"A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse."
(Nicolas Maquiavelo)
—Lo que ocurrió con su hijo…. Tú… tú estuviste ahí… ese día.
Ada escuchó como cortaban la comunicación en ese momento pero mantuvo el teléfono en su oído. Su cuerpo estaba paralizado, se sentía fría y adormilada.
Las últimas palabras de la conversación siguieron resonando en su cabeza conforme lo que había pasado cobraba alguna especie de sentido.
En algún momento sus piernas dejaron de sostenerla.
Cayó al suelo mientras aún sostenía el teléfono.
Ella debió saberlo, debió sospechar que algo no estaba bien con Mason desde el principio pero fue demasiado ingenua. Realmente quizo creer en él, creer por un momento que alguien estaba de su lado.
Que alguien estaba dispuesto a sostenerla incondicionalmente.
No estaba molesta con Mason.
Estaba furiosa consigo misma, por ser tan estúpida.
Los ojos se le llenaron de lagrimas, dejó que estas bajaran por su rostro con rabia pero no se dejó llorar mas allá de eso.
Jessica colgó la llamada en su teléfono que había ocultado en el fondo de su sudadera.
Mason seguía mirando al frente sin notar lo que había ocurrido a sus espaldas.
—¿No piensas decir nada?— le dijo Jessica. Mason apretó con fuerza el volante pero de nuevo se quedó en silencio.
Entonces arrancó el auto.
Jessica se golpeó con el respaldo del asiento cuando avanzó de golpe.
—Vamos al hospital— solo dijo.
Jessica se agarró al techo del auto debido a la forma terrible en que estaba manejando.
—Dije que no— gritó ella inclinándose hacía al asiento del conductor intentando alcanzar el volante con la mano buena.
Ella no logró ni siquiera desestabilizar el auto. El agarre de Mason sobre el volante se mantuvo fuerte y tranquilo.
—¿Por qué te importa?— gritó fastidiada.— ¿a ti que mas te da si muero aquí o no?
Mason no detuvo el auto al responder.
—Ella te importa ¿no es así?— dijo sin dejar de mirar al frente.
—¿Ella?
—Ada te agrada lo suficiente para casi dar tu vida por pasarle un poco de información. No se cuales sean sus razones o si sólo es por lastima pero…— el tomó aire como si de pronto le costara hablar— pero creo que serías una buena amiga para ella.
Jessica se quedó en silencio ante sus palabras.
—Parece que realmente te preocupas por ella… después de lo que hiciste. — dijo ella con burla— ¿Es lastima lo que te mueve a ti también?… ¿o acaso es culpa?
Mason no respondió.
—No eres un hombre de muchas palabras.— dijo Jessica para si al verse claramente ignorada.
Se detuvieron frente a un edificio abandonado. El lugar lucía limpio pero solitario.
—¿Dónde estamos?
Mason se quito el cinturón.
—Es un hospital clandestino. Te atenderán en lo básico. Lo demás es problema tuyo.
Mason se bajó del auto y abrió la puerta por ella. Tiró de Jessica fuera del auto de forma brusca. Jessica se quejó cuando Mason tiró de su brazo malo.
Él volvió a subir al auto y arrancó antes de que ella pudiera detenerlo dejándola en ese lugar solitario.
—Esta en el último piso— dijo la enfermera que se encontraba como recepcionista.
Ada le agradeció con un gesto de cabeza.
Sus elegantes zapatos resonaron en el piso mientras caminaba al elevador. Todos los presentes incluso los médicos se quitaron educadamente de su camino. Claramente la elegante mujer no estaba de buen humor.
El elevador vacío la llevó al último piso donde estaban las habitaciones privadas del hospital Walk.
Entró a la primera habitación. Una enfermera estaba ajustando el suero del hombre inconsciente en la cama.
—Déjame sola con mi esposo, por favor.— dijo sin dar lugar a quejas.
La enfermera pareció dudar por un microsegundo pero acomodando adecuadamente el suero salió de la habitación haciendo un suave gesto de respeto al pasar justo a Ada.
Ada respiró hondo al enfrentarse a Ramses.
—No entiendo como tienes tanta suerte.
Él estaba inconsciente pero estable. Si todo salía bien despertaría pronto.
—¿Cómo pudiste sobrevivir a un accidente así?— ella se acercó y se sentó a su lado. A los ojos de las cámaras de seguridad era solo una esposa preocupada por su esposo inconsciente.
Ella extendió una mano y le retiró el cabello húmedo del rostro.
—Realmente te desprecio. Cuando todo esto comenzó, cuando mi padre me arrebató lo único que realmente me ha importado en la vida nunca contemple que tú entrarías en esta ecuación. Mi único enemigo, lo único que despreciaba era a Derek Walk pero ahora tu entraste en mi vida siendo la misma porquería que mi padre.
Acarició suavemente su rostro al decir.
—Voy a matarte, no… voy a hacer que me supliques matarte, arruinarte tu vida y la de todos los que ames. Jamás tendré suficiente. Serás miserable hasta el último segundo.
Se levantó de la cama al escuchar pasos cercanos.
—Hasta entonces… querido esposo.
Salió finalmente de la habitación justo cuando el doctor volvía con la enfermera alterada. Era claro que Derek Walk había dado la orden de alertar en caso de que se presentara en la habitación de Ramses por si se le ocurría la brillante idea de deshacerse de su indeseable esposo en su momento mas vulnerable.
Pero Ada era mucho mas lista que eso.
Y ella sabía esperar.
Pronto llegaría su momento. Y su venganza sería tal que ni su padre ni Ramses podrían devolver el golpe.
Mason llegó en la madrugada a la casa pero le informaron que la señora Ada Walk no se encontraba.
—¿A dónde fue?
La mujer de limpieza que la había visto salir respondió rápidamente.
—Al hospital donde internaron a su esposo.
Mason se alteró inmediatamente. Estaba por correr de vuelta al auto cuando una camioneta negra entró a la casa. De ella bajo la mujer que esperaba ver tan desesperadamente.
Ella lucía tan hermosa y digna como siempre.
Mason caminó hacía ella con grandes zancadas. Ella lo notó de inmediato.
Ella detuvo su mirada en él solo un momento, entonces ella caminó al interior de la casa sin detener su atención en él por mas tiempo.
Mason sabía que debían parecer distantes en público pero sintió que había algo mas en esa interacción.
Ella parecía honestamente fría.
Una de las mujeres de servició corrió hacía ella para entregarle su saco y ayudarla a ponérselo. Ada jugó el perfecto papel de la hija mayor de una de las familias mas influyentes del mundo. Su dolor perfectamente camuflajeado por una perfecta presencia.
Mason sabía que no debía levantar sospechas ni comentarios sobre su extraña relación pero no pudo evitar ir tras ella en cuanto tuvo oportunidad.
Se dió cuenta que Ada apresuró el paso al escucharlo venir tras ella.
Ella abrió la puerta de su habitación pero justo un paso antes de entrar Mason tiró de la puerta cerrándola de nuevo. Ella intentó entrar de nuevo pero él no cedió.
—¿Qué ocurre, Ada?— le preguntó tras ella.
Mason la vió apretar la perilla de la puerta con fuerza.
—Hazte a un lado— ordenó.
Mason no se movió un centímetro. Ella tampoco.
—No hasta que me digas que te ocurr…
Se quedó con las palabras en la boca cuando ella se giró y le propinó una cachetada que resonó a lo largo del pasillo.
Por un pequeño momento pareció honestamente preocupada por él pero entonces su rostro volvió a endurecerse con una expresión de odio profundo y decepción.
Dirigida hacía él.
—¿Ella te lo dijo no es así?— preguntó él comprendiendo.
Les sorprendió ver como los ojos de Ada brillaban con posibles lagrimas.
Fue extraño por que Ada no lloraba. Así el mundo la estuviera destrozándose ella no lloraba. Mucho menos frente a alguien más.
—Lo escuché de tu propia boca— dijo logrando expresarse con una voz modulada y firme. Apretó la mano con la que lo había golpeado sintiendo como la rabia se acumulaba ahí. Levantó la barbilla con orgullo.— tranquilo— dijo recuperando el autocontrol— esta clase de cosas me pasan todo el tiempo. Trabajas para mi padre. Siempre fue así entonces solo haz tu trabajo.
Ella entró en la habitación antes de que él pudiera impedírselo de nuevo.
Él entró inmediatamente después de ella impidiéndole cerrar la puerta.
Ada suspiró sabiendo de antemano que él haría eso.
—Puede que trabajes para mi padre pero siguió siendo la hija de Derek Walk y la señora de esta casa, si das un paso mas gritaré hasta que todos los guardias de la mansión estén frente a mi puerta.
—Grita lo que quieras.— dijo él sin mostrar el más mínimo grado de temor ante su amenaza.— puedo acabar con ellos en dos segundos y luego haré que me escuches.— respondió con la misma rabia que ella.
Ella se giró hacía él.
—No tienes que explicarme nada, descubrí tu juego pero no hay nada que pueda hacer al respecto, tendré que seguir tolerando que seas mi guardaespaldas y mi chofer, tendré que permitir que me manejes a tu antojo. Tendré que seguir las ordenes de mi padre. Ahora sabes mis secretos, sabes mi mayor debilidad. Pero no es muy diferente de Ramses o mi padre. Así que solo has tu trabajo. No haré ninguna escena al respecto.
Mason de pronto pareció aun mas molesto. El movimiento fue muy rápido. En un momento Ada estaba frente a Mason y al siguiente este la estaba empujando sobre la cama con su cuerpo encima del suyo.
Ella ni siquiera tuvo tiempo de luchar cuando él tiró de sus brazos a su cabeza, se desató la corbata con agilidad y la amarró a la cama.
Ella tiró del amarre pero estaba bien atada.
—Vas a escucharme te guste o no.
Ella abrió la boca dispuesta a gritar pero la mano fuerte de Mason llegó primero callándola antes.
Ella estaba demasiado sorprendida por su brusquedad. Él la había tratando hasta ese momento como si fuese algo frágil que iba a romperse pero en ese momento estaba actuando como un bruto total.
Ella lo mordió furiosa pero para su sorpresa él ni siquiera se inmutó.
—Lo merezco, pero soportaré lo que sea con tal de que me escuches.
Ada solo pudo mirarlo con ojos húmedos y enfurecidos.
—Te dire lo que realmente pasó ese día.