? — Bueno, ¿qué me puede robar? — Misi se encogió de hombros. — ¡De todos modos, es muy peligroso! — dijo su amiga. — Podría violarte. — ¡Cristi! Él me salvó de ser violada por Rick. — No significa nada todavía. Tal vez simplemente eliminó a los competidores para que solo él pudiera atraparte. ¿Al menos no es muy viejo, ese vagabundo tuyo? — ¡No es mío! — Misi estaba indignada. — Está claro que no es tuyo. ¡Qué más faltaba! Entonces, ¿cuántos años tiene él? — Veinticinco - treinta. — ¡Tan joven - y ya un vagabundo! ¿Olía mal, supongo? — No apestaba. — Misi se sintió herida por escuchar tal cosa sobre Gor. — Y en general, antes de sentarse a la mesa, se lavaba. — ¿Dónde? — Cristi no apartó su mirada cautelosa de ella. — En mi baño. ¿Dónde más? — ¡Guau! — la amiga puso los ojos en blanco. — ¿Espero que no le hayas frotado la espalda? — ¡Por favor! — Vamos, no te ofendas. Es solo que todo esto, es de alguna manera inusual. ¿Es guapo? — Es guapo y educado. — Misi recordó su cabello rubio claro, su cuerpo perfecto y sus dientes blancos. — Es muy guapo, solo sus ojos ...Me parecieron duros y fríos. — ¿Conseguiste estudiar tanto sus ojos? Amiga. ¿Tal vez te enamoraste? — Bueno, por supuesto. Toda mi vida he soñado con enamorarme de un vagabundo. No seas tonta. Misi sonrió, esta era su amiga. Siempre con la verdad por delante, sin prestar atención a las consecuencias. Sin embargo, en este caso, ella tenía el derecho moral de decir cosas tan crueles, porque la despertó a las tres de la madrugada y para nada. Cristi y Misi eran amigas desde el primer año en la universidad. Misi estudiaba diseño y Cristi – periodismo. La facultad de diseño era un nido de las niñas de buenas familias, que ni pensaban trabajar en la profesión. Por eso ver a Misi, como buena estudiante y sobre todo una “muerta de hambre” era indignante para ellas y aprovechaban cualquier ocasión para burlarse de ella. Cristi lo vio y la defendió, escribiendo en las r************* que perras son “las chicas de oro”. Desde ese momento se convirtió en una protectora de la pobre chica. —Pero tienes que ir a la policía, porque ahora Rick no puede salir impune. – dijo Cristi. — Si, voy, pero después de la universidad. Hoy tengo día libre en el trabajo. — Hablando del trabajo. Tu cuando piensas dejar ese miserable empleo. ¿Por qué no vas a trabajar en la revista de mi padre? — Te dije, que aún no estoy capacitada de llevar la columna de moda. Es muy serio y me faltan seis meses para acabar los estudios. — Pero puedes trabajar como ayudante, será mejor que fregar suelos en un hospital. — Lo pensaré. Era verdad, que el padre de Cristi le ofreció el trabajo en su revista, muy famosa, por cierto. El trabajo en el hospital no era interesante y estaba mal pagado, pero no había otra opción. Faltaba mucho dinero, aunque ella cosía ropa por encargo también. Esto le fue enseñado al principio su abuela, quien había trabajado como diseñadora en un taller de costura toda su vida y después en la universidad. La chica desde niña estaba involucrada en ese mundo y le gustaba mucho. Su gran idea era tener su propio taller. El trabajo, que ofrecía el padre de Cristi, era completamente distinto, necesitaba saber mucho más de la historia de la moda, explicar las tendencias y cosas por el estilo. Por eso Misi no quería mezclar la buena relación que ella tenía con su amiga y sus padres, con el trabajo. Tenía miedo de no estar a la altura, de lo que se esperaba. —Está bien, te llevaré a casa. — dijo Cristi y arrancó el coche.
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