¿Cúando me convertí en el enemigo?

1950 Words
Jessica sentía como cada centímetro de su cuerpo ardía de muchas maneras. Incluido entre sus piernas. Se obligó a mantener el control. Tenía que ser fuerte, ya después se daría el tiempo de sentir lastima por si misma. Jessica no era una detective privada de alto nivel por casualidad. Era una detective de alto nivel por que lo merecía. Había trabajado en el bajo mundo mucho tiempo por necesidad, había logrado coleccionar una serie de habilidades útiles y una serie de conexiones y fuentes confiables que le permitieron obtener la información por la que familias ricas le pagaban altas sumas de dinero. Su trabajo también era peligroso. Era perfectamente consciente de eso. La gente no quiere que sus secretos sean revelados, especialmente la gente con poder. El peligro que implicaba su trabajo era una de las razones por las que Jessica era tan bien remunerada. Pero todo tenía un precio. Y el hacer conciencia de su situación actual era la prueba de ello. Jessica agitó la cabeza para alejar las lagrimas de desesperación de sus ojos pero el movimiento brusco le envió una punzada de dolor a todo el cuerpo. Se sentía destrozada. —Despertaste linda zorrita— dijo una voz masculina. Una mano dura le levantó el rostro sin ser cuidadoso.  Jessica se encontró con un rostro tosco y poco atractivo de un hombre joven de cabeza rapada. —Wow— dijo ella con voz cansada— la genética no fue muy amable contigo. —¿Qué?— respondió el hombre confundido por sus palabras fuera de lugar. —Eres realmente feo. Jessica aguantó el impulso de gritar de dolor cuando el hombre tiró de su cabello rojizo hacía atrás de forma dolorosa. Poco a poco fue consciente de que esta atada de una forma extraña e incomoda. Una cadena salía de cada lado de la habitación tirando de sus brazos a lados opuestos y a lo alto, ella estaba de rodillas en el suelo, no tenía atada las piernas de ningún modo pero por el amarre de sus manos le resultaba imposible moverse de su posición en el suelo. Estaba en un cuarto semi oscuro con solo una lampara con una luz amarillenta casi verde en el centro del techo. Era un cuarto pequeño donde apenas cabían tres personas sin estorbarse. —Le has dado muchos problemas a la familia por lo que recibirás un tratamiento especial.— dijo el hombre tirando mas fuerte de su cuero cabelludo. Jessica rió pese al dolor. —Genial, tratamiento VIP de los Walk. Me siento honrada. Jessica cayó cuando el hombre le dió un rodillazo en el estomago. Estaba segura de que le había rotó una costilla por lo menos. —Déjame a mi— dijo una voz mas profunda. Un hombre aún mas grande y claramente mas musculoso se acercó tras el hombre rapado a raya. Este segundo hombre a diferencia del primero tenía un cabello largo atado a la nuca y su piel dorada centelleaba en la oscuridad. Jessica lo reconoció de inmediato. —Mason, déjame jugar con la zorrita un poco más. Jessica bufó ante el apodo desagradable. —A ti te gusta jugar, a mi hacer mi trabajo, por eso soy tu superior— Mason hizo un gesto de despedida hacía el otro hombre presente.— sal de aquí. —Pero yo… —Ahora. El hombre miró una vez mas a Jessica antes de volver hacía Mason de nuevo. —Entiendo, entiendo, quieres jugar con la zorrita. Toda tuya. Mason esperó un poco más en silencio después de que el hombre dejó el cuarto oscuro antes de aproximarse a Jessica. Le puso su pañuelo en su nariz chorreante de sangre. —No levantes la cabeza o te ahogaras. Jessica se apoyó en el pañuelo de Mason. La nariz le dolía como si se la hubieran roto. —Por un momento realmente pensé que trabajabas para ellos.— admitió Jessica con una graciosa voz gangosa por la presión de Mason en su nariz. —Si, Ada también lo pensó.— respondió Mason logrando reducir ligeramente la hemorragia. —No puedes culparla. Mason se levantó finalmente cuando la sangre paró un poco. —Mason ¿puedes ser honesto conmigo?— preguntó Jessica y había un tono de miedo en su voz poco usual en ella. Mason se aclaró la garganta. —¿Por qué últimamente oigo mucho esa pregunta? Jessica se quedó en silencio un momento antes de finalmente preguntar. —Mientras estuve inconsciente… ¿alguien abusó de mi? Mason mantuvo una expresión neutral ante su pregunta y la única señal de reacción fue un leve tic en una de sus cejas que se elevó hacía arriba. —No— respondió— pero lo intentaron. Jessica asintió dejando caer la cabeza al frente de nuevo con cansancio. —Bueno, eso me hace sentir un poco mejor. El silencio invadió la habitación un momento antes de que Jessica volviera a hablar. —¿Y ahora qué? ¿Vas a matarme para que no sufra mas dolor?— bromeó pero su rostro sangrante y su posición lamentable mató cualquier humor. —Deberías agradecer que le agradas a Ada. Jessica sintió algo húmedo en su mejilla y se dió cuenta que Mason había humedecido su pañuelo y estaba limpiando la sangre de su barbilla y al rededor de su boca. —¿Eso qué significa?— preguntón apretando lo ojos con dolor cuando Mason alcanzó una herida. —Que te sacaré de aquí… con vida. Ada sufriría mucho si murieras. Jessica rió ante sus palabras. —Realmente parece que vives para satisfacerla.—Ella se quejó cuando él se volvió más brusco al limpiarla.—¿Y qué será de ti si me ayudas? Mason se levantó y guardó el pañuelo húmedo en su bolsillo. —Tal vez muramos los dos. Igual hay que intentarlo.— Mason se acercó a la puerta pesada de metal como si quisiera escuchar hacía afuera y luego se volvió hacía Jessica de nuevo.— de momento debemos fingir que estas siendo torturada. ¿Puedes fingir que gritas de dolor? —Puedo fingir orgasmos. Gritar de dolor será más fácil. Ada esperó que ninguna de las personas del servicio estuviera en la casa esa noche. Desde que Ramses se había accidentado y Ada había dejado la casa no había podido regresar a la prisión donde vivía con su esposo. Esta era su última oportunidad antes de que Ramses despertara. Entró a la casa por la puerta grande en caso de que estuviese siendo seguida, si no parecía sospechosa bien podría inventar una excusa sobre su visita después. Era su casa después de todo. El lugar estaba afortunadamente desierto, las personas del servicio habían sido despachadas hasta que ella y Ramses regresaran. Entró con naturalidad entre habitaciones mientras se aseguraba de que realmente no hubiera nadie, entonces corrió directo a la oficina de Ramses. Su oficina era tan extravagante como él, los títulos plasmados en grande en cada pared y los cuadros y estructuras costosas que solo eran compradas para poder presumir que tenían la capacidad de comprarlas. Ada revisó los cajones del escritorio amplio uno por uno, revisó los libros en la estantería y detrás de ellos. Nada que tuviera que ver con un orfanato. Nada que tuviera que ver con una adopción. Ada suspiró frustrada. Esta completamente segura que Ramses sabía algo respecto a su hijo pero no había nada que lo probara. Estaba por cerrar uno de los cajones deslizables cuando vió brillando el metal del teléfono que Ramses le había quitado. Lo tomó y lo encendió. Ramses afortunadamente no había cambiado ni su contraseña ni ninguno de sus contactos. Todo parecía tal cual ella lo había dejado pero entonces encontró un chat con un número no guardado que ella no reconoció. Era un chat breve. Un chat breve que la dejó helada. Ramses había contactado a Anton fingiendo ser ella. Anton había vuelto al país por obra de Ramses. Ada apretó el teléfono con fuerza. ¿Qué esperaba Ramses contactando a Anton? ¿Cuál era la verdadera razón por la que Anton había vuelto? —Siempre nos encontramos, es como si fuera el destino. Ada se congeló al escuchar la voz que venía de la puerta. Anton la saludó con la mano bajó el umbral. Su ropa estaba sucia y desgastada, sangre seca pintaba su mejilla y su cabellos usualmente dorado ahora estaba sucio hasta hacerlo ver casi n***o. Nada quedó del hombre elegante que ella había conocido. —Me duele que me des esa mirada fría. Ada tomó aire esperando no perder el control. —¿Cómo escapaste? Anton sonrió con tristeza como si su pregunta le doliera. —Realmente no se en que momento me convertí en el enemigo… éramos felices. Ada se metió el teléfono en el bolsillo de su falda en A y se acercó con pasos cauteloso a su ex. —Lo éramos ¿verdad? Pero lo arruinaste. Dejaste lo que pudo ser tu familia. Ahora es demasiado tarde. Ada pasó junto a él con pasos largos esperando que la conversación quedara ahí pero Anton se apresuró a ponerse frente a ella de nuevo. Esta vez ya no parecía tranquilo y dolido si no furioso. —¿Mi familia?— escupió con rabia. Ada no entendió el motivo de su furia. —¿Qué es lo que quieres, Anton?— le preguntó cruzándose de brazos cansada de ese juego estúpido. —A ti— dijo sin rodeos. Ada rió como si eso fuera gracioso. —Se que no es importante para ti. Te volviste a casar con un imbécil y pareces muy feliz al lado de Mason. Ada cambió su expresión al escucharlo. —¿Cómo conoces a Mason? Anton bajó la mirada antes su pregunta antes de voltear a mirarla mucho mas molesto que antes. —Me gustaría preguntarte eso mismo a ti. El trabajó muchos años para mi familia, siempre fue como un hermano… y él sabe lo mucho que te amo… pero parece que eso no fue suficiente detenerlo de acercarse a ti. —Él trabaja para mi Anton, no mal entiendas las cosas. Anton rió de nuevo como si sus palabras le dolieran. —¿Crees que soy estúpido? Ada en realidad así lo creía pero se guardó el comentario para si misma. —Mason ha estado loco por ti desde que nosotros salíamos, solo aprovechó la oportunidad para tomarte cuando yo no estaba cerca. Es una ruin basura. Ada realmente no confiaba completamente en Mason aún en ese momento, pero no le sentaba nada bien que alguien más se expresara de esa manera de Mason, en especial alguien como Anton. —Deja de señalar al mundo y asume lo que hiciste.— le cortó Ada conforme su paciencia iba agotándose.— recoge la poca dignidad que te queda y regresa por donde viniste. —No me sorprende, siempre fue fácil para ti deshacerte de mi. Incluso cuando estábamos juntos nunca me amaste realmente. Ada que había comenzado a avanzar hacía la puerta se de tuvo al escuchar a Anton que había quedado a sus espaldas. —No quieras voltear las cosas— dijo ella dandole la espalda— yo quería hacer una vida contigo. —Ja— se burló Anton— y por eso me fuste infiel y te embarazaste del hijo de otro hombre. Ada se giró con brusquedad al escucharlo. —No te atrevas a insinuar tal tontería. Jamás estuve con nadie más y lo sabes perfectamente. Anton dió dos pasos hacia ella. —Ah no— Anton tiró del brazo de Ada haciéndole daño— soy estéril Ada, me enteré hace dos meses. Dime ¿Qué excusa vas a poner ahora?
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