Ellos esta en el restaurante al día siguiente. —Puedo atenderlos por ti— dice mi compañera pelinaranja con un gesto de comprensión. Estoy tentada a decir que si pero me contengo. No. Esta es mi pelea. —No te preocupes— digo levantando la pesada bandeja con su orden— yo los atiendo. Me acerco y dejo su pedido en su mesa con mi característica sonrisa estudiada. —Que lo disfruten— digo sin mirarlos en ningún momento. —Annie— esta vez es mi madre la que me llama. Tomó aire antes de volverme a ella. —¿Necesita algo más?— preguntó cortésmente. —Annie, se que las cosas han sido complicadas entre nosotros— dice mi madre. Hace un gesto de mirar a mi padre que se mantiene distante de la conversación jugueteando con su comida como si esta fuera más interesante. Casi puedo imaginar la conversa