Mason le abrió la puerta a Anton con un gesto inexpresivo. Anton era hijo de uno de los mayores inversores de Tecnologías Zyro, la empresa mas importante de Derek Walk. Su amistad con un chico como Anton era algo insólito para la alta sociedad pero de alguna forma habían logrado mantener su amistad de la infancia e incluso este le había conseguido trabajo como su guardaespaldas. Su trabajo consistía en pasar inadvertido pero al mismo tiempo ser lo suficientemente visible para resultar intimidante.
El problema es que no pasaba inadvertido en absoluto y el hecho de que cada mujer que llegaba a la fiesta en la casa Walk lo mirara como si quisiera coger con él en ese instante era un gran problema para su trabajo.
Conseguir ese trabajo había sido un maldito milagro, no había manera de que lo perdiera.
Anton a diferencia de Mason era un chico tranquilo e increíblemente obediente a los deseos y reglas de su importante familia lo que hacía el trabajo de Mason realmente fácil.
Y aburrido.
Pero la paga era buena y podía estar con su mejor amigo. En ese momento Mason era demasiado joven y estúpido para comprender la clase de familia que eran los Walk mas allá del dinero y el renombre. Era demasiado ingenuo para comprender que estaba entrando en la guardia del lobo y solo había una forma de salir de ahí.
Y no era con vida.
Se alejó a una de las esquinas del festejo de cumpleaños donde se encontraba el resto de los guardias. La mayoría eran mayores y considerablemente mas fibrosos y fuertes que Mason quien acababa de cumplir dieciocho años, sin embargo su habilidad y agilidad era impresionante para su poco entrenamiento.
Todos los presentes llevaban elaborados antifaces y máscaras extravagantes. Incluso los guardias llevaban unas máscaras oscuras de rostro completo para combinar con el motivo de la fiesta. Para esos ricos la servidumbre solo funcionaba como decoración.
Entonces la vió.
Y su jodida vida se fue al infierno.
Una visión de blanco se deslizó en un vestido de seda que se movía sobre su cuerpo como si estuviera húmedo. Su cabello rubio estaba perfectamente atado en un elegante peinado. Un antifaz blanco de encaje se ajustaba con elegancia a su hermoso rostro.
El ángel frente a Mason caminó hasta el pequeño escenario en el fondo de la pista.
—Recibamos por favor a la estrella de esta noche— dijo un presentador contratado. La hermosa chica hizo una suave y fluida reverencia ante el público presente quien se desbordó en aplausos ante la hija mayor del poderoso Derek Walk.—Feliz cumpleaños numero quince señorita Ada Walk.— dijo respetuosamente el presentador aunque la forma en que miraba a la joven chica no era nada respetuosa.
Ada Walk.
Mason jamás olvidaría ese nombre.
Ada dejó de luchar debajo de él ante sus palabras pero aún entonces Mason no la soltó ni quitó la mano de su boca. Sabía lo astuta que era Ada, no sería un gran trabajo para ella fingir derrota para huir a la menor oportunidad.
Los ojos furiosos le ordenaban “habla”.
—Estuve ahí el día del nacimiento de tu hijo.
Ada se agitó debajo de él al escucharlo.
—Fue niño— dijo y pudo ver como los ojos de Ada se llenaban de agua al escucharlo. Mason apretó los ojos para obligarse a continuar. Los recuerdos lo invadían con una ola de miseria y culpa.— yo… también lo sostuve.
Sintió a Ada tensarse debajo de él.
Un toquido en la puerta lo interrumpió antes de que pudiera a seguir hablando.
—¿Se encuentra bien, señora Walk?— preguntó una de las mujeres del servicio desde afuera— escuchamos algunos golpes.
Mason miró a Ada y le quitó la mano lentamente de la boca esperando a ver lo que haría. Si ella decidía buscar ayuda ya no la detendría.
El odio brilló en los ojos de Ada antes de hablar.
—Estoy bien— respondió sorprendiendo a Mason— estoy cansada por favor retírese.
La mujer se quedó frente a la puerta un momento más antes de que ambos escucharan sus pasos alejarse.
Mason se volvió hacía Ada que seguía atada a la cama.
—Suéltame— le exigió.
Mason miró en dirección en donde las muñecas de Ada eran aprisionadas por su corbata negra.
—No, si vas a huir.
—¿Huir?— dijo ella con burla en su voz— lo que debes de temer es que no quiera matarte, Mason.
La forma fría en que dijo su nombre le dolió mas que la amenaza en si.
Pero en lugar de soltarla Mason se inclinó hacía ella aprisionando su cuerpo contra el colchón.
—¿Qué estas haciendo?.
—Temo que no me dejaras volver a acercarme a ti después de que me escuches.— explicó quitándole suavemente el cabello del rostro. Atrapó sus labios con los suyos antes de que pudiera protestar. Ada sintió como introducía la lengua en su boca sin pedir ningún permiso. Ella pensó en morderlo pero sus labios se movieron sobre los de él antes de que pudiera pensar si quiera en ello.
Sintió que le separaba las piernas y se acomodaba entre ellas. Entonces reaccionó girando la cabeza para alejarse de sus labios.
—Basta— exclamó pero en lugar de escucharla Mason movió su boca hacía su cuello, succionó la suave piel con necesidad sin importarle si dejaría marcas en el camino.
Sus manos comenzaron a acariciar sus muslos enviando descargas de placer entre sus piernas.
Mason realmente la estaba tocando como si no fuera a hacerlo de nuevo.
Ella no quería pero su cuerpo estaba respondiendo a sus atenciones de una forma que iba mas allá de su razón.
—Déjame darte placer, Ada. Solo una vez mas antes de que me odies para siempre.
Tiró de su ropa interior deslizándola por su vestido hasta sus tobillos. Ada realmente ya no tenía energía para resistirse, Mason sabía exactamente como tocarla y su cuerpo era masilla en sus manos.
Le abrió mas las piernas y ella jadeó cuando la cálida boca de él se hundió entre sus piernas. Su lengua acarició los pliegues de su v****a con maestría.
Mason sabía lo que hacía.
Ella no pudo evitar arqueare de placer cuando él comenzó a succionar su clítoris. Sus piernas tuvieron el impulso de cerrare por el inmenso placer pero Mason la obligó a abrirlas aún más impidiéndole el alivio.
Sus manos atadas le impidieron acallar sus gemidos por lo que no pudo evitar jadear y jadear en voz alta mientras él la devoraba.
El orgasmo fue escalando, fue escalando más y más alto, cuando ella pensó que no lo soportaría más el orgasmo la alcanzó y la hundió por completo.
Lo sintió introducir dos dedos en su interior y luego tres pero no alejó la boca de su c******s. Él no se detuvo cuando el orgasmo la alcanzó haciendo que otro orgasmo se acumulara en su piel hipersensible.
—Mason, no puedo más— le suplicó pero él no la escuchó. El orgasmo llegó con fuerza y resultó casi doloroso mientras se vencía en la cama. Sintió a Mason darle un beso casto justo entre sus piernas como si se despidiera de algo precioso para él.
Ella estaba demasiado agotada para quejarse al respecto.
Sintió que Mason le soltaba la corbata liberando sus muñecas.
Tiró de ella y la recostó junto a él. Ada aún estaba muy cansada para pelear pero poco a poco la fuerza volvió a su cuerpo.
Y con ella la ira.
—Habla— le exigió de nuevo mientras él la abrazaba desde atrás como si quisiera ocultarse de su mirada.— Mason, habla.
—Yo me lo llevé lejos de ti antes de que pudieras siquiera cargarlo una vez.— la voz de Mason se rompió en el fondo de su garganta.— Pero eso no es todo…
Ada quiso volverse hacía él para enfrentarlo pero él era fuerte y la mantuvo en su lugar mientras la abrazaba desde atrás en la cama.
—¿Qué ocurrió? ¡¿Donde esta mi hijo?!— exigió ella luchando contra él.
—Ada yo…— ella lo sintió besar su hombro antes de decir— Ada yo lo maté.
—¿Qué?
Ada se congeló en sus brazos.
—Yo maté al padre de tu hijo.
Ada dejó de luchar al escucharlo.
El silenció llenó la habitación pero una pregunta llegó a la mente de Ada.
—¿Mi padre te ordenó que lo hicieras?— preguntó mientras Mason seguía aferrándose a ella.
Su respuesta alejó de Ada cualquier esperanza que quedara dentro de ella.
—No—admitió— fue decisión mía. Lo maté por mi propia voluntad.