Golpe bajo para el juez

1546 Words
Mientras saboreaba una taza de café junto a su primo, sonó su teléfono móvil. —¡Hola! —Date por perdida, cada vez que intentes enfrentarme, te hundiré un poco más, te lo advertí, que no te fueras, pero…no me quisiste escuchar, Emilia se quedará para siempre conmigo, y si puedo, negaré cualquier tipo de visita, no la podrás ver en tu vida, y el bastardo que llevas en tu vientre, contigo en la cárcel, haré que lo hagan desaparecer, se irá a algún lugar del mundo en adopción. —No respondas a nada de lo dicho por el— dijo Ángel, está vez Vivian actuó con inteligencia al poner el móvil en alta voz. —Le aconsejo juez que mida sus palabras, no le conviene andar de amenaza en amenaza. —Ve despidiéndote de tu carrera abogadito, así como la recibiste, la perderás. Su voz sonaba grave, habló como suele hacerlo un resentido. El no perdonaría jamás a Vivian por haberlo abandonado, y no es que la amara, su ego, y su pensamiento de superioridad no le permitían aceptar el hecho. Al pensar que Vivían se encontraba sola, Andrés había realizado la llamada, solo para confirmar lo que Ángel y Vivían sospechaban. Era su prima, su hermana, no la dejaría sola, aunque estuviera temblando de miedo, su determinación lo hacia estar junto a ella y pelear por ella en los tribunales. Vez que salía de su departamento o el de Vivían, miraba a todos lados, y no era que estuviera siendo paranoico, el sabía con quién se estaba metiendo, sabía cuáles podrían ser las represalias que vendrían. Aún así quiso seguir, que importaba lo que le pudiera suceder, si con eso pudieran acusar de corrupción al mediático juez, se daría por misión cumplida. Manejó con cautela hasta su departamento. Su acto reflejo, al finalizar la jornada, es llegar a su departamento, tirar su bolso sobre un sillón, caminar hacia la cocina, abrir la nevera y extraer una cerveza bien helada, ir de vuelta hacia su pequeña sala y dejarse caer en el primer sillón que encuentre desocupado, beber lentamente su lata de cerveza mientras analiza su día y comienza armar alguna estrategia para dar el siguiente paso en defensa de su defendida. Su mente voló al pasado, al momento exacto cuando presentó a Vivían con Andrés. De muchas formas se siente culpable y trata de remediar aquel gran error que ha cometido, sin embargo, como podría saber que aquel hombre convertiría en prisionera a su prima. Aprovechó el momento de culpas y arrepentimiento para hacer un microscópico análisis a su vida, que si bien no era la que su mamá hubiese querido para él, pero, era la que el eligió vivir. Repasó sus relaciones amorosas y como fue que terminó con su última novia, la cual se fue y lo dejo en su peor momento. Se sentó y se paró del sitial que se encuentra cerca de la ventana que da al balcón; le estaba costando controlar su ansiedad, su rabia y su sed de venganza en contra del infeliz de Andrés. Cómo se puede llegar a ser tan miserable; cuando se trata de hacer polvo a otro ser. Cómo ejercicio de control fijó su vista sobre los libros de leyes y proceso penal; los cuales mantenía de forma ordenada en los estantes que conforman una pequeña biblioteca. Detuvo su mirada en un archivador que se encuentra entre los libros. Se acercó, lo extrajo, comenzó a hojearlo y ver el contenido de los papeles. Mientras pasa hoja tras hoja, se encontró con una antigua fotografía; en ella aparecía el junto a Vivian. Mientras la observa recordó como se sentía cuando su tía Josefina y su madre le encargaban que cuidase de su prima. Para el era el trabajo más grande jamás encargado a un niño de siete años. Ángel nunca fue un niño muy ordenado, le gustaba llevar el pelo largo desde pequeño, vestía con lo primero que encontraba en su ropero. Amaba a su madre y siempre se lo estaba demostrando, con pequeños gestos, le gustaba pasar los domingo junto a ella. De su padre no recuerda mucho, el falleció cuando el era solo un niño, tenía cuatro o cinco, ya no lo recordaba. Al llegar la noche, hizo una llamada a su prima para saber que estaba bien. Al dar las 23:30, se puso de pie de un salto, tomó su casco y bajó al estacionamiento. Se dirigió a la playa favorita que tenia de pequeño, Merquiche, queda a media hora al norte de Dichato, solo se puede llegar en vehículo . Aceleró su moto a la máxima velocidad, a esa hora la carretera se encontraba despejada. Sus reflexiones la hacia a orilla del mar, caminando descalzo. Ahora más que nunca necesita conectar con su yo interior, con sus recuerdos, con su inteligencia. Se encuentra en una encrucijada, en un camino sin salida; y como no, si está a punto de enfrentar al más poderoso juez de Concepción. El destino de su prima está en sus manos. Se siente atado, no sabe hacia donde girar. Caminó descalzo, sintiendo las pequeñas olas chocando en sus pies. Así se sentía, sus pies representan al juez y las débiles olas lo representaban a él. Se sentó en la arena, habló con su madre; como suele hacerlo cada vez que se siente confundido, perdido. Luego de un rato, echó un último vistazo hacia el mar, las olas comenzaron a tornarse más fuerte, la marea había subido, se podría decir que con la fuerza que irrumpían en la orilla, podría hacer que se tambaleara al chocar de forma tan violenta en sus pies. Caminó hacia su moto y regresó, en las afueras de su edificio lo espera su amigo. —Mañana comienza la cacería, ahora sé por dónde empezar— dijo a su amigo Daniel( El Morza) Sin embargo, Ángel sabe, por otro lado, lo peligroso y poderoso que es Andrés, una combinación destructiva para cualquiera que ose enfrentarlo. Es como un lobo en las sombras caminando de forma silente, y que de un momento a otro saltará sobre su presa dispuesto a asesinar. Para Ángel se había acabado el tiempo de retozar, comenzaba la lucha, y esta vez era ganar o morir. Por otro lado el juez, es más bien un ser impasible, no duda en aplastar a quien se cruce en su camino. Y por lo que saben, tiene complicidades en cada tribunal, en el recinto penitenciario. Y ya no oculta que él está detrás de todo lo que sucede, de la muerte de Ariel, Ángel está seguro que el mando a darle la golpiza que lo llevo a la muerte. Se despidió de su amigo, luego se dio una ducha, se tomó una cerveza bien helada, como acostumbra cada día. Luego comenzó a encajar las piezas faltantes en la historia, pero le seguían sobrando y por otro lado le seguían faltando, las faltantes las deja en blanco. De algo estaba seguro; y era que pronto las haría encajar las sobrantes y encontraría las que le faltaban. Era un tanto testarudo, tozudo como el mismo, así y todo no claudica, no cuando de defender a los que ama se trata. Recordó las muchas veces que hizo rabiar a su madre. Sonrío con cada travesura que y las cuales hacían enfadar a su primo; era su manera de desquitarse por el bullying realizado por este en su contra. Caminó de un lado a otro, respiró profundo y en voz alta se dijo a si mismo “bien Ángel, comienza el gran juego, empieza a mover las piezas, adelántate a Canessa”. Tiró la lata al basurero, luego se acomodó en el sillón y se durmió. Al día siguiente se despertó temprano, se preparó un café n***o, el que lo acompañó con un sándwich de abundante queso. Debía pasar por Vivian y presentarse ante el juez a las 10:30 de la mañana. La fiscalía presentó los cargos en contra de Vivían, luego fue el turno de Ángel, quien presentó la defensa alegando lo po o creíble de los testigo, debido a su condición de drogadicto, y sin mencionar que la fiscalía no tenía como unir a Vivian con el supuesto p**o a los delincuentes. La fiscalía pidió más plazo para buscar la forma de hacer que encaje el p**o con Vivían. Al finalizar la audiencia, se encontraron con el juez en los pasillos, por su cara ya sabía lo ocurrido. Ángel se le acercó dejando a Vivían atrás y le susurró. —También se jugar sucio. El juez apretó sus puños y se retiró, y Ángel le ha lo en voz alta por atrás. —Pasaremos por Emilia, la jueza se la está devolviendo a su madre. No siquiera giró, camino a grandes zancadas hacia su oficina Daniel estaba afuera de los tribunales esperándolo. —Fue fácil hacerlos caer, para un drogadicto, la droga es primero que el deber. —Gracias—dijo Ángel abrazando a su amigo. Canino junto a su prima hasta el auto, luego arrancó en dirección de la casa del juez, iban por Emilia. Pasó el tiempo otorgado por el tribunal a la fiscalía, nuevamente tendrán que asistir a otra audiencia, allí comenzarán de nuevo los alegatos. Está vez el irá más preparado.
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