CHANTAL
Zane Blackford, ese era su nombre completo.
Quería pensar que era mucha coincidencia que él estuviera ahí y sobre todo que el destino nos hubiera vuelto a encontrar de nuevo. No había querido volverlo a ver, ya que no quería romper la regla de no salir con nadie hasta que todo el mundo se olvidara de mí ¿Cómo sería posible que todo el mundo me olvidara si el internet rompe cada vez que se sabe de mí?
Solo tenía que esperar a que todo el mundo entrara y yo salir de ahí para perderme y no verlo más. Siendo honesta, me avergonzaba que él supiera que yo era la hija de una prostituta. Debería importarme una mierda, pero no era así. Era difícil ignorar algo incómodo, que se había arraigado en cada recuerdo, porque la sociedad me lo estaba recordando a cada rato.
Ser la hija de una prostituta, era sinónimo de ser alguien inmoral y sin valores.
Vaya mierda.
— El señor Blackford es quien va a estar a cargo, de manera personal, de ver todo el proceso de la colaboración en conjunto con el departamento de gestiones, que va a estar a cargo de Regina —. Volvió a repetir a mi papá como si eso no hubiera quedado claro.
De nuevo no me volteó a ver a mí. Solo tenía ojos para su hija predilecta. Era feo darse cuenta de que tu papá tenía preferencias sobre los hijos. Aunque siempre había vivido así, nunca me había acostumbrado a la sensación de vacío en el estómago que sentía cada vez que veía eso. Tal vez por eso dejé la casa a los dieciséis años, ayudada por Margareta, para irme a vivir sola.
Margareta ese día hizo una fiesta en honor a que por fin la había dejado vivir en paz. Como si hubiera sido mi culpa, el hecho de que mi papá le hubiera plantado el cuerno con una prostituta y yo hubiera decidido nacer para jod**erle la vida. En fin, era lo que había y no tenía opción más que aprender a vivir con esto.
— Le aseguro, señor Blackford, que usted y yo nos vamos a llevar muy bien, por el bien de nuestra colaboración —. Dijo mi media hermana.
Zane volteó en nuestra dirección y entonces nuestros ojos chocaron. Fue un segundo encuentro en donde mis sentidos eliminaron todo rastro de ruido. Entré, por un segundo, en lugar como si fuera una habitación de spa donde la calma reinaba. Nuestras miradas se engancharon durante un par de segundos.
— ¿Señor Blackford? —preguntó mi papá.
— ¿Eh? Sí, yo también espero lo mismo —. Le dedicó una sonrisa cordial a Regina, que sonrió satisfecha con la contestación de Zane—. Mi departamento de gestiones estará a cargo también.
Fue lo único que dijo antes de despegar la vista de mí.
Volteó hacia los colaboradores y yo me di la media vuelta para salir del tumulto de trabajadores. No planeaba quedarme ahí.
***
ZANE
Me quedé con las ganas de descubrir más de aquella chica misteriosa. Lo decía más por el hecho de que era honesta con brutalidad. Nadie se había atrevido a decirme que las ganas se le habían ido, pero era algo que agradecía. Parte de tener una experiencia se**xual era que ella tuviera ganas.
Había sido mala suerte la mía que ese cabro**nazo la hubiera atacado. Desde que la había visto entrar al bar, no le había quitado los ojos de encima.
Era guapa. Jo**der era perfecta, lo aceptaba. La manera en como movía sus caderas al caminar, como la melena roja se mecía de un lado a otro, sus ojos avellana me habían impactado con esa mirada tan penetrante.
La había encontrado. La había vuelto a ver después de convencerme a mí mismo que no volvería a saber más de ella. Eso era lo que creía hasta que vi el video de la pelea del bar. Me di cuenta de que la gente la había juzgado de una manera muy injusta.
Y ahí estaba frente a la multitud, como si fuera una bendita aparición. Tuve que recomponerme, me aclaré la garganta y seguí con mi trabajo.
— Estaré coordinando con la colaboración y estaré al tanto de los avances que nuestras compañías hagan. Así que vamos a trabajar al lado de mi departamento de gestiones. Ambos departamentos estarán en contacto y en los avances junto con los otros departamentos implicados. Así que si tienen una duda, siéntase libres de preguntarme —. Continué.
Traté de no ver hacia la pelirroja que se había dado la media vuelta rumbo al elevador.
***
CHANTAL
Regresé a la oficina para dejar el termo con café de Regina, y dejar los documentos que tenía en la mano sobre su escritorio. Me iría del país, estaba resuelta a eso. Empezaría una vida en un país muy lejano, uno que pasara desaparecido como Ruanda o que sé yo. No volvería nunca más.
— Chantal, pero ¿qué haces aquí? —La voz de Regina se escuchó detrás de mi espalda.
Me volteé hacia ella. Estaba calmada, más me valía estarlo porque no me quería ver envuelta en otro escándalo más.
— Vengo a dejar tus cosas porque no estoy dispuesta a ser tu asistente.
Mi media hermana arrugó el entrecejo como si no entendiera lo que estaba pasando. Caminó directo hacia mí. Las dos estábamos solas en su oficina, algo que agradecí por si perdía el control y terminaba gritándole.
— ¿Asistente? —Puso sus manos en jarras. Sonrió con cierta burla—. Por Dios, Chantal, no sé quién te dijo que serías mi asistente. Tengo una asistente bastante eficiente y no pretendo despedirla.
— Pues no lo sé. Me habías dicho que me habían contratado como directora y resulta que papá te nombró a ti directora del área ¿A qué estamos jugando?
Regina abrió la boca sin poder decir palabra alguna.
— Yo. Escucha, Chantal, sabes cómo es mi papá. En un principio él me había dicho que el puesto te lo iba a dar a ti, pero a última hora me dijo que me iba a dar la dirección a mí —. Soltó aire un tanto frustrada—. Yo quería estar en el área de marketing, se lo dije por eso quería que tú tomaras el departamento de gestiones.
No quería parecer una ingrata, pero es que no sabía cómo sentirme respecto al trabajo. Era trabajo al final de cuentas, ¿no? Lo necesitaba.
— ¿Y entonces? ¿Por qué no le dices que quieres el departamento de marketing?
— ¿Crees que no le dije? Por supuesto que lo hice, pero está en sus cinco minutos de locura. No lo puedo hacer entrar en razón —. Suspiró—. No quería contratarte, pero Leonardo y yo abogamos por ti. Accedió a darte el cargo de gerente de gestiones y supongo que, como castigo por abogar por ti, me puso aquí.
— ¿Estás segura de que es una buena idea que yo esté aquí como gerente?
— Por supuesto que sí. Ya veremos más adelante una manera de convencerlo para que él acceda a darme el área de marketing y tú te quedes en el área de gestiones —. Se acercó a mí—. Si algo te puedo decir, Chantal, es que no vas a ser mi asistente. Así que si todo sigue en pie, deja que te muestro tu oficina y te presento a todos en el área.
No es como que tuviera opción, pero ser gerente del área en una empresa gigantesca, como lo era Docherty Company, era una enorme oportunidad y mucho dinero de por medio. Por lo general eran puestos privilegiados.
— Vamos, muéstrame mi área de trabajo —. Acepté colocando mi bolsa de mano sobre el hombro.
— ¿Eso significa que aceptas? —preguntó Regina.
Asentí. No iba a dejar pasar la oportunidad.
— Entonces vamos. Te voy a mostrar todo lo que sé —. Me dijo emocionada.
*
Me instalé en mi oficina luego de que Regina me hubiera presentado a todos lo que tendría a mi cargo en el área. Regina sería mi jefa, pero la que ejecutaría las tareas que me fueran encargadas. Era una responsabilidad mayor, ya que de mí dependería que los planes trazados se lograran concretar.
Me pasé la tarde familiarizando con el sistema, los avances que se habían hecho en los planes que se estaban llevando a cabo, así como la manera de trabajar dentro de la empresa.
Tenía que empezar con una capacitación pronto para poder hacer mi trabajo. Sin embargo, el capacitador nunca llegó. No estaba tan perdida, ya que el área de gestiones era lo que yo tenía a cargo en mi anterior trabajo. Tenía una idea de dónde buscar la información, aunque estaba un poco perdida en el sistema.
Eran las ocho de la noche y todo el mundo se había ido a descansar. Me levanté de mi lugar lista para irme con mi bolsa de mano al hombro, cuando la puerta se abrió de pronto y mi papá fue el que entró.
— Tenemos que hablar —. Fue lo único que me dijo.