Brooke Pov:
Uhmm…
Siento como suaves caricias se extienden por mi rostro y no puedo negar que se sienten bien. Es tan delicado ese toque que, por un momento, pienso que estoy hecha de algún material delicado que puede romperse con facilidad.
¿Quién…?
—Brooke…Despierta…
—No…—murmuro medio dormida—5 minutos más…
—Si duermes aquí todo tu cuerpo te dolerá, mariposa…—¿Quién me habla?— Vamos, Brooke, es hora de despertar…
Escucho una voz ronca llamarme con suavidad, mientras continúa con sus caricias por todo mi rostro y poco a poco la obedezco abriendo mis ojos y concentrándome en la persona que me ha llamado.
Oh, es Elliot…Esperen ¿¡Elliot!?
Me despierto de golpe al reconocer su atractivo rostro y de inmediato mis mejillas se sonrojan al ser consciente de que Elliot me ha visto dormida y, probablemente, con mi boca más abierta que una canasta de baloncesto. Yo no duermo como esas princesas que cuando duermen se ven perfectas, mi manera de dormir es poco agraciada.
Que vergüenza.
—H-Hola…Eh…Buenas tardes…—balbuceo sintiéndome nerviosa de repente.
—Es de noche—corrige él en tono neutro, pero mucho más ligero que el tono con el que usualmente habla con las personas, mientras deja de tocarme.
Abro mis ojos como verdaderos platos y me fijo en el reloj que se encuentra en una pared cercana ¡Joder! ¿A dónde se fue la hermosa tarde que veía desde la ventana? ¡Ya son pasadas las ocho! ¿Tanto así dormí? No puedo creerlo, incluso Elliot ya ha regresado de trabajar y yo sigo aquí en este sillón.
Él se encuentra sentado en el mismo sillón en el cual estuve durmiendo hace poco y solo me mira y me mira sin decir más, mientras yo sigo muerta de la vergüenza, ya que debo parecer un desastre acostada aquí de una manera tan descuidada. No sé que me pasó, supongo que me sentía más cansada de lo que parecía.
—Eh, sí…Discúlpame…
—No tienes que disculparte— suspira pareciendo muy cansado y veo como tira de su corbata plateada para soltarla. Yo aprieto mis labios idiotizada viendo la sublime belleza que posee este hombre, mientras desabrocha su fina camisa—Te sentías cansada y querías descansar, eso está bien.
—¿Cómo voy a cansarme si no hago nada en todo el día?— cuestiono yo, cruzándome de brazos y torciendo un poco mis labios en una mueca— Las personas aquí no me dejan ni siquiera levantar una escoba…
—Es lo normal—habla en tono neutral y serio, mientras sus ojos como cristales se clavan en los míos. A veces creo que esos ojos tienen la habilidad secreta de ver mucho más allá del alma—Eres mi esposa, la señora de esta casa y nadie se atrevería a hacerte algo u obligarte a hacer cosas que no quieres.
La señora.
Mantengo mi mirada clavada en la suya y él igual la mantiene en la mía. No sabía que ese título me traería tantas incomodidades y problemas, si bien nadie me trata mal aquí, puedo notar las miradas de algunas personas que me ven como si ese título fuese demasiado grande para una mujer como yo. Todos murmuran y opinan a mis espaldas sobre este matrimonio tan extraño e inesperado. Supongo que me tendré que acostumbrar para poder cumplir el papel de “señora”
Solo serán dos años después de todo.
—¿Cómo fue tu día hoy en el trabajo?— decido preguntar para cambiar de tema y desvío mi mirada de la suya al no poder resistir su intensidad.
Este hombre es un peligro andante para mi corazón.
—Muy ruidoso— responde y vuelvo mi mirada hacia él, alzando sutilmente una de mis cejas. Cada vez que le pregunto sobre su día me dice siempre lo mismo, pero ¿A qué se refiere con ruidoso? Él se quita su corbata y su saco para quedar simplemente en una camisa blanca de botones. Incluso así se ve atractivo, pero me preocupa que sea tan adicto al trabajo ¿No se cansa de tanto trabajar?—¿Ya cenaste?
—No, no tengo hambre— respondo con simpleza—¿Quieres que le diga a Gérard que te sirva la cena?
—No, tampoco tengo hambre— responde él de la misma manera y otra vez el silencio toma el control de la situación.
La verdad a menudo pasa. A veces nos quedamos sin tema de conversación y es en ese momento que todo queda inundado de un silencio bastante etéreo. A veces es incómodo y otras veces se siente más ligero, pero ahora, con esos ojos encima de mí, no puedo evitar sentirme inquieta con el corazón latiendo a veloz galopar.
Trago grueso, sintiendo mi pulso un poco alterado ¿Qué debería decir para romper este silencio?
—¿Aún tienes sueño?—pregunta de pronto rompiendo el silencio.
Hago una pequeña mueca ante su pregunta.
A decir verdad no, pero…
—Un poco—le susurro ya que quiero una excusa para encerrarme en mi habitación hasta mañana, ya he tenido mi dosis diaria de “Elliotamol” (una nueva medicina que he creado) y una sobredosis puede ser muy peligrosa para mi sistema. Esos ojos fácilmente puede ocasionar me un ataque al corazón.
De pronto Elliot se levanta de su asiento y se gira hacia mí, dejándome confundida ¿Qué va a…? De la nada se inclina y me toma entre brazos estilo princesa haciendo que un grito ahogado salga de mis labios.
¿¡Qué está haciendo este hombre!?
—E-Elliot…¿Qué….?
—Fue muy descuidado que durmieses en ese incómodo sillón por tanto tiempo— me dice él con gran tranquilidad en su semblante helado, mientras yo siento que mis mejillas se derretirán. Él parece inalterable con todo esto y yo estoy queme muero de la vergüenza—Tu cuerpo puede dolerte si duermes en posiciones extrañas o muy forzadas…
—Ya…Ya entendí…—comento muerta de la vergüenza cuando él empieza a caminar conmigo en brazos hasta la escalera. Yo no soy del todo delgada, sospecho que peso un poco, pero él me carga como si yo fuese una ligera pluma que pesa menos que el viento— Puedo caminar, no es necesario que me cargues.
—Al haber despertado hace poco tu cuerpo puede aún sentirse débil y tus piernas pueden fallar en cualquier momento—me explica él y yo quedo atónita ante su explicación— Además…—se acerca disimuladamente a mi sonrojada oreja en un acto que muchos considerarían íntimo— Tenemos espectadores a los cuales engañar.
Frunzo suavemente mi ceño ante su discreto susurro y, disimuladamente, miro a nuestro alrededor para darme cuenta que hay ciertas empleadas de la limpieza viéndonos muy fijamente, pareciendo sorprendidas e incrédulas con nuestro comportamiento. Bueno, la verdad es que Elliot y yo, para ser una pareja que se casó “fervientemente enamorada” no demostramos ni siquiera un poco un comportamiento de una pareja enamorada de recién casados. Eso ha levantado sospechas entre los que aquí residen y es muy malo. Si no podemos engañar a estas personas ¿Cómo pretenderemos engañar al mundo entero? Si se llega a filtrar algún rumor extraño, toda nuestra mentira caerá eventualmente.
Debo dar un mayor esfuerzo.
Decido dejar de luchar y, con el rostro más rojo que un semáforo, permito que Elliot me cargue. Creo que estamos haciendo todo mal ¿Tan malos mentirosos somos? ¿No podemos hacer pasar a esta mentira como legítima? No creo que el problema sea Elliot, pues él actúa de manera normal, pero yo soy el problema aquí.
Prometí que daría mi mejor esfuerzo en ayudar a Elliot, pero ahora siento que soy una completa inútil incluso para mentir. No merezco el título de ser llamada la mujer que conquistó el corazón de hielo de Elliot Lefebvre y mucho menos merezco el título de “señora Lefebvre”
Sigue siendo tan cálido.
Me recuesto un poco de su duro pecho y me siento tan cómoda, además, hay un olor embriagante que inunda mis fosas nasales. Es un aroma fuerte, dominante y varonil, es el aroma de Elliot que, misteriosamente me relaja y hace que mi cuerpo se sienta letárgico. No importa cuanto tiempo pase, mi corazón se sigue acelerando solo cuando veo esos ojos y cuando lo tengo cerca de mí no puedo ni siquiera pensar con claridad.
Él sigue su camino conmigo entre sus fuertes brazos y yo me concentro en ver su serio semblante. He aprendido a leer a través de la fina capa de hielo que forma la máscara que siempre muestra ante la sociedad. Aunque su expresión se mantenga seria, sus ojos siempre expresan lo que de su boca nunca sale, aún me queda mucho por aprender de él, pero sé en mi corazón que Elliot no es nada de lo que dicen las malas lenguas.
“Es aterrador…”
“Nunca sonríe…”
“Es arrogante…”
“Es un hombre sin sentimientos…”
Esos son algunos de los comentarios que a veces oigo de algunas personas que viven aquí, pero la verdad es que ellos no conocen para nada a Elliot ¿Cómo se atreven a hablar de él a sus espaldas sin que lo sepa? Quisiera tener el suficiente valor para cerrarles el hocico de una vez por todas, pero…
—¿En qué piensas?
Abro mis ojos (que no sabía que había cerrado) y me concentro en Elliot que me ha hecho esa pregunta en tono suave y delicado.
—En…Nada— no puedo decirle que estaba pensando en él, pues me daría mucha vergüenza admitirlo- Solo estaba meditando.
—¿Es eso así?—expresa a modo de pregunta y veo que ya llegamos al segundo piso donde se encuentran miles de habitaciones.
No sé para que necesitan tantas habitaciones, si los únicos que dormimos aquí somos Elliot y yo. Supongo que son fetiches de personas ricas el tener tantas habitaciones ¿Para que las necesitan? No es como si cada noche fuesen a dormir en una habitación distinta. Si fuese yo con una simple habitación me bastaba para vivir cómodamente, porque no conforme con tener miles de habitaciones, deben ser habitaciones del tamaño de un departamento.
Nunca entenderé a las personas con dinero.
—Supongo que estás muy cansada—murmura de la nada y se detiene delante de la puerta de la habitación que me fue concedida.
¿Cansada? Será de no hacer nada, pues aquí no me dejan ni levantar un plato.
Hago una pequeña mueca a modo de sonrisa. Mañana iré con la señora Emma y le pediré que me enseñe a cocinar, soy terrible en la cocina, pero con todo el aburrimiento que he tenido últimamente estoy animada incluso a aprender a cocinar. Sí mi madre me oyera no me reconocería.
Pienso que Elliot va a bajarme, pues ya nos encontramos en la puerta de mi habitación, pero grande es mi sorpresa cuando él abre la puerta y se introduce en la habitación, todo esto conmigo todavía en sus brazos.
—E-Elliot ya puedes bajarme…Nadie nos mira…
—Quieta—me ordena suavemente al ver que me remuevo entre sus brazos para que me suelte, pero todo esto es en vano.
Con mis mejillas adornadas en rubor le obedezco, pues si me sigo moviendo es posible que me caiga al suelo como una tonta, pero es que me avergüenza que Elliot me cargue de este modo. No entiendo porqué él hace este tipo de cosas. Cuando Elliot se comporta así me deja a mí sin defensas y sin saber que hacer.
Él se adentra más en la habitación. Desde que me dieron esta habitación se me ha dicho que puedo adornarla y hacerle lo que yo quiera para que sea más cómoda para mí, pero no he querido cambiar ni siquiera alguna cosa de este lugar. Me resulta muy frío y solitario incluso las primeras noches fue difícil dormir, pero ahora que me he acostumbrado no me parece tan aterrador.
Tiene cierto encanto.
—Esta habitación no ha cambiado nada— murmura Elliot caminando en dirección a la cama y eso llama mi atención—Hay poco de ti aquí.
Él parece analizar cada rincón de la habitación con su mirada, pero no detiene el paso ni por un segundo. De algún modo me da un poco de vergüenza.
—No traje muchas cosas— digo yo con voz baja y es que es cierto, solo traje mi ropa, algunas cosas necesarias y mis pinturas.
Esta habitación es tan enorme que fácilmente podría ser más grande que mi antiguo departamento y tiene un armario y un baño propio. Mi fea ropa se ve tan disonante dentro de ese elegante armario y a la vez el pobre armario se ve tan vacío, pero ¿Qué puedo hacer? No soy muy apegada a la moda después de todo.
—Ya veo—dice él simplemente y, al llegar a la cama, me deja en ella con mucho cuidado, tanto que por un momento parece que él creyera que soy de cristal—Esta es tu habitación, puedes hacer lo que quieras con ella.
Ya me lo ha dicho muchas veces, pero…
Me rio suavemente sin poderlo evitar al ver cómo me acomoda en la cama con tanto cuidado como si yo fuese a romperme. Podrá verse muy serio y rudo e incluso aterrador, pero Elliot es muy delicado y atento cuando se lo propone. Se ve adorable con ese ceño levemente fruncido concentrado en su labor de acomodarme en la cama.
Él me mira dudoso por mi repentina risa, mientras se sienta en la orilla de la cama, justo a mi lado.
—No me malinterpretes, Elliot—intento decir entre risas—Es solo que no soy una niña.
Esto me recuerda cuando era una niña y mi mamá me acostaba en mi cama para luego cantarme canciones o contarme cuentos. La manera tan delicada en la que me ha tratado Elliot me recordó al cariño con el que me trataba mi madre en mi niñez.
Los ojos cristalinos de Elliot se mantienen fijos en mí.
—Soy consciente de ello. Créeme— de la nada me dice eso dejándome a mí en blanco y con una interrogante en mi cabeza ¿Qué quiso decir con eso?—Por cierto, mi hermana me ha llamado y me ha dicho que está organizando una fiesta de piscina en su casa, dice que quiere que vayamos, es para mañana…—Oh, es cierto. La señorita Odette nos ha invitado a innumerables fiestas este último mes y ahora parece que ha hecho otra para invitarnos nuevamente—Como siempre la decisión es tuya, si no quieres ir, no iremos y ya.
Hago una pequeña mueca y mis intestinos se contraen debido a los nervios. La verdad, la idea no me agrada del todo, ya que, según lo que me ha dicho, es una fiesta en piscina y para ello debo tener un traje de baño (cosa que no tengo) y mostrar mi cuerpo (cosa que no me gusta) pero ya me he negado en muchas oportunidades en este último mes. Al parecer ella quiere presentarnos a su grupo de amistades y pasar tiempo con nosotros, pero no he querido asistir a ningún evento social por el temor que le tengo a las personas que rodean a los Lefebvre, ni siquiera he salido de esta mansión en todo este tiempo. Las personas con poder pueden ser muy aterradoras.
Supongo que es una buena práctica para nuestro enredo de mentiras, tendremos que convencer a esas personas de que somos un matrimonio legítimo y que nos amamos con todas las fuerzas de nuestro corazón. Bueno, será una buena práctica para irme acostumbrando a todo.
—Si no quieres ir, entonces llamaré a…
—No, está bien; vamos— lo interrumpo antes de que terminara su oración y él me mira un poco sorprendido al ver que he aceptado— Será una buena manera de practicar, si nos seguimos negando solo levantaremos sospechas.
Y no quiero perjudicarte.
Aprieto mis labios y espero que el crea mi inestable valor de momento. Mi mayor temor es no poder ayudar a Elliot y solo perjudicarlo con mi actitud y mi comportamiento. Él está dando su mejor esfuerzo por mí, incluso me permite vivir en su casa, pero yo solo me lleno de dudas y miedos; quisiera tener el suficiente valor para enfrentar lo que siento.
Él solo me mira y me mira como si quisiera ver más allá de mis miedos, leyendo a través de las palabras que he dicho y yo, ante esa intensa mirada, me siento aún más inquieta.
—Bien, si es así, entonces llamaré a mi hermana para confirmar nuestra asistencia—habló él después de pasar por un breve estado de sorpresa— Bueno, ya me voy, tienes que descansar, mañana será un día agitado.
No lo dudo.
Asiento lentamente y, de pronto, él se acerca a mí y deja un casto beso en mi frente dejándome un momento en shock ante este gesto tan dulce de su parte. Elliot ¿Por qué te empeñas en darme un paro cardíaco? Siendo tan dulce, puede fácilmente darme hasta diabetes.
Esto es demasiado para mí corazón.
—Hasta mañana, Brooke…— me susurra cerca de mi rostro dulcemente y, aunque no haya una sonrisa en su rostro, puedo ver ternura en su mirada.
—Sí…Hasta mañana— respondo yo todavía en las nubes por este beso que me ha dado.
Él asiente, mientras se levanta y, antes de darse la vuelta y caminar hacia la puerta, dirige una mirada hacia mí con ciertos sentimientos que no puedo descifrar con facilidad. Después de mirarme brevemente se gira y camina a zancadas hacia la puerta dejándome a mí confundida y sonrojada ante su comportamiento tan dulce.
¡Definitivamente quiere matarme este hombre!