CHANTAL Busqué trabajo durante los dos siguientes meses, pero fue en vano. Claudia había cumplido su palabra. Mis ahorros estaban casi en número rojos porque tuve que pagar el hospital de mi mamá. En el asilo de ancianos el doctor me había dicho que la llevara al hospital a una evaluación debido a un episodio de delirio. Le diagnosticaron cirrosis y tuve yo que cubrir los gastos para que la atendieran. La desesperación me caló en el momento en que Guenda, mi abogada, me llamó para decirme que el juez había favorecido a Franco con la demanda y tenía que pagar los diez millones de dólares. Sabía que podía recurrir a mi papá y el problema terminaría rápido, pero era consciente que él utilizaría este episodio como algo digno de ser un chantaje de por vida. No podía pedirle el dinero a