Años atrás.
Anton realmente no esperaba un golpe al abrir la puerta de la casa. Sintió como se quebrara su nariz bajo el impacto antes de caer al suelo.
En un instante estaba siendo levantado de nuevo, alguien lo agarró de las solapas de la camisa y lo estampó contra la pared.
—¿Qué demo…
Un nuevo golpe lo envió al suelo.
—¿Por qué ella?— gritó la voz de Mason oscurecida como nunca la había escuchado.
—¿Mason?— dijo con dolor— ¿qué demonios estas haciendo? ¡Me rompiste la nariz!
—¿Por qué ella?— dijo Mason desde arriba sin escucharlo.— ¿por que de todas las mujeres tenías que salir con ella?
—¿Qué?
—Ada Walk.
La expresión de Anton se transformó al escucharlo.
—¿Por qué te importa?
Mason se quedó en silencio ante su pregunta.
Presente.
—Miente— le dijo Ada con voz cortante.
El hombre pareció sorprendido ante su respuesta.
—Ella me esta apuntando con un arma ¿Por qué mentiría?— respondió señalando a Jessica.
Esta parecía igual de sorprendida ante la respuesta de Ada.
—Ada, por que dices que…
—Vámonos— dijo cortando la conversación y salió de la oficina antes de que alguno pudiera decir otra cosa.
Jessica tuvo que correr para alcanzar a Ada que ya estaba en el primer piso, su agilidad con los zapatos altos era impresionante.
—Ada espera.— le gritó pero ella no se detuvo hasta que estuvieron afuera del orfanato.
—Llama a las autoridades, diles en las condiciones en las que esta el orfanato y que lo clausuren.
—¿Qué… pero los niños…
—Convertiré el club Moon en un orfanato.— respondió mientras sacaba las llaves de su auto. Ada estaba por subir e irse pero Jessica fue más rápida y el arrancó las llaves.
—¿Qué haces?— le reclamó molesta.
—¿Por qué parecías tan segura de que ese hombre mentía? Dijo que tu madre había adoptado a tu hijo ¿sabes lo importante que es esa información? ¿Por qué mentiría sobre algo así?
Ada miró al suelo y Jessica se sorprendió al ver sus ojos llenos de lagrimas. Fue solo un instante de dolor por que luego levantó el rostro con dignidad recuperando esa expresión calculadora.
—Por que ella murió cuando yo tenía doce años— respondió con frialdad— Ella no pudo haber adoptado a mi hijo… en realidad si mi madre viviera ella no hubiese permitido que mi padre me lo arrebatara. Pero lamentablemente el destino tenía preparado otra cosa y mi padre también acabó con ella.
Jessica se quedó muda.
¿Cuánto más había sufrido esa mujer? ¿Cuánto más tendía que sufrir?
—Debo irme ¿quieres que te lleve?
Jessica negó con la cabeza.
—Me iré por mi cuenta. Investigaré al respecto ¿de acuerdo?
Ada asintió. Estaba por subir al auto pero regresó sobre sus pasos.
— Jessica…— la llamó. Esta se detuvo y se volvió hacia Ada.
—¿Qué ocurre?
—Gracias.
La mujer pelirroja le sonrió en respuesta antes de seguir su camino.
Ada no pudo decirlo pero sintió una terrible opresión en el pecho mientras veía a Jessica irse.
Era una opresión muy parecida a la que sintió el día que murió su madre.
Detuvo el auto cerca de la mansión Walk. No quería volver al infierno pero sabía que no tenía otra opción. Estaba por arrancar de nuevo cuando un auto se detuvo frente a ella.
Era una camioneta blanca y muy descuidada. No la reconoció de los autos de su padre. Un hombre se bajó de esta.
Ada perdió el aliento.
Anton.
Este se detuvo frente al auto como si quisiera evitar con todas sus fuerzas que Ada se alejara, pero ella no tenía esa intención. Se bajó de su propio auto y caminó hacía el hombre frente a ella.
—¿Anton?— dijo sorprendida. Este corrió hacía ella en cuanto la vió y antes de que Ada pudiera reaccionar se sintió envuelta en un abrazo fuerte.
—Mi amor— le dijo al oído.— me siento tan aliviado de verte. Él se alejó unos centímetros pero sin soltarla y Ada pudo ver su rostro. Estaba llenó de heridas y cortadas y la sangre seca bajaba por su frente.
Estaba mas flaco y descuidado que la última vez que lo vió. Nada quedó de ese elegante niño rico y atento que conoció. Su cabello rubio estaba opaco y sus ojos grises perdieron todo el brillo.
—¿Qué te pasó? — preguntó pero Ada no se refería solo a su apariencia.
Anton había desaparecido de su vida por mas de quince años.
Anton lloriqueaba al responder.
—Ada, mi amor, me obligaron a dejarte, me obligaron a alejarme de ti.— el tiró bruscamente de ella para volver a abrazarla— pero jamas te dejaré de nuevo, eres mía, tu y mi hijo.
Ada se tensó ante sus palabras mientras era estrujada sin cuidado.
—¿Tu hijo?— dijo y su voz se oscureció.
Anton se dió cuenta del cambio en su tono de voz por lo que se alejó un poco para mirarla. Sus brazos, sin embargo, aún la rodeaban.
—MI hijo—dijo con rabia— me fue arrebatado cuando nació. Si vienes a mi esperando verlo estas perdiendo tu tiempo.
Anton abrió los ojos con sorpresa y dolor.
—Ada…. Lo siento tanto. No lo sabía.
Ada dió un paso lejos de él.
—Por supuesto que no lo sabías.— dijo y la oscuridad de su voz invadió sus ojos.— te fuiste ¿cómo ibas a saberlo?
—Ada…
—¿Qué haces aquí, Anton? ¿Por qué apareces ahora… ahora que es demasiado tarde?
Anton bajó los ojos al suelo con culpa.
—Te casaste.
—Me obligaron a hacerlo.— admitió ella con rabia. Rabia dirigida por completo hacía el como puñetazos.
—Tu familia me amenazó con matarme.
—¿Y te importó más tu vida que la de tu hijo?
Anton era incapaz de levantar la mirada. Entonces cayó al suelo y Ada sintió como tiraban de sus piernas cuando Anton la abrazó desde el suelo aferrándose a ella como un niño.
—Perdóname mi amor. Fui un imbécil pero estoy aquí, di que me perdonas y nunca dejaré que te dañen de nuevo.
Ada se sorprendió ante su acción humillante e intentó soltarse pero el se aferró tan fuerte a ella que le estaba haciendo daño.
—¡Anton, basta!— le gritó frustrada pero él no cedió.
Un torbellino vestido de n***o pasó frente a ellos y Anton fue arrancado de Ada. El sonido de alguien estampándose contra la capota de un auto llenó la calle desierta en camino a la mansión Walk mientras Mason sostenía a Anton con fuerza contra el auto como un policía sostendría a un ladrón.
—¿Cómo te escapaste, imbécil?— le gritó mientras retorcía dolorosamente su mano en su espalda.
—No puedes impedirme que la vea.
—¿Es un reto?
—Mason— lo llamó Ada pero no fue escuchada mientras los dos hombre peleaban y discutían entre si.
Mason empujó con mas fuerza a Anton para que dejara de pelear.
—Mason.— lo llamó Ada de nuevo pero los gritos de Anton apagaron su voz.
—¡MASON!— gritó y los dos hombres se callaron sorprendidos.
Ada nunca levantaba la voz.
El nombrado la miró esperando ordenes. Ada se sorprendió al darse cuenta que Mason de hecho siempre era así. Un hombre silencioso que parecía dispuesto a hacer lo que fuera por ella.
Lo que fuera menos hablar con la verdad.
—¡Ada, mi amor ayúdame!— le suplicó Anton con dolor mientras Mason le aplicaba una llave sin esfuerzo.
Ada lo miró manteniendo la barbilla en alto.
—¿Por qué debería?— le dijo un dió un paso en su dirección.
—Ada ¿cómo puedes decirme eso?— le lloró con la mejilla aplastada contra la capota del auto.
Ada se detuvo hasta estar frente a él mientras Mason seguía sosteniéndolo.
—¿Por qué volviste, Anton? ¿Por qué justo ahora?
Esta pareció sorprendido ante la frialdad de Ada. La mujer risueña y graciosa que había conocido se había ido.
La vida la había enfriado.
Frente a él había una mujer desalmada, sin corazón ni compasión. Menos para los traidores.
—Sabré si mientes así que ni siquiera lo intentes.
Anton gritó de dolor cuando Mason retorció su brazo hasta casi rompérselo.
—¡Hablaré! ¡Basta! ¡Hablaré!
Mason lo soltó y dió un paso atrás cuando Ada se lo pidió con la mirada.
Ada aún tenía curiosidad por saber que tenía que ver Mason con Anton. Pero primero recibiría respuestas de la basura arrodillada frente a ella.
—Te escucho.
Jessica esperó a que el dueño del orfanato se fuera antes de entrar. El lugar era aún más frío de noche. La luz era escasa. Si ella fuera niña y tuviera que vivir ahí estaría muy asustada, nunca le había gustado la oscuridad. Era un adulto y de hecho estaba asustada.
Entró al segundo piso donde estaba la oficina del hombre. Tenía una computadora fija ahí. No fue difícil enviar un virus al aparato, un virus creado por ella que pasaría toda la información de la computadora a su propio teléfono.
Volvió a su casa poco después. Su gran pero adorable perro dormía en la puerta esperándola. En cuanto la vió abrió los ojos y se abalanzó sobre ella casi derribándola.
—¿Cuidaste bien de nuestra casa?— le preguntó acariciando su cabeza.
El pequeño amigo ladró en respuesta y Jessica sonrió.
Pasó casi toda la noche pasando los archivos y revisándolos uno por uno. Estaban registrados de forma rara por lo que fue difícil desciframos pero finalmente dió con el archivo registrado… registrado a nombre de Diana Walk.
Jessica no entendía nada.
La oscuridad le siguió a ese momento cuando un golpe fuerte en su nuca la dejó mareada y la envió al suelo en un instante.
Solo fue consciente de su cuerpo cayendo de la silla giratoria y de un par de botas negras frente a ella antes de perder la conciencia.