Capítulo 10: Mi Aventurera (Parte 1)

4915 Words
Kendrick Estamos aún desnudos, abrazados y pegajosos. Me acuesto en su vientre, ella acaricia mi pelo y con mi dedo índice acaricié su piel. Aún siento la conexión entre nosotros, se ha fortalecido más y nunca había sentido esto por nadie. Al estar con una chica era solo sexo, nada de caricias y sentimientos. Pero Tiara entró en mi alma, se instaló y cada latido tiene su nombre. Fue más que sexo, somos dos almas compenetradas y he confirmado que ella es mi todo. La quiero en mi vida, la necesito y la protegeré. Fue todo inolvidable, fuimos con calma y no me perdí ningún detalle de su pequeño cuerpo. Su lunar fue mi perdición, justo en su pelvis y amé cada gemido que salía de su apetitosa boca. —Fue mágico Kendrick, no me arrepiento de lo rápido que pueda ser para las personas, nuestra unión —sus dedos mimándome—. Lo congelaré por siempre, por siempre. Me volteé, nuestras miradas conectadas y su sonrisa plena. —Fue en el momento ideal, Sirena —susurré poniendo la barbilla en mis manos encima de su vientre—. Todo contigo es mágico. Tiara se sonroja, me encanta saber que aun cruzando la línea de la intimidad siga poniendo sus mejillas teñidas y sea mi tomate viviente. Se ve malditamente adorable y es natural en ella portar el sonrojo junto con su hermosa sonrisa. —¿Nada ha cambiado entre nosotros, verdad? —Su duda hace que me arrastre y llegue a su rostro. —Todo cambió, nena —susurré viendo como sus ojazos se agrandan más de lo normal. Tiara es toda una muñeca de porcelana sonrojada y nerviosa. —¿Qué cambió? —su miedo saliendo a la superficie. —Todo —levanté los hombros restando importancia y su ceño se frunció considerablemente—, te deseo más que antes —al oírme soltó el aire contenido y sonreí pícaramente—. No puedo calmar mi apetito contigo —besé su labio inferior y lo succioné—. Soy adicto a tu cabello y a tus labios —chupo su labio superior y sus ojos se cerraron—. También amo tu sonrojo —con mi nariz, rocé sus mejillas y abrió los ojos sonriendo—. No puedo obviar tu sonrisa, con ella iluminas todo mi mundo y tu lunar en el sur, mi nueva perdición —mi mano desciende hacia la pelvis y se remueve por mi tacto. —Tranquilo, mi goloso, me vuelves loca —su cuerpo arqueó y puedo ver su determinación de escaparse—. Te deseo igual, pero tus padres están presentes y dijiste que bajarías —Tiara dándole vueltas a las cosas—. Llevamos mucho tiempo encerrados —me empujó y se levantó con la sábana tapando su cuerpo. No entiendo el punto cubrirse si acabo de grabar su cuerpo en mi retina, además, sus piernas me seducen y me apetecen besarlas hasta llegar a su lunar. Me levanto sin pudor, ella se queda mirando mi erección y me encojo de hombros. Me marcho hacia el baño, necesito una ducha fría y es urgente. —¡Ducha para mi ‘K’, la necesito! —alcé la voz dentro del baño—. ¡Tranquila “gatita sexy”, me repondré con el agua! —Disfruto haciendo que su rostro se convierta en un rosa subido y sin mirarlo estoy seguro de que lo luce. Amé su panti, atrás decía “gatita sexy” y ella pasmada trató de ocultarlo. Sin embargo, lo que hizo fue aumentar mi curiosidad. Tan solo pienso en ese panti y mi ‘K’ se levanta más. Necesito ese baño y detener los pensamientos. Entré a la ducha, ¡oh, maldita sea! Odio el agua helada, pero todo por ser paciente con mi nena. Mi mente se va a su piel, detente y cálmate. Es inútil porque recuerdo cada momento y gemido. Nos protegimos, no vendrá un diminuto Ken y menos una Sirena. Reflexionar en los pequeños diminutos ayuda y me enjuago. No quiero hacerla esperar y me aseé rápido. Al salir me miro el ojo en el espejo, se está poniendo morado y recuerdo al cerdo ese. Si no fuera que tenía que proteger a Tiara estaría en el hospital su hermano. Tuve que contener la ira, pero su brazo con moretones e insultarla en mi presencia no fue fácil para el autocontrol. No sé por qué la lastiman si son su sangre. Ella es especial, merece respeto y amor. Pero de sobra tendrá conmigo, me sequé por encima y salgo con la toalla amarrada en mi cintura. La vista de Tiara acostada en mi cama y toda envuelta en la sábana como un sorullo me hace sonreír orgulloso. Busco en mi gaveta mi ropa interior, suelto la toalla y ella se sonroja. —¡Eres un “Playboy” —chilló y no se cubrió el rostro—, me estás seduciendo! —Y tú enamorándome con ese rubor —le regalé una guiñada y me puse el bóxer. Empecé a buscar en mi armario con sus ojos en mi cuerpo, agarré unos jeans, una camisa roja con cuello en uve y me vestí. Me falta peinarme y busqué el cepillo. —Ven quiero peinarte. —Su pedido me emociona y Tiara se sienta en el en el borde de la cama. No hay Dios que la haga soltar esa sábana, la miré tratando de incinerarla con la vista y me siento al lado de ella. Haré que se mueva, me quitó el cepillo y se movió con dificultad detrás de mi cuerpo poniéndose de rodillas. Sonreí por el esfuerzo de no soltar la tela y empezó a desenredar el pelo. Su mano en mi cabello me hace cerrar los ojos y mi mente se desvía a su cuerpo desnudo debajo de esa tela. —Creo que no es la mejor idea —hablé ronco por el deseo y tragué duro. —Ken, solo es peinarte —me reprendió y siguió con el cabello. —No, es mucho más —rebatí—. Estás desnuda en mi cama acariciando mi cabello. Soy hombre y la chica la deseo tanto, por lo siguiente no soy de palo. —Gracias por ser mi hombre, Kendrick —sonó afligida. Sé por dónde va, me volteo y la beso dulce. Ella piensa en su maldito hermano y cree que todo es su culpa. Está equivocada, ella no escogió nacer en ese infierno. —Nada es tu culpa, nena —la acomodé en mi regazo y ella se aferró a mi cuello sonriente—. Eres un ángel, solo respiras a pesar de las dificultades —abrazarla con todo el bollo de sábana me desespera. Ella es mi pequeña monita, nunca la soltaré y beso su frente. —¿Me sostienes siempre? —Mi chica vive asustada de perder y eso me enoja. Ella se merece ser libre y feliz. —Siempre —nos besamos y corté el beso no queriendo aumentar mis ganas—. Date un baño y descansa —sus ojos brillan y me atrapan—. Tenemos un reto a las dos, nada ha cambiado —Tiara agrandó los ojos efusivamente—. ¿Te atreves? —dije pícaro. —Me retas a vivir siempre —sus manos introdujo en mi melena—. Claro que me atrevo a respirar. Nos besamos, pero el beso iba más allá y la deposité en la cama. Salí huyendo de su lado. Tendré caso de bolas azules, me voy hacia la puerta y ella me lanza un beso. —Te veo luego, te quiero por siempre —dije agitado y eché mi cabello húmedo para atrás. Me voy dejándola con esas palabras, por supuesto, siento algo más. No obstante, no es el momento, tengo que ir paso a paso con Tiara. Mi corazón sabe bien que esas dos palabras son para ella. Estoy bajando las escaleras, me topé con mi mamá y muestra su sonrisa. —Ese descanso fue largo, Tiara caerá dormida como un bebé —dijo sabionda. Mis padres saben que soy rebelde, pero la casa siempre la he respetado. Nunca me han prohibido la entrada a mis amigos, son muy flexibles, pero acabé de romper mis reglas por amor. Una de ellas era nunca faltar el respeto a la casa de tus padres. Nada fue planeado y sucedió. Evité la mirada de mamá, me dio penita y ella se acerca. —Mamá… —Necesito disculparme y ella me interrumpe. Ha puesto su dedo en mis labios y sonrió. —Tranquilo Ken, permití el paso de esa chica —su mano dejó caer—. La razón es porque por primera vez veo el amor en tus ojos. Esa chica vale la pena, pasarán pruebas, pero es a prueba de balas. Pasa de largo mamá, estoy mudo y me volteé a verla. Ella se detiene, me preparo para lo que viene. —Protección siempre —lo supuse, no me equivoqué, los conozco—, son jóvenes para bebés. Me quedé pálido, ella continuó hacia su cuarto y me empecé a reír. Qué raro se sintió, hemos tenido charlas de sexo, pero ninguna se sintió de esta extraña manera. El sentimiento fue de malditamente mangado. Me encaminé hacia el family room y están jugando billar mis amigos. Mi padre estaba sentado hablando por celular, se veía tenso y me acerqué hacia mis amigos. En eso viene hacia mí Oscar, me pone el brazo en el hombro y con su otra mano me despeina mi cabello mojado. ¡Demonios! Mi cabello mojado, seré la burla de Oscar y veo a Fabi serio. —Pelo mojado, como que alguien por aquí recién comió —bromeó Oscar y le doy una mirada para que cierre el pico. No hay quien detenga a Oscar con su sonrisa maliciosa y me suelta. Es incómodo este tema frente a Fabi. Son hermanos y espero que Oscar se trague la lengua. Fabian se aproximó con su semblante serio. Si quiere golpearme, permitiré el primero de desahogo y nada más. Tengo un ojo jodido y no estoy para ser un saco de boxeo. —Debo admitir que es jodidamente incómodo saber que te acuestas con mi prima —habló lento Fabi—. Pero prefiero que seas tú mi hermano, el que pueda apreciar lo valiosa que es Tati —su apoyo es un honor y soy abrazado por mi amigo. Me relajo al saber que no me odia y Oscar se une al apretón. Después de tantas broncas desde que conocí a Tiara, sentir que te apoyan es refrescante. Entiendo a mi nena, su dolor, el saber que la gente que ama no la apoya y más su sangre. Me siento en la mesa de billar, daño su juego y en eso se acerca mi papá. —Ken, con el lanzamiento nada afectó, está todo listo —suspira y prosigue—. Llamé al hermano de Tiara, no quiere ceder y ahora quiere demandar por invadir su negocio —con los dedos contó las idioteces que exige el Rodrigo—. Además, golpearlo y mucha mierda más —mi padre movió las manos desesperado. —¿Qué invasión? —empujé las bolas de la mesa encolerizado—. Debí dejarlo inconsciente, maldito cobarde —me bajé de la mesa y pasé la mano por mi cabello. Mis pensamientos se van a Tiara en lo que sentirá al enterarse. ¿Cuándo podrá respirar sin miedo? Haré todo lo posible por verla sonreír. —El abogado está al tanto de todo. Necesitamos a Tiara, ella debe exponer el maltrato —me tensé por tan siquiera proponérselo—. Sé que será difícil para ella, su familia y novio enfrentados —mi padre se ve agotado y angustiado—. Tremendo dolor tendrá, sin embargo, la decisión es de Tiara. Haré todo lo que esté a mi alcance para protegerla —sus ojos oscuros, decididos y no temo, papá siempre protege a la familia—. Al ser tu chica, es bienvenida en nuestra familia y como tal mi hija. —Conozco a mi prima, será difícil, pero jamás dejaría que te lastimen, Ken —habló Fabian con su semblante duro puesto en mí—. Ella te adora, eso no hay que decirlo en voz alta para saberlo. Tan solo ver sus ojos, como te mira y confirmas que su amor es inmenso —bufó y se cubrió el rostro mi amigo—. ¡Maldito, Rodrigo! —maldijo enfurecido y volvió a mirarme—. Iré a darle una visita. —No quiero que elija entre nosotros —caminé por el cuarto frustrado—. Eso sería horrible para Tiara. —Es difícil, pero no cederé a embustes de Rodrigo, sé quién eres Kendrick —mi papá no se retractará, lo sé—. Jamás, has sido un golpeador, si pasó ese incidente fue justificado. Acepto la fama de rebelde, fiestas, chicas y adrenalina, pero falsos en tu contra no están a discusión. Hablaré con Tiara, es triste su caso, pero no te hundirás a su lado. En cambio, lucharás por sacarla de ese ciclo vicioso llamado maltrato. Las palabras de mi papá son determinantes, tiene razón, pero el amor por mi nena y por protegerla me hace lanzarme hacia el abismo. Tan solo por verla feliz, permito que me hundan y así no tendría que echar lodo a sus familiares. —Podemos usar el vídeo que tienes, Ken, solo basta con que los asustes. Ellos al ver las evidencias se echarán para atrás —comenta Oscar y quiero golpearlo por sacar a colación ese tema. —¿Qué vídeo Oscar? —dice mi papá y nos mira a ambos. —Zuriel grabó a la loca mamá de Tiara, siendo tan leona como siempre —resoplé—. No quería que pasara a ver a su hija —papá sigue sin entender por su rostro fruncido—. Fue el día de las fotos de la playa —mi padre asintió—. La amenacé con darlas a un periodista y ella cedió. Me volví a sentar en la mesa de billar, mi papá se pasa la mano por la barbilla y ese movimiento significa que está maquinando. Está en modo ideas y me preocupan. Mi padre a veces es extremista y por el bien de Tiara no quiero involucrar a la ley. —Dejemos de volvernos locos —agregó Fabi y caminó hacia mi lado—. Primero hablas con Tati —puso su brazo en mi hombro—. No te hagas el héroe, ella hará lo correcto y listo. —De acuerdo, hablaremos en la noche con ella —dijo mi papá y asentí. No ocultaré esto, la confianza ante todo y se enterará de todas maneras. —Papá, por favor, sé suave con Tiara, ha sufrido mucho —supliqué y él se aproximó hasta estar al frente mío. Su escrutinio no me asusta, tenemos confianza y me da palmadas en la mejilla. Lo conozco, es un caballero, pero quiero dejarlo claro. —Hijo, esa chica es tierna, la protegeré como si fuera la hija que nunca tuve —sonrió mi padre y levanté una ceja—. Por cierto, quiero que uses protección —alzó su dedo y me dejó pasmado—. No niego que quiero ser abuelo, pero con los años —me dio la espalda. Lo vislumbré marcharse, dejándome sin palabras y se sintió malditamente espeluznante. Primero mi mamá y ahora papá. Todos saben que tuve intimidad, precisamente en mi habitación. Los chicos estaban a carcajadas y los empujé. Están gozando a costa mía, la pagarán. Pronto se me ocurrirá una broma. Nos quedamos jugando billar, bebiendo cerveza y escuchando música. Ordenamos pizza, mitad queso y la otra chorizo. Le guardamos a Tiara dos pedazos, la dejé rendida, fui a darle un vistazo y estaba acurrucada. Oscar empieza a bailar break dance y lo estamos animando. —¡Voy a llevarle los pedazos a Tati y aprovecho para hablar con ella! —gritó Fabian y asentí con el ritmo por dentro. Oscar baja un poco el volumen, nos sentamos en el sofá y doy un trago largo de mi cerveza. —Gracias por el médico privado —palmeó mi pierna—. Hermano, ver a mi madre… —se trabó y silenció afectado. Le doy palmadas en su espalda, esta mañana me despertó Oscar ruidosamente. Su hermano lo llamó llorando, su padrastro golpeó a su madre. Necesitaba un médico y sin esperar llamé al doctor de cabecera de nosotros. Al llegar su madre tenía sangre por todos lados. Por lo menos los golpes no fueron mayores y le compramos medicina para el dolor. Su padrastro tuvo la osadía de volver a la casa y entre ambos lo golpeamos. A una mujer no se golpea y menos dejarla en el suelo para irte a drogar. Él es mi hermano y lo ayudaré siempre. —¿Está mejor? —lo interrogué, sé que le afecta algo más—. ¿Por qué estás aquí? —fue una sorpresa encontrarlo, lo había dejado con su mamá—. Sabes que cuentas conmigo para todo. —Me fui porque estaba peleando —puso sus codos en las rodillas—. ¿Puedes creer? —su pregunta la hizo dolido y buscó mis ojos—. Mi madre estaba discutiendo conmigo y llorando por su golpeador. No me perdona la paliza que le dimos a ese infeliz. Si está bien para discutir, está bien para estar sola y llevé a Oliver a casa de su amigo. Se quedará esta noche allá, no llamé a los guardias por él. —Puedes traerlo, hay espacio de sobra. Allá corre peligro, tiene catorce años y ve violencia a diario —le propuse. Se tapa los ojos, empieza a maldecir y se levanta del sofá. —¡¿Con qué cara?! —se sobresaltó—. Me avergüenzo de molestar a cada rato. Traer a Oliver es mucho, es desobediente y malcriado. No es agradecido, me insulta cada vez que tiene oportunidad. No traeré esa carga para tu hogar. Mi madre y ese infeliz le llenaron su cerebro en contra mía —apunta a la distancia y me duele ver a mi hermano hasta el cuello—. Su mirada es de odio, me llamó porque no tuvo otra opción. Mi hermano me odia, mientras que yo me odio por no ser valiente. Por no llamar a los guardias, él tendría una mejor vida en otra familia. Aunque me odiaría el resto de su vida, pero tal vez logre salvarlo de ser una escoria —susurró abatido y se limpia sus lágrimas. Es cierto que ese mocoso rechaza todo lo que viene de Oscar. Está por el camino del mal, se droga y todo lo malo que sucede le echa la culpa a su hermano. —Aunque sea doloroso, alejarlo de ese ambiente puede ser su salvación —dije seguro, ese niño necesita una mano fuerte para que no se pierda por completo—. Cuando estés listo para dar el paso te apoyaré y tu hermano tendrá una mejor vida. Me levanté, nos abrazamos y Fabian llegó de pronto. Nos quedamos callados y Oscar se limpió sus lágrimas. —¿Interrumpo algo? —Fabi alternaba su mirada entre los dos—. Me siento fuera de sitio. —Olvida Fabi, cosas de Oscar —con los ojos le pedí que cambiara el tema. —Oscar, hermano, aquí estoy —comenta Fabian y coloca su mano en su pecho. Oscar sonrió a medias y asintió. Se siente el ambiente pesado, decido cambiar el tema y que él se desahogue a su tiempo. Oscar es duro, oculta sus problemas y conmigo ve su escape. No desconfía de la pandilla, pero a veces te sientes en confianza con una persona y contar a voces tus pesadillas las hace reales. —¿Comió, Tiara? —Es la única vía para salir de esta tensión. Fabi me mira serio, sabe que el problema de Oscar es gordo, pero lo deja ir. —Está mucho mejor, tiene su sonrisa pegada a sus mejillas. Me contó de la cita, el reto y las patinetas. ¡Dios, protégela! —alza sus manos arriba y sonrió—. Por favor, no me llamen del hospital que se rompió la pierna. Nos empezamos a reír, su voz sonó cómica y Oscar se acopla. —¿Qué onda, patineta? —dice curioso Oscar y sonreí. —La he retado a Skateboard y ha aceptado mi valiente —toqué mi pecho lleno de orgullo—. Hoy es su práctica de patineta, ella decide vivir siempre. —Me gusta que se aventure, pero enséñala a poder mantenerse de pie en la patineta —Fabi unió sus manos como si estuviera rezando y me pidió—. Nada de maniobras y Ollies. Solo lo básico —dijo Fabi y asiento. —La cuidaré, solo el manejo de la patineta, es sencillo. Me he propuesto darle retos, que salga de su jaula y vea su potencial escondido. —No salgan, tienes un grandioso terreno y superficie plana para skateboard —es un consejo que tomaré—. Ella merece paz y no cámaras detrás. Saca la foto de su caída en skate, consejo de hermano —dijo Oscar y tiene toda la razón. Aunque pensaba ir a “El Morro”, los planes cambiaron esta mañana y el reto será en casa. Más privacidad, seguridad y momentos juntos. —Nos quedaremos, ya parecen viejos, preocupados. Oscar apaga el estéreo y salimos del cuarto. Nos encontramos en el pasillo. —Su mente la traiciona —Fabi interrumpe el silencio—. Estaba pensando que iba a hacer sin trabajo. Ah, su padre me llamó preocupado. Al trabajar en el periódico “Nuevo Día” se enteró y estaba llamando a Tiara. Pero su celular está en el bolso y todo está en tu jeep. Seguimos caminando y llegamos al recibidor. Es cierto, nos bajamos tensos y en medio del revolú se nos olvidó. —¡Demonios, se nos olvidó su papá! —dije preocupado. —No te preocupes, ya hablaron —Fabi me dio una palmada en el hombro—. Quiere que la lleves a su casa en la noche y te agradece por protegerla. Está molesto con Rodrigo, irá a pedirle la liquidación de Tiara. Él quiere que ella se establezca en su casa. Ella está indecisa, no quiere ser una carga. Pero es lo mejor, habla con ella. —Tanta mierda, también creo que es mejor con su papá —admití frustrado. —Me voy a trabajar, te llamo en la noche, hermano —dice Oscar y se despide. —Espera y salimos juntos, Oscar —comenta Fabian y nos chocamos las manos. —Dale, cuídense —me despedí. —Nos vemos y gracias —en sus ojos maniacos veo el agradecimiento—. Tengo que poner a alguien en su sitio —afirmó Fabi y se marchan ambos. Espero que no empeoren las cosas al Fabian visitar a su primo. No me comeré el cerebro, mi chica me espera y voy corriendo hasta las escaleras. Las subo de dos en dos y no me detuve hasta estar en la puerta de mi habitación. Tomé aire y giré el pomo. Mi Sirena me recibe con una sonrisa y está en la cama en posición de indio. En sus manos tiene el retrato de nosotros. Se ruboriza al notar mi presencia, camino hacia mi chica y ella mueve el marco para que vea. Asiento, ese retrato lo conozco de arriba abajo. Cada detalle está memorizado en mi alma y me sé de memoria su expresión en la foto. —Me atrapaste viendo la foto —susurró tímida. —Al contrario, encontraste la prueba de mi obsesión, la evidencia de mi vicio tienes en tus manos. Cada portada de nosotros y artículos los guardo. —¡¿En serio?! —Se animó por mi obsesión. —Si vas a mi estudio verás nuestro primer beso agrandado —apunté con el pulgar detrás de mí—. La coloqué antes de que empezara nuestra amistad y recibí burlas de la pandilla. No importa, por ti acepto todo —llegué al frente de la cama. —No soy la única —al decir esas palabras se tapa la boca, está toda tomate y me siento en la cama. —¿Qué has dicho? —agarré su mano sonriendo abiertamente—. Aunque me lo imaginaba, también apuesto que haces corazones con nuestros nombres. —Olvídalo, odioso —golpeó mi mano—. Jamás haría algo tan cursi —atravesó sus ojazos y paró la bemba. Se iba a mover, pero la tumbé en la cama. Mi cuerpo la aprisiona y su hermoso cabello extendido en mi cama es un sueño hecho realidad. Su sonrojo que adoro acaricio y nuestros rostros frente a frente. —Admite que guardas las fotos mías y de ambos —hablé con voz más pronunciada por su efecto en mi cuerpo. —¡No, muévete! —empezó a retorcerse y rocé mi nariz por su lóbulo. —Recopilas cada foto y te dedicas hacer corazones en las páginas —introduzco mi lengua en su oreja y ella respira agitada. «¡Dios, ella me vuelve loco!», es imposible no sucumbir a mi nena. —¡Oh, lengua odiosa! —comentó y la risa me atacó descontrolada. Sus comentarios son únicos. La risa era tanta que rodé en la cama con ella y se quedó arriba de mí. Ella me hace reír a lágrima, Tiara me golpeó el pecho y se unió a la pavera. —Len… gua… —no puedo por la risa terminar de hablar. Tiara se iba a bajar de mi cuerpo y la sostengo de la cintura. —Eres desagradable —se puso seria mi chica—. Sí, guardo tus fotos desde mucho antes de hablar contigo —logré su confesión y sonrojo—. Eres mi imán, ver cada foto tuya era mi felicidad, pero te debo los corazones, egocéntrico. Empieza a mirar hacia el lado avergonzada y empiezo hacerle cosquillas. Se revuelca en la cama, la inmovilicé y saqué un mechón de su rostro. —No te avergüences conmigo, nena —tracé con mi dedo su mejilla—. Es bonito saber que hiciste eso, pero debo admitir que me desilusionó saber que me debes los corazones —hice pucheros y la besé. Ella responde y acaricia mi cabello. Nuestros besos son la prueba de que vale la pena luchar por nosotros. —Tal vez, pueda tranzar en los corazones —su voz apenas un murmullo en mis labios. Succiono su labio inferior, son carnosos y comibles. —¡Mmm! ¿Cómo podemos tranzar? —Ha conseguido mi lado curioso. —En un árbol tallar nuestros nombres dentro de un corazón —negó vehemente—, pero es muy cursi, si no quieres… La interrumpí, se me ocurrió la mejor manera. —Acepto mi nena, contigo todo. Me recuesto de lado, ella se queda boca arriba y agarré su mechón. —¿No te molesta? —su duda me hace sonreír—. Fue una broma, Ken. —Tallaremos nuestros nombres en el árbol del parque Lineal —afirmé ignorando sus miedos. Veo su emoción, se sienta y me da su sonrisa radiante. —¡Es increíble, muero de emoción! —bramó y se lanzó a mi cuello—. ¿No sé nota? Pasé mi brazo por su espalda y unimos nuestros rostros, nariz con nariz. Ese detalle es nuestra conexión y nuestros ojos fijos. Tengo que dañar el momento, contarle sobre la demanda y no quiero dañar la alegría. Cierro los ojos, me tensé y siento sus manos en mis mejillas. —¿Qué sucede amor? —su apelativo me hace abrir los ojos, emocionado—. Tu mirada me cuenta que estás preocupado y quiero que sepas que nada me dañará más —mi chica es una guerrera—. Si tus ojos me guían podré con todo. Mi corazón se aferra a la palabra amor, se escuchó bonito y necesito oírlo otra vez. —¿Soy tu amor? —soy un loco enamorado—. Necesito repetición, nena —frunció el ceño por mi petición—. Ayuda a mi ego para que se agrande más. Ella está preocupada, pero sonríe. La quiero relajar y doy besos de piquito uno tras de otro. Mi Sirena sonríe por completo, conseguí que esté más sosegada. —Amor odioso, amor egocéntrico —susurró haciendo muecas—. Sea como sea eres mi amor —vira los ojos—, pero necesito que seamos sinceros, fue una promesa. Asiento, sus ojos toman fuerza y sé que es a prueba de bala. Mi mamá tiene razón, las cosas se entienden en su momento. —Tu hermano quiere demandar —dije al grano. —¡¿Me demandará?! ¡Soy su hermana! —alzó su voz a la defensiva y sostengo su rostro. Tiara posó sus ojos en mí. «¡Eso nena, respira, todo pasará!», pensé. —No nena, a mí —la culpa me golpea. Ella niega, se despega de mí y se pone nerviosa. La suelto y espero que asimile la situación. Se levanta, camina de lado a lado y movió su cabeza desesperada.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD