CAPÍTULO 7

1121 Words
En cuanto los cuatro llegaron a la puerta de la oficina de Milo, se quedaron sorprendidos al ver el hermoso ramo de flores que Madi admiraba.  —¿Y esas flores mi niña? — sonrojarse. Ginna y Eddy estaban desconcertados al ver la mirada de molestia de Rosa y de Milo, cosa que les pareció más extraña aún, en especial a Ginna.  —Creo que seguiré trabajando. — dijo nerviosa al ver la mirada de todos en ella.  —Madi yo iré con la señorita Ginna y el señor Eddy a una reunión, Milo se quedará en la oficina para que estés pendiente — Madi se sintió incómoda por la que su abuela le habló, no le gustaba que se enojara con ella, cada que Sander aparecía o tenía un bonito gesto con ella. No pudo evitar que sus ojos buscarán los de Milo, esos increíbles ojos casi negros la miraban serio, como molesto.  —De acuerdo abuela. — dijo tímida. Luego de una hora, Madi seguía poniéndose al día en cómo se trabajaba en esa oficina, era algo cansado, pero para ser su primer día iba de maravilla.  Miró hacia la puerta de su jefe y recordó que su abuela le decía que ese hombre le gustaba tomar café a cada hora, por lo que se fue a prepararlo tal y como su abuela le enseñó, una vez lo tuvo listo, se dirigió a la oficina de él, tocó suavemente pero no hubo respuesta, cosa que le hizo fruncir el ceño, él no había salido, abrió muy despacio y cuando entró recorrió la oficina con la mirada y nada de su jefe, cuando iba a dar la vuelta para irse un ruido en el baño, por lo que se adentro a la oficina y puso la taza de café en el escritorio, iba a girarse y salir de ahí cuando unos sollozos llegaron hasta sus oídos. Sin intención de molestar no pudo evitar acercarse hasta la puerta del baño, se quedó por unos segundos escuchando pero nada, por un me creyó que era su imaginación, por lo que decidió irse antes de que la vieran ahí, pero fue demasiado tarde la puerta del baño se abrió y tanto ella como Milo se asustaron, y él se sorprendió más que asustarse.  Madison lo miraba a los ojos y pudo notar las huellas de lágrimas en su hermoso rostro y ella quiso consolarlo, por lo que le sonrió dulcemente. —Disculpe señor, no quería molestarlo, solo vine a traerle su café. — Milo no sabía porque cada que la veía sentía como su corazón se le iba a salir, y más al mirar esa sonrisa que iluminaba el día más oscuro. — mi abuela me ha dicho que usted toma cada hora. — Milo le sonrió.  —Sí, muchas gracias. — Madi pensaba retirarse cuando Milo le tomó su mano.  —¿Quieres acompañarme? — Madi sabía que él pasaba por muchas cosas, su abuela más de una vez le había comentado de las charlas que ellos tenían, pero a su abuela le tenía confianza, a ella no.  —¿Seguro que quiere que sea yo quién le haga compañía? — Milo sonrió  —¿Y porqué no? —Madi le devolvió la sonrisa.  —Sé que les gusta charlar, mi Abu me lo ha dicho, pero a ella le tiene confianza. — él no pudo evitar colocar un mechón de cabello detrás de su oreja. Luego le agarró la mano y la llevó a uno de los sofás que tenía en la oficina.  —Madi, ¿Puedo llamarte así? — ella asintió — ten por seguro que también confío en ti, y no solo porque seas la nieta de Rosa que para ser sincero eso te da gran ventaja, sino porque desde que vi tus hermosos ojos supe que podía confiar en ti — el rostro de Madison estaba sonrojado, ese hombre estaba diciendo que tenía unos hermosos ojos y eso le gustó mucho. —Gracias — dijo tímida. — ¿Por qué lloraba? — al ver cómo a Milo la sonrisa se le iba del rostro se arrepintió de preguntar. — Lo siento no debí preguntar, no es de mi incumbencia. — quiso levantarse e irse, pero Milo le tomó la mano, cada vez que él hacía eso ambos sentían su corazón a mil.  —No te preocupes, yo simplemente hace mucho dejé ser ser lo que era, y aún la vida no me ha dado muchos motivos para volver a sonreír o sentirme feliz. Con el tiempo te darás cuenta que no soy un hombre capaz de ocultar lo que siente, soy muy transparente, si estoy feliz, triste o enojado lo notarás al instante. — Maddie lo miraba con sus ojos celestes con gran curiosidad, quería saber más, pero no sabía hasta qué punto él tendría esa confianza de contarle las cosas, pero se arriesgó a preguntar.  —Ahora no sólo está triste, sino peor que eso — dijo con voz muy dulce — ¿Por qué? Usted parece un hombre realmente bueno, no debería estar pasando nada malo. — Milo no pudo evitar dos cosas, la primera sonreír y la segunda volver a tocarla, tenía una extraña necesidad de hacerlo, por lo que llevó su mano, al rostro de ella.  — En este mundo todos sufrimos Maddie, las personas buenas, las malas, las ricas, las pobres, creo ha eso hemos venido, pero desde hace cinco años no sé qué es sentirme completo, pleno, feliz, me casé deseando poder formar una familia, y con el paso de los años no he podido lograrlo, mi esposa a quedado embarazada tres veces y siempre pierde al bebé, y yo simplemente me vengo abajo, creo que ya no soportaría otra pérdida — dijo con ganas de volver a llorar, seguía doliendo la muerte de otro ser inocente. Pero no quería parecer un maricon delante de ese hermoso ángel, que tenía sus hermosos ojos llenos de lágrimas, él sin verlo venir, ella se lanzó a sus brazos y lo abrazó muy fuerte, Milo estaba realmente sorprendido, pero no perdió la oportunidad de estrecharla muy fuerte contra él.  —Verá que algún día será tan, pero tan feliz, tan pleno, que no podrá recordar lo que eran estos días tristes, y sé que él día que pueda ser padre será el mejor, usted tiene un gran corazón señor y en esta vida lo bueno se recompensa y lo malo se paga así que usted tendrá una recompensa enorme. — Milo no pudo evitar sonreír al oírla, ella le transmitía una paz increíble y por muy tonto que sonara le creía, si ella decía que iba a ser muy feliz, él simplemente iba a serlo. 
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