CAPÍTULO CUATRO Merk pasaba despacio por la vereda del bosque, abriéndose camino pasando por Bosque Blanco mientras reflexionaba en su vida. Sus cuarenta años habían sido muy duros; nunca antes se había dado tiempo para pasear por el bosque, para admirar su belleza. Miró hacia abajo hacia las hojas blancas que se quebraban bajo sus pies, rematadas por el sonido de su bastón que golpeaba el suave suelo del bosque; volteó hacia arriba, admirando la belleza de los árboles de Aesop con sus brillantes hojas blancas y deslumbrantes ramas rojas resplandeciendo en el sol matutino. Cayeron algunas hojas sobre él dando la apariencia de nieve y, por primera vez en su vida, sintió verdadera paz. Siendo de altura y complexión promedio, cabello n***o oscuro, un rostro nunca afeitado, mandíbula amplia,