¿Tenemos un cadaver en la cajuela?

2135 Words
Ramses se acercó a Mason en cuanto lo visualizó. —Mason…— habló con voz cansada mientras caminaba con trabajo hacía él. Mason levantó su postura y la diferencia en altura y complexión entre los dos hombres fue mas notoria. Ramses era un clásico hombre de negocios, su cuerpo era atlético pero fabricado, su barba cerrada disimulaba su débil barbilla y sus enormes fosas nasales le hacían recordar a un toro. Mason era un hombre mucho mas alto y grande en complexión, y sus músculos eran producto de una vida dolorosa. —Señor, bien venido de vuelta. —¿Dónde esta Ada?— preguntó mirando al rededor. Mason apretó con mas fuerza las llaves. Si Ramses le pidiera las llaves en ese momento Mason se las entregaría llenas de sangre. —Se encuentra en la mansión Walk. Su padre le indicó que permaneciera ahí hasta que usted saliera del hospital. Ramses pareció relajarse visiblemente ante la respuesta de Mason. —Excelente. Debo resolver algunos asuntos pendientes pero iré a buscarla en cuanto se resuelvan.— Ramses se iba a dar media vuelta pero pareció recordar algo y regresó hacía Mason.— la haz mantenido controlada ¿no es así? Mason luchó tan fuerte por no perder la paciencia ante el hombre frente a él que la mano que sostenía la llave del auto comenzó a gotear sangre. Afortunadamente para él Ramses no lo notó El esposo de Ada volvió a su auto y se fue. Mason finalmente pudo ver la llamada perdida en su teléfono que había sentido vibrar en la presencia de Ramses. En cuanto Mason vió el nombre de Ada regresó la llamada. Afortunadamente para su salud mental Ada contestó a los dos timbres. Mason sintió un alivio profundo cuando pudo escuchar su voz. —¿Dónde estas?— fue lo primero que salió de su boca. Ada pareció hablar con alguien tras ella antes de responder. —En el hospital clandestino donde trajiste a Jessica una vez. Mason pareció pensárselo antes de recordar el lugar del que hablaba. —Estaré ahí en cinco minutos. Mason dió un giró brusco en al calle señalada y no se molestó en estacionar correctamente el auto cuando se detuvo frente al hospital clandestino. Era una colonia horrible para vivir y sin duda algún rufián con mala suerte aprovecharía para robarle algunas partes al auto pero en ese momento a Mason no pudo importarle menos. Corrió al interior por la entrada que ya conocía. Nadie le impidió el paso por que lo reconocieron al instante. Comenzó a abrir las cortinas de plástico transparente que hacían de habitaciones improvisada. El interior del edificio abandonado era especialmente oscuro. La mayoría de las habitaciones improvisadas estaban vacías y en las ocupadas los presentes estaban inconscientes así que nadie le reclamó por su actitud invasivo. De igual manera a ninguno de los “médicos” ahí presentes le importaba realmente la salud de los pacientes, solo que pudieran pagar. —¡Ada!—la llamó sin importarle a quien pudiera molestar. —Mason.— Una voz suave dijo su nombre desde atrás. Él se giró y en cuanto vió el delgado cuerpo de Ada en una pieza, con la ropa empapada y abrazándose a si misma por el frío no pudo controlar su impulso de abalanzarse sobre ella. la envolvió por la cintura y la apretó con fuerza a su cuerpo. Entonces escuchó un quejido. Se alejó de ella al instante. —¿Qué ocurre? ¿Estas herida? Ada negó con la cabeza demasiado rápido. —No, solo empapada. Mason la miró sin expresión, volvió a acercarse a ella y a abrazarla con mucho mas cuidado, apretó un poco mas su agarre y ella volvió a quejarse sin poder evitarlo. Ada sintió las fuertes manos de Mason recorrer su espalda, Ella apretó los ojos cuando él tocó los lugares donde se había herido al chocar con la roca. Claro que Mason lo notó. Ada soltó aire sorprendida cuando Mason la hizo girarse y darle la espalda con un movimiento rápido que no le dió tiempo a quejarse. Entonces Mason rompió la parte superior de su vestido. Ada tuvo que agarrar rápidamente la parte de adelante para no mostrar mas de lo necesario frente a los pocos enfermeros que pasaban frente a ella con guantes médicos llenos de sangre. —¡Mason ¿qué haces?! —Estas herida— respondió él mismo a su propia pregunta. Ella soltó un quejido cuando él tocó una de sus heridas directamente. Ada había estado tan preocupada por estabilizar a Jessica después de la droga que le había inyectado con los pocos materiales que tenían disponibles que olvido sus propias heridas. No confiaba en los médicos de ese lugar. Ada sintió los dedos callosos de Mason detenerse en la parte baja de su cintura, justo debajo de las heridas. Se sorprendió cuando Mason comenzó a hacer círculos suaves en esa zona sana como si estuviera acariciándola. —Mason, que…— intentó llamarlo con incomodidad mientras algunos de los presentes al pasar los miraban sin mucho disimulo. Después de todo era un hombre con la complexión de Mason, claramente conocido en ese lugar con una mujer mucho mas menuda en un costoso vestido de marca con la parte superior rota. No era una imagen común. La suave caricia de Mason envió escalofríos a su cuerpo dolorido. Sintió como Mason pasaba sus manos a sus hombros y la empujaba obligándola a caminar hasta un banco de metal. —Siéntate— le ordenó. Mason se escuchaba claramente molestó así que Ada prefirió no discutir con él. Poco después sintió un líquido frió bajar por su espalda y luego sintió la textura de un algodón contra su piel. —Lo siento— Ada saltó cuando la voz de Mason acarició su oído muy cerca de su cuello.— esto es mi culpa. No debí dejarte ir sola. Mason dejó en la mesita junto a Ada un algodón llenó de sangre. —Son heridas menores, y tenías razón, era la única oportunidad para Jessica. Me habría enfurecido si me hubieses dejado encerrada en algún lado sin dejarme hacer nada. Para eso ya tengo a mi padre y a Ramses. Ada apretó los ojos cuando Mason volvió a limpiar la herida. Sintió una de sus manos apoyarse en su hombro desnudo cuando volvió a inclinarse hacía ella para hablar en voz baja. Ada abrió los ojos cuando sintió los labios de Mason en la curva de su cuello y luego en su hombro. —Debo protegerte. —No soy una muñeca de decoración.— respondió ella controlando su voz cuando Mason succionó suavemente un punto especialmente sensible en su cuello expuesto.— no soy débil, ni inútil. —Lo se— respondió él y otro algodón cubierto de sangre fue puesto junto a ella.— no tenía ninguna duda de que lo lograrías. Pero no voy a negar que entiendo por que Ramses parece tan desesperado por aislarte del mundo. Ada se giró hacía Mason sorprendida. —¿Qué? Mason dió un paso hacía ella y se inclinó para quedar a la altura de su rostro pero aún así Ada tuvo que echar la cabeza hacía atrás para poder mirarlo a los ojos. —Eres como una joya rara y muy valiosa, si fueras mía tampoco querría que ni siquiera la brisa te acariciara.— Ada iba a protestar pero los labios de Mason atraparon su quejido cuando el introdujo la lengua en su boca y la besó con fuerza.— pero nunca le cortaría a un ave sus alas. La molestia de Ada se alejó suavemente al escucharlo. —Claro, yo estoy muy bien gracias por preguntar— se quejó Jessica acercándose a ella con una cobija vieja colgando de sus hombros. Ada se alejó un poco de Mason claramente incomoda. Jessica era la segunda persona después de Azael que al encontraba en esas condiciones con Mason, si no tenía cuidado el siguiente podría ser su padre o Ramses. Eso arruinaría sus planes por completo, si es que vivía para contarlo. Mason pareció respetar su incomodidad por que a su rostro volvió esa expresión de piedra. —Vamos, debemos moverte antes de que alguien te reconozca— le dijo a Jessica con voz fría. Ada se levantó del banco aún abrazando la parte frontal de su vestido, entonces sintió que algo cálido caía sobre su hombros. Mason se puso frente a ella y le ayudó a cerrar el saco que le había puesto cubriendo sus brazos y su pecho lo suficiente para evitar un accidente. —Vamos al auto, debes descansar. Jessica rodó los ojos con molestia y risa tras ellos. Realmente Ada parecía la única persona que existía en el mundo de Mason. Era una pareja hasta cierto punto tierna, pero la detective pensó que no había forma de que eso terminara bien para ninguno de los dos. Un final feliz sería algo prácticamente imposible. Mason empujó por los hombros a Ada y Jessica los siguió en silencio. Mason condujo a Ada al asiento del conductor y Jessica entró detrás. Cuando Mason subió al asiento del conductor Ada no pudo evitar preguntar. —¿Qué ocurrió con Anton? Mason que pareció recordar lo ocurrido de pronto dijo con tranquilidad. —Esta en la cajuela. Ada abrió los ojos con sorpresa y pudo escuchar a Jessica reír tras ella con sorpresa. —¿Qué?— preguntó Jessica por ella. —Llamaste cuando lo estaba sacando de la casa, no tuve tiempo de deshacerme del cuerpo. Mason omitió intencionalmente el encuentro con Ramses. Ada se cubrió el rostro con preocupación. —Mason ¿Tenemos un cadaver en el auto ahora mismo? Mason se encogió de hombros como si no fuera realmente importante. —Come algo primero y nos deshacemos del cadaver después. Ada se llevó las dos manos al rostro para mantener la compostura. ¿Realmente estaban teniendo ese tipo de conversación? Jessica rió a carcajadas desde el asiento de atrás. Ya era de noche cuando Ada volvió con Mason esta vez a la casa que compartía con Ramses. No había ido a visitarlo al hospital pero tendría que averiguar su estado pronto. Ada esperaba que no despertara nunca. Se dió una ducha. Las heridas en su espalda que Mason había cuidado ahora eran mucho menos dolorosas. Sacó la mano de la regadera intentando alcanzar la toalla cuando sintió en su lugar una mano cálida que atrapó su muñeca. La puerta de cristal de la regadera fue recorrida y un hombre realmente imponente apareció frente a ella. —Mason ¿qué haces? Este tiró de ella sacándola de la regadera y atrapó sus labios antes de que pudiera decir algo. Ada brincó cuando las manos de Mason se fueron directo a sus pechos erectos por el frío, no sabía si los escalofríos en su cuerpo eran por el toque de Mason o por que Mason no la había dejado secarse. Brincó cuando sintió la mano de él entrar entre sus piernas sin ningún aviso. Ada gimió contra su boca cuando Mason masajeó con maestría su c******s que se hinchaba más y más. En ese momento él se estaba saltando cualquier juego previó y estaba tocándola sin ningún control de si mismo. —Jamás cortaré tus alas— le susurró él al oído sin dejar de estimularla— pero siempre serás mi hermosa ave, mía. Nadie jamás podrá tenerte. No lo permitiré.— Ada gimoteó mas fuerte cuando Mason aceleró los círculos en su c******s y apretó con rudeza uno de sus pezones como si dijeran con sus manos: Mía. Ada estaba demasiado estimulada para quejarse por las palabras de posesividad de Mason. El orgasmo la alcanzó dejándola agotada. Fue apenas consciente de que Mason tiraba de ella, él se sentó en el banquillo del baño y la hizo sentarse sobre él. —Móntame tú. No quiero abrirte las heridas. Cuando Ada se recuperó por completo Mason ya se había enterrado profundamente dentro de ella y aunque le dijo que dejaría que ella lo montara él comenzó a controlar sus movimientos tomándola de la cintura y haciéndola enterrar la longitud de su pene por completo en su interior. Ada se apoyó en sus anchos hombros para controlar el movimiento mientras él la penetraba más y más fuerte. Mason la subió y bajó sobre él como si no pesara nada. Ada sintió otro orgasmo acumularse en su interior y explotar en el instante en en que Mason se vino dentro de ella. En ese momento el medio del silencio de una casa vacía Ada escuchó el sonido de un auto estacionando frente a la casa y después el sonido de la puerta siendo abierta. Ada miró a Mason con horror. —Solo Ramses tiene llaves de esta casa— dijo Ada en voz baja.
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