Alisé mi cabello castaño y lo recogí con una cola alta con un poco de volumen arriba de la cabeza, maquillé mis ojos cafés claros con sombras de tonos rojizos, pestañina negra que remarca mis largas y crespas pestañas, un poco de iluminador, rubor y un labial rosado con un poco de brillo. Me puse un vestido n***o corto y pegado al cuerpo, con un cuello v un poco profundo para que mi collar de plata con el dije resalte sobre pecho, una chaqueta color palo de rosa, los zapatos y el bolso de mano del mismo color.
Salí de mi casa y me dirigí al restaurante donde me había quedado de encontrar con mis amigos, me sentía nerviosa de volverlos a ver después de tanto tiempo. Aunque en el fondo tenía una sensación de paz y de expectativa de que algo bueno iba a suceder hoy.
Al ingresar al restaurante me costó un poco acostumbrar mis ojos a la luz tenue del lugar, pero cuando lo hice noté al fondo una mesa decorada completamente con bombas brillantes y un letrero gigante que decía “Feliz cumple, Sof”, en ese momento agradecí que estuviera oscuro o de lo contrario se habrían notado mis mejillas coloradas de la pena. Me acerqué a ellos emocionada, pero tímida y al estar cerca se abalanzaron a mí para abrazarme y saludarnos efusivamente.
—¡No puedo creer que estén acá! — dije soltando unas cuantas lágrimas.
—Y no nos vamos a volver a ir, te tendrás que acostumbrar a tenernos cerca nuevamente — dijo Naty, acompañada de las caras de asentimiento de Aleja.
—Sé que cada uno tenemos nuestra vida, pero vamos a recuperar el tiempo perdido en nuestra amistad. Nunca las he dejado de querer y tener presentes — dijo Andrés, a lo que todas lo miramos con ternura, pero con un poco de burla por el momento cursi. Se puso rojo y se dio media vuelta para ir a pedir unos tragos.
Después de cenar y ponernos al tanto de la vida de todos, decidimos ir a un bar muy reconocido y que quedaba cerca. Hace tantos años que no salgo de fiesta, que siento como si fuera la primera vez que lo hago en mi vida.
Me encanta bailar, de hecho, mi mamá me inscribió en una academia de baile desde que era pequeña, por lo que aprendí a bailar un poco todos los géneros musicales, sin embargo, con la muerte de mis padres no continué con las clases, aunque mi abuela de ofreció a seguir pagándolas. Ahora bailar se volvió algo que hago en mi casa, sola y mientras hago otra cosa, por ejemplo, mientras cocino muevo mis caderas y mis pies al ritmo de la música que suena en la radio, gracias a eso no estoy tan desactualizada con la música que está de moda y que seguramente es la que suena en las discotecas hoy en día.
Cuando llegamos a la discoteca, atrajimos la mirada de todos a nuestro alrededor. No es por nada, pero los cuatro siempre hemos llamado la atención... desde el colegio.
Andy es un hombre muy guapo, mide 1.80 m, es de cabello castaño oscuro, piel trigueña, ojos negros, cejas gruesas y marcadas, una nariz mediana y levemente aguileña, su cuerpo es fornido y bien trabajado ya que es un obsesionado del gimnasio; hoy está vestido con un pantalón, camisa y zapatos negros y un blazer gris. Aleja es una mujer de 1,70 m de altura, delgada, pero con curvas, piel blanca, cabello n***o liso y largo y unos lindos ojos verde agua, está vestida con un vestido rojo tipo corsé y la falda es con volumen, tiene una chaqueta blanca y zapatos rojos sin punta. Naty es una morena hermosa, mide 1.73 m, su cabello n***o alborotado en un afro con crespos definidos es la envidia de más de una, sus ojos son oscuros y grandes y sus labios gruesos que resalta con un labial salmón suave con brillo; está vestida con un enterizo de pantalón marfil de botas anchas y rectas, la parte superior es cruzada resaltando así su busto y con un cinturón dorado, tiene un blazer n***o y zapatos igual. Finalmente estoy yo con mi 1.70 m de altura, cabello castaño claro, caderas anchas y delgada, aunque no tanto como Aleja, mis piernas son gruesas, largas y firmes por lo que me encanta mostrarlas con lindas faldas.
Hoy definitivamente estamos listos para romper corazones… pienso y sonrío.
La música estaba muy fuerte por lo que casi no escuchábamos lo que nos decíamos, así que por momentos era hacernos señas o muecas y en otros acercarnos al oído del otro.
Andy fue a la barra por unos cócteles para nosotras y mientras los pedía aprovechó a hacer conversación con una linda chica que estaba en la barra pidiendo bebidas para el grupo de amigas con el que estaba. Al final le tocó ir a Aleja por nuestras bebidas ya que Andy no regresó a la mesa con nosotras, a lo que todas lo miramos rayado, pero después nos dio risa de ver al coqueto de siempre.
Las tres bailábamos mientras bebíamos nuestros cocteles y de repente un hombre alto y guapo se acercó para invitar a bailar a Aleja. Ella estaba de espaldas y la tomó desprevenida que se aproximaran a ella por la espalda, pero al ver lo guapo que este joven hombre era se sonrojó un poco y no puedo negarse a su invitación. Con Naty la miramos de forma pícara y sonreímos suave, cuando nos damos cuenta de que otros dos guapos se acercaban a nosotros y al parecer se conocían con “la conquista” de Aleja porque chocaron sus manos mientras se cruzaban en el camino entre la pista de baile y nuestra mesa.
Naty salió a bailar dichosa con quien la invitó y yo casi colapso de nervios al ver tendida ante mí una mano invitándome a salir a la pista de baile. Era la primera vez que iba a bailar con un desconocido. Levanté un poco la vista a la cara del hombre que me tendía la mano y observé un rostro que me dio mucha paz y al mismo tiempo hizo que dentro de mí se prendiera una llama. Respiré profundo y sonreí tímidamente, al tiempo que tomaba su mano y aceptaba su invitación.
Me dejé llevar a la pista, pero mi mente no dejaba de pensar y empecé a recibir un regaño de mi consciencia — cálmate, Ana Sofía, deja de sentirte tan extraña, es normal que cuando se salga a una discoteca los hombres inviten a bailar a las mujeres solteras que están en el lugar. Disimula un poco o de lo contrario este hombre espectacular que tienes de la mano se va a dar cuenta de lo que estás sintiendo, además que déjame decirte que está… ufff, como para chuparse los dedos, no me puedes negar que cuando lo viste sentiste algo que nunca habías sentido con nadie, o bueno, más bien algo que nunca te has permitido sentir por nadie… por eso es que sigues siendo virgen.— sacudí mi cabeza callando esa voz interna y un suave suspiro salió de mis labios.
Estando ya en la pista de baile, me sentí como en las nubes, mi parejo era un muy buen bailarín y yo me sentía contenta y libre de moverme como quisiera. Bailamos varias canciones de corrido, sin hablar una sola palabra ya que no lo sentíamos necesario, además que el volumen de la música en ese momento no permitía escuchar nada más. Cuando quisimos tomar un descanso, volteé a ver la mesa donde esperaba encontrar a mis amigas y nuestras cosas, la vi desocupada y me alcancé a preocupar un poco. Lo volteé a ver y me di cuenta de que le pasaba exactamente lo mismo, ambos mirábamos a nuestro alrededor buscando a nuestros amigos cuando veo a Naty y el chico que la había invitado a bailar haciéndonos señas desde la puerta de un salón un poco aislado de la pista de baile. Nos miramos y nos empezamos a acercar a ellos.
—Qué pena chicos. Decidimos cambiarnos a este salón un poco aislado para poder hablar mejor, además este trío de guapos está de fiesta solos y aparentemente nosotras tres también — Naty dijo esto último mirando hacia la pista de baile, negando con la cabeza y despidiéndose de Andy que iba saliendo del bar con la pelirroja de la barra cogida de la mano.
—¡Andrés es el colmo! Dizque reencuentro… — dije y me reí junto con mis amigas.
Tomamos asiento y en ese momento entraba una mesera con una nueva ronda de cocteles para nosotras y whisky para ellos.
—Hola,, mucho gusto conocerlos. Mi nombre es Ana Sofía — dije sonriendo y dándole la mano a los tres.
—Yo soy Jorge — dijo inmediatamente mi parejo de baile a lo que sonreí y asentí.
—Mi nombre es Santiago — dijo el pelirrojo que había bailado con Naty.
—Y yo soy Tomás — dijo el rubio sentado junto a Aleja y que la miraba con cara de estar bajo un hechizo de amor.
—¿Puedes creer que ellos también están celebrando su reencuentro?, resulta que Jorge acaba de volver del exterior de estudiar su maestría y decidieron venir porque hace muchos años no se veían. Qué coincidencia, ¿no? — dijo Aleja emocionada.
—Y nosotras también estamos de reencuentro — dijo Naty mirando a todos y finalmente me miró y señaló — ¡y celebrando tu cumpleaños, Sof!
Todos me felicitaron e hicimos un brindis en mi honor.
Estuvimos un corto rato hablando entre todos, pero nuevamente Jorge me invitó a la pista de baile, a lo que acepté emocionada. No podía negar que este hombre me atraía mucho y también despertaba en mí un poco de curiosidad y ganas de conocerlo. Una sensación de calor que nunca había sentido se apoderaba de mi cuerpo y me hacía desear que la noche no se acabara. En un momento prendieron las luces y pude detallarlo, era un hombre de aproximadamente 1.80 m de altura, cabello castaño oscuro un poco alborotado, piel blanca, cejas gruesas, ojos color verde oliva con el borde café claro (esos ojos me robaron el aliento), nariz respingada, pero varonil, unos labios definidos y rosados (daban ganas de besarlos) y un cuerpo firme y trabajado bajo un pantalón azul oscuro y un buso azul claro — ¡Dios! este hombre me vuelve loca — grité para mis adentros.
Noté que yo no le era indiferente ya que en toda la noche la única chica con la que había bailado era conmigo y eso que en un momento que se acercó a la barra por unas bebidas para nosotros dos una bella mujer se le acercó a invitarlo a bailar y se negó educadamente, para volver conmigo inmediatamente. También su mirada me recorría de arriba a abajo con un brillo en sus ojos que me hacía sentir sexy y un poco deseada, pero en ningún momento fue una mirada con morbo ni incómoda.
Jorge es un caballero completamente, bailó conmigo toda la noche y aunque hubo momentos de mayor cercanía entre nuestros cuerpos, nunca se sobrepasó ni me hizo desear alejarme de él. Cuando nos acercábamos, sentía su colonia entrar por mis fosas nasales y trastornar mis sentidos, era un olor cítrico con notas a madera delicioso, que me quedó grabado en mi memoria.
Finalmente, cuando la madrugada llegó junto con el cansancio y un poco de sueño, nos despedimos de los chicos. Despedirme de Jorge fue duro, aunque fue poco lo que hablamos esa noche, pero mucho lo que bailamos, me sentía muy bien con él y ni hablar de lo que me hacía sentir cada vez que bailando me pegaba a su cuerpo. Intercambiamos teléfonos y quedó abierta la posibilidad de vernos en otra ocasión.
Con las chicas cogimos un taxi y lo primero que hicimos fue enviarle un audio a Andy.
—¡Más te vale que haya sido un polvo épico, para que nos hayas dejado botadas, Andrés! — grité en el mensaje de voz.
—No puedo creer que después de lo emocionado que estabas con nuestro reencuentro te fueras con la primera mujer que te sonriera — dijo Aleja.
—Más te vale que más tarde nos cuentes todo lo que hiciste esta noche y esperamos que la excusa valga la pena — dijo Naty.
—Compórtate como un caballero con esa chica. Yo veré — dije y enviamos el mensaje.
Nosotras estamos felices recordando momentos de la noche en los que Tomás, Santiago y Jorge nos habían hecho sentir muy bien y especiales. Nos dio risa que precisamente cada una de nosotras congeniara tan bien con uno de ellos y aunque la noche no salió como lo habíamos planeado, fue mucho mejor de lo esperado.
Llegó un mensaje de Andy: “perdón por dejarlas solas, pero esta mujer es hipnotizante y muy sensual, no podía dejarla ir. Más tarde hablamos y tal vez se las presente”. WOW… no esperábamos ese final, ¿será que apareció la mujer que aterrizaría a nuestro amigo?