Capítulo 14: Una Carta Fría

4071 Words
Kendrick Son las agonizantes cuatro de la madrugada, me encuentro desesperado porque salga el sol y poder visitar a mi nena. Estoy tirado en la grama al frente del bohío dónde fue mi primer beso con Tiara. La angustia me tiene demente, por primera vez tengo miedo y necesito que me vuelva a mirar. Anhelo sus ojos oscuros unidos con los míos, quiero que me sonría y poder perderme en ella. Mi mente vuelve a ese instante que pasaron las imágenes y su dolor me devastó. Maldita sea, duele ser el culpable de su llanto. *** Al cerrarse la puerta del ascensor mi corazón se va con ella y Oscar pone su brazo en mi hombro. Siento la mirada de todos, flash encima y hablando mierda de mí. Me entra una rabia desmedida, quiero romper sus cámaras y golpear a cada uno. A mis costados mantengo los puños cerrados. Todo ha pasado por Celia, es una maldita, me grabó y me voy corriendo en su búsqueda. La gente me mira, los evado y escaneé por todo el salón. La divisé discutiendo con sus padres. Voy echando humo, siento detrás a Oscar gritando que me detenga. Pero no, hasta que esa zorra me escuche y al acercarme a ellos su padre me empuja. Me tambaleo, pero lo enfrento y mi enojo va en aumento. —¡Imbécil, responderás por su honor! —su dedo me apunta—. Se tienen que comprometer, el honor de mi hija está por el suelo —gritó el papá de Celia y empecé a reírme con sarcasmo. —Jamás me casaré con Celia, ella no se valora y ese vídeo es la prueba —mostré la pantalla donde todos vieron nuestra intimidad—. Ella grabó sin mi consentimiento, la demandaré y nunca cruzaré una palabra con su hija. Ella me mira con lágrimas en sus ojos de gata, ya no veo su seguridad y solo veo miedo. No vale su arrepentimiento (si es que lo tiene). Estoy lleno de cólera, solo veo el dolor de Tiara y no me importan sus lágrimas. —¡Te amo, Kendrick! —alzó su voz ahogada en llanto—. ¡¿Te amo, no lo ves?! —se iba a acercar, pero su madre la detuvo—. ¡Todo lo hice para recuperarte! —Vamos, hijo —mi padre me apretó el brazo—, esto se arreglará. Los abogados están en eso —giré a verlo y él sostiene mi mirada—. Vete con tu madre, tengo que solucionar todo y los alcanzaré tan pronto pueda —ordenó papá y estoy cegado por la ira. Por el rabillo del ojo visualicé a mamá y vino directo hacia mí. La tengo al frente, sus ojos están llenos de preocupación y me agarra el rostro. —Nos vamos Kendrick, no saldré sin ti —su mano buscó la mía—. A tu abuela se le subió la presión —al escuchar el estado de la nana, vuelvo en sí—. Está en la limusina, te necesitamos. La preocupación y la vergüenza compiten por apoderarse de mi cuerpo. Mi nana presenció todo y con qué ojos la miraré. —Aimeth, mi hija lo ama —mi madre se tensó y me dio un apretón en la mano—. Haz algo por nuestra amistad —dijo Coral desesperada y mi mamá la enfrentó. —No justifico a mi hijo —no soltó mi mano—, son jóvenes y tienen aventuras, pero lo que Celia hizo… —mi madre se cayó y la veo sopesar sus siguientes palabras—. Grabar sin consentimiento y exponer el vídeo no lo apruebo —el sentimiento de saberse expuesto al calzón quitado es horrible, pero lo más que me aterra es el daño hacia Tiara—. Eso no es amor, no puedo entender su comportamiento. Mi mamá me llevó hacia los chicos, la pandilla estaba reagrupada esperando y nos fuimos hacia el ascensor. Las dejó pasmadas y sin esperar respuesta. Mi padre se quedó en el salón. Todos se mantienen callados, el ascensor va bajando y estoy angustiado. Es abrumador estar en esta caja, no soporto esto y golpeo la puerta. Mi mamá brinca y se le escapa un grito. Me siento perdido y pasé la mano por mi cabello. —Te pido que en la limusina contengas esa rabia —mi madre pidió—. Tu abuela está muy nerviosa, Kendrick —dijo afligida. La volví a ver y asentí. Nadie habla y al salir empujé a los periodistas. Al montarnos en la limusina no soy capaz de mirar hacia el frente que está la nana. La tensión está en el aire, empiezo a sentir mi gran vacío y en eso suena mi celular. Veo que es Fabian y contesto rápido. —Dime, Fabian —ruego escuchar su voz. —Fue mi tía y Celia —colgó dejándome lleno de sorpresa. «¿Tanto la odia?», pensé dolido. Es su hija y saca a la luz ese vídeo. Cierro mis puños, estoy haciendo un esfuerzo por no maldecir y golpear. Tengo que poner al tanto a mi papá y lo llamé, contesta al segundo tono. —Fue la mamá de Tiara junto con Celia —papá maldijo al escucharme—. Quiero demandar, no importa que sea su sangre. Esto fue suficiente, consigue el vídeo y si hay copias. Quiero quemarlo, que no quede evidencia. —Estoy ahora mismo consiguiendo información, en casa hablamos. Al soltar el celular, empiezo a mover las manos y me paso la mano por el cabello. —Eso fue muy doloroso para esa niña, dale tiempo, mi pequeño sol —mi abuela me sorprendió y me tapé los ojos húmedos. Me siento fatal, lamento el espectáculo que pasó mi familia y más mi adorada nana. No tengo palabras para disculparme y me bajan las lágrimas. —Lo lamento nana, la molestia que te causé y más el dolor a Tiara —se me desgarra el corazón con cada minuto lejos de ella y sus ojos atormentados me zarandean. —Ven acá mi pequeño sol —los brazos de mi abuela se abren para mí. Me lancé a los asientos del frente, me miran sus ojos fuertes, pero aún veo su adoración hacia mí. Me acaricia el rostro, limpia mis lágrimas y besó mi frente. —Deberás demostrarle cuánto la amas —la abuela acaricia mi cabello desde la frente hacia atrás—, no con palabras, con hechos —las lágrimas se le escapan a la nana—. Te costará, pero volverá a ti. Me abraza mi nana, me dejé mimar y creer en sus palabras. *** Vuelvo a la realidad cruda, me patea en la pierna Jorge y veo que cada uno se sientan alrededor mío. No me han dejado solo en ningún momento, incluso, Fabian llegó y me abrazó. Pensaba que me insultaría, pero no fue así. Fabi solo ha estado pensativo y callado. Mi hermano Oscar me da una cerveza, me siento y la abro. Me han apoyado, pero más bien se aseguran que no salga corriendo tras de Tiara y tienen razón, estoy ansioso por verla. —Las cosas se solucionarán Ken, espero que sea rápido —comenta Jorge y palmea mi espalda. —Necesito hablar con ella, ver sus ojos y abrazarla —dije desesperado. Todos se quedan callados, nunca habían visto tan perdido al chico “Playboy”. No me importa ser un loco por amor, me siento taciturno. Duele, maldita sea, duele. —Su madre se pasó de la raya, Ken, es horroroso —dijo Pit0 y me tenso al recordar a la Leona. —No la menciones, estoy que la mato sino fuera mi sangre —murmuró Fabi y sus venas se brotan—. Fue lejos, esta vez, muy lejos —sus ojos maniacos miran el cielo oscuro lleno de estrellas. —Eso que no viste a Celia gritando que amaba a Kendrick y su padre quería casarlos —comenta Timoteo y juega con su sombrero de copa alta. —¡¿Qué dices?! ¡¿Es en serio?! —cuestionó Fabian perplejo y asiento. —Quería desaparecerla por su cochinada, todavía lo recuerdo y me entra el demonio —dije apretando la lata. Oscar se sienta a mi lado y echa su brazo en mi hombro. Sus ojos me evalúan, mi hermano desde el revolú no se ha despegado de mi lado y me comprende sin una palabra. —¡Lo conseguí! —exclamó Zuriel y me incorporé para mirar—. Logré hackear la cuenta de Celia —me incliné mirando la laptop. Él estaba desde que llegamos trabajando en eso. Empieza a mirar en su correo y hay uno que dice lanzamiento. —Ese de lanzamiento, ábrelo —insté. Al abrirlo vemos que está el adjunto del vídeo. Tenemos pruebas, la pagarás maldita zorra. Leo el mensaje. Te envío el vídeo por aquí, encárgate de ponerlo y que ella lo vea. Quiero que sufra por meterse entre nosotros. Lancé la lata hacia el bohío, empiezo a caminar de lado a lado y maldigo a esa zorra. Me arrepiento de conocerla y acostarme con ella. Llegar tan lejos por obsesiva te demuestra el tipo de persona que es y está envuelta en pura maldad. O sea, se atrevió a exponer algo tan privado y publicarlo al mundo, todo para lastimar a Tiara. Mi chica desde que me conoció me ha amado y en una noche Celia viene, lo derrumba. Simplemente, según sus palabras, porque me ama, es absurdo. Cuando amas no mientes y engañas. Celia me arrebató mi felicidad. Disfrutó viendo a Tiara llorar, la humilló y se sentó en primera fila. Nunca me arrepiento de mis actos, pero odio que por bellaco pueda perder al amor de mi vida. Me percaté que mi padre sube la loma, viene con su corbata suelta y se ve preocupado. —Kevin, tienes que dar una mirada a esto —Zuriel le muestra el mensaje y papá se ve distraído. —Vayan todos al estudio y duerman un rato —ignoró el mensaje y palmeó la espalda de Zuriel—. Necesito hablar con Kendrick —su voz es distante y todos se levantan. Oscar se acerca hacia mí y me agarra la camisa fuerte. —Te juro que si te marchas sin mí te golpearé cuando te vea —le creo, no tengo dudas—. ¿Entendiste? —Su voz es fuerte y sus ojos me retan. —Tú saltas, yo salto —es mi respuesta y él se relajó—. Duerme, a las siete de la mañana nos vamos —comenté y Oscar me soltó. Sin mediar palabra me dio la espalda y se marcharon. Me quedé a solas con mi papá. Me preparo para lo que lo atormenta, me acerqué hacia mi padre y está cabizbajo. Al poner mi mano en su hombro, él vuelve en sí y sus ojos los tiene aguados. No entiendo, aquí hay algo más y no todo es referente a mí. —Papá, ¿qué sucede? —No sabía, ella sale con eso ahora y no puedo con esto —su mano puso en su frente y dio golpes leves—. Tu madre cuando se entere… —se cayó aturdido. Está sumergido en su problema, no entiendo y tampoco estoy de ánimo para descifrar secretos. —Explica papá, no te sigo —apreté su hombro—. ¿Qué pasó? —La mamá de Tiara —dijo seco y conectó sus ojos oscuros conmigo. —Sí, fue horrible —no entiendo por qué le afectó de esa manera—. Por eso quiero demandar, la Leona siempre atacando y esta vez fue demasiado lejos con su hija. —Nunca la había visto, me refiero a la mamá de Tiara… —aclara desorientado— y la busqué para dejarle saber que iba a caer el peso de la ley por sus acciones —papá se quedó callado y se tapó el rostro. En serio, me está preocupando su reacción. Aparentemente, la Leona planea algo fuerte para desestabilizar a mi padre de esa forma. —¿Te chantajeó? —le pregunté, pero no le di tiempo a responder—. Lo más seguro, de esa mujer se puede esperar lo peor —bufé y troné los dedos—, No me importa, que publique lo que quiera. Me jalé el cabello y empecé a caminar nervioso. —Tuve una aventura con ella —murmuró papá y me detengo en seco. Me volteo con los puños cerrados y fui a por mi padre. Tengo la sangre hirviendo y tiré de su chaqueta. Mi padre insinúa que le fue infiel a mi mamá. Si es de esa forma lo golpearé y sacaré la mierda con él. —Estaba soltero —alzó sus manos en rendición—, jamás he engañado a tu madre —parece que leyó mi mente—. La amo, hijo, ella solo fue una aventura a los veintiuno. Lo suelto, me empiezo a tranquilizar y siento que viene lo peor. Lo veo en sus ojos, se arrodilló en la grama y me quedo esperando la bomba. —¿Qué quiere? —ver a mi padre en ese estado me asusta—. Ella es tan despiadada, si apareció en tu vida y siempre ha hablado pestes de mí —empecé a divagar—. Estoy seguro como el infierno que siempre te mantuvo vigilado. —Si continúas con la demanda, expondrá ante todos que la abandoné embarazada —su voz es apenas un hilo y me paralicé. ¿Embarazo? No puede ser, no y mis piernas cedieron. Nos encontramos ambos arrodillados. Me encuentro al frente del hombre que siempre he admirado. «Detente Ken, no tiene que ser ella, puede ser el inútil hermano», ruego en mi mente. Sin embargo, no asimilo el hecho de que no haya querido hacerse cargo de un bebé. —¿La abandonaste embarazada? —interrogué y negué—. No lo creo, jamás harías eso. —Nos acostamos a lo mucho dos veces, en ese tiempo me pasaba de fiesta y con chicas. Jamás sentí nada por ella, apareció un día y me vio saliendo con otra —mi padre empezó a contar su pasado—. Me abofeteó, se fue y nunca la volví a ver hasta hoy. Si hubiera mencionado un bebé, me encargo de todo y me negó conocerlo. Mi padre sollozó, lo abracé y lloramos ambos. Esa mujer es una arpía, pobre Tiara no merece haber nacido de un ser tan detestable. Lloré por mi padre, por mi nena y por las injusticias. Mi papá no abandonaría un hijo, pero lo chantajea y todo a costa del dolor ajeno. Mi mamá tiene un inmenso corazón y entenderá la amarga situación. Por otro lado, odio saber que el hombre que golpeé pueda ser mi hermano. No puedo pensar tan siquiera en mi chica siendo mi sangre. ¿Rodrigo tendrá su corazón n***o como su madre? ¿Podrá aceptar a mi padre? Salí de mis remolinos pensamientos. —Te apoyaré, papá —él encontró mis ojos y se limpió las lágrimas—. No la demandaremos, pero Celia pagará —mi padre asintió y me incorporé—. El vídeo quiero que desaparezca y sé qué mamá te apoyará —le tendí la mano y lo ayudé a ponerse de pie. —Gracias, hijo —pasé mi brazo en su hombro y lo guie a bajar la loma—. Eres comprensible a pesar de que estás destruido y me animas —me palmeó la mejilla y sonreí a medias. Por mi familia soy de acero. Sin embargo, no puedo describir lo miserable que me siento. Solo al ver mis ojos te das cuenta. —Siempre has estado para mí, como no estar para ti —seguimos caminando y el frío lo hace abrazarse a sí mismo. En cambio, le doy la bienvenida, al menos siento que sigo vivo al tener la piel de gallina—. Espero que todo se solucione… —me trabé con mis palabras y mi padre me dio otra palmada en la mejilla— y podamos reír al recordar estos momentos con el paso de los años —terminé de hablar dudando de mis propias palabras. —Todo mejorará, hijo —mi padre decretó con mejor semblante—. Hablaré con tu mamá —asintió—. No temo que salgan a colación sus mentiras. Lo único que importa es tu madre, no quiero que salga lastimada —silenció y agachó la mirada—. Quiero evitar el escándalo, en fin, me haré cargo de todo —subió el tono de voz y continuamos caminando—. Ya tengo los abogados bregando en cada cosa, ese email nos ayudará y de todo corazón espero que Tiara te dé una oportunidad. Siento un hueco profundo en el pecho y mis ojos se humedecen. Es horrible tener esta maldita sensación de perderla. Es como un pájaro en mano que desprende su vuelo y sabes que nunca volverás a ver. Temo que ni un hola me dé. —Habla lo más rápido posible con mamá —distraigo mi mente de pérdidas y pájaros—. No dejes que se entere por nadie más, solo de tus labios —aconsejé a mi padre. —Eso haré —estamos en la entrada de la casa y me dio un apretón reconfortante—. Intenta descansar un poco —sostuvo mis hombros—, antes de irte en su búsqueda. —No creo poder —admití y despeiné mi cabello más de lo que se encuentra—. Ve con mamá, abrázala y hazla sentir amada —dije lo que yo daría por hacer con Tiara. Mi padre asintió, nos despedimos al entrar a la casa y cada uno cogió por su lado. Con pasos de zombie me encamino hacia mi habitación y pisar dentro fue dirigir mis ojos a la foto nuestra. Estoy nublado, son tantas emociones resurgiendo y lágrimas se derraman por mi rostro. Arrastré mis pies hacia el baño, me quité la ropa y me lancé a la ducha. Maldita vida, no permitas que la pierda. La amo y espero que me perdone. Tal vez es mi castigo por tanta rebeldía, lo acepto, pero con otra cosa. No con Tiara, por favor, pido volver a ver sus ojos. Salgo del baño, me visto con un jeans y una camisa. El reloj muestra las 6:29 am y me acuesto con mis ojos fijos en la foto. Nena, iré por ti, no me marcharé sin verte. Me niego a que se acabe nuestro amor de esa manera. … —¡Kendrick, Ken! —se escucha a distancia que me llaman. Me levanté asustado, mierda me quedé dormido. El corazón se me estruja al percatarme de la hora en el celular, son las 9:05 am. Me venció el cansancio y me froté la cara con las manos. Al destapar el rostro lo primero que vislumbré fue a Fabi y en sus ojos maniacos puedo leer la preocupación. La pandilla no se queda atrás, todos mis amigos están azorados. —¿Qué sucede? —me arrastré al borde de la cama—. Me quedé pegado. Fabi está muy alterado y da puños a su palma de la mano. Soy un idiota por descansar, me quedé dormido y mi chica sufriendo. —Lávate la cara, vamos —ordenó Fabi con su semblante estoico y fruncí el ceño por su poca amabilidad—. Tati se fue, me llamó su papá —dijo sin filtro. Se me va todo el aire del cuerpo y corrí hacia el baño. Me lavo la cara, me cepillo la boca volando. Todo lo hago sintiendo que la pierdo. Al terminar me pongo los tenis sin medias y rebusqué en mis cosas, pero no encuentro las llaves. Oscar me muestra las llaves del jeep y asentí. Vamos de camino, Oscar conduce y me parece que el auto va lento. Solo vino Fabi, los demás se quedaron en casa. Algo me dice que ya es tarde, mi nena está lejos de mí. Intento llamarla, pero nada, me envía al buzón directo. Envío un mensaje más, de tantos que envié ayer. Nena, al menos, contesta. Esto es una tortura, siento que te pierdo sin poder defenderme. ¡Te amo! Guardé el celular en la gaveta del jeep. Oscar se estacionó al frente de la casa y Fabi se bajó corriendo. En cambio, no tengo prisa de bajarme. Mis fuerzas se han esfumado y estoy sin esperanza alguna. —Hermano, no te rindas —Oscar puso la mano en mi hombro—. La encontrarás y se calmará todo —conecté mis ojos con mi amigo y negué. No quiero hablar y menos escuchar que todo se solucionará. Las cosas se están yendo al caño en mi rostro y sin poder detener el dolor. En silencio me bajé del jeep, mi hermano entendió que las palabras sobraban y me siguió. Al entrar a la casa, el padre sostiene un papel y está con los ojos rojos. Me fulmina con la mirada, Marjorie se levanta y me saluda. Agradezco su sonrisa y Tomás se levanta del sofá. Fabian bajó las escaleras y vino con su rostro decaído. —¡Demonios! —maldijo Fabi y caminó como demente por la sala—. Se ha marchado —la voz de mi amigo salió llorosa. Tomás me tomó por sorpresa, ya que mis ojos estaban en Fabi y me tambaleé por su empujón y no luché, esperé por su descarga. Me merezco todo, Oscar se interpone y Fabian agarra a Tomás. —¡Ya basta, Tomás, por eso se fue! —alzó la voz Marjorie y lo regañó—. Tiara quiere espacio y contigo no lo conseguirá. —Marjorie viene en tromba y le quitó la carta de las manos. Marjorie con los ojos húmedos me encaró y me entregó la carta. Mis manos torpes la sostienen y leo sus palabras. No se preocupen por mí, necesito espacio y pensar. Tan pronto pueda los llamo, papá, tranquilo, te amo. En estos momentos no soy la adecuada para ninguno y menos para hablar con Kendrick. Cuando pueda me pondré al tanto con cada uno y espero que respeten mi decisión. Tiara La releo, Tiara, ha dejado una carta fría. Al leerla puedo ver el daño que le causé. Odio que me haya apartado. Maldita sea, no sé si pueda respetar su decisión. ¿Por cuánto tiempo? No sé si mi mente esté cuerda tanto tiempo. Le entregué la carta a Marjorie, necesito aire y salgo corriendo. Al llegar al jeep pateé la puerta, Oscar viene calmado hacia mí y le doy otro cantazo al auto. —Eso no la traerá de vuelta, Ken —se recuesta del jeep. Maldita sea, odio que me cuestione y voy hacia él. Él me miró con su sonrisa maliciosa y lo golpeé en su mandíbula. —Eso tampoco, pero funciona para sacar la mierda —comentó burlón y escupió la sangre. Me agarré el puño latiendo y Oscar se sonrió en mi cara. El imbécil tiene una maldita mandíbula dura. Parece que golpeé un camión. Quita el seguro del jeep, se monta y espera por mí. Al subir sacó de la gaveta el celular y la llamo, pero nada. Decido dejarle mensaje de voz. —Definitivamente, me has cazado —sonreí lunático y recosté la cabeza del asiento—. Sabes, no sé, ¿cuánto dure sin ti? —me vuelvo a preguntar—. Te buscaré debajo de las rocas si es necesario, pero no te soltaré. Quiero que sepas que me enojas —solté la rabia contenida—. Una carta no reemplaza este dolor en mi pecho —apreté la camisa justo en mi pecho—, ni tus ojos y menos tu voz. Eres una odiosa, pero te amo. ¿Qué hago sin ti? Explícame, porque no tengo idea —lágrimas se deslizan por mi rostro—. Huir, tampoco hará que me ames menos. Al colgar me siento en una pesadilla de la que nunca se acabará. Esperaré tres días, tres putos días de respeto y si no vuelve la buscaré. La rastrearé de la manera que sea, que sirva el dinero y la fama para algo.
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