Un par de meses pasaron con el problema de la demanda penal, la hecha por parte de Ward hacia Ángela; que corría casi al mismo tiempo con el proceso mercantil contra R207.
No estaba preocupada, no había pruebas contundentes en contra de ella; sin embargo, Ward no podía decir lo mismo. Se sintió nostálgica, al pensar en todos los años que habían trabajado juntos, incluso llegaron a desarrollar una amistad muy apreciada por ella. Estaba segura que Rodolfo, debió haber sentido un apreció igual hacia la familia Ward, ya que habían crecido en el ámbito empresarial juntos.
Por otro lado, el aún presentarse en la empresa, cumpliendo un horario laboral y ocuparse de todos los asuntos, le causaba una sensación contradictoria. Por una parte, le molestaba el hecho de que se hubiera extendido de esa manera el problema, restándole de su tiempo y atención a sus hijos. Y por el otro extremo, saberse en control de todo, porque las cuentas parecían indicar que el desvío había terminado, la hacía estar satisfecha con ella misma, a pesar de los años no había perdido la habilidad en los negocios.
Recibió un mensaje de Magda al mediodía, solicitando su presencia en la escuela de los gemelos, ya que se habían peleado y el director quería hablar con ella. Su atención estaba en los mensajes del celular, que cuando las puertas del elevador se abrieron, caminó con toda la seguridad sin prestar atención. Sintió que chocó contra una pared, su cuerpo rebotó provocando que la fuerza de gravedad la jalara hacia atrás. Ya se veía en el suelo, incluso sintió un pequeño hormigueo en su trasero, esperando el golpe. Unas manos la tomaron con fuerza de las muñecas, reclamándola y produciendo una atracción opuesta a la de la gravedad. Aterrizó en el pecho de un hombre, sintió cómo los brazos la rodearon, protegiéndola; y cuando levantó la vista, se percató que era Jerome Dawson.
La veía con preocupación, hasta parecía asustado. –¿Está bien? –Pero Ángela, estaba extraviada en los ojos pardos del rubio. Era extraño, porque la situación no lo ameritaba; sin embargo, ella se sintió totalmente penetrada por la mirada, hasta su cuerpo reaccionó ante la cercanía, a su tacto; y el perfume invadiendo sus fosas la hipnotizó. -¿Señora Vietz? -
Titubeó un poco cuando escuchó que la llamó, hasta ese momento reparó en lo seductor de su voz grave, pero se recompuso. –Sí, discúlpeme, no venía prestando atención. –Dawson respiró con tranquilidad, le había respondido.
Se quedaron en aquella posición unos momentos, el magnetismo que sintió él fue indudable e indiscutible. Siempre le había parecido una mujer hermosa, sumamente inteligente, y a diferencia de muchos hombres, su fortaleza no lo intimidaba. Tal vez, podría decir que la envidiaba, nunca la había visto dudar y sus instintos eran prácticamente certeros.
El tiempo pareció detenerse, y el entorno una habitación vacía.
La expresión de Dawson se convirtió en sorpresa. -¡Por Dios Ángela, tienes los ojos azules! –Ella los abrió ampliamente, permitiéndole a él observarlos con mayor claridad, y percibir su asombro ante la declaración; además, se quedó sin habla, petrificada entre sus brazos, flotando en su mirada, y ante el hecho que era la primera vez que le llamaba por su nombre.
Bella y Linda estaban ahí, sin querer siquiera respirar, para no interrumpir el mágico momento que percibieron.
Uno de los teléfonos sonó, y aunque Linda trató de contestar al primer tono, Jerome soltó a Ángela y ella inmediatamente, dio dos pasos hacia atrás.
Jerome sonrió de lado. –A esta distancia no se distingue el color. –
-Licenciado Jerome, ¿viene conmigo o con Gabriel? –Ni siquiera sabía que estaba diciendo, se sintió como una puberta.
-Vengo a informarle, que el detective encontró a Méndez en Ciudad Rho. –Jerome, respondió retomando su acostumbrado formalismo. –Quería informarle personalmente, que seré yo quien viaje para hablar con él y obtener lo que necesitamos. –
-¿Por cuánto tiempo se va a ir? –Se sintió un poco más tranquila y segura, cuando lo escuchó hablar como normalmente lo hacía.
-Calculo que solo será por una semana, si hay algún cambio de planes, le informaré - él mismo no deseaba tomar más tiempo que ese.
-Está bien, gracias por informarme. –Ángela se devolvió a su oficina, consternada, incluso había olvidado porque se dirigía hacia el elevador.
La respuesta instintiva de su cuerpo, la aterró; y se obligó a aceptar, que había pasado ya prácticamente un año sin contacto físico. Jerome… ¡No! ¡Dawson! Era forzosamente necesario no cruzar hacia la línea de lo personal. Dawson, había sido el primer hombre en mucho tiempo en invadir su espacio personal y en tocarla; así que la única manera de evitar esa incomodidad, era liberar su necesidad s****l por ella misma.
Su celular comenzó a sonar, en la pantalla apareció el nombre de Magda y saltando de su lugar, recordó porque necesitaba salir de la oficina. Cuando atravesó la puerta, Dawson ya no estaba ahí, permitiéndole respirar con alivio.
Llegó a la escuela, y el director le informó con lujo de detalles, acerca de la pelea a golpes que los gemelos tuvieron con otros dos alumnos, y aunque los gemelos tuvieran la razón, no iba a permitir ninguna clase de confrontación física en sus instalaciones. Le pidió a sus dos hijos que salieran de la oficina, porque a pesar de todo, no quería quitarle autoridad al director. Tan pronto la dejaron a solas con él, inició una discusión a bajo volumen, logrando que el castigo para los gemelos no fuera severo, especialmente porque ellos tenían la razón. Llegaron a casa: Magda, los gemelos y ella; sin reprenderlos, los envió a su habitación. Ya no quiso regresar a la oficina, terminó la tarde pasando tiempo con sus cuatro hijos.
Pero por la noche, en la soledad de su habitación, abrazó la almohada que solía usar Rodolfo. Cerró los ojos, recordando los momentos que compartieron: los graciosos, los difíciles, algunas peleas, la intimidad… Tenía ese sentimiento de necesidad, lo extrañaba. En medio de todas sus memorias, se quedó dormida.
[[Estaba preparándose un café como cualquier mañana laboral: sintió su aliento en el cuello, su pecho en la espalda, sus manos rodeando la cintura, y su erección en las nalgas.
-¿Cómo amaneciste preciosa? –Comenzó a besarle el cuello.
-Menos necesitada que tú – se rio con burla.
La giró con brusquedad, y al verlo a los ojos, corroboró el deseo que sintió con anterioridad. Sabía que a Rodolfo, no le importaba en lo más mínimo estar en la oficina; cuando se trataba de sexo, nada lo detenía. Le levantó la pierna y con eso, la falda subió descuidadamente, para meter la mano entre las bragas y su intimidad.
-A mí no me parece que no estés necesitada – dijo con lujuria, mientras le esparcía la humedad que ya tenía entre las piernas, provocándole jadear.
Comenzó a besarla, ella cerró los ojos y con sus manos, lo tomó por la nuca. Escuchó el cierre del pantalón y sintió sus bragas ser removidas hacia un lado. En el momento que abrió los ojos, vio aquellos ojos pardos comérsela con obscenidad. La tomó por sorpresa, pero su excitación no disminuyó. Pudo sentir el suave deslizamiento en su interior, sin apartar su mirada de Jerome, los movimientos se hicieron rítmicos, guiándola hacia la liberación que tanto necesitaba.]]
En ese momento se despertó, su mano estaba entre sus piernas y el orgasmo la recorrió sin contemplaciones.
Se quedó un buen rato asimilando lo que acababa de suceder. Maldijo a Dawson, había sido culpa de él y la invasión a su espacio personal.