Esa tarde llegué al departamento antes que Desmond, fue bueno, ya que tuve la oportunidad de acomodar algunos objetos, al parecer llevar a Marc no había sido la mejor idea en todo el mes.
—Debo limpiar este lugar— murmuré al observar aquella cocina con platos sucios y polvo por todos lados. —Maldición— maldije con intenciones de comenzar con el aseo aunque aquello no fue posible.
—¿Maldición?— al escuchar la voz del hombre no tuve más remedio que dejar en paz aquella cocina para ir en busca de él, localizarlo en el comedor principal fue sencillo, Desmond llevaba el mismo traje oscuro a su medida.
Con pasos rápidos me acerqué aún más a él. —Si, no he limpiado para nada la cocina— informé colocando mis brazos en su torso, no hubo respuesta, simplemente mantuvo su mirada a mi dirección, donde nuestros ojos se encontraron. —¿Está todo bien?— no lo estaba, por las llamadas y los mensajes recibidos, podía asegurar que él se sentía indignado.
—¿Te divertiste embriagándote?— su voz ronca me hizo temblar, sin mencionar que aquella pregunta me tomó por sorpresa, al menos tenía cierta idea de hacia donde se dirigía la situación. —Bailaste como una cualquiera sobre todas las mesas, ¿estás satisfecha?... ¿Así querías divertirte?, causando revuelo en varios hombres— No respondí para protegerme, para mí fue más conveniente alejarme de sus brazos, debo admitir que odiaba esa faceta tan directa de él, y este lo sabía.
>—¿Entonces él...?——Usted estaba en una relación llena de toxicidad con ese hombre——Muchas veces las víctimas de ese tipo de relaciones no son capaces de darse cuenta——Prosiga——¿Acostumbrada...?——Vaya—<
—Es algo extremista, lo sé... pero créame que era necesario— después de aquellos mensajes pude escuchar los pasos de Desmond cerca.
—Nicole— oír su voz fue tan parecido a regresar a la realidad y a mi gran problema: el cual era el hombre frente a mí, Desmond.
Por inercia bloqueé el móvil para prestarle toda mi atención al tipo que parecía estar calmado y eso era sorprendente viniendo del señor; no puedo perder mi dignidad, ni orgullo.
—Tengo clases mañana— balbuceé intentando no empezar otra discusión más. Quiero dejar en claro que era extraño que Desmond se comportara de ese modo tan tonto, él no era así.
—¡Deja de comportarte como una inmadura!— gruñó al sentarse en nuestra cama, en ese instante solo pedía que él se fuera a casa.
—Esta noche no quiero saber nada de ti— pedí con los brazos cruzados, pude sentir como su mirada me examinaba por completo, así que salí de aquella cama y fui en busca de mis cremas nocturnas.
—Discúlpame— susurró, fue imposible no sonreír a su disculpa. —Perdón— insistió, haciéndome girar a él. —Lo siento— sentenció en un tono fastidiado y tal vez fue causado por mi sonrisa burlona.
—¿Y tú crees que eso basta?— cuestioné para soltar una risa burlona, esté accedió al quitarse los zapatos indicándome que se quedaría conmigo.
—Claro... sabes que yo no acostumbro a bajar la guardia— murmuró esta vez desabrochando su camisa. De mi parte únicamente intenté ignorarlo para entrar al cuarto de baño y poder expoliar mi rostro.
[...]
Al salir pude percatarme que él seguía en el dormitorio. —No te has ido— balbuceé para dirigirme a la cama y acomodarme a su lado. Tal vez había perdido quince minutos frente al espejo, en los cuales él había ido por su ordenador para seguir trabajando esta vez recostado sobre la cama. De su parte no recibí una respuesta, ya que parecía bastante interesado en aquellos números y gráficas. —Te estoy hablando— insistí al ser ignorada.
—No me interesa jugar ahora Nicole— Gruñó sin mirarme, estaba claro que seguía molesto y no conmigo precisamente, sino con alguien de su equipo tal vez. —Guarda silencio— ordenó una vez más al tomar su móvil y marcar números.
En aquella ocasión fui yo la que intentó arreglar las cosas, mi plan no fue el mejor de todos. Ya que al intentar colgar su llamada este me miró de una manera maniaca.
Por inercia sonreí arrepentida, porque sus ojos me miraron como si me quisiera descuartizar sin piedad.
—¿Fue divertido no?— cuestionó con demasiada seriedad, en segundos borré mi sonrisa para negar rotundamente. —Compórtate Nicole, no quiero a una niñita sin cerebro en mi cama— escupió para seguir mirando el ordenador.
—¿Qué ha pasado para que te comportes así últimamente?... Desmond cuantas veces te tengo que decir que no debes ser alguien formal frente a mí, puedes confiar en mí, no voy a hacerte daño. Porque estoy consiente de lo que tenemos— expliqué para mirarlo con una postura seria. —Si esto termina no voy a acusarte o difamarte, así que dime, ¿Qué es lo que te pasa?—
—Solo guarda silencio por un momento, es lo único que pido— respondió.
—Estás actuando como alguien... tonto—
—No únicamente soy yo, Nicole— reclamó con aquella postura seria.
—No Des, tú eres el único que intenta discutir por todo, es cansado— confesé sin temor.
—En ese caso me retiro, ya que yo tampoco soporto tu comportamiento esta noche— sentenció al cerrar su ordenador y salir de la cama velozmente, no lo detuve.
Porque una parte de mí sabía que regresaría y me contaría su preocupación y desconfianza tarde o temprano.
—Claro— murmuró sin más remedio. —Descansa— fue lo último que pude pronunciar al verlo partir del dormitorio.