Capítulo 15: Me fui para Respirar

2942 Words
Tiara Después de dos horas o tres estoy en el pueblo de Hatillo, en el parador “El Buen Café”. Es sencillo, nada de lujos, apartado de todos y lo mejor cerca de la playa “Punta Maracayo”. Antes de llegar aquí me detuve en una farmacia, compré cepillo de diente, pasta dental y picadera. Ya que salí como loca y sin lavarme la boca. Estoy tratando de pasar comida. Encargué un asopao de pollo, no tengo hambre, pero tengo que hacer un esfuerzo si no quiero caer en el hospital y doy un bocado. Pagué tres días y dos noches. El martes me iré sin rumbo, depende de mi ánimo y el celular está cargando. Kendrick me ha llamado tanto y lo enviaba al buzón. Cuando termine de comer escucharé su mensaje de voz. —Un poco más Tiara, dos cucharadas —me animo y parezco loca. Ya estoy hablando sola, pronto compraré una bola y le pondré rostro. Lo puedo llamar Kendrick y hablo con la bola, igualito que la película. Me termino a fuerzas el asopao, agarro el celular y suspiro. Aún no estoy preparada para escucharlo, pero la curiosidad puede conmigo. —Definitivamente, me has cazado —lo escucho reír exageradamente—. Sabes, no sé, ¿cuánto dure sin ti? —hace una leve pausa y retoma—. Te buscaré debajo de las rocas si es necesario, pero no te soltaré. Quiero que sepas que me enojas —su voz subió de tono y me tensé—. Una carta no reemplaza este dolor en mi pecho —te entiendo Ken, me duele justo en esa área—, ni tus ojos y menos tu voz. Eres una odiosa, pero te amo. ¿Qué hago sin ti? Explícame, porque no tengo idea —su voz desesperada me saca una lágrima—. Huir, tampoco hará que me ames menos. Las ganas de llamarlo han aumentado, pero no es el momento. Es capaz de venir y quiero estar sola. No puedo más, iré a la playa y agarré mis llaves. Dejé el celular cargando, me hará bien despejar la mente. Al salir del cuarto se siente lo correcto. Me iba a llevar el carro, pero desisto. Me voy caminando, no es lejos. La avenida queda frente del parador, paso unas casas que son modelos para comprar y decido verlas. Me recibe un joven con su sonrisa cálida y sus ojos gris. —¡Buenas tardes! —mira su reloj y confirma la hora. Sinceramente, no sé si son buenos días o buenas tardes y no me importa. Paso de largo, no quiero sonreír y menos coquetear con ojos bonitos. —Qué amargada, una sonrisa no se niega a nadie —bufó ojos bonitos. Me sigue, me detengo y sonrío falsamente. Él empieza a hacer muecas con la cara, se pica la nariz y sus ojos se ponen bizcos. Sin darme cuenta me sonreí por un momento, fue imposible no evitarlo. —Me doy por samaritano —se inclinó con su mano en el pecho—, te saqué una sonrisa a fuerzas, pero es válida. Ven, te mostraré las casas, ¿estás interesada en algún modelo en específico? Escondo mis manos en el bolsillo del pantalón. ¿Algún modelo? Por favor, una casa a prueba de tristeza y de paso que saque el dolor. —Olvídalo, me voy. —Me retiré sintiendo las ganas de llorar. Sin embargo, ojos bonitos me siguió hasta afuera. Este chico está loco, perderá su empleo por una loca. —¡Espera, no huyas, tranquila, no muerdo! —tomó aire y me ofreció la mano—. ¡Soy Caleb! —llegó agitado a mi lado. Mantuve mis manos dentro de los bolsillos y asentí nerviosa. Decido poner distancia y empecé a caminar hacia la playa, pero él no se rinde y sigue detrás. —¿Perderás tu empleo por una extraña? —Me preocupa y le pregunté. Me mira extraño, niega y continúa hacia la playa dejándome con la palabra en la boca. —Allá tú, tengo suficientes problemas para preocuparme por ti —bramó disgustado y se detuvo más adelante. Estoy confundida y él se volteó con el semblante serio. Su sonrisa está ausente y se ve ofendido—. Eso me pasa por ser caballero, no trabajo ahí —mis mejillas se acaloran y abrí los ojos enormes—, estaba viendo las casas —alzó los hombros—. Solo quería ser amable —su tono de voz se ha suavizado—. Pero no te preocupes, iré a darme un chapuzón y a gozar del sol. Al mirarlo detalladamente me percato de su ropa de playa. Estoy tan metida en mi dolor y no observé. Me siento fatal, fui desagradable con él y me siento apenada. —Lo lamento, normalmente no soy… —intenté resarcir mi actitud. —Tan antipática —agregó Caleb y se cruzó de brazos. —Exacto —admití y asentí con la cabeza pasmada—, ¿por qué no hacemos borrón y cuenta nueva? —le tendí la mano y él la aceptó sin rencores—. También voy a la playa, no para darme un chapuzón, pero sí para despejar la mente —su apretón se sintió reconfortante—. Quiero ver el agua y un poco de sol me viene bien —lo solté y él sonrió. Empecé a caminar por el estacionamiento y él se acopló a mi paso. —¿Tienes nombre? —Tiara y tú eres Caleb. La playa se encuentra llena y al llegar a la arena me quité las sandalias. Vamos caminando por la arena, él se quita la camisa y me sonrojé. —Voy a nadar, te veo luego —me lanzó su camisa y la atrapé cohibida. No me dio tiempo de discutir y se fue corriendo hacia el agua. Me siento en la arena, enterré los pies y cierro los ojos. La brisa acariciando mi rostro es una delicia, el vaivén de las olas llamándome y el bullicio de las personas hacen un paisaje idóneo para relajarse. En eso siento que me cae agua en el rostro, será que va a llover y abro los ojos. Me encuentro con Caleb todo mojado. El imprudente sacudió el agua y me tapé el rostro. —Ese chapuzón fue rápido —dije sonriendo. Se sienta a mi lado, juego con la arena y así mantengo las manos ocupadas. —Te vi tan sola y quise acompañarte —dijo Caleb campante. Este chico no tiene problemas con ser abierto. —A veces la soledad la necesitamos. —Estoy de acuerdo, pero con la persona indicada se soporta mejor la soledad —sus palabras tienen sentido y lo miré cómoda. —Sabes, no soy una chica que sabe expresarse, menos hablar con extraños, pero me caes bien —hice una montañita de arena y él siguió mi obra de arte—. No tienes idea de… —me interrumpe Caleb. —Sí, tengo idea de lo triste que te encuentras —afirmó seguro. Me quedé anonadada. «¿Tan mal me veo?», pensé. Volví la mirada al mar hechizante. —En fin, no tienes idea de cuánto me duele —comenté como si fuera mi amigo de años. —Sí, tengo —Caleb no cede y fruncí el ceño. —No tienes —rebatí. Nos ponemos en tú a tú y suspiro. —Es más, desde esas rocas… —las indicó y enfoqué la vista en la barrera— podría ver tu tristeza y sufrimiento. Él se levanta, me tiende la mano, niego y vuelve, insiste. —Soy pésima compañía —hundí los hombros. —Vamos hacia las rocas —con su barbilla señala—, hay una pozita, te encantará. «¿Por qué no?», me animé. Me ayuda a levantar, dejo mis sandalias y me enrollo el pantalón hasta la rodilla. Nos encaminamos hacia el agua, son rocas que te llevan mar adentro y vamos con cuidado brincando. Cuando estamos en la pozita, no me fijo que la roca tiene limo y resbalé. Él trata de aguantarme, pero es imposible, caigo al agua y Caleb se tira a socorrerme. No es hondo, el agua me llega a la cintura. Empiezo a reírme a todo pulmón. Él me aguanta por el brazo, está preocupado y me observa. —¿Estás bien? —sigue examinando mi cuerpo—. ¿No te lastimaste? —su voz es asustada. No puedo parar de reír, me siento relajada. Me doy cuenta de que estamos muy pegados y de cerca puedo ver su rostro de ángel. Caleb es muy guapo y me sonrojo por ese hecho. Él me suelta, pero no me atrae. Solo pienso en el chico de ojos marrones con motas verdes. Mi corazón está con Ken. Nadie podrá reemplazar sus ojos que tanto amo. Además, el odioso tiene el poder de tan solo con una mirada y mi corazón se acelera. Literalmente estoy jodida, he pasado de reírme a llorar. Soy un monstruo por estar aquí y él preocupado. —¿Qué sucede? —Caleb se angustia por mi llanto—. ¿Te golpeaste? —se pasa la mano por el cabello y ese simple movimiento me lleva a Kendrick—. Me estás asustando, Tiara. Me hundo en el agua, al salir me tapé el rostro y traté de contenerme. —Estoy bien… —hablé entre sollozos— pen… sa… rás que estoy loca —me empiezo a reír y sigo llorando—. Pero es difí… cil —entre lágrimas me destapé el rostro y solté una espiración— me llegan tantas co… sas a la mente —salpiqué el agua frustrada—. Estoy bien… —viré los ojos para atrás por fingir que estoy de maravilla y continuar llorando—. Solo es agua… y el lugar es pre… cioso. Se trepa en la piedra, me tiende la mano y acepté su ayuda. Estoy sentada al lado suyo y miré hacia el mar infinito que está después de estas piedras. Es increíble, así es mi amor por Kendrick, infinito y estoy huyendo de lo inevitable. —No quiero que imagines que traté de matarte al llevarte a la poza —mientras lloraba escuchar sus locuras me hace sonreír y mis hombros tiemblan—. Debo decirte que cuando sonríes es hermoso. —Eso me dicen —logré formular y pasé la mano por mis ojos. No puedo dejar de pensar en Kendrick. Todo me lleva a él, mi odioso, ama mi sonrisa y cierro los ojos. «Odioso, siempre estás presente, siempre», mi mente es un caos. —Pues créele —giré de golpe por sus palabras y él alzó sus manos en defensa—, no soy metiche, pero veo que tienes cosas por resolver y siempre es mejor hablar —Caleb tiene encanto para hablar—. Se ve que estás perdida por amor. Me siento tan débil y, por lo tanto, he explotado con un extraño. Aunque sea raro, terminé desahogándome con Caleb. Le conté todo, él me escuchó y me sentí con menos carga. Fue lindo poder hablar con alguien. No dudo de que Kendrick es mi amor, pero me dolió verlo con Celia. No puedo estar sin mi odioso y lo quiero en mi vida. Sin embargo, necesitaba este momento y saber que puedo sobrevivir por mí. … Estamos en el estacionamiento y casi mi ropa se está secando. El sol está bajando y estoy a pie sin celular. —Muchas gracias por escucharme —tiré mi cabello hacia el lado—, te cogí de paño de lágrimas. Él saca del baúl una toalla y me la lanza. —Sécate —Caleb se empezó a secar su cabello—, encantado de poder ayudarte —se puso la toalla en el hombro y me sequé por encima—. Tiara, tranquila, las cosas volverán a su cauce y el dolor pasará —su sonrisa siempre presente—. Hasta me dan celos. —¿Celos? —Le pregunté sobresaltada. —Cuando hablas de tu novio tus ojos brillan y eso da envidia —susurró y cambió la vista. —Me voy —necesito cortar esto—, es tarde —le ofrecí su toalla y me he puesto tensa—. Gracias por todo. No pienso contestar a su comentario y él sonríe. —Tranquila Tiara, respeto —Caleb está loco y lamento haber confiado—. Estuvimos mucho rato juntos y no me propasé. —Es cierto, pero pudo ser un camuflaje tuyo —comenté y al ver sus muecas terminé sonriendo. —Esa sonrisa —apuntó mi rostro—, no la escondas, lúcela. —Lo tendré en cuenta, bye —coloqué la toalla en sus manos y empecé a caminar. Él me sostiene el codo y no quiero ser mala onda con él. —Espera, te llevo, ¿vas lejos? —dijo amablemente. —De ninguna manera, voy hacia el parador “El Buen Café”. —Si es un asesino, le has dado tu ubicación (bien Tiara) y sonreí a medias. —Deja que te lleve, no me cuesta y vas segura —Caleb insiste. No pienso montarme, niego y me suelta. —No, gracias —dije estresada. —¿Así termina nuestra amistad? —cuestionó y me hizo sentir la villana del cuento—. No puede ser, me niego —Caleb negó vehementemente—. ¿Qué tal si mañana comemos pizza? —Suena bien, pero… —A las cinco de la tarde estoy en el loving del parador y espero que no me dejes plantado —me cortó las palabras y dio el tema por zanjado. —Aja, me da tiempo para hacer check out. —Es extraño, pero no me da miedo estar a su lado. —Eres cruel —dijo fingiendo que está dolido. —Nos vemos mañana. —Me despedí con la mano y continué caminando. Debo estar perdiendo el sentido, he quedado con él para comer. Toda tu vida encerrada en tu casa, solo estudio y trabajo para terminar de manicomio. «No haces nada malo», me dije en la mente. Solo saldrás a comer pizza, tampoco es que voy a revolcarme con ojos bonitos. Sigo caminando ofuscada y siento un auto que va lento a la par que mis pasos. Al mirar está con la ventanilla bajada y sonriente Caleb. —Mañana, acuérdate, pizza. Sonrío por su locura, en serio no se cansa. Un carro pasa por el lado, él va al ritmo mío. Dios, no puedo negar que me hace el día. —Vete ya, Caleb. —¡Pizza, mmm! —su voz es animada. —No lo olvidaré, feliz. Le da un cantazo a la puerta, me saca la lengua y se tiene que despedir a fuerzas. No puede bajar por el lado que iré a pie. —¡Chao, Tiara! —se despidió Caleb y agité mi mano. Él se va hacia la derecha y continúo mi camino. Al llegar al cuarto me bañé a las millas y ordené una pasta. Estoy comiendo viendo vídeos y me encuentro cómoda. No más lágrimas y agarré el celular. No pienso leer los mensajes y borré completa la bandeja. Entra un mensaje de Kendrick y porque amo su insistencia lo abrí. Nena, espero que estés bien. Solo contesta, ¡demonios! Si me envías un: ¡Hola, Kendrick! Me haces la noche. Sin pensarlo, envíe: ¡Hola, Kendrick! Responde: ¡Hola, Tiara! Me has constestadooooo. ¡Dios! Estoy gritando en este instante. Me empiezo a reír a carcajadas, me imagino su rostro y su sonrisa. Envíe: Estoy viva, no he muerto a pesar de todo. El celular suena, él no se conforma con mensajes y lo dejé sonar. Su determinación me hace rendirme y respiré profundo. Sin embargo, no hablo, solo escucho su voz y mis ojos cerrados. —Nena, ¡te amo! —su voz hace que mi corazón corra embravecido—. Solo déjame oír tu voz, estoy rogando y lo merezco —su desesperación es palpable—. Dime, dónde estás, te juro que voy hasta la luna solo por verte. —Kendrick, estoy bien —susurré. —¿Tanto me odias? —es normal su pregunta—. Al menos dime, ¿tengo oportunidad? —tragué duro—. Deseo borrar las lágrimas que he causado, abrazarte y nunca soltarte. Nunca lo odiaría, por él soy libre y sí he llorado, pero siempre he sido un río. Las lágrimas han curado mi alma. Ken vale la pena, así que las lágrimas que ha provocado sin querer me han fortalecido. —Jamás te odiaría, incluso, aunque tratara sería en vano —cuelgo la llamada. Estuve a punto de decirle dónde me encuentro y aún no es el momento. Me pondré a crear, saco mi carpeta y empiezo a dibujar mi colección. Tal vez estar separados nos hace amarnos más y olvidar. Olvidaré tanto odio de mi propia sangre. Cuando vuelva apagaré mi sensor e ignoraré a la mujer que llamé madre. Nunca supo ejercer ese título, la llamé así y nunca valoró su trabajo. Me fui para respirar, pensar y olvidar el dolor. No obstante, no dude de Kendrick, sus ojos no mienten y su manera de amarme me hace palpitar hasta el alma. Su único error fue enamorarme y enamorarse de mí. Por eso no lo condenaré, sus manos pudieron tocar a esa arpía, pero también tocaron mi piel y traspasó el límite de mi cuerpo. Me enseñó su esencia, eso jamás lo tendrá nadie más que yo.
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