Xavier: Podía sentir a Olivia forcejeando en mis brazos, intentando levantarse, pero yo sólo la acercaba, disfrutando de su suave y curvilíneo cuerpo apretado contra mi duro pecho. Resopló, y finalmente se rindió y se relajó en mis brazos cuando se dio cuenta de que no iba a dejarla marchar. Se giró hacia mí y yo mantuve la respiración tranquila y los ojos cerrados mientras ella se acercaba lentamente y me tocaba la cara, pasando los dedos por la nariz y la mandíbula, antes de pasarlos por los labios. Me metí su dedo en la boca, haciéndola saltar y gritar. —Estuviste levantado todo el tiempo —acusó, y yo sonreí. —Sí. ¿Qué estabas haciendo, muñeca? levanté una ceja y ella se sonrojó mucho. —N-nada. Decidí apiadarme de ella, poniéndola encima de mí y llenando su