Floreciendo en la Adversidad

Sin pistas

Estaba rodeada de personas en las que no confiaba. Le dolía aceptar que su hermano se encontraba ahí, pero necesitaba rescatar la empresa, no podía creer que todo estuviera perdido, no solo por lo que Rodolfo había construido, también la empresa que su padre les había heredado pertenecía al grupo. Necesitaba hacerse de tiempo para descubrir lo que pasaba y poder resolverlo.

-¿A qué hora estás citando a los socios? –Le preguntó a Gabriel.

-A las 8 – estaba fastidiado, y no pudo disimularlo cuando respondió.

Ella estaba un poco desesperada, tan solo habían pasado 30 minutos, así que decidió hablar por el intercomunicador. -Bella, ¿ya tiene la información que pedí? –

-Por el momento, tengo el de tres empresas –Bella titubeó al responder, porque no sabía si había hecho lo correcto al esperar a tener lo de todas, o si debió haberle informado que ya tenía algunas.

-¿Su compañera ya terminó? –Estaba ansiosa por obtener los datos.

-No, Linda sigue trabajando en la información que solicitó –Bella, se relajó un poco cuando le preguntó por otra cosa.

-Está bien, traiga las carpetas por favor – Ángela, decidió comenzar con eso de manera inmediata.

Bella entró con una caja, que contenía sólo lo de una empresa, después tuvo que hacer dos viajes más para traer el resto.

-¿Sabe de contabilidad Bella? –Le preguntó mientras dejaba la última caja sobre la mesa.

-Linda es de esa área – la secretaria aceptó con honestidad.

-Pídale a Linda que venga, y usted terminé el trabajo que ella estaba haciendo – sabía que necesitaría a alguien con habilidades en la materia.

Ángela, sacó los estados de cuenta de las 7 empresas, y los números le alarmaron. Tomó una carpeta, y comenzó a revisar los documentos.

Cuando entró Linda, ni siquiera la dejó hablar. -Linda, tomé una de las cajas y revise los documentos – ordenó de inmediato.

-¿Qué debo buscar? –Linda preguntó con incertidumbre.

-Cualquier cosa que le parezca extraña – ni siquiera ella misma sabía qué estaban buscando.

Pasó una hora, y Bella entraba para dejar tres cajas más. El tiempo seguía corriendo, ya era media tarde y si sus conjeturas eran malas, iba a necesitar hacer muchas cosas, comenzando por contratar un abogado.

-Gabriel, ya que no estás haciendo nada, trae comida para todas – su hermano estaba en el sillón, revisando unos documentos sin mucha relevancia. La vio mal, porque lo había hecho sentir ofendido, pero de nuevo no le argumentó, salió para pedir servicio a domicilio.

Una hora más pasó, cuando Bella dejó la última caja dentro de la oficina. Ángela, terminaba de revisar la caja perteneciente a Vietz Transportation, sin observar nada extraño. Linda, terminó unos minutos después con Wright Transportation, igual, sin notar algún mal movimiento. Tomaron otra caja cada una, la empresa GI30 la revisó Ángela y GV60 Linda; de nuevo, sin éxito.

Cuando Ángela notó que no había luz solar en el exterior, miró el reloj y ya eran las 8 de la noche. –Gabriel, lleva a sus casas a Bella y a Linda – él entrecerró los ojos, ofendido.

-¿No va a revisar las tres empresas faltantes? –Le preguntó Linda.

-Sí, pero necesito que descansen esta noche, mañana las necesito a las 7 aquí –Ángela llamó por teléfono a Bella, que aún trabajaba en la información que había solicitado.

Gabriel se acercó al escritorio. -¡Oye! ¡No soy tu maldito empleado! –Le dijo entre dientes, con molestia.

Bella entró, mientras Ángela ignoró el comentario de Gabriel. –Bella, necesito que mañana llegue a las 7 de la mañana, prepare la sala de juntas, sólo ponga café – en realidad no pensaba que fueran a requerirlo, pero no quería levantar sospechas. –Esté atenta a que todos los socios lleguen 5 minutos antes de las 8. También, cite a una conferencia de prensa a las 11, y a las 12, a una reunión general con los empleados. –

-Sí –Bella tomó nota de sus tareas.

-Linda, mañana llegué directo a revisar estas cajas, no importa cuántas veces tengamos que hacerlo, debemos encontrar algo – fue el turno de darle indicaciones a Linda.

-Descansen, tú también Gabriel, mañana va a ser un día muy largo –Gabriel le hizo una mala cara antes de salir, mientras las secretarias se despidieron.

Para cuando terminó de revisar otras dos empresas, R205 y R206, ya era media noche. Se reclinó en el sillón, exhausta, con nada más que números en su cabeza, y sin haber encontrado algún dato relevante.

¿Qué demonios estaba pasando? ¿El problema vendría desde antes del deceso de Rodolfo? ¡No! Eso no podía ser, él debía tener todo en orden, no se arriesgaría a perder la empresa.

Miró su celular, que lo había puesto en vibración, tenía llamadas perdidas de casa y algunos mensajes de Gary. Le escribió a su empleado para que pasara a recogerla, el cual, sólo tardó 15 minutos en llegar por ella. El viaje de regreso a casa fue en absoluto silencio, iba pensando en todo lo que había sucedido durante el día, y lo que estaba por venir.

-Gary, a partir de mañana se hará cargo de todos los viajes de los niños, ya conoce los horarios de cada uno. Ese será su único y exclusivo trabajo, así que ahora usará la camioneta – estaba cediéndole uno de los trabajos más importantes para ella.

-Sí, señora. –

Bajó justo en la entrada principal, donde su conductor la había dejado para entrar a la casa, donde Magda esperaba por ella. -¿Cómo le fue? –Estaba realmente preocupada.

-No como me hubiera gustado – le dio una media sonrisa.

-¿Quiere cenar? –Magda le ofreció, provocando que Ángela asintiera.

-Mañana necesito estar en la empresa a las 7 –Magda se giró a verla con sorpresa. –Cuida de los niños por favor – dijo en tono suplicante.

-¡Claro que sí! Sabe bien que los quiero como si fueran míos –Ángela sonrió, por supuesto que lo sabía, no tenía duda que las mejores manos para cuidar de sus hijos, eran las de Magda.

Cenó rápido, fue a la habitación de cada uno de sus hijos y los observó por pequeños instantes, dormidos. Una lucha diferente estaba a punto de comenzar, por ellos, para ellos. Les dio un beso en la frente y se fue a su recámara. Se dio un baño para relajarse, pero no funcionó, incluso no pudo dormir, para cuando la alarma sonó, sólo había podido dormir dos horas.

Se levantó, se dio un baño de nuevo para espabilarse, y se vistió como solía hacerlo. Un traje sastre de falda tipo lápiz en color gris obscuro, una blusa blanca con cuello époque, los zapatos de aguja también blancos, el cabello totalmente recogido y el maquillaje suficiente, que le permitiera cubrir las ojeras por la mala noche que pasó.

Magda, ya la esperaba con el desayuno listo.

-No tenías que levantarte para despedirme – tomó la taza de café que estaba lista en la mesa, así como unos panqueques de avena.

-Espero que no vaya a llegar igual de tarde que ayer, porque no creo poder esperarla –Ángela sonrió, porque Magda ya no era una jovencita, tenía 61 años, bien podría ser su madre.

-Yo también espero que no, pero que Mateo y Mario lleguen a tiempo a la clase de piano, no dejes que Miguel te burle con las tareas, y hay que tener listo el uniforme del equipo de Max – se sintió un poco nostálgica, culpable, ella era la que se encargaba de todo eso.

-No se preocupe, yo me encargo – le sonrió para brindarle ánimo.

Tomó el Audi A8 y salió de la casa a tiempo, sin siquiera despedirse de los niños, porque sabía que si los despertaba, no tendría el corazón de dejarlos.

Llegó a las oficinas a las 7, topándose con Bella y Linda, que una vez que entraron al edificio, comenzaron con sus tareas asignadas. Ese tiempo previo, Ángela lo aprovechó para revisar la lista con la información que Bella había preparado.

Abrió los ojos ante una nueva sorpresa, había tres socios nuevos, creyó que sólo se trataba de la familia Green, pero se equivocó. Dos más habían pasado el control a sus hijos, era obvio, porque llevaban el mismo apellido que los socios que ella había conocido.

Faltaban 5 minutos para las 8 y Bella la llamó por el intercomunicador. –Señora, ya están todos los socios en la sala de juntas. –

Se puso de pie y salió con destino a la sala, el momento de descubrir y mostrarse, había llegado.