Capítulo 5: No Pienses Más (Parte 1)

2079 Words
Kendrick Me encuentro en el despacho con vistas al “Tren Urbano” en la empresa Game Net PR. Acabo de cerrar el contrato. Mi juego saldrá al mercado pronto, estoy eufórico y mi padre está hablando con el socio. Estoy loco por compartir esta noticia con mis amigos y mi familia, pero sobre todo con mi chica. El nombre del videojuego es especial, me recuerda a ella y se llamará “Cacería y Reto”. Han pasado dos días desde que nos quedamos en la llamada, tuve que aguantar las ganas de sacarla a la fuerza de su casa. Fue difícil escucharla tan devastada y no poder limpiar cada lágrima. No entiendo como su madre la lástima, definitivamente hay amores que son imposibles de entender. Son amores enfermizos que matan poco a poco. Al quedarse completamente dormida colgué y sentí que nos unimos más. No pregunté, no la forcé, solo la escuché. Quería correr al otro día por ella, abrazarla y hacerla sonreír. Nos hemos enviado mensajes de texto, por la noche hemos hablado y está más tranquila. El socio le entrega una revista a mi padre, estoy ansioso por irme y ahora hablarán de chismes. Tengo que inventar algo para verla, estoy entre llamar o ir a su trabajo. Mi padre me da una mirada de preocupación y mis sentidos se han puesto alerta. Al ver su cara sé que el chisme es mío. Me preparo para su regaño, aunque no imagino que inventos nuevos habrán sacado en mi contra. —Debes ver esto Kendrick, es una bomba —dijo con voz preocupada mi padre. Los dos me observan, agarro la revista y al ver la portada me quedo helado. No es porque me desagrade, sino por su morbo y nota malintencionada. La foto es cuando fuimos a Dorado, tomaron exactamente cuando ella se lanzó encima de mí en la arena. Es preciosa ante mis ojos, pero las consecuencias serán terribles. En letras mayúsculas ponen en la portada: EL CHICO “PLAYBOY DE LA ISLA”, ATRAPADO POR LAS GARRAS DE LA MORENA. Rápido busqué las páginas de adentro y salieron tres fotos más. Cuando nos besamos y en el agua. Nunca me percaté del fotógrafo. A mí no me importa, pero Tiara la pasará mal con la Leona, será un caos. Leo el artículo: Entre besos y acurrucados nos encontramos a los nuevos enamorados. Lo curioso, es que el chico “Playboy” nunca repite, pero en esta ocasión sí. ¿Será que cupido tocó a su puerta? ¿Qué secretos guarda Tiara Figueroa? La investigamos, chica normal y su vida tranquila. Tomen notas fans de chico “Playboy”, sus gustos han cambiado. Tal vez, ¿ella busca dar fotos exclusivas a su madre? Sí, como oyes, su madre es periodista y busca primeras planas. Dejé de leer y envuelto en rabia, doy un puño en el escritorio. Quiero desaparecer todas las revistas y de paso matar al que hizo esta nota. Nunca le he dado cráneo a las falsas notas, pero los problemas que implican para Tiara es lo más que me duele. Mi padre se levanta de su silla, me quita la revista y me coloca la mano en mi hombro. No debo perder la cabeza y menos en este despacho, es lo que significa esa mano. Miré al socio y vi su semblante duro. Lamento mi arrebato, no puedo perder un socio y tomé aire. —Discúlpame, Sr. Andino —apreté mi puño oculto debajo de la mesa—. No volverá a suceder. —Entiendo, la prensa, las hormonas y la falta de privacidad —habló calmado y se tiró para atrás en su silla—. Eso no me incumbe, aquí solo importa el videojuego. Nada ha pasado. —El Sr. Andino sonrió. Nos pusimos de acuerdo con el lanzamiento y dejamos claro el porcentaje que ganaremos. Mi mente estaba lejos y no podía sacar a Tiara. Mi padre, solucionando todo, cooperé con aguantar mi ira y no haberme ido. Cuando nos despedimos media hora más tarde, me adelanté hacia mi carro. Mi padre me llamó, pero no me detengo y aceleré el paso. Entré al jeep, mi papá corrió y me alcanzó. —Piensa con la cabeza, Kendrick —respira agitado y sostiene la puerta—. Tu vida es de esa forma. Decide si esa chica vale la pena, si entiende tu vida y te acepta, es la indicada —se soltó su corbata y no soltó mis ojos—. Cuando lances el videojuego aparecerán más fans y más notas. Golpeé el volante, estoy molesto y nublado. Solo quiero saber cómo está, quiero verla y debo ir a su trabajo. Son apenas las 2:09 de la tarde, sé donde trabaja, Fabian me dio la dirección. —Solamente necesito verla y luego reflexionar. —Es lo único que obtendrá por mi parte. Mi padre se aparta, cierro la puerta y salgo acelerado del estacionamiento. Me tardaré, estoy en la Roosevelt y habrá tapón. En Puerto Rico siempre encuentras tráfico. El celular sonó, en la pantalla mostró el nombre de Fabian y activé el altavoz. —Ken, ¿has visto la prensa? —su voz es alterada. —Sí, ¡demonios que sí! Es una locura, voy hacia la lavandería —tamborileo con los dedos, el volante desesperado por llegar—. Necesito verla. —Es tarde, mi tía fue demente y se la llevó a la casa. —No puede ser, ¡iré a la cueva! —Mi voz va en aumento. —Fui al negocio y Rodrigo me informó de todo —comentó de prisa—. Se la llevó la Leona —Fabi maldijo por lo bajo y prosiguió—. En este instante estoy dejando su auto en la casa. Timoteo guío el mío, deja ver como está Tati. —Nos vemos allá, no me marcharé hasta verla —la tensión apoderándose de mi cuerpo—. Aunque haga otra plana en la prensa —mi voz está decidida y escuché a la Leona gritando. Entré por el expreso, voy por mi chica y su loca madre no lo impedirá. La llamada se cortó, debió ser por el estrés de bregar con la Leona y solté el celular. Hay tráfico, pero se mueve. Una idea se formó en mi cerebro y llamé a Zuriel. El altavoz está activado y mi mente maquinando. —¿Qué onda, Ken? —Su voz es monótona. —Necesito tu ayuda. ¿Estás en tu casa o trabajando? —En casa —se oye ocupado. —Mejor, ve, mira la prensa y sabrás el lío. —Por su tono de voz no se ha enterado de nada y debe estar arreglando una computadora. La línea se quedó en silencio y esperé por él. —Tremendo bochinche, la Leona está histérica, asumo —comentó Zuriel. —Exactamente, necesito ir a su casa para hablar con Tiara, pero será una misión. Así que llega a su casa con tu cámara y espera ahí con Fabian. Cuando llegue toma foto a todo, graba y con eso la amenazo. Hablar con su hija o regalo estas fotos y con nota escrita por mí. Por ejemplo: Pareja que se ama, madre leona interfiriendo en el amor y dañando la felicidad de su hija bla bla —cambié mi voz a locutor. Ya estoy saliendo del expreso, estoy más cerca de ti, mi Sirena. —Estupendo Ken, dalo por hecho. Te espero allá —cuelga. Voy decidido y jugaré su juego. Tantas luces me desesperan en Bayamón, pero voy haciendo cortes de pastelillos y a las millas. No soy de conducir loco, pero hoy es necesario. Al llegar a su casa me estaciono al frente. Enseguida veo a los chicos, pero Fabian no está y me acerco a ellos. —¿Dónde está, Fabian? —los interrogué de una. —Discutiendo con la Leona. Está tan histérica que le dio una bofetada a Fabi y… —silenció Timoteo dudoso. —¡¿Y qué?! —lo insté de mal humor. —Vi que la agarraba por el pelo —Timoteo simuló sus palabras y finge jalarlo, tal como hizo la Leona—. Ella lloraba y por eso Fabian se metió entre ellas —su voz es angustiada—. Ahí fue que le dio la bofetada y no ha salido —bufó y puso su mano en su boca deslizando hasta su cuello. Me dan ganas de matar a su madre, miré a Zuriel y me mostró la cámara. Asentí a mi amigo y me encaminé hacia la entrada. Siento los pasos detrás de Zuriel, abro, cierro los puños y que empiece el show. «Maldita Leona, no sabes con quién te metiste», pensé. Soy el rey de romper las reglas. Por lo siguiente, cuando me importa algo y lo ensucian, esperen lo peor de mí. Defiendo lo que es mío, Tiara es mi chica y no merece sus tratos. Abro la puerta con mi batallón siguiéndome y los aullidos de la Leona nos reciben. —Cierren la puerta, chicos —ordené y estiré mi cuello. Me dirigí por el pasillo como si fuera mi casa, en este momento soy Juan del pueblo y súmale mi mente nublada. —¡Tiara, llegué! —alcé la voz y no dejo de abrir cerrar los puños—. ¡Sal o iré por ti! —La llamé cada vez más seguro. Sale como un rayo la madre, me bloquea el paso y la enfrento. «Tranquilo Ken, es mujer», recuerdo. Solo desarrolla el plan. Mi chica está a sus espaldas con sus ojos rojos de tanto llorar, me mira y sostenemos la conexión. Solo ella y yo. En la cara de Tiara se percibe su preocupación y Fabi pasó su brazo por encima de su hombro. —¡Sal de mi casa! —apuntó la salida—. ¿Quién te crees para entrar? —Su rostro es feroz. —Ja, ja, ja, ja, —la risa más fingida en mi vida le dediqué y para la Leona—, ¿quién me creo que soy? —puse mi mano en el pecho dramático—. Sabes que soy Kendrick, el chico “Playboy”. En fin, como desees llamarme —hundí los hombros—. He venido a hablar con Tiara y no me iré hasta lograrlo. Me empuja, pero es inútil. Estoy clavado en el suelo y mi furia va en aumento. —No hablarás con ella, me tienes harta —pisoteó dando su punto y al ver a Zuriel sus ojos se viraron para atrás—. ¿Tú que grabas, imbécil? Vislumbré sus intenciones de ir por la cámara, pero la bloqueé. —Usted decide —al verse acorralada, dio un paso atrás—, acepta que hable con mi chica o ese vídeo lo regalo a la prensa —con el dedo índice señalé la cámara de Zuriel—. Imagina la nota: Periodista histérica negando la felicidad de su pobre hija y todo porque es el “chico playboy”. —Para realismo subí mis manos y tracé las letras imaginarias. Puedo darme cuenta de que Fabi sonrió y Tiara lo miró asustadiza. —No lo harías, es mentira —negó vehemente—. Quieres jugar con ella y convertirla en una más de tu lista. —La Leona levanta falsos en contra de mí. —Nunca he tenido una lista, menos una novia y sí muchas amigas —di un paso adelante y corté la distancia entre nosotros. La Leona alzó la barbilla retándome—. Pero de algo estoy seguro —ladeé la cabeza con la atenta mirada de todos—, su hija es más, si somos algo es nuestro asunto y no de usted —sus ojos invasivos me hacen buscarlos, no me equivoqué y ella se sonrojó por mi atención. Me duele ver su dolor en su rostro. No se merece estar pasando por esto—. Ella es mi chica y no me alejaré —afirmé. Quería decir novia, mi amor y único. Sin embargo, no quiero asustarla. Tiara está susceptible y solo quiero abrazarla. —Ves, Tiara —se giró la Leona alternando la mirada entre ambos y con su dedo me incriminó—, no reconoce que te ama. Serás una más y cuando tengas el corazón roto no vengas llorando —cada palabra soltó con ira y se marchó.
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