Xavier King
—Sabes que tu hermana está molesta contigo, ¿verdad? —fueron las primeras palabras que salieron de la boca de mi madre cuando contesté el teléfono.
Suspiré y me di la vuelta en mi silla.
—Lo sé mamá, pero esta reunión fue muy importante. Realmente no la pude reprogramar —dije.
—Parece que hay muchas cosas más importantes además de ver a tu familia en estos días —murmuró y yo hice una mueca.
—Mamá...
—No, Xavier. Amelia tenía razón. Desde que tomaste el relevo de tu padre hace dos años, has tenido cada vez menos tiempo para nosotros. Tengo suerte si puedo hablar contigo dos veces durante la semana. ¿Y qué te pasa ahora que te saltas las cenas de los domingos? Todo lo que pido es un par de horas de tu tiempo para que al menos puedas pasar un poco de tiempo con tu maldita familia una vez a la semana, ¿y ahora ni siquiera puedes darnos eso, Xavier? —escuché la tristeza en su voz y fruncí el ceño.
¿No estaba todo bien hace unos días?
—Mamá ... ¿Qué está pasando? ¿De dónde viene todo esto? —pregunté.
—¡Viene desde que estas fallando en dejar tiempo para nosotros! Sé que he estado callada al respecto. No he estado diciendo mucho porque esperaba que en algún momento dejaras de trabajar hasta la extenuación. Pero maldita sea, Xavier! Ahora está llegando demasiado lejos, y tus hermanos están sufriendo por eso. Una llamada telefónica a veces no es suficiente. Te quieren aquí, especialmente Luke y Amelia. Tú sabes lo que Amelia siente por ti. Todavía te mira como si hubieras colgado la maldita luna y las estrellas. . Está empezando a resentirse contigo y eso lo odio —mi corazón se retorció en mi pecho y pasé una mano por mi cabello.
—Está bien mamá. Lo entiendo. Supongo que no he estado dedicando mucho tiempo a ninguno de ustedes. Cancelaré mi reunión y volveré a casa ahora —dije.
—Ya pasó la mitad del día, Xavier. Si de verdad te importara, no habrías puesto otra reunión antes que tu familia, una vez más. Solo pensé que debería haberte avisado sobre cómo se siente tu hermana. Te amo hijo y estoy orgullosa de ti, pero debes hacerlo mejor cuando se trata de tu familia —dijo antes de colgar.
Ah, joder.
Cerré los ojos y respiré hondo, antes de girar mi silla y llamar a Anabelle.
—¿Sí, señor? —entró por la puerta.
—Reprograme la reunión con Ross para la próxima semana. Tengo un asunto familiar importante que atender —Murmuré.
—P-Pero señor, el señor Ross no va a… —arqueé una ceja.
—Le dije, reprograme la reunión con Anabelle. Si se queja, avíseme. Yo me encargaré, pero ahora mismo tengo que ir con mi familia. Una vez que haya terminado con eso, puede irse —ordené.
—Umm, sí señor. Si no le importa que…
—Me importa. No te p**o para que me interrogues —la interrumpí, y sus mejillas se pusieron de un rojo brillante, antes de que saliera corriendo de mi oficina.
Sí, fue duro, pero me importa un carajo. No tiene derecho a recibir respuestas sobre mi vida personal.
Me levanté, aflojé mi corbata y me la quité antes de meter la mano en el cajón y agarrar las llaves del coche. Agarré mi teléfono y me lo metí en el bolsillo, antes de caminar hacia mi ascensor privado.
Llegué al estacionamiento subterráneo y me deslicé en mi Range Rover, haciendo el recorrido de dos horas hasta la casa de mis padres.
———————————
Me detuve frente a la casa, estacioné frente a la puerta, antes de agarrar las llaves de la casa que guardaba en mi guantera.
Afortunadamente para mí, las llaves estaban en este auto y no en ninguno de los otros.
Me deslicé fuera del auto, estirándome un poco, antes de caminar hacia la puerta.
Abrí la puerta y entré, mirando alrededor del enorme vestíbulo. No podía escuchar ninguna voz en la sala de estar, ni en la cocina, así que atravesé la casa hasta el patio trasero, donde estaba la piscina.
Maldita sea.
Ese fue mi primer pensamiento cuando vi al ángel acostado en el sillón, tomando el sol.
Mi boca se secó, mientras mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mi p**o comenzó a endurecerse en mis pantalones.
¿Quién diablos era esa?
—¡Xavier! —de hecho, me dolió apartar los ojos de la dulce ángel en diminuto bikini, pero me las arreglé, al ver a Luke correr hacia mí.
Diablos. ¿Ese niño creció desde la última vez que lo vi?
Me abrazó y me reí entre dientes.
—¿Qué pasa, hermanito? ¿Cómo has estado? —pregunté, metiendo mis manos en mis bolsillos.
A estas alturas, todos los ojos estaban puestos en nosotros, incluso la del ángel de cabello castaño, y sentí una sensación de satisfacción cuando sus ojos me examinaron de la cabeza a los pies.
—He estado bien. No te he visto mucho —dijo, y me froté la nuca.
—Sí ... he estado ocupado, pero te prometo que ahora me verás más —dije, y él sonrió.
—Genial. Quizás podrías venir a ver uno de mis juegos de baloncesto entonces —dijo, y asentí.
—Avísame cuándo y haré tiempo —l e revolví el pelo, haciéndolo agacharse y apartara mis manos.
Salí al enorme patio y me acerqué a mi madre y mi abuela.
—Hola mamá. Abuelita —besé sus cabezas, antes de sentarme en el asiento frente a ellas y asegurarme de tener una vista perfecta de la hermosa angelita.
—Veo que finalmente has decidido bendecirnos con tu presencia. ¿Pensé que tenías una reunión? —preguntó mi madre, antes de tomar un sorbo de su té.
—La cancelé. Decidí que pasar el resto del fin de semana con mi familia era más importante —dije, recostándome en la silla.
—Hmm —fue la única respuesta de mi madre y suspiré.
—¿Dónde está Meely Bug? —pregunté, viendo que ella no estaba afuera.
—Ella entró para cambiarse —respondió la abuela—. ¿Cómo ha ido el trabajo, hijo? —preguntó, dándome una pequeña sonrisa.
Al menos no está enojada conmigo.
—El trabajo ha sido un TRABAJO, abuela. Ha sido estresante y un dolor absoluto en el trasero —suspiré.
—Mejorará, no te preocupes —me dio unas palmaditas en la mano, haciéndome sonreír.
Mis ojos seguían desviándose hacia la chica de cabello castaño, pero no podía encontrar la manera de preguntar por ella, sin hacer demasiado obvio que estaba interesado.
Si mostraba algún signo de interés en ella, mi madre tendría nuestra maldita boda planeada para el final del día.
No bromeo.
Afortunadamente, Amelia salió en traje de baño con una sonrisa en su rostro, que rápidamente se transformó en un ceño fruncido cuando me vio, y me estremecí.
Ella me ignoró, sentándose al lado de mi futura chica.
Sí, ya la he reclamado como mía y no tengo ninguna maldita vergüenza.
—Meely Bug —llamé, pero ella me ignoró constantemente, eligiendo hablar con su amiga, quien secretamente me estaba robando miradas.
—Disculpen, mamá, abuela —me paré, alejándome de la mesa y acercándome a mi hermana.
—Buenas tardes, damas —saludé, sentándome en el sillón junto a Amelia.
—¿Qué estás haciendo aquí, Xavier? —murmuró, poniendo los ojos en blanco, y yo fruncí el ceño.
Ella nunca me llama Xavier. Desde que era un bebé. Ella nunca me ha llamado así.
—Estoy aquí para verte, Meely Bug. No todos los días veo a mi única hermanita —dije.
Ella se burló y clavó los ojos en mí.
—Si yo era tan importante para ti, ¿por qué no estabas aquí antes? —preguntó.
—Mi Mi … —los ojos de ambos volaron hacia el ángel de ojos verdes y casi se me cae la baba.
Maldita sea. Ella es más jodidamente perfecta de cerca. Su piel bronceada se veía suave y sedosa, y solo quería pasar mis manos por ella.
Sus grandes ojos verdes eran expresivos y podía verme perdiéndome en ellos.
Ni siquiera me hagan empezar con esos labios. Eran gruesos, y con el tono rosa más perfecto que he visto en mi vida.
Mierda, me encantaría verlos envueltos alrededor de mi p**o.
Silenciosamente agradecí a Dios que todavía tenía puesta la chaqueta del traje, ya que ayudó a ocultar la erección masiva que tenía en mis pantalones.
Volví a concentrarme justo a tiempo para oírla salir en mi defensa, y creo que ahora me gustaba aún más.
—Entiendo cómo te sientes, pero deja de hacerle pasar un mal rato. Aún así vino por ti —dijo en voz baja, su voz haciendo cosas en mi corazón que no estaba seguro de que me gustaran.
Maldita sea. ¿Qué me está haciendo esta chica?
—Pero Livy, esta no es la primera vez que hace esto, y creo que me reservo todo el derecho a estar enojada —me encogí cuando escuché a Amelia decir eso.
¿Realmente he estado alejando tanto a mi familia?
Antes de que pudiera dejar que el sentimiento de culpa se apoderara de mí, respiré hondo y me metí en la conversación.
—Lo siento Meely Bug. Tienes todo el derecho a estar molesta conmigo. Debí haber estado aquí —dije suavemente, y ella me miró con ojos tristes, lo que me hizo sentir aún más como un imbécil.
Amelia y yo siempre hemos sido unidos, a pesar de nuestra diferencia de edad. Yo era el mayor de todos mis hermanos y me enorgullecía protegerlos a todos, pero mis instintos protectores se intensificaron cuando se trataba de ella, porque es la única chica.
Yo era quien la cuidaba cuando era más joven, le cambiaba los pañales, le daba el biberón, jugaba con ella hasta que llegaba la hora de dormir. Siempre estaba allí para levantarla cuando se caía o regañar a mis hermanos cuando jugaban demasiado brusco con ella. Yo era el que asustaba a todos sus novios y los ahuyentaba mientras nuestro viejo trabajaba. Siempre estuve ahí para que ella me hablara cuando lo necesitaba, y ver que la lastimé tanto con mi ausencia, me lastimó también.
Amelia se levantó de su sillón y se sentó a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de mí. Le devolví un apretón.
—Lo siento, Meely Bug. Te prometo que te compensaré —murmuré, besando la parte superior de su cabeza.
—Está bien, Bubba. Estás aquí ahora —murmuró en mi camisa, haciéndome sonreír.
Ella todavía sonaba como la niña que cuidaba.
—Ahora, ¿no me vas a presentar a tu amiga? —fijé mis ojos en la chica en cuestión, viendo su piel ruborizarse bajo mi mirada.
—Oh. Bubba, esta es mi amiga, Olivia. Livy, este es mi hermano mayor, Xavier —dijo Amelia mientras se sentaba.
—Es un placer conocerte —extendí mi mano hacia ella, y cuando nuestra piel se tocó, un rayo de chispas bajó por mi brazo, casi haciéndome saltar hacia atrás.
¿Qué demonios??
—E-Encantada de conocerte también —tartamudeó, apartando la mano.
Quería tomar su mano de nuevo y sostenerla por más tiempo, pero me controlé.
En cambio, dirigí mi atención a Amelia.
—Entonces, ¿cómo ha ido la escuela? —le pregunté, recostándome en el sillón, mientras ella regresaba a su asiento.
En mi posición reclinada, tenía una gran vista de Olivia por el rabillo del ojo.
Amelia estaba hablando emocionada sobre la escuela, y yo solo escuchaba a medias, mientras seguía mirando furtivamente a mi pequeña belleza de ojos verdes que sonreía a su teléfono.
Me pregunté qué la hacía sonreír así.
O quién.
Mierda. ¿Y si tiene novio? No creo que mi corazón fuera capaz de aceptarlo si lo tuviera.
Hice una nota mental para llamar a mi jefe de seguridad y hacer que la investigara.
Me concentré justo a tiempo para escuchar a Amelia contarme sobre un chico universitario con el que empezó a hablar.
—Espera. ¿Quién es este chico con el que estás hablando? Quiero un nombre, edad y especialidad —dije seriamente y ella gimió en voz alta.
—Bubs, por favor no asustes a este. ¡De hecho me agrada! —gimió de nuevo.
—Amelia. Quiero su nombre ahora —dije con severidad.
—¡Xavi! Déjala en paz. Tiene 21 años, tiene edad suficiente para salir —gritó mamá, haciendo que mi padre nos prestara atención.
—¿Salir con quién? —preguntó.
—¡Mamá! ¡¿Ves lo que hiciste?! —Amelia hizo un puchero.
—¿Con quién estás saliendo, princesa? —preguntó él, pero ella no respondió.
Escuché a Olivia reír en voz baja a su lado, y mis manos se cerraron en puños ante el dulce sonido.
Quiero ... no, necesito volver a escuchar ese sonido.
Mierda. Necesito encontrar una manera de acercarme a esta chica, y pronto. Necesitaba reclamarla, antes que alguien más lo hiciera.
—Amelia. Su nombre, ahora —le di "la mirada", como le gustaba llamarla, que nunca falló para hacerla entrar en la línea cuando era más joven.
—Joshua Prescott —murmuró, lanzando una mirada juguetona a Olivia, que parecía divertida a su costa.
Saqué mi teléfono y llamé a mi jefe de seguridad, Ryan.
—¿Qué puedo hacer por usted, jefe? —preguntó, respondiendo de inmediato.
—Quiero que busques a alguien para mí. Es un chico que va a la escuela de Amelia. Su nombre es Joshua Prescott. Envíame el informe completo cuando hayas terminado —dije, empujando a Amelia mientras intentaba agarrar mi teléfono.
—¡No, Ryan! ¡No lo hagas! —gritó Amelia y lo escuché reír.
—Considérelo hecho, jefe —respondió.
—Bien. Eso no es todo lo que necesito que hagas, pero hablaremos de eso más tarde —le dije.
—Sí, señor —colgué el teléfono y miré a Amelia, que ahora tenía los brazos cruzados sobre el pecho y hacía pucheros.
—No sé por qué estás haciendo pucheros por lo que hice. Sabes que siempre busco a cualquiera con quien te involucras —dije, haciéndola poner los ojos en blanco.
—Sí, lo sé Bubba, ¡pero pensé que te habrías calmado ahora que soy mayor! —ella gimió, haciéndome poner los ojos en blanco.
—No va a pasar, Meely Bug —me reí entre dientes y ella resopló.
Miré a Olivia y ella nos miraba con una sonrisa melancólica, lo que me hizo fruncir el ceño.
Voy a tener que conseguir que Ryan haga esa verificación de antecedentes lo antes posible.
Pasamos la siguiente hora afuera, antes de que todos fueran a prepararse para la cena.
—Vamos a salir todos. Yo invito —dije, y mi madre aplaudió emocionada.
—¡Genial! ¿A dónde vamos? —preguntó con entusiasmo.
—Centro —dije, y ella sonrió.
—Todos, bajen a las 8 —dije, antes de irme a mi habitación.
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Olivia Grey
—Te ves increíble —chilló Amelia, haciéndome poner los ojos en blanco.
Como íbamos a un restaurante de cinco estrellas, tuve que pedir prestado un vestido a Amelia, porque no tenía ningún vestido adecuado para la ocasión.
El vestido me quedaba un poco ajustado, ya que tenía un poco más de curvas que Amelia, pero aun así se veía increíble. Era un color naranja sedoso y quemado que complementaba mi piel dorada de manera asombrosa. Lo combiné con un par de tacones abiertos que traje.
Me alisaron el cabello y me maquillé un poco porque no tenía la energía para hacer nada más.
—Vamos abajo, antes de que Xavier venga aquí —suspiró.
La seguí fuera de la habitación hasta el ya ruidoso vestíbulo, donde todo el mundo estaba esperando.
Christian se acercó a mí, sus ojos recorrieron mi cuerpo, haciéndome sonrojar.
—Hola hermosa. ¿Quieres montar con Luke y yo? —él sonrió, extendiendo la mano para quitarme un mechón de cabello de la cara.
Un ruido sordo vino detrás de mí, antes de que una mano se envolviera alrededor de mi cintura.
¿Qué carajos?
Me giré con los ojos muy abiertos y levanté la vista para ver a Xavier mirando a Christian.
En serio. ¡Qué carajos!
Los dos se miraron el uno al otro por un momento, antes de que Christian pusiera los ojos en blanco y se alejara, murmurando en voz baja.
Xavier dirigió esos encendidos ojos de color azul hielo hacia mí, y quise correr.
¿Cuál era su problema?
—Vas a viajar con Amelia y conmigo —dijo bruscamente, desenvolviendo su brazo alrededor de mi cintura.
Todos nos miraban conmocionados e interesados, lo que hizo que mi rostro se pusiera de un rojo intenso.
—Vamos —todos parecieron salir del trance en el que estaban y se dirigieron hacia la puerta, mientras yo permanecía un poco aturdida.
¿Qué acaba de pasar?
—Olivia —la voz profunda y sedosa de Xavier me sacó de mi estupor y lo miré.
—Vamos —de alguna manera, logré ponerme en pie y salí de la casa, yendo hacia Amelia, que estaba apoyada en un Range Rover n***o, mirándonos a los dos con curiosidad y sospecha.
“Sí, Mi Mi. Tampoco sé qué diablos está pasando” dije en mi cabeza.
Me deslicé en el asiento trasero, dejando que Amelia se sentara al frente.
Vi una mirada pasar por el rostro de Xavier, pero no pensé en ello, mientras cerraba la puerta y me acomodaba en los cómodos asientos de cuero.
Amelia se deslizó en el asiento delantero, mirándome con una mirada inquisitiva, a la que me encogí de hombros.
Ni siquiera conozco a este hombre.
Él se quedó fuera un minuto, pasándose la mano por el pelo, dándole un aspecto sexy y desaliñado.
¿Mencioné lo sexy que era?
Si pensé que Christian estaba bien, este hombre se llevó el pastel.
Era extremadamente alto, parecía tener alrededor de 2 metros, lo que significaba que tenía que estirar la cabeza para mirarlo, incluso con tacones.
Su cabello era n***o azabache, similar al de su padre, mientras que el resto de los hermanos se parecían a su madre con cabello rubio.
Tenía el rostro de un maldito dios griego. Ojos azul hielo, nariz romana, mandíbula prominente cubierta de vello, y labios rosados y gruesos que parecían tan suaves.
El traje gris que llevaba no disimulaba sus músculos, y vi cómo sus brazos se flexionaban, mientras abría la puerta y se deslizaba en el asiento del conductor.
Sus ojos se encontraron con los míos en el espejo retrovisor y me sonrojé, agachando la cabeza.
Me miró intensamente durante unos segundos, antes de apartar la mirada, arrancar el coche y seguir a su familia.