cosas en común

1699 Words
Llegó a las ocho al departamento de Vivian, el viento arreciaba, la lluvia era helada, los autos pasaban aprisa por la autopista. Al bajar agradeció a su vecino que le llevo con amabilidad hasta aquel lugar. Carga entre sus manos un regalo y un clavel rojo. Salió a su encuentro Emilia; ella lo quería mucho, tocaban música juntos, ella el piano y él la guitarra. Entregó el regalo a Vivian, ella sonrió, le beso con suavidad y luego se abrazó a él. Emilia lo jaló de la mano para mostrarle lo que había aprendido en el piano, el camino sonriendo, mientras es tirado por la niña. Al llegar Angel, fue presentado con Ariel, se estrecharon las manos mientras mencionan sus nombres. Ángel ama a Vivían, no de la forma que un hombre ama a una mujer, para él, ella es más que su prima, es la hermana que nunca ha tenido y que no tendrá. Ángel observó cómo Ariel mira a Vivían, esa forma que solo lo hace alguien que ama con el alma, sonrió complacido por el hecho, luego se acercó a Emilia y besó la frente de ella. Ella, visiblemente emocionada le empezó a contar de lo que ha aprendido en el piano, mientras le va diciendo—Ariel, me lo ha enseñado, el es bacán en el piano y también en la guitarra, me enseñará a tocarla también. Tío Ángel, ¿crees que mi mamá se casará algún día con Ariel?, por qué yo sí quiero que lo hagan, el es buena persona, trata bien a mi mamá y me trata bien a mi…no te enojarás por eso…¿verdad que no?. Ángel la abrazo y le susurro— no lo haré, quiero que ambas sean felices. Luego caminaron junto al piano y ella comenzó a tocar “ Primavera “ de Ludovico Einaudi. La jornada fue agradable, amena. Sentados a la mesa, Ángel rompió el incómodo silencio entre el y Ariel; comenzó contando la vez que lo detuvieron por golpear a un guardia en un bar; cuyo propietario era ni más ni menos que el primo de Canessa. Luego le hizo mención el porqué no estuvo más tiempo detenido, solo estuvo la única noche aquella. Él y Ariel conectaron de una forma, que ni siquiera Vivían lo había echo en un principio, conversaron de variados temas, rieron por las anécdotas de Ángel; y como no, si Ángel era todo un caso, de profesión abogado, y muy peleonero, siempre lo fue, es el tipo de hombre que se pondrá frente a cualquier hombre que ose insultar o amenazar a una mujer. Le contó a Ariel, cómo fueron los primeros moretones en su ojo por defender a una joven en su curso, como cada semana su madre debía ir a poner su cara, solo por qué se había peleado con algún compañero, en defensa de su compañera. Siempre era el mismo discurso de su madre, a lo que él respondía de la misma forma; no dejaré que traten mal a una mujer, aún cuando quién la trate mal, tenga la razón. Por otro lado Ariel había aprendido a leer a las personas, sabía cuando el era como aquel mueble que está demás en la habitación, como aquella silla que sobra en el comedor, por qué todos los lugares han sido cubiertos, como aquella hamaca que nadie la quiere utilizar por miedo a que se rompa, por estar descuidada, sucia y raída, así se sentía Ariel con su madre y hermana. Con Ángel fue diferente, sentía que el le prestaba toda su atención cuando el hablaba. Ambos eran adultos, pero pese a su edad, seguían extrañando a su padre, ambos tenían más cosas en común de lo que se podían imaginar. Por un lado estaba el padre de Ariel el cual lo entendía, el explotaba su talento, el le demostraba el inmenso amor que le tenia, y lo hacia de única forma que es certera, a través de sus actos, sin palabras, solo con su actuar le gritaba lo mucho que lo amaba. Por el otro estaba el padre de Ángel, para el su padre fue su héroe, su mentor, el mejor maestro que tuvo, el cual lo preparó para ser un gran hombre, respetuoso de la vida, de la creación y de cada ser que habita sobre la tierra, pero le enseño, en especial a cuidar de su prima, sin embargo, a sus 39 años, sigue extrañando a sus padres. Caminó hacia el librero, donde descansa un retrato de sus padres junto a él y a su prima, luego de mirarlos, se detuvo en uno donde estaba el de pequeño junto a su madre, recordó por un instante el cálido abrazo de ella, la lluvia que cae copiosa sobre Concepción lo llenó de nostalgia, añorando la tibieza de su hogar, el exquisito pie de limón que preparaba su madre cada vez que la visitaba en la época otoñal, rayando en la invernal. Observó a su prima con Ariel, hacía mucho tiempo que no la veía sonreír como lo hacía aquella tarde. Pronto descubriría que el y Ariel tendrían muchas cosas en común. Entrada la noche ambos se despiden de Emilia y Vivían. Ángel se ofrece para llevar a Ariel hasta su casa. Cuando se aprende a leer las actitudes…no hace falta preguntar; Ariel lo sabía, por lo que al mirar por la ventana vio a tres hombres que conversaban en las afueras de su pequeño departamento, pudo ver en sus actitudes que no estaban hablando del clima precisamente, menos con aquella lluvia que se detenía a rato. Ángel miró hacia los hombres y luego lo miró y dijo—creo que no es conveniente que te bajes—luego arrancó el auto y se dirigió hasta su departamento ubicado en el cerro Caracol. Ángel tenia la sospecha, al igual que Vivían, una vez que Andrés supiera de alguna relación de Vivían, entraría en el juego; pero él es de los que juegan sucio, utilizando su puesto, poder y dinero para jugar siempre a ganador. Ángel sin pensarlo dos veces, sacó a Ariel de aquel lugar. Sabia muy poco de Ariel, de algo estaba seguro, y era que Andrés mandaría a matones como advertencia. Al llegar, Ángel caminó directo al refrigerador y extrajo dos cerveza, le ofreció una a Ariel, la cual rechazó y la otra se la bebió con calma. Ambos se sentaron, quedando uno al frente del otro en la pequeña mesa de comer. Ángel interrumpió el incómodo silencio al preguntar,—¿ Sabes quiénes eran esos hombres?, porque al parecer ellos te esperaban, —No—respondió Ariel. —¿Si sabes quién es el esposo de mi prima?—pregunto con la vista inquisitiva fija en los ojos de Ariel. —Lo sé — fue toda la respuesta que ofreció. Las preguntas incómodas las analizaba y luego respondía, está no era una pregunta incómoda, solo era una pregunta que traía una advertencia y que solo el la pudo leer. Ángel volvió a interrogar, ¿ Tienes idea que sucederá si continúas visitando a Vivían?, ¿ Tienes puta idea siquiera,que le puede suceder a ella o a ti, si insisten en continuar con esta relación?, esta vez había desesperación en su voz. —No lo sé—dijo Ariel, con una calma que exaspera a Ángel, el cual trata de mantener el control para no lanzarse sobre Ariel; aquel descontrol pareciera ser parte de su naturaleza, es como si fuese parte de su esencia. Caminó de un lado a otro de la sala, mientras comienza a contarle todo lo que se puede acerca de Andrés. Ariel escucha con atención; es una de sus cualidades más destacada, el prestar atención a cada palabra dicha por Ángel, así va armando un escenario, para luego buscar las soluciones y poder salir de aquella enrevesada situación, lo que él no sabe, es que Andrés Canessa no es un hombre común, y lo pude perder todo, incluyendo su vida, si osa enfrentarse al honorable juez, Ángel lo sabe y se lo trata de advertir no solo por él, sino por Vivían y Emilia. El narcisismo de Canessa está fuera de control desde que Vivían se alejó junto a su hija. Andrés aparenta tranquilidad y comprensión, pero tanto Vivían asi cómo Ángel, saben que eso es solo una buena actuación; si lo postulasen a los Oscar, sin duda sería el ganador. Ariel en tanto analiza de qué forma puede ayudar, el es uno de los pocos ingenuos que piensa que las cosas con Andrés se arreglan hablando. Ama a Vivían y a Emilia, con la niña tiene un tipo de conexión que ni siquiera Ángel, menos Andrés tienen. Emilia tiene más cosas en común con él que cualquiera de sus familiares más cercanos, incluso sus ojos tienen un cierto parecido. —No tienes idea cuánto tentáculos posee Andrés— dijo Ángel frente a Ariel, ahora ambos estaban parados. Ariel abrió sus ojos color turquesa que resaltaron con la luz que penetraba sus pupilas. —¿Por qué me dices esto? —Para que sepas que terreno pisas. —¿Si tuvieras en mi lugar que harías? —Posiblemente lo mismo que tú, querer enfrentar a Andrés, ponerme como escudo, pero no te lo aconsejo. Luego le comenzó a relatar algunos acontecimientos acerca de Andrés y como el junto a la mamá de Vivían, la habían rescatado de aquel encierro en la que la tenia su esposo. Se hace responsable de todo lo vivido por Vivian junto Andrés, la culpa que carga, por haberlos presentado, lo corree por dentro, es una culpa inoculada que la llevará por lo que dure su mortalidad. —¿Por qu6e me cuentas todo esto?,—quizo saber Ariel. —Tómalo como un acto compasivo hacia un humano en peligro. Ángel con gusto hubiera abrazado a Ariel en gratitud por haber abierto, nuevamente, al hermético corazón de su prima. La hermosa sonrisa de ella, Ángel solo la veía en sus recuerdo, sin embargo ahora, ahora la observa cada vez que la visita, su gratitud hacia aquel extraño y desconocido para él, por haber logrado transformar la gris y sombría Vivían en un ser radiante que emana felicidad, es enorme.
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