El equipo estaba formado, esperaba que eso fuera suficiente para poder limpiar la empresa de manera definitiva.
Ángela, había pasado el día envuelta y atestada de trabajo, ni siquiera había salido a comer, aun cuando Gabriel le había insistido que lo hicieran juntos; sin embargo, a media tarde, recibió una sorpresa.
-¡Feliz Cumpleaños! –Gritaron todos al mismo tiempo cuando atravesaron la puerta de la oficina. Estaban sus hijos, Magda, Violeta, Gabriel, ambos abogados y las secretarias.
-¡¿Qué es esto?! – Ángela estaba entre sorprendida e incrédula, mientras los gemelos corrían hacia ella para abrazarla.
-Es que no me hiciste caso de que saliéramos a comer – le dijo Gabriel.
-Pudiste ser más persistente – se acercó a su hermano, para darle un golpe en el hombro.
Le cantaron la canción acostumbrada, acorde con la tradición, partieron el pastel y todos comenzaron a conversar.
En medio de la celebración improvisada, Ángela aprovechó para interrogar un poco a Fishman, ya que necesitaba los antecedente de Dawson, por ese motivo no dudó en preguntarle acerca de su relación.
-¿Cómo conoció a Dawson, Fishman? –El abogado mercantil, sonrió con picardía.
-Lo conocí en un caso – ella entrecerró los ojos. –Él estaba del lado de la defensa, y yo del acusado, ambos en equipos formados por buenos abogados. En el juicio, le dieron a él la oportunidad de desglosar las pruebas; y fue todo un espectáculo, dejando de lado que éramos rivales, hablando exclusivamente de manera profesional, debo confesar que lo admiré. No había dudas de que era su trabajo, lo había presentado con tanto conocimiento y pasión, que era imposible de negar, que él era el responsable del desarrollo de las pruebas. –Fishman suspiró con complacencia - Justo antes de que se dictara la resolución, nosotros ya éramos conscientes de nuestra derrota, en esa ocasión la verdad estaba de su lado, y no dudó en saberla usar, llegando hasta las últimas repercusiones – había hablado honestamente, su tono de voz la había convencido.
-Entonces, ¿es un buen abogado? –Cuestionó sólo para confirmar.
-¡Sin lugar a dudas! –Le respondió de inmediato, sin atisbo de duda.
Se giró a ver al abogado penal, con esa seriedad que denotaba profesionalismo. No podía explicarse qué era lo que despertaba en ella, pero había algo en él, que le destilaba un aire de confianza, que contrastaba con su aspecto juvenil y novato.
Ángela regresaba del baño, cuando se percató de cómo estaban divididos en su oficina: Fishman y Bella, estaban conversando y sonriendo con coquetería; Max y Gabriel, estaban carcajeándose, seguramente por los chistes que solía hacer Miguel; Linda, Magda y su madre, estaban inmersas en una conversación; y para su sorpresa, Dawson jugaba con los gemelos, se estaban correteando y fue la primera vez, que lo vio con la guardia baja, no había señal alguna de su sobriedad, de sus formalismos.
Llegó la hora de la salida: sin disimular, Bella se fue con Fishman; para cuando Ángela regresó de despedir a su madre, que se iría con Gabriel, Linda platicaba con Miguel; Magda, estaba con los gemelos y, Dawson conversaba con Max. No pudo evitar observar cómo su hijo mayor, caracterizado por ser muy serio, sonreía con honestidad a lo que fuera que el abogado estuviera diciéndole, así que se acercó para prestarles atención.
-Por supuesto que el área penal tiene sus pros y sus contras; pero te aseguro, que podrás sacar de muchos apuros a tu hermano Miguel – el comentario de Dawson, provocó que Max se riera de nuevo, porque bien sabía que su hermano era el más alocado de los cuatro.
Ángela, rio también por el comentario. Max, dejó de sonreír cuando se percató que su madre estaba prácticamente con ellos. –Ya es hora de irnos Max, ¿puedes ayudarme con tus hermanos? –Ella le pidió a su hijo.
-Sí, mamá. Un placer conocerlo Licenciado Dawson - le extendió la mano para despedirse con educación, como un adulto.
-Tutéame Max, soy Jerome –Max sonrió honestamente, y dejó a su madre con Dawson.
-Gracias –Ángela, tuvo una sensación de calidez en el pecho, a Max le tomaba tiempo hacerse de personas cercanas, y que Dawson lo hubiera conseguido a la primera, la hizo sentir bien.
-No tiene nada que agradecerme, es un excelente joven. Fue un placer haber compartido con ustedes. Hasta mañana – entonces, Dawson dejó la oficina.
Jerome Dawson, era un abogado de apenas 30 años, tenía una especialidad en el área de lo penal y, 4 años dedicándose a tiempo completo en esa área. Se había enfrentado en varios casos a colegas con mayor trayectoria, pero su personalidad dedicada y persistente, lo había hecho salir victorioso en sus confrontaciones con cada uno de ellos. No todos sus casos habían estado en el lado de la razón; pero su instinto y honestidad, lo hacía llevar a sus clientes por las mejores negociaciones, para sentirse ganador y satisfecho con sus casos.
El caso de Grupo Vietz le pareció diferente. En definitiva, lo que más le llamaba la atención, era la personalidad de Ángela Vietz, que era conocida por ser una de las pocas mujeres en el ámbito de los negocios, y no sólo eso, sino también por sus habilidades en ellos. Y al verla en acción, sabía que le aprendería mucho.