Capítulo 11: Mía (Parte 3)

3384 Words
Luego nos fuimos hacia su casa, Marjorie se fue en su carro y luego nos alcanzará. Tenía que buscar la ropa de mi papá en la lavandería. Al llegar a la casa veo bastantes carros, pero el jeep de Ken no está. Nos bajamos, no niego que deseo ver a Ken. Llevamos las bolsas y sigo a Aimeth. Ella se dirige hacia la cocina y al entrar me reciben aromas mezclados. Mi barriga se despierta, veo a varias personas en la cocina y me fijo en una señora mayor toda elegante. Lleva una bandeja de galletas, me percaté de su pelo en una dona bien acomodada y sus ojos marrones con motas verdes. Debe ser la abuela de Ken, su parecido es idéntico y son hermosas. Me sonríe al verme, suelta la bandeja en la mesa y se acerca. —Al fin te conozco Tiara —su sonrisa es cálida—. Soy la abuela de Kendrick, mi nombre es Ada, pero mejor conocida por… —Nana, ya sé —terminé por ella—. Ken siempre me cuenta de su abuela y lo mucho que la ama. Me abraza con todo y bolsas en la mano. —Qué emoción conocerte —dice la abuela y me acaricia el cabello. En eso se acerca una joven de treinta y tantos años, su pelo en un moño y su ropa normal. Me quitó los paquetes de la mano y miré a Aimeth sorprendida. —No te preocupes Tiara, los días agitados tengo dos ayudantes en la casa y ella es Sonia —la señala y la joven me sonrió. Aimeth apuntó al fregadero—. Aquella limpiando los trastes es Martha y están para ayudar. Martha se volvió a mirarme con una enorme sonrisa, Sonia se marcha con los paquetes y la abuela me trae una galleta. —Prueba mi galleta, mi pequeño sol las ama. —Ada me la ofreció y el olor me engatusa. Su pequeño sol, awe, adoro ese apodo, le va a mi odioso. Agarré la galleta sin pelear, al morderla es tan suave y su chocolate delicioso. Cierro los ojos, la saboreo y se me escapa un gemido. —Mmm… Delicioso —me sonrojé por mi atrevimiento y todas sonríen en la cocina. Ada gustosa, me pasó otra deliciosa galleta y sucumbí. —Eres perfecta para mi nieto, adoro tu esencia —comenta la abuela y me señala la silla a su lado. Me acomodé, Aimeth se sienta al frente mío y la abuela me acerca la bandeja de galletas. Es un pecado rechazar estas galletas, merece otra probada y me observan comerla. —Antes de arreglarnos comeremos —Aimeth no para de mostrar sus dientes y alterné mis ojos entre madre e hija—. Debo decirte que has pasado la prueba con mamá. Abro mis ojos grandes, no sabía que había una prueba y me sonrojo. Ellas soltaron una sonora carcajada, me quedé frizada y esperé que me pongan al tanto. —Tranquila, es que las galletas nunca deja que coman más de una —Aimeth agarró la bandeja y prosiguió—. Dice: Son para mi pequeño sol, solo una por visita —cambió la voz a más gruesa y la abuela frunció el ceño—. Sin embargo, te ha dejado comer más y ella es bien celosa con Kendrick. Aimeth habla como si su mamá estuviera lejos. No sé qué decir y sonreí a medias. —Creo… —callé reajustando mis próximas palabras—, gracias por darme galletas —hice muecas por mis locuras—. ¿Es la mejor contestación a eso? —las interrogué dudando. Se empiezan a reír a carcajadas, me uno a la risa y me empiezo a acostumbrar a ser la chistosa de la familia. —Tenía razón Kevin, es especial —la abuela me palmeó la espalda—. Me gusta para mi pequeño sol, puedes comer todas las galletas que te apetezcan. La única opción —alzó su dedo arriba—, déjale una al menos a Ken. Asiento, me atasqué de la risa y empiezo a toser. —Nunca exageró Ken —tosí de nuevo y Ada me dio una fuerte palmada en la espalda—, con lo deliciosas que eran las galletas —dije recuperada de la tos y del cantazo de la abuela. —Mi nieto nunca exagera, siempre dice la verdad —la abuela me observa y cada vez que menciona a su nieto sus ojos se iluminan—. Esa es su virtud como su mayor defecto. Atrae a la gente, como también la aleja. —Lo único que diré es que amo cada virtud de Kendrick y sus defectos incluidos. —Necesito que entiendan que su amor es correspondido. Todas sonreímos y el tiempo fue agradable. La empleada Martha es una señora mayor, pero adorable, me sirvió pasta penne con churrasco y jugo de manzana. Tienen dos menús, pasta y ensalada con pechuga a la plancha. Variedad en bebidas y los olores no engañan. La comida sabe como huele. Estoy llena y loca por ver a mi Ken. Pero nada de él, la mamá mencionó que cuando llegaran los chicos vendrían hambrientos. No me atrevo a preguntar, no quiero ser tan metiche y mi celular nada que suena. Ni mensajes, estoy ansiosa, pero disimulo y en eso llegan los empleados del salón de belleza. Son dos hombres y tres mujeres. Suben con todo el equipo. Me llevó Aimeth a la habitación donde nos arreglaran y está preparado el salón de belleza. Es gigante la habitación, son dos cuartos en uno. Me da una bata toalla, esa será mi vestimenta por ahora y sin nada abajo. Ya me acabo de bañar, tengo puesta la bata y no me atrevo a salir. Estoy levemente avergonzada y escuché la voz ruidosa de Marjorie. Agarro el celular, marco el número de Kendrick y suena, pero no contesta. ¡Maldito! Ni una llamada y me abandonas hoy. —Tiara sal, soy Marjorie. Como si no conociera su voz alborotosa y respiré profundo. Quito el seguro, la dejo entreabierta y asomo mi cabeza. —Me siento incómoda Marjorie —la jalo a la fuerza y cierro la puerta con llave. Ella me mira sorprendida y su silencio me preocupa. —Me has asustado, respira Tiara, estás pálida. ¿Qué sucede? —ha vuelto Marjorie y me calma porque conmigo es suficiente. —Tanta gente, estoy desnuda y sin ropa interior —parloteé moviendo las manos. —Primero, te veo tapada, no estás desnuda —con su dedo recorrió mi cuerpo de arriba abajo—. Segundo, aquí tengo tu ropa interior y escogida por Ken —me tiende una caja y no me percaté que traía en las manos—. Shh, no le cuentes a tu padre —su dedo puso en su boca—. No menciones nada de bragas y menos que fui el alcahuete. Me besa la frente, sostengo la caja fuerte y mis nervios están bajando. —Te veo afuera, toma el toro por los cuernos —comenta y con su puño simuló agarrar algo en el aire duro. Marjorie sale del baño y cerré con llave. Curiosa abro la caja, solo hay un panti crema con encaje y lo saqué. El celaje de algo cayó al suelo y al mirar es un papel. Me arrodillé, sostuve el papel doblado. Lo puse derecho y la letra de Ken me emociona. Mi odioso me ha enviado una carta y mis petardos despiertan. Empecé a leer: Para: Mi Sirena Te envío esta braga sencilla con encaje porque fue la única manera de tener contacto contigo. Mi celular me lo han confiscado, estoy con la pandilla y mi papá. Como soy adicto a ti me tienen jugando baloncesto y es una prueba dura. En fin, estoy loco por verte, escuchar tu voz y solo sé que el traje es en corsé crema. Gracias a Marjorie pude contactar contigo por medio de esta carta. Aunque no pueda recibir la tuya, sé que esta carta te dará las fuerzas para que soportes a mi mamá. Traté de decirle que eres sencilla, pero jamás escuchan a un chico en ese tema. Siempre eres bella, maquillada y sin maquillaje. Con tacas o descalza. Te quiero por ser tú. Tu Kendrick vicioso!! Acerqué el papel a mi pecho y terminé aspirando la carta. Por loco que sea huelo su aroma. Parezco una desquiciada, pero estoy más tranquila y me levanto del suelo. Doblé la carta, lo más pequeña posible y la guardé con el cover de mi celular. Cuando me voy a poner el panti me percaté que por dentro está escrito “Mía” y queda abajo de mi sexo. Me empiezo a reír, es que lo amo y me la pongo orgullosa. Salgo del baño sonriendo, Marjorie me tira una guiñada y me siento en la silla que me indican. Entre pedicura, manicura, masaje, maquillaje y peinado siempre pensé en Kendrick. Mi sonrisa era por él y loca de que pasara el tiempo para abrazarlo. Estoy de pie mirándome y aún no me reconozco. Mi pelo suelto con rizos, el maquillaje sencillo y resalta el pintalabios rojo. El traje me queda ceñido acentuando mi cuerpo y me fascina. Marjorie se acerca y es increíble su belleza. Tiene una cola de caballo mostrando su cuello. El vestido es oscuro, amarrado por el cuello, acentuado hasta la cintura y suelto como campana. —Es hora Tiara, tu padre está abajo en el recibidor con todos los chicos —dijo Marjorie con su voz chillona y estoy preparada para salir. Los empleados están recogiendo y siento pena por ellos. Son tan amables y no pueden ir. Cosas de la vida. Estoy ansiosa, pero a la vez feliz. Me espera Kendrick abajo y lo necesito tanto. —¡Vamos Tiara, estás divina! —comenta Aimeth y ella está más bella. Su traje es de manga larga en oro, su escote en forma de corazón y ceñido hasta su rodilla. Su cabello suelto, ella es hermosa y el oro la hace brillar. La abuela no se queda atrás, lleva dos piezas, camisa de botones gris y su falda en campana. Se soltó el moño por una trenza y su pelo engaña, le llega hasta su espalda. —¡Sí, vamos! —dije sobresaltada. Salimos todas y dejamos al frente a su mamá, Marjorie camina junto a mí. Empiezo a mover mis manos, los nervios presentes y guardé mi celular en mis senos. Los tacos son altos, pero los sé manejar, llegamos a las escaleras y se escuchan a los chicos hablando. —¡Mi esposa como siempre única! —grita el papá de Ken subiendo las escaleras y la alcanza. Me sostengo del pasamanos, veo que Kendrick ayuda a su abuela a bajar. Él siente mis ojos y nuestras miradas chocan. Mi sonrisa puesta luzco por él y lo observé besando a su abuela. Sin soltar mi mirada me alcanza. Marjorie baja al ver a mi odioso venir por mí, estoy a mitad de las escaleras y Ken al llegar me acercó a su pecho. Empieza a acariciar mi espalda, muerdo mi labio inferior y con su mano apretó mi barbilla. Sus ojos recorren todo mi rostro y terminan en mis labios. Al ver mi labio inferior aprisionado por mis dientes, lo liberó con su dedo y me besó posesivamente. Nuestras bocas colisionan, siento la química erupcionar y sé que tomará todo de mí. Su beso es rudo, salvaje y amo el Kendrick explosivo. Siento latir mi corazón, mi cuerpo estremecerse y jadeamos. Me suelta, muerde y succiona mi labio. Siento la mirada de todos, no dejé la mirada de Ken por nada. Me siento acalorada, la ropa me asfixia y mis mejillas calientes. Él sonríe con su mirada extasiada y me acaricia mi sonrojo. —¡Hola, Tiara! —su voz es ronca y solo para mí. —¡Hola, Kendrick! —logré encontrar mi voz y me agarra la mano. La entrelazamos, me siento en las nubes y me tira una guiñada. —Estás de infarto, el beso describe como me siento al verte —me lo dice al oído y sonrío como boba. Besa mi mano, me ayuda a bajar y veo a mi padre al final esperándome. Sus ojos húmedos, Ken me lleva hacia mi padre y me abraza. Me sostiene fuerte, su amor esta semana ha sido increíble y nos hemos entendido. Papá me suelta y me observa de arriba abajo. —¡Wao! —papá silbó—. Eres mi ángel, te amo. Estás más que preciosa. —¡Awe, papá, gracias! Tú no te quedas atrás, eres lo que sigue de guapo —dije conmovida. Se acomoda su corbata roja orgulloso y lleva un traje n***o. Combina con los zapatos de Marjorie, ella se acerca y nos muestra la cámara. Nos acercamos, posamos y Marjorie toma varias fotos. —Posen, les tiraré una a los tres —comenta Kendrick y muestra su celular. Mi mozo está para chupárselo completo, tiene una camisa blanca de botones manga larga, encima un chaleco sin mangas verde marino, su pantalón de vestir ajusta su maravilloso cuerpo y lleva unas botas altas marrones que combinan con su corbata. Es elegante, pero su estilo rebelde está presente con su pelo castaño desordenado y le cae un mechón en su frente. Me alza una ceja y me sonríe pícaro. Ken se dio cuenta de que me lo comía con la vista. Nos tira la foto y se aproxima Fabi agarrado de la mano con la chica rubia. Me quedo patidifusa, viene todo sonriente y bien elegante. Lleva su chaqueta negra en cuero, pantalón largo en cuero y lleva una corbata. —Me disculpan, pero necesito abrazar a mi Tati. —Mi primo movió a Ken molestando y soy apretada por sus brazos. Fabi me alza del suelo y verlo tan feliz con la chica a su lado, para mí es un logro gigante. Al soltarme me besó la frente. No permití que se alejara y agarré su chaqueta. Él me sostiene la mirada y veo su brillo. En la ventana de su alma puedo vislumbrar un inmenso amor, además, de su miedo rodeando, pero sé que está luchando y esta es la prueba de ello. —¡Me alegro de verte malditamente feliz Tati! —dijo efusivamente—. Aunque lleves tacas, sigues siendo enana —puso su mano en mi cabeza y se nota su altura considerablemente—, pero muy sexy —bromeó con sus ojos maniacos y asintió—. Eres una enana sexy. Lo golpeé en su pecho, miré detrás a la chica y se veía cómoda hablando con papá. Fabi se da cuenta de mi mirada y me lleva hacia ella. —Bueno, oficialmente, te presento a mi Tati —mi primo habló lento y entrelazamos las manos—. Mi prima y mi adorada hermana. Su amor por mí, al igual que el mío hacia él, es inmenso y nadie nos alejará. Se me humedecen los ojos al escuchar sus dulces palabras y siempre ha sido así. Pero hoy es un gran paso que da mi bebé Fabi y estoy muy orgullosa de él. —Encantada de al fin conocerte Tati —su voz es cantarina y alegre. Me tiende la mano, cuando la voy a saludar me jala y me besa en la mejilla. Ella es bien acelerada y me sostiene del hombro sonriendo como un farol. Al mirar a Fabian tiene sus labios abiertos de par en par. —Mucho gusto Do… —se me olvida el nombre y ella me interrumpe. —Dorian, me puedes decir Dori de cariño —dice alegre y Fabi la abraza por detrás. —¡Hola, Dori! —la saludé con la mano. No estoy acostumbrada a tanta efusividad, así que sonreí y veo a los chicos acercarse. Todos están guapos, cada uno a su estilo fiel y aun así sobresalen. —Dorian es una bola de amor y explosiva —comenta Fabian y ella asiente. —Nos dimos cuenta de eso —comenta Jorge y me da un beso en la mejilla. No me incomoda su confianza y él continúa hablando—. No podía dejar de venir a saludar a la prima y mi ayudante —Kendrick lo aparta. —Están todos guapos —me zafé del lado de mi odioso y voy hacia cada uno. Los saludo con un beso en la mejilla. Han sido una familia esta semana y me siento en casa con todos. Veo a Kendrick y Fabian pasmados y me acerqué a ellos. —Tati era suficiente para compartir tu amor con Ken y ahora con la pandilla —refunfuñó mi primo afligido y levantó su mano arriba—. Con cinco más, no es justo —Fabian me reclama serio y Ken me atrae hacia su pecho. Al estar en los super tacones no tiene que bajarse tanto y llegué a su quijada. Me encaramo en su cuello como toda una monita y me sonrió. —Mi Sirena, hoy necesito todo tu amor y encanto para mí —rozó su nariz con la mía—. Estoy en crisis de ti, me pongo salvaje y hay mucha gente. Todos abuchean y dicen comentarios que por alguna razón ignoro. Es mejor perderse en los ojos marrones con motas de verde. —Tranquilo Kendrick, tengo amor suficiente para todos —Ken alza una ceja y prosigo—. Pero todo este amor salió del alma por ti y para ti. Eres tú el culpable de tanto amor acumulado y tu dosis aquí está. De pronto escuché su carcajada, tan solo con oírlo me enamora y alza su cabeza al techo. Nos reímos todos. Ken al bajar su cabeza y ver sus labios tentadores pierdo la cordura, olvido toda la gente que nos rodea y devoré su boca. Él me cede el poder, vamos lento y sube la vibra. Escuché aplausos, detenemos el beso y espero mi mordida. Muerde, Succiona y mis ojos cerrados. Siento que su dedo acariciaba mi labio y solté un gemido. Estoy viviendo el momento y sintiendo. Las mejillas las siento acaloradas, en fin, toda yo se está ardiendo. Acerca su boca a mi oreja, mi piel se eriza y susurra. —Nena, si sigues haciendo esos gemidos y gestos me olvidaré de que es mi lanzamiento —abrí los ojos de golpe—. Sé que soy el motivo de la celebración, pero me apetece irme contigo —no puedo permitir eso, aunque suena tentador—. Imagina, te rapto, te llevo bajo la luz de la luna y las estrellas de testigo. La mente es poderosa y viendo ese escenario cualquiera cede. —¡Llegaron las dos limusinas, una para adultos y otra para la pandilla! —gritó Kevin y van saliendo. Ken me sostiene con sus dos manos las mejillas y nos miramos a los ojos. Estamos locos por saltarnos todas las reglas y perdernos. Pero no es posible, él lo sabe y está luchando. Se ve en su rostro, pero como el estudiante supera al maestro. —Te reto, a la medianoche, ni más ni menos —alcé una ceja provocando a Ken—. Sea lo que hagas, atiendas a tu socio o estés en medio de un discurso, te reto a que me saques como todo un caballero en el siglo XX y me lleves a un rincón y me poseas —su nuez de Adán se movió duro—. Nada de cama usa tu originalidad y si es posible bajo la luna mejor. ¡Ah! Luego continuamos la fiesta como si nada. Su mirada brilla extasiado y se relame la lengua. —Acepto, nena, ese reto es pan comido —su voz ronca me hace estremecerme justo en mis partes de chica. Me iba a besar, me volteé y me solté de su agarre. No más besos o no salimos. El odioso me golpea la nalga y se me escapa un grito leve. —Sirena, estás ardiente hoy —giré a verlo por encima del hombro y su sonrisa ladina me mata—. Eres puro fuego. Me sostiene la mano, nos vamos hacia la limusina y con la llama encendida.
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