Capítulo 1 (Parte II): Amor con intereses

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CHANTAL Ver a mi papá parado frente a la puerta era algo que no esperaba, pues tenía tres años desde la última vez que lo había visto. Era como de ese tipo de apariciones en las que no sabías si te alegrabas o querías salir corriendo de ahí. — Papá —, fue lo único que me salió decir al verlo. — Vámonos de una vez de aquí, antes de que alguien más me vea. Suficiente he tenido con tu desmadre de tu boda —. Su mandíbula tensa me decía que estaba que echaba espuma por la boca. — No necesito que pagues la fianza por mí. Me tomó del brazo, molesto por mi insolencia, arrastrándome a la salida donde el chofer nos estaba esperando con la puerta abierta. Me aventó prácticamente adentro del auto. Su empleado se puso en marcha. No supe a donde me llevaba. — No sé que haya pasado en tu boda. . . — A la cual te negaste a ir —. Le reproché. No había llegado a mi boda y me tuve que entregar sola. Desde ahí todo había resultado un desastre. — No me negué a ir. Tengo incluso puesto el traje que pensaba usar en tu ceremonia. . . — Por favor, papá, este traje te lo vi en las fotos de una noticia tuya, en la inauguración de la nueva biblioteca que fundaste la semana pasada. Siendo tú, dudo que hubieras aparecido con un traje reciclado si la boda hubiera sido de Regina. — No metas a tu hermana en esto —. Sentenció. No hizo esfuerzo de ni siquiera negarlo y no sabía si eso me había dado más indignación. Sentía una opresión en el pecho porque quería llevar una vida normal, una que se me había negado de pequeña. Mi mamá siempre me había dicho que mi papá la había amenazado con que si no le daba la custodia, él se encargaría de que las dos la pasáramos mal. En un principio lo creía, ella siempre me veía con mucho gusto y esperaba ansiosa que fueran los fines de semana. Sin embargo, me dejaba sola por las noches no quería peder dinero, y era Panchita, su vecina, la que siempre terminaba cuidándome más por piedad por mí. Más adelante Panchita me contó una verdad más acertada, pues mi papá me había dado su apellido porque mi mamá logró ocultarme bien antes de que se le pidiera abortarme, y pedía una enorme cantidad de dinero a cambio de no hacer un escándalo. Al final cuando se le dio la suma de dinero que pedía, me dejó en la puerta de la mansión Docherty con una nota para mi papá, diciendo que se hiciera cargo de mí. Panchita me contó que tuvo que preguntarle a una amiga, que trabajaba como personal doméstico, sobre como me había ido, siendo yo una bebé de apenas un par de meses. Ese día Margareta puso la casa patas arriba al enterarse de que su esposo había tenido una bastarda con una prostituta. Lo amenazó con que se iba a divorciar de él y que su dignidad estaba primero antes de educarme. Se fue en ese momento con mis hermanos, que estaban pequeños. Regresó al día siguiente al ver que el contrato matrimonial no le favorecía en nada. Sabía que irse de ahí significaba renunciar a su lujosa vida. Así que se hizo de la vista gorda y mandó a que una nana se hiciera cargo de mí, pues ella no se haría cargo de verme ni mover un solo dedo, enterrando el asunto de la prostituta para siempre. Fue idea de Margareta que me dieran el apellido Docherty, pero aun así mi suerte no cambió. Ahora se entendía por qué que Regina siempre tendría muchos más beneficios sobre mí. — Podrías admitir que no te ibas a presentar porque te da pena reconocerme en público como tu bastarda —. Era mejor ir directo al asunto. Había aprendido a que lidiar con Nelson Docherty, era decirle las verdades a la cara. — Tú sabes como son los negocios, y las apariencias importan mucho. Me quedé callada porque su comentario de nuevo me estaba hiriendo. No había recibido amor de él más que su apellido. Ni una sola mirada más que las veces en las que corría hacia mí para ocultarme. — Claro, no te importa lo que pasó ni por qué terminé en la cárcel. Porque no estoy casada y en vez de eso estoy dejando que me lleves a no sé donde —. Lo vi a los ojos retándolo con la mirada. — ¿Franco sabe que soy tu papá? No podía con esto. — ¿Es en serio, papá? ¿Me estás preguntando si el mal nacido Franco sabe o no nuestra relación porque temes que eso te de mala reputación? — Estoy a punto de cerrar un negocio con sus tíos, y si ellos descubren que la que lo llevó al hospital fue mi bastarda, es seguro que los Blackford aprovechen la oportunidad. Es por eso que te estoy sacando de la ciudad. Te compré un departamento en Madrid donde puedes vivir tranquila sin molestar a nadie. — Franco me dejó porque alguien le dijo a Inés, que soy la hija de una prostituta. Ese desgraciado me cortó frente a los invitados y para no acabarla, se estuvo acostando con su mejor amiga durante un maldito año. — ¿Él sabe que eres una Docherty? — ¡Papá! ¿¡Me estás escuchando!? —El labio inferior me temblaba. Los ojos me escocían por las lágrimas que amenazaban con salir. Saqué aire por la boca y volví a aspirar para tranquilizarme. — Sí, te escuché. Ese maldito va a pagar las consecuencias, pero primero necesito saber si él sabe que eres mi hija —. Lo peor que le podías hacer a un hijo es decirle palabras vacías, tal como Nelson lo estaba haciendo, sin ninguna intención en particular. Le daba igual mi situación. — No lo sabe. Seguí tus indicaciones. Usé el apellido de mi mamá. Él me conoce como Chantal Mijares, le iba a decir hoy quien eras y mostrar mis documentos. — Bien. España es la mejor opción para ti. Me dejó en el aeropuerto con su jet privado listo para que se aseguraran de que me dejarían en Madrid y no volvieran. Había un equipaje listo para mí, por lo que me deshice del vestido tirándolo en la basura del aeropuerto y me fui. Lo que no supo mi papá es que nada más llegar vendí el departamento de Madrid. Me iba a forjar mi destino sola.
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