Para amarte y respetarte

3649 Words
Ada realmente no esperó el golpe que recibió hasta que se encontró de cara en el suelo. La visión se le borró un momento mientras se recuperaba del impacto. Se llevó una mano a donde la mejilla le cosquilleaba como si se le hubiese dormido. Ada no pudo controlar las lagrimas que salieron de su rostro. —No me vuelvas a faltar al respeto de esa manera en frente de otra persona. ¿Entendido? Ada no respondió. Ramses caminó hacia ella que seguía en el suelo y con un movimiento brusco le tiró del cabello hacia atrás para hacerla mirarlo. Le dolió como el infierno donde Ramses jalaba su cabello pero se negó a demostrarlo. —Te pregunté si lo habías entendido. Pero para sorpresa de Ramses no había miedo en los ojos de Ada, la furia pura y sangrienta se dibujaba en el mar azul de su mirada, ningún rastro de temor a él. Él dió un paso lejos de ella como si de pronto le temiera. —Cúbrete eso— le ordenó saliendo de la sala y dejándola sola. Poco después Ada se puso de pie limpiándose las lagrimas con un gesto brusco. Ya llegaría su turno. Un día sería Ramses el que estaría arrodillado frente a ella con el rostro lleno de lagrimas y desesperación al igual que el de su padre. Viendo su reflejo en el viejo reloj de péndulo en la sala se recordó a si misma que ella no iba a romperse. Aún tenía algo por lo que luchar, algo que recuperar. Ella tenía que luchar. Se tomó la pastilla un segundo antes de que Ramses abriera la puerta así que se apresuró a guardar el bote de pastillas rápidamente debajo de su almohada. Cada noche era exactamente lo mismo. Ramses se montaba encima de ella, le abría la bata y la penetraba sin ningún juego previo, sin ninguna consideración, Ada se aferraba a las sabanas y solo cerraba los ojos esperando que terminara pronto. Él se venía dentro de ella y todo terminaba, él se daba la media vuelta y se dormía. —Apresúrate a tener un hijo mío— le dijo mientras se retiraba de su interior— me asegurare de darle a tu padre un digno heredero. Como ya era habitual se dejó caer junto a ella y en pocos minutos se quedó dormido. Ada dejó que una lagrima solitaria se deslizara por su mejilla hasta su almohada. Cada día era mas difícil mantenerse en una pieza. Ada se detuvo al ver el auto frente a ella. Ramses solía salir a esa hora del día lo que le daba tiempo de huir de aquel infierno por lo menos un par de horas al día, ademas aún tenía un objetivo claro que no iba a dejar por nada del mundo. Dió un paso atrás al ver a aquel hombre que descendió del asiento del conductor. Era el hombre que su esposo había contratado para cuidarla. El hombre era musculatura pura y completa, lucía claramente incomodo con el traje n***o que Ramses le había ordenado usar, se aproximó hacía ella y Ada apresuró el paso hacía la reja principal. El enorme cuerpo del hombre llegó antes que ella impidiéndole el paso —Muévete— le ordenó Ada levantando la barbilla para mirarlo a los ojos. La profundidad de sus ojos negros era tan abrumadora como la negrura de un bosque desolado a la medianoche. El hombre era una roca imperturbable, solo la miró en silencio e hizo un gesto apenas perceptible hacía el auto estacionado tras ella en medio de el enorme patio frontal de la mansión. Intentó evadirlo de nuevo pero una mano firme se detuvo contra su abdomen impidiéndole avanzar. —Suba al auto, la llevaré a donde necesite.—le susurró por lo cerca que estaban. Su mano se presionó con más firmeza contra su abdomen. —No necesito una niñera— le dijo Ada con tono calmado— le diré a mi esposo que hiciste tu trabajo pero esto es algo que haré sola. Ada lo intentó de nuevo pero fue sorprendente como solo la fuerza de su mano era suficiente para retenerla por completo. Dios, no tenía tiempo para eso. —No trabajo para su esposo, trabajo para usted y lo que haga para usted solo lo sabremos usted y yo. A Ada le sorprendieron sus palabras que resonaron contra su cuerpo por su voz profunda  y asombrosamente adictiva, una inmadura parte de ella solo quería escucharlo hablar mas. El calor de su mano contra su abdomen estaba invadiendo todo su cuerpo. Era un hombre contratado por su esposo, Ada simplemente no podía confiar en él. —¿Por qué confiaría en ti?— respondió y se negó a retroceder cuando él se acercó más inclinando su enorme cuerpo sobre el de ella. —Como ya le dije no trabajo para su esposo— su voz bajó un tono mas si es que era posible y susurró muy cerca de su oído. Si alguien los viera sin duda pensaría que algo mas estaba ocurriendo, afortunadamente en ese momento la casa estaba tan desierta que ni un ave volaba por ese lugar.— soy suyo y le serviré como tal. Ada se alejó un par de pasos atrás al escucharlo. Ese hombre tenía que estar loco. Él se mantuvo firme e incorrompible frente a la única salida de esa maldita cárcel. Ada suspiró ruidosamente antes de dar media vuelta y caminar al auto. Mientras él se quedara en el auto podría manejarlo. —Vamos— le dijo entrando en el asiento de atrás. Mason no tardó en ocupar su lugar tras el volante y encendió el auto.— llévame al club The Moon. Mason arrancó el auto sin dudarlo. The Moon era lo único que le quedaba, ese club le pertenecía a su madre y se lo entregó como herencia poco antes de morir por lo que Derek Walk no podía tocarlo y su esposo aún no sabía de él. Tarde o temprano lo descubriría y solo le quedaba un reloj cuenta a tras antes de que todo explotara. Ada a veces se preguntaba si su madre sabía lo que iba a pasarle, si sabía que su padre iba a matarla y aseguró a sus hijos antes de caer. Se detuvieron frente al club, las luces iluminaban desde el interior pese a la hora temprana del día, era un lugar que se extendía tan grande como una universidad, Ada se había encargado de hacer crecer el pequeño club que su madre le había heredado hasta convertirlo en su mayor fuente de ingresos. Y la mayoría de esos ingresos iban completos a la misma causa. Para su molestia Mason se bajó del auto con ella. —No necesito que vengas conmigo. Mason no la escuchó solo se puso a su lado a penas por un paso de distancia. Ada sintió como perdía un poco la paciencia. Lo dejó seguirla al entrar al club. La gente se arremolinaba afuera de la puerta esperando entrar. El guardia la vislumbró desde la distancia. El resto de las personas formadas también la notaron. Era una mujer difícil de pasar por alto, el elegante vestido gris que llevaba se ajustaba perfectamente a su cuerpo, un costoso saco blanco colgaba desenfadadamente de sus hombros y su porte era digno de cualquiera con el apellido Walk, su cabello dorado caía suavemente sobre sus espalda y sus tacones resonaban en el suelo dejando que sus caderas se balancearan con cada paso. El poderoso hombre que la seguía a sus espaldas tampoco ayudaba mucho a mantener un perfil bajo. El guardia retiró la cadena inmediatamente al verla pero titubeó al ver al hombre tras ella, incluso el guardia que era un hombre robusto y contratado por su aspecto intimidante palideció frente a Mason, incluso aunque su trabajo consistía en retener a extraños no parecía muy dispuesto a intentar retener a Mason. —Viene conmigo— dijo Ada con resignación, sabía que de otra forma no se libraría de él de igual manera. El club estaba como siempre a reventar, la gente bailaba en medió de las luces neón y el elaborado diseño te hacia sentir que estabas dentro de una pecera. Ada pudo oler los afrodisiacos ilegales llenando el aire. Pese a su llamativa presencia había chicos demasiado drogados que no la notaron, un hombre casi se estrelló con ella pero Mason fue mas rápido. Un relajado empujón de Mason hacía el hombre y el hombre calló de bruces al suelo. Ada intentó recomponerse para no mostrar lo impresionada que estaba por la habilidad de aquel hombre. Ni siquiera lo había visto moverse. Se aclaró la garganta y volvió a apresurarse hacía su destino. Subió unas escaleras empinadas a un segundo piso. Como ocurrió anteriormente el guardia frente a la puerta al final de las escaleras abrió rápidamente al verla pero titubeó al ver a Mason, Ada asintió con la cabeza y el hombre se hizo a un lado para déjalos pasar. El segundo piso era una gran habitación privada llena de sillones de piel y luces aún mas bajas, Ada desconocía para que se usaba en el pasado pero ahora se había convertido en su refugio y oficina. —Realmente necesito que te quedes aquí a partir de este punto.— le ordenó frente a él dandole la espalda, si bien su voz era autoritaria había una súplica implícita en su tono. Mason no la siguió cuando ella entró tras una cortina oscura y supo que él había entendido. El interior tras la cortina era muy similar a un cuarto oscuro para revelar fotografías, Ada encendió manualmente una lampara cerca de la mesa larga y corta que abarca lado a lado de la pared. En esta se encontraba su vida. Todos los documentos, fotografías y papeles que la acercaban cada día un paso mas cerca de su hijo y un paso mas cerca de su libertad. Su padre se lo había arrebatado todo el día que le arrebató a su hijo el día de su nacimiento. Después de eso su hijo se convirtió en los hilos con los que su padre controlaba su vida, todo lo que hiciera y dijera era controlado bajo el poder enorme que tenía su padre. Su hijo. El hijo que no cargó ni una sola vez, el hijo que ella dió por muerto mucho tiempo hasta que su padre le reveló la verdad. Él estaba vivo y si Ada quería volver a verlo mas le valía ser una hija obediente. Y lo había sido, la hija obediente, la esposa obediente. Pero el día en que encontrara a su hijo, ese día mandaría todo al demonio y le pondría una bala en la cabeza a su padre. Le dispararía mirándolo a los ojos. Pero por ahora seguía siendo otra de sus marionetas, obligada a casarse con un hombre que no amaba. Se llevó una mano al golpe que había cubierto perfectamente con maquillaje. Jamás pensó convertirse en una de esas mujeres, de las que cubren sus golpes con maquillaje, de las que son violentadas y solo lo aceptan. Cambió el curso de sus pensamientos rápidamente antes de derrumbarse. En ese momento sintió vibrar el celular dentro del sacó blanco sobre sus hombros. La llamada fue a buzón pero pudo ver el mensaje llegando un segundo después. “¿Dónde estas?” Maldición. Ramses había vuelto antes. Salió rápidamente para encontrarse con el amplió pecho de Mason, perdió el equilibrio pero él la sostuvo de los hombros ayudándola a equilibrarse. —Ramses volvió— dijo y no pudo evitar el pánico en su voz. Mason tensó su agarre. Mason manejó tan rápido que Ada temió que moriría antes de que Ramses la matara. Ramses estaba en la puerta cuando ella llegó y se aproximó al auto al verla, abrió la puerta del auto y tiró de ella bajándola sin cuidado. Ada se soltó tan pronto como pudo sostenerse sobre sus pies. —Saliste sin decirme nada— no fue una pregunta— ¿cuánto llevas haciéndolo? ¿Te ríes de mi? —La llevé al hospital— intervino Mason saliendo del auto. Ramses volvió su atención hacía él como si de pronto lo notara. —¿Al hospital? ¿Qué sucedió? Mason caminó hacia él y de una forma sutil se interpuso entre él y Ada poniendo su cuerpo como una barrera. —Me sentía agripada.— se apresuró a añadir ella.— no fue nada grave. Ramses pareció pensárselo mientras la estudiaba pero finalmente suspiró resignado. —Bien, pero no salgas de nuevo sin mi permiso. Se giró hacia Mason. —No la lleves a ningún lado sin informarme primero, yo te avisaré sin puede ir o no. Ada apretó los puños del sacó tratando de no explotar. “No eres mi dueño” Gritó en su mente. Mason no respondió solo se mantuvo en silenció. —Señor la reunión es en diez minutos— dijo el asistente de Ramses llegando junto a ellos. Ada se dió cuenta entonces que Ramses solo había vuelto por que ella había salido. ¿Pero quién le dijo que ella había salido? Miró a Mason con recelo. Este le devolvió la mirada con tal firmeza que Ada se tuvo que obligar a retirar la mirada primero. —Me iré, espero verte aquí cuando regrese. Se aproximó para besarla pero Ada quitó el rostro. Pudo sentir la ira emanando de Ramses por su gesto pero había demasiado gente para agredirla así que se limitó a sonreír incómodamente y entró a su propio auto saliendo de ahí. —Dijiste que podía confiar en ti— le reclamó a Mason caminando a paso rápido hacía la casa para dejarlo atrás. Los pasos de Mason aunque mas lentos fueron mas largos y la alcanzó rápidamente, Ada jadeó cuando él la tomó del brazo girándola hacía él. —No te delate, debes tener cuidado, tienes una rata— Mason miró a alguien tras Ada. La soltó y se acercó a la puerta principal que estaba semiabierta, del interior extrajo al hombre de entre las sombras tras la puerta de entrada. El hombre terminó contra la pared con la mano de Mason en su cuello impidiéndole respirar. —Lo mataré si me lo pides— le dijo apretando con mas fuerza su garganta. El hombre era un sirviente bajo y sumamente delgado, si Mason quería le partiría el cuerpo en dos. —¡Déjalo!— se apresuró a decir Ada, el hombre cayó al suelo en busca de aire. Levantó el rostro mirando a Ada como si encontrara en ella un salvador pero la expresión sangrienta en el mar azul de las pupilas de Ada le dijeron otra cosa.— déjalo vivir— dijo con un tono mas oscuro— voy a usarlo. Ada se inclinó hacía él con un gesto cariñoso pero el hombre pudo sentir el peligro por que se pegó mas a la pared tratando de alejarse. —Ya que eres una rata chismosa te dejaré vivir si te conviertes en mi rata— Ada se inclinó y le levantó el rostro con un dedo— le dirás a mi esposo solo lo que yo te diga. Cuando el hombre dijo que si desesperadamente Ada se enderezó de nuevo acomodándose el sacó mejor en los hombros. Miró de reojo a Mason que la miraba intensamente sin intentar disimularlo ni un poco. —Vigila que cumpla su palabra.— le ordenó a Mason. Era el momento perfecto para probar si realmente estaba de su lado. Volvió su atención al hombre en el suelo. —Dile a Ramses que he estado enferma y que dormiré en otra habitación. —Si señora— dijo el hombre en el suelo sin atreverse a levantarse. Ada entró con la cabeza en alto a la casa dejando a Mason encargarse de la rata. El hombre en el suelo miró a la señora de la casa desaparecer en el interior. Todos sabían que era un matrimonio arreglado y estaba seguro que aquella mujer seria una débil dama sometida a su esposo pero la forma en que lo miró desde arriba, como si no fuese mas que una inmunda rata de alcantarilla. Esa mujer era peligrosa. Quizá aún mas peligrosa que su esposo. —Ahora debo asegurarme de que cumplirás tu palabra.— le dijo el enorme hombre al sirviente en el suelo. Y ademas estaba ese enorme hombre que parecía estar de su lado. El chofer se inclinó y levantó al sirviente del suelo por la solapa del uniforme, sin previo aviso le enterró el puño en el estomago derribándolo en suelo nuevamente. Fue como si una bala de cañón hubiese impactado contra su abdomen. Se quedó sin aliento y el poco aire que entraba a sus pulmones ardía como el infierno. —Te mataré si le creas problemas— el sirviente supo que se refería a la señora. El sirviente se quedó en el suelo sin atreverse a levantarse. Ada se terminó de limpiar el maquillaje dejando a la vista el enorme moretón que cubría su pómulo. Tiró la almohadilla llena de maquillaje en la basura y se miró en el espejó de su tocador. “Sostente” se dijo “puedes hacerlo, puedes sobrevivir a esto”. Escuchó la cochera abrirse y el auto de su esposo llegar. Siguió preparándose para dormir en la habitación separada a la que se había ido con la excusa de su enfermedad. Desde la mañana no había tenido noticias de él pero sin duda estaba molesto. “Puedes hacerlo” se dijo “puedes hacerlo” En ese momento la puerta de la habitación se abrió con tanta fuerza que se regresó con el impacto. Vió a travez del espejo que su esposo se acercaba como una bola furiosa arremetiendo contra ella. Llegó junto a ella y la giró bruscamente y para sorpresa de Ada la besó. Fue un beso espantoso, la besaba como si su boca solo fuese otro orificio que llenar ademas de que él sabia intensamente a alcohol. Ada apartó la cara empujándolo. El hombre claramente ebrio se tambaleó hacia atrás casi cayendo pero recomponiéndose rápidamente. Realmente parecía un toro viendo rojo cuando sus fosas nasales se agrandaron y volvió a arremeter contra ella. Ada sintió como tiró de ella y luego la empujo en la cama poniéndose sobre ella. —Puedo besarte si quiero, ¿entiendes?. Eres mía para tomar, eres mi esposa y no vas a volver a humillarme de esa manera.— exclamó quitándose el saco aún sobre ella.. Ada realmente se sintió temblar mientras su enorme cuerpo la mantenía inmovilizada. Una cosa era el sexo matrimonial forzado, pero ahora el estaba borracho y furioso y estaba segura de que la iba a lastimar. Comenzó a removerse debajo de él tratando de liberarse mientras veía al rededor con que podría defenderse. A diferencia de las anteriores veces cuando el comenzó a intentar abrir su bata ella luchó por impedírselo. —¡Basta, estas ebrio, no tendré sexo contigo así! Ramses bufó sobre ella. —Eres mi esposa, tendré sexo contigo cuando me venga en gana. —Señor— dijo una voz profunda que la dejó paralizada. Ramses también se tensó sobre ella con los pantalones desabrochados y la camisa a medio quitar. —¿Qué quieres, Mason?— exclamó furioso sin quitarse de encima de ella. Ada cerró los ojos negándose a ver al hombre en la puerta. —Alguien robó su auto. Ramses rápidamente se levantó de la cama liberando a Ada, se subió la cremallera y se abotonó la camisa. —¿Qué sucedió? —Un hombre entró sin que lo viéramos, pero lo estamos rastreando con las cámaras de seguridad. —¡Para eso les p**o, maldita sea!— gritó colgándose el sacó en hombro mientras intentaba recomponer su apariencia, Ada se levantó rápidamente y se cerró la bata cubriendo su cuerpo. Ramses salió y Mason pareció dispuesto a ir tras él pero Ramses lo detuvo. —Vigila que no vaya a ningún lado.— dijo señalando a Ada que seguía en la cama con la cabeza baja y el rostro oculto por el cabello. Ramses se fue y Mason no dudó entrar a la habitación cerrando la puerta tras de si. Ada se negó a levantar el rostro oculta en la muralla que le ofrecía su cabello, cuando Mason se acercó y se inclinó para mirarla Mason supo porque. El maquillaje ya no cubría el enorme moretón sangriento que adornaba su mejilla. Mason acercó una mano a su rostro pero ella se alejó. —Estoy bien— dijo levantándose y yendo al espejo para retocar su apariencia.— ¿qué paso con el auto de Ramses?— dijo rápidamente para tratar de ignorar la manera en que Mason la miraba. —Lo estrellé.— dijo como si nada. Ada lo miró a travez del espejo sin poder creerlo antes de girarse para verlo a los ojos. —¿Qué? —Le dije que estaba de su lado señora Walk.— dijo caminando hasta estar frente a ella.— no permitiré que nadie le haga daño.— Él acercó una mano a su rostro retirando su cabello para ver mejor el golpe.— lo matare si usted me lo pide— dijo repitiendo las palabras que le había dicho cuando descubrieron al sirviente. —¿Por qué?— preguntó ella honestamente confundida. Mason, sin embargo, se limitó a sonreírle con una media sonrisa apenas perceptible en ese rostro duro y frío. —Descanse, estaré en al puerta toda la noche, nadie entrara sin su permiso. Finalmente la dejó quitando la mano de su rostro dejando que el cabello cubriera de nuevo la herida y finalmente salió de la habitación. Ada se sostuvo del tocador para no perder el equilibrio. Había algo en ese hombre que le era muy familiar.
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