Puedes tener justicia o puedes tener venganza. Pero no ambas cosas (Devin Grayson)
El mundo a su alrededor fue tomando forma. No tardó en percibir el olor a alcohol de un hospital.
—No te levantes, llamaré al doctor— Ada se tensó al escuchar esa voz.
Intentó desesperadamente levantarse de nuevo pero sintió como alguien le empujó los hombros impidiéndole levantarse.
—Esta bien, señora Walk, debe permanecer recostada.
Ada se agarró a la mano que la sostuvo de los hombros al reconocer a Mason.
—Mason ¿qué…
Mason se soltó de su agarre un instante antes de que Ramses entrara en la habitación con un medico siguiéndole las espaldas.
—Le hicimos una revisión y todo esta en orden— dijo el medico hablando con Ramses que lucía sorprendentemente preocupado.
—Se desmayó mientras desayunaba, señora Walk— le dijo Mason al notar su confusión.
Con esa afirmación los recuerdos de lo que realmente sucedió invadieron a Ada y solo pudo girarse para vomitar en el suelo.
El medico y Ramses dieron un paso atrás con incomodidad, fue Mason quien se acercó y le recogió el cabello para que no se ensuciara mientras las arcadas la invadían una tras otra.
Las imágenes de una habitación sangrienta la invadieron como focos parpadeantes en sus ojos.
Finalmente su estomago dejo de devolver la bilis ya que realmente no había comido nada en todo el día. El doctor le extendió un baso con agua que ella aceptó.
—Es importante que descanse, y se alimente bien, por lo que veo en su historial medico ha sufrido de anemia antes así que es importante que se cuide y se alimente bien.
—Así será doctor, yo cuidaré de ella.
Ada no entendió la extraña actitud de Ramses.
—Por cierto ¿cuándo saldrán los… otros estudios.?
El doctor se vió claramente incomodo con la pregunta de Ramses por que se ajustó la bata de hospital como si hubiese sido descubierto haciendo algo ilegal.
—Le llamaré en cuanto tengamos los resultados.
—¿Cuales otros estudios?— le preguntó Ada.
—Bueno su esposo me pidió que le…
—Descansa cariño— lo interrumpió Ramses besando su frente e interrumpiendo al medico. Ada tuvo el impulso de alejarse pero se obligó a no hacerlo.
Las imágenes de una habitación sangrienta venían a su mente y devolvía a las arcadas.
Ramses le dió una mirada a Mason como si con ello transmitiera una orden y finalmente salió de cuarto junto al medico.
En cuanto Ramses se fue Ada empujó las sabanas y trató de quitarse el suero del brazo cuando una mano mas grande que la suya la detuvo.
—Detente— le ordenó sosteniéndola con fuerza.
—Suéltame, tengo que ayudarla, tengo que encontrarla, yo…
Ella no supo en que momento comenzó a entrar en pánico hasta que Mason le sostuvo ambas muñecas y luego la empujó contra la cama impidiéndole salir corriendo.
—Ada— dijo con dolor en sus ojos usualmente inexpresivos— ella esta muerta.
—¡No!— gritó ella peleando contra él. No le importó quien pudiera escucharla, no pudo evitar comenzar a llorar con desesperación al escucharlo.
Ella estaba muerta.
Maldición claro que estaba muerta, no podría haber sido de otra manera. En algún punto Mason dejó de sostenerla y tiró de ella para estrecharla contra su pecho. La meció suavemente y Ada no pudo creer que un hombre tan duro y distante como él estuviese siendo tan dulce en ese momento.
Se sentía tan débil y miserable que no luchó mas contra él y dejó que la sostuviera en su lugar.
Ella lloró contra su amplió pecho mientras el susurraba palabras tranquilizadoras en su oído.
—No pude salvarla— dijo y las palabras le dolieron aún mas dichas en voz alta.
—Lo se— respondió él.— lo siento.
Entonces él fue soltando su agarré poco a poco. Ada fue consciente de que era peligroso y que Ramses podía entrar en cualquier momento pero solo pudo aferrarse a él desesperadamente buscando no hundirse en el dolor que la estaba comiendo viva.
Primero su hijo, ahora Lily, no había podido hacer nada por nadie, era incapaz de salvar a nadie.
Era una basura.
—Sea lo que sea que este pensando señora Walk haga el favor de no pensarlo mas, luchó por salvar la vida de la amante de su esposo y su hijo bastardo, eso es mas de lo que la mayoría de las personas haría. Es un mundo cruel que esta fuera de su control. Detenga esos pensamientos mi señora.
Entonces algo cambio en Ada, ya no era el dolor y el auto desprecio lo que la estaba comiendo viva, fue un sentimiento que estaba ya dentro de ella pero que ahora emergía para dominar a los demás.
La rabia, la ira cruda y deseosa de derramar sangre.
De derramar sangre de la misma manera en que ella había sangrado interna y externamente.
Mason se alejó un poco al notar un cambio en ella para poder mirar su rostro. Ya no estaba la devastación y la desesperación presente en ese elegante rostro de ojos azules.
Algo había cambiado.
Algo se había roto.
Irremediablemente.
—¿Ada?
Ella miraba a la nada y Mason casi podía ver las llamas ardiendo en sus iris.
—Mason— le dijo ella finalmente mirándolo— pásame mi ropa.
Este la miró un momento como si intentara estudiar lo que pasaba por su cabeza antes de finalmente alejarse ese ella. Le dió su ropa tal como pidió.
Ella lo miró un momento como esperando a que él se volteara pero al ver que Mason no tenía ninguna intención de desviar la mirada ella se apresuró a quitarse la bata de hospital, sus pechos se alzaron con el frío del cuarto de hospital. Bajo la fija mirada de él sobre su cuerpo se apresuró a cambiarse a su ropa formal.
Justo cuando se ponía su abrigo la puerta se abrió.
—¿Te levantaste ya?— dijo Ramses preocupado corriendo a su lado para apoyarla como si ella fuese a quebrarse en cualquier momento.
—Estoy bien— dijo ella asqueada con su sola presencia pero luchando inútilmente por no hacérselo ver al medico frente a ellos.
—Si es capaz de levantarse creo que puedo tramitar su alta— dijo el medico.
—De acuerdo— con la aceptación de Ramses el medico salió del cuarto.
Ada quiso empujar muy lejos a su esposo que la sostenía con un brazo cubriendo su espalda.
No entendía la estúpida sobreprotección de Ramses.
—Vamos al auto— le dijo con una voz tan conciliadora y cariñosa que Ada quizo girarse hacia él y apuntarle con algo afilado hasta que le dijera quien era realmente y que había hecho con el Ramses que ella conocía.
Finalmente la llevó al auto pero al instante de entrar tras ella su teléfono comenzó a sonar y la dejó sola.
—Vuelo en un segundo— le avisó como si a ella le importara.
Ada ni siquiera lo miró.
—No entiendo por que de pronto actúa como un ser humano decente.— dijo ella para si misma pero Mason que había subido al asiento del conductor la escuchó.
—Él cree que estas embarazada— respondió Mason.
Ada casi perdió el aliento al escucharlo.
—¡¿Qué?! ¿Por qué?— dijo ella claramente horrorizada con la idea.
—Por que eso fue lo que le dije.
—¿Te volviste loco?
Mason mantuvo un rostro inexpresivo al decir.
—Fue la única manera en que logre que no hiciera preguntas. Si él se enteraba de donde estuvimos sería… muy malo para ti y tus planes.
Ada supo que se refería a su hijo.
—Pero no lo estoy… no lo estoy ¿verdad?— preguntó con aterrada duda.
Mason negó ligeramente con la cabeza.
—No, o por lo menos yo lo desconozco, tampoco le dije que fuera seguro solo que lo sospechaba, te hizo hacer estudios mientras estabas inconsciente, tardaran un poco en salir pero tendremos estos días para pensar que hacer.
Mason se calló y Ada supo que estaba cerca.
Si bien sabia que la idea no era cierta no pudo evitar que el pensamiento se quedara en su cabeza: Embarazada de esa porquería humana. Embarazada de Ramses.
Jamás.
Ella sabía que no era posible o por lo menos era poco probable, pero la idea de tener algo que la atara a Ramses fue suficiente para querer vomitar de nuevo.
El regresó al auto y le indició a Mason que arrancara.
Ada quizo aventarse del auto en movimiento cuando Ramses la envolvió con un brazo y la acercó a él.
Ada se prometió que derramaría la sangre de ese hombre a su lado como vió derramada la sangre de esa chica embarazada en ese cuarto.
No tenía pruebas de que Ramses lo había hecho.
Pero estaba segura de que así era.
Finalmente volvieron a la casa, Ada le dijo a Ramses que quería quedarse en la habitación individual y sorprendentemente él accedió en incluso le dijo que enviaría a alguien a que llevara la cena para ella si es que no se sentía fuerte para comer en el comedor.
Ada se sentía mas horrorizada con ese Ramses que parecía extrañamente cordial que con el Ramses que demostraba la basura humana que tenía en su interior.
Sintió la mirada de Mason seguirla como si le dijera lo mucho que quería ir con ella y lo desesperado que se sentía de tener que quedara estático en algún lugar de la casa sin poder hacer nada mas con ella que mirarla mientras Ramses estuviera presente.
Incluso Ada esperó que él dejara de mirarla de esa forma tan penetrante que la hacían recordar la forma en que envolvió su cuerpo con el de ella esa noche en que simplemente la tomó como si no importara nada mas.
Finalmente llegó al cuarto pero ya no se sintió débil.
La imagen de esa chica derrotada le dieron a Ada una llama de fuerza que desconocía hasta antes de eso.
Ya no era solo encontrar a su hijo y huir con él.
Ahora la venganza se había convertido en una prioridad casi tan importante como él.
No sería benévola, no sería justa, ni perdonaría.
Estaba vez no tenía ninguna duda.
Se encargaría de que Ramses tuviese una muerte lenta y dolorosa, se encargaría de repartir su cuerpo sangrante por cada parte de la habitación hasta que igualara al piso rojo del departamento donde una mujer embarazada e inocente perdió la vida.
Ada no tenía ninguna duda de que Ramses tenía algo que ver en esa masacre.
Ya no quería justicia, quería venganza.
Quería que Ramses sufriera el doble o el triple de lo que había hecho sufrir.
Como si el universo buscara calmar su ira su teléfono comenzó a sonar. Atendió rápidamente al reconocer el número.
—Soy brillante— dijo Jessica alagándose a si misma.
—¿Por qué llamaste?— dijo Ada sin mucha paciencia.
—Bueno, creo que te gustara escuchar esto.
—Habla— dijo Ada.
—Bueno… parece que…— Ada bufo, parecía que a la extraña detective que su hermano le había hecho contratar le gusta el suspenso.— puede que tenga una buena idea de donde esta tu hijo…
Ada habría contestado con desesperó al instante exigiéndole decir donde estaba pero su teléfono fue retirado de su oído antes de poder decir nada mas.
—Pensé que te había dicho que tenías que ganarte el derecho de tener un celular, cariño.
Ramses estaba frente a ella con el teléfono fuera de su alcance.
Ada abrió los ojos con horror cuando Ramses se llevó el teléfono al oído y dijo:
—¿Quien eres?