Ayer dormimos pasado el mediodía con mis amigas y si no fuera porque Andy nos llamó para invitarnos a almorzar y conocer a Andrea, no nos habríamos levantado de la cama hasta más tarde, pero lo hicimos por la curiosidad que nos causaba conocer a esa mujer que aparentemente había conquistado a nuestro amigo.
Mis amigas al volver a la cuidad llegaron a vivir a la casa de sus padres por lo que quedamos cerca unas de otras, igual que en los viejos tiempos. Así que antes de salir a almorzar debíamos pasar por sus casas para que se cambiaran de ropa; primero me arreglé rápidamente en mi casa y de ahí salimos para la casa de Aleja donde ella se alistó, mientras que Naty se fue a su casa para hacer lo mismo. Nos arreglamos con ropa casual muy cómoda y nos maquillamos de forma muy natural.
El restaurante que había escogido Andy para vernos quedaba cerca por lo que decidimos irnos caminando ya que el día estaba soleado y alegre. Al llegar al restaurante Andrés ya había llegado y estaba acompañado de Andrea y estaban cogidos de la mano. Ante esta imagen nos miramos desconcertadas y nos acercamos lentamente; él al vernos pegó un leve salto ya que no se había dado cuenta de nuestra llegada.
—Amigas de mi alma, perdón por dejarlas anoche tiradas, pero… — volteó a ver a Andrea de forma pícara y un poco cariñosa.
—No te preocupes — contesté un poco nerviosa — espero que la hayan pasado bien… y que te hayas portado como un caballero con esta bella chica — dije mientras la miraba a ella con una tenue sonrisa.
—Pueden estar tranquilas, Andrés se portó como un príncipe — dijo Andrea y lo miró de forma coqueta. A lo que todos nos sentimos un poco incómodos.
—Eeeeh, pues, ¿por qué mejor no nos sentamos y pedimos la carta?... está haciendo como hambre — dijo Aleja intentando romper la tensión y cambiar de tema.
—Me parece estupendo, dicen que en este restaurante sirven una pasta deliciosa — les dije a todos.
Llegó el mesero y nos entregó las cartas, se retiró unos minutos, mientras cada uno decidía que pedir. Al regresar hicimos la orden y Andy pidió una botella de vino porque según él debíamos seguir celebrando nuestro reencuentro.
—Bueno chicas, sé que ayer las dejé solas, pero me deben agradecer porque seguramente si me hubiera quedado con ustedes no habrían tenido la buena compañía que consiguieron, además las vi muy contentas y bien acompañadas — nos dijo él con una sonrisa pícara.
—Pues realmente sí fuimos muy afortunadas de haber coincidido al mismo tiempo y lugar con Tomás, Santiago y Jorge y en especial que fueran tan amables y caballerosos con nosotras, de lo contrario habríamos estado solas — dijo Naty.
—Ay, cariño… sabes que eso no es cierto, porque donde ustedes están se roban las miradas así que seguramente cualquier otro las hubiera invitado a bailar — dijo Andy levantando una ceja.
—Bueno, puede que sí, pero me alegra que hayan sido ellos — dije seria y volteé a ver al mesero que ya se acercaba con la botella de vino y las copas.
Andrés hizo un brindis donde agradecía nuestra amistad y festejaba el que después de tantos años de estar lejos nos volviéramos a encontrar y continuar con nuestro cariño intacto y finalmente agradeció el haber conocido a una mujer tan maravillosa como Andrea. Ante esas palabras ella sonrió al tiempo que se ponía un poco roja de la pena.
En eso llegaron nuestros platos.
—Wow, nunca creí que este momento llegara… donde mi amigo esté pensando en una sola mujer como alguien maravilloso para tener al lado. Ya era hora de que maduraras — dijo Naty realmente sorprendida.
—Hablando de parejas especiales… ustedes no han contado si están con alguien en este momento — dijo Andy y yo solamente volteé la cara hacia otro lado haciéndome la que no había escuchado nada.
—Durante los dos últimos años que estuve en España salí con un compañero de estudios, pero no era algo serio. Realmente éramos conscientes que no era amor lo que sentíamos uno por el otro, sino un gran cariño por la amistad y el apoyo que nos dábamos. Antonio es un buen amigo y sabíamos que nuestros caminos eran diferentes, ahora hablamos de vez en cuando — dijo Aleja de forma muy tranquila. Se notaba que no le dolía en absoluto haberlo dejado y más bien le guarda cierto cariño.
—Yo en cambio llevo soltera desde hace tres años… saben que mi vida ha sido algo ocupada, sin hablar que después de mi relación con David decidí tomarme las cosas con calma y no apresurarme a entregarle mi corazón a alguien que no lo ha de apreciar — dijo Naty un poco exaltada.
Naty recién nos graduamos del colegio se fue a vivir con su tío y una vez entró a la universidad había conocido a David, un chico muy amable y quien fue el primero en darle la bienvenida a la carrera, después de eso comenzaron una relación que todos pensábamos iba a terminar en matrimonio ya que era inconcebible verlos uno lejos del otro. Así duraron un poco más de seis años, cuando de repente un día ella llegó al apartamento de él y lo encontró en la cama con una compañera del trabajo. Fue algo demasiado fuerte para ella, eso le rompió el corazón completamente y decidió dedicarse a su exitosa carrera como abogada.
Terminó de hablar Naty y todos voltearon a verme, esperando que yo les contara mis historias amorosas. Bajé la mirada y me serví otra copa de vino. Andrés me miró extrañado.
—¡Cuéntanos! — dijo ansioso.
—No hay nada que contar — respondí.
—No me digas que tú todavía… — abrió los ojos como si viera un fantasma, mientras yo desviaba la mirada y me sentía un poco incómoda. Aleja y Naty me miraron igual de extrañadas.
—¿Ella, todavía qué? — preguntó Andrea sin entender de qué hablábamos.
—Mmm — dudé, pero contesté — todavía soy virgen y nunca he tenido un noviazgo.
—Oh, que pena entrometerme en algo tan personal — se disculpó Andrea.
—Tranquila — contesté casi en un susurro.
El momento se hizo un poco tenso y todos tomamos un sorbo de vino para liberar un poco la tensión.
—¡Ay ya!, eso no tiene nada de malo. Afán no hay, tómate tu tiempo y no caigas ante presiones de los demás — dijo Aleja de forma eufórica.
—Pero… yo quiero saber ¿por qué no has tenido novio? — preguntó Andrea un poco avergonzada, pero curiosa.
—La verdad es que… antes de la muerte de mis padres era muy niña y ese no era un tema en el que pensara y después de ese suceso decidí concentrarme completamente en mis estudios y ayudarle a mi abuela en todo lo que pudiera. Me alejé de mis amigos, de los vecinos, de los amigos de mis padres… me alejé de todo. Mi mundo se volvieron mis estudios y mi abuela que ya estaba teniendo algunos problemas de salud y adicional a eso le tocó hacerse cargo de mí, de la casa, de controlar una renta y de seguir manteniendo en pie su negocio. Ahí no había cabida para nadie más. Después al empezar a trabajar convencí a mi abuela de vender el negocio y que se retirara, así que empecé a trabajar más duro para ser yo quien mantuviera todas las cosas de la casa. Y finalmente al fallecer ella, me entregué de lleno al trabajo y así logro mantener mi mente alejada de la tristeza que me causa el recordar a mis padres y mi abuela.
—Wow, eres una mujer muy fuerte y valiente — dijo Andrea y nos sonreímos en señal de entendimiento y agradecimiento.
Después de haberle abierto mi corazón a una desconocida, me sentí un poco extraña, pero liberada. Además, que mis amigos también estaban ahí y habían escuchado un poco de todo lo que siempre había callado.
Terminamos de almorzar, conversamos un poco más de cosas triviales y acabamos de beber el vino. Al final nos despedimos de forma cariñosa y le dijimos a Andrea que cualquier cosa que Andrés hiciera mal, nos contara y nosotras nos encargábamos.
—¡Los amo! Estamos hablando — gritó Naty mientras subía en un taxi rumbo a su casa.
—Nos tenemos que volver a ver pronto — gritó Aleja mientras detenía un taxi.
—Chao — contesté y les mandé besos a todos en señal de despedida. Haber recordado a mis padres y mi abuela me habían dejado un poco cabizbaja por lo que decidí volver caminando a mi casa.
Cerca de mi casa quedaba un pequeño parque con juegos infantiles y unos jardines muy bonitos decorados con flores de todos los colores. Aún no había anochecido, pero ya no había niños jugando, por lo que me acerqué a los columpios, me senté y me empecé a mecer suavemente mientras miraba el cielo al horizonte, pintado de colores rojizos, naranjas y amarillos.
Tenía mi mente en blanco y simplemente disfrutaba de la vista y la tranquilidad del lugar, cuando de repente sonó mi celular y al sacarlo vi un mensaje que decía: “Ojalá hayas descansado. Eres una hermosa bailarina y quiero que sepas que todo el día he pensado en ti. Espero que el habernos conocido hiciera de tu cumpleaños algo especial (para mí lo fue). Ten buena noche y quiero verte pronto. Atentamente; Jorge”.
Me sonrojé y no sabía qué hacer. Al final contesté de forma corta: “Gracias por el mensaje. La pasé muy bien contigo y sí fue un día especial. Buena noche. Nos hablamos. Chao”.