-Necesito pensar, me voy a casa – faltaba una hora para que el día laboral terminara, pero estaba exhausta mentalmente.
Llegó a casa, para sorpresa de todos, más que a tiempo para la cena. En medio de las risas y las historias del día por parte de sus hijos, su mente se mantuvo alejada de los temas de la oficina. Hizo la rutina que solía hacer para enviarlos a la cama, y ya que estuvo segura que estaban dormidos, fue su turno de irse a descansar.
Estaba en su habitación, totalmente a obscuras, con la vista puesta en un punto iluminado por la luz de la luna, sin poder dormir, repasando una y otra vez los sucesos de su día, la información. Entonces tuvo una epifanía. Cuando las empresas del grupo requerían un préstamo, provenían de Vietz Transportation, porque de esa manera, Rodolfo podía reclamar la empresa en caso de no poder saldar. Entonces, ¿por qué R207 tenía préstamos de todas las empresas pertenecientes al grupo? ¿Estaba Palmer inmiscuido? ¿O habían cambiado los estatutos? Las cosas se estaban complicando demasiado.
Una mañana más que llegaba a tiempo al corporativo, pero con más dudas e incógnitas que requerían de su atención. Fishman y Linda, ya estaban ahí en su oficina esperando por instrucciones, cuando Gabriel irrumpió acelerado.
-Ángela, Emmanuel Ward interpuso una demanda penal contra ti, por daños a la moral e injurias – le informó Gabriel alarmado.
-¡Es un estúpido! –Su enfado se manifestó de inmediato, haciendo que todos guardaran silencio. -¿Necesito un abogado penal? –Le preguntó a Fishman.
-Tengo al hombre perfecto para ti – la solución fue su respuesta, en la que no fingió su emoción. –¡Lo voy a llamar! –Salió para hablar por teléfono, y Ángela tuvo una sensación extraña, ¿no debería estar molesto igual que ella por la imprudencia de Ward?
Revisó de nuevo las carpetas contables, y otro detalle le fue revelado: sólo desde hacía tres meses, R207 había comenzado a obtener los préstamos de todas las empresas del grupo. ¿Qué significaba eso?
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Era medio día, cuando el hombre rubio de apenas 30 años atravesó las puertas del elevador, su aspecto sobrio y elegante se ganó la mirada atrevida de Bella. Fishman, estaba esperando por él en la recepción del piso.
-¡Jerome! –Le estrechó la mano con ganas, halándolo para darle un abrazo llenó de emoción. -¡Me da tanto gusto que hayas podido venir tan rápido! –
-¿Cómo no hacerlo? Tú voz por teléfono parecía como si acabaras de asesinar a alguien, y la policía estuviera afuera de tu casa. –Fishman, se carcajeó por lo exagerado del comentario, pero Jerome lo dijo en total seriedad.
-¡Ven! Hay que ponerte al tanto del caso – el rubio lo guió hasta la oficina, donde las miradas de Gabriel, Linda y Ángela, se posaron con rapidez en ellos cuando pasaron por la puerta.
Ángela lo escudriñó desde su lugar, detrás del escritorio. Para ella era apenas un jovencito, su expresión le pareció de alguien inexperto, incluso le pareció débil, contrastando por completo con su corpulento cuerpo. Y, sin embargo, había algo en él que le parecía digno de confiar.
-El licenciado Jerome Dawson, su especialidad es la penal –Ángela prefirió ignorarlo, mientras Linda se presentaba y Fishman comenzó a hablarle entusiasmado acerca del caso.
Ángela, llamó por el intercomunicador a su secretaria. -Bella, dígale a Palmer que venga para acá. -
Ella retomó sus pensamientos. Estaba quebrándose la cabeza, cuando Palmer llegó. Lo percibió un poco nervioso, ¿era partícipe de todo?
-Siéntate Palmer – le dijo fría y secamente, para darle la carpeta contable de R207. –Me puedes explicar, ¿por qué las empresas del grupo le están dando préstamos? –Él ni siquiera se molestó en ver la carpeta.
-Bueno, cuando firmaste la carta poder, la parte contable pasó a ser exclusivamente manejada por la vicepresidencia – comentó el contador.
-Green – el castaño apareció de nuevo en su radar.
Palmer, dirigió su mirada hacia todos lados, sin contener su nerviosismo. –Él, era el encargado de autorizar todos los movimientos… Yo… Yo sabía que eso no era correcto… Pero Méndez tenía el documento con tu firma, no podía contradecir órdenes… Yo… Yo lo siento… -
-¿Te mostró el documento? –Preguntó con frialdad.
-Sí –
-¿Te dejó una copia? –Por algún motivo, sintió un poco de esperanza que lo hubiera hecho.
-No, sólo me lo mostró y se llevó el documento. Él, como encargado de las cuestiones legales, debía mantenerlo, ¿cierto? –La hizo sentirse una tonta; además, no quería revelarle que el documento estaba perdido. Necesitaba contraatacar.
-Por supuesto Palmer, pero si sabías que era incorrecto, ¿no crees que debiste respaldar la información? –El gerente abrió los ojos con sorpresa, y el nerviosismo regresó con intensidad a su cuerpo.
-Tienes razón, no pensé en eso – aceptó.
-Está bien Palmer, es todo, gracias. –
El hombre salió prácticamente huyendo del lugar, fue hasta ese momento, en que Ángela se reclinó por completo en la silla ejecutiva. Sus facciones mostraron que estaba preocupada; además, el sonido constante que se producía del golpe de sus dedos con el escritorio, demostraba que sus reflexiones intentaban acomodarse como un rompecabezas.
Necesitaba el documento, saber qué había firmado y hasta dónde llegaba su imprudencia por no haberlo revisado antes. Al mismo tiempo, necesitaba una prueba que vinculara a Green como cómplice de Ward; porque en definitiva, no podía confrontarlo sólo con conjeturas, pero ¿cómo? ¿Thomson también estaría recibiendo tajada? ¿Wood estaría reteniendo el documento intencionalmente? En ese momento, ya estaba comenzando a sospechar de todos y de todo.
La oficina estaba totalmente en silencio, Ángela estaba tan absorta en sus pensamientos, que no recordaba que había más personas ahí con ella. No sentía la mirada intensa y penetrante de Dawson, que la veía en total seriedad, pero con fascinación. Para él, observar a alguien que se mantenía imperturbable, objetiva, capaz de manejar la situación hasta el punto de invertir un punto malo a su favor, de presionar en el momento correcto; lo hizo sentirse hechizado ante su técnica, su experiencia. Le pareció un don innato. Tenía que quedarse a su lado, observarla, aprender, y si para ello tenía que ayudarla, lo haría.
-Debería localizar a Méndez. –Dawson la sacó de sus pensamientos. Ella entrecerró los ojos, pensando que él era demasiado intuitivo, esos eran detalles que ella se había guardado.
-Contacte un detective – le ordenó, haciendo que Dawson se pusiera de pie y saliera de la oficina, para cumplir con el pedido.
¿Era correcto? ¿Méndez hablaría?