Jessica se quedó en silencio un momento al notar el cambio de voz en la llamada de la impaciente Ada Walk por un hombre claramente furioso.
—¿Quién eres?— dijo con rabia.
Jessica dudaba que fuese el mastodonte que había acompañado a Ada hasta su oficina, no este debía ser alguien más.
—¿Quien soy?— Jessica tragó saliva antes de decir— señor, usted llamó a aerolíneas Delta, si esto es una especie de broma le voy a pedir…
—¿Aerolíneas Delta?— la interrumpió.— ¿por qué mi esposa esta hablando con una aerolínea?
Jessica jugueteó con el cable del teléfono.
—mmm… señor si hay algún problema familiar de por medio le pido que por favor me exente y exente a la empresa de esto, yo solo procese un viaje redondo para la señora Ada y su esposo Ramses Olsen.
El hombre se mantuvo en silencio.
—¿Hay algún problema señor?— preguntó Jessica tratando de descifrar lo que ocurría al otro lado de la llamada.
—Ninguno— dijo de pronto— cancele el viaje.
Jessica se dejó caer en la silla con alivió después de escuchar el sonido de colgado del teléfono.
—Maldito hijo de puta loco, casi me orino encima.
Bajó el teléfono a su regazo mientras el sonido de colgado continuaba.
Ramses colgó la llamada apretando el teléfono en sus manos.
—¿Un viaje?—le preguntó a Ada.
Ella parecía nerviosa pero no se vió sorprendida por su pregunta.
—Pensaba decírtelo cuando volvieras, pensé que sería bueno que nos conociéramos mejor si vamos a vivir juntos el resto de nuestras vidas.
Ramses la estudió en silencio antes de decir.
—¿Lo dices en serio?
Ada asintió.
Por la expresión de Ramses casi parecía que iba a ceder pero después dijo.
—Faltan pocos días para la fiesta de navidad de tu familia. No vamos a faltar.— Ada lo vió guardarse el teléfono en el bolsillo del pantalón.
Él caminó hacia la puerta y Ada fue dejando salir el aire de sus pulmones conforme se alejaba.
—Ada— la llamó tomándola por sorpresa. Él se había detenido en el umbral de la puerta— en la fiesta de navidad espero poder dar una buena noticia a tu padre… ¿sabes a lo que me refiero, verdad?
Ada luchó con todas sus fuerzas por recomponerse al girarse para mirarlo.
—En realidad no— mintió.
Ramses sonrió y regresó sobre sus pasos.
Ada suspiró de decepción internamente. Había estado tan cerca de que se fuera y la dejara en paz. Pero ya debía saber que eso no iba a pasar.
Él le tomó el rostro con unas manos suaves que claramente no habían trabajado un solo maldito día de su vida.
—Mas vale que estes embarazada Ada, o tu y yo tendremos muchos problemas. ¿Entendiste?
Ada luchó contra el deseo de empujarlo lejos de ella.
Quiera escupirle en el rostro en ese momento pero sabía que tenía que controlarse. Tenía que jugar el juego de la esposa sumisa un poco más.
—Si.— respondió odiando su propia voz.
—¿Si qué?
—Si, lo entiendo.
Ramses la soltó sonriendo.
—Bien, ya nos estamos entendiendo.
Se ajustó la corbata y el traje.
—Cómprate algo lindo para la cena de navidad, eres mi esposa y debes verte espectacular a mi lado.
La fiesta de navidad.
No había festividad que Ada odiara más. Era en esa fecha que su padre había matado a su madre y había cambiado sus vidas para siempre.
Miró de reojo a Ramses a su lado que miraba por la ventana de la limosina con la mirada perdida. Ada se acomodó mejor en el asiento tratando de pensar que haría a continuación.
Era claro que no estaba embarazada, hacía poco que había aprovechado para inyectarse con su ginecóloga de toda la vida. Ella se había prometido que no se embarazaría de Ramses bajo ninguna circunstancia y así sería.
Ramses no le haría nada enfrente de sus hermanos, dudaba que siquiera se atreviera a verla mal. Pero en cuanto estuvieran solos…
Ada hizo un puño con el vestido.
No le dolían tanto los golpes como el hecho de que no pudiese hacer nada al respecto. Quería desmembrarlo vivo de solo verlo, y se prometió que algún día lo haría pero mientras tuviera las manos atadas su vida estaba en las manos de Ramses y las de su padre. Especialmente la vida de su hijo.
Ramses había matado a una chiquilla embarazada de la forma mas cruel y repugnante del mundo. Ada no lo dejaría pasar. No dejaría que la muerte de Lily fuera en vano.
Se obligó a relajarse y a no destruir la tela del vestido.
Tenía que calmarse, tenía que ser paciente. La paciencia era la mas poderosa de su arsenal de armas y la usaría correctamente.
Miró en dirección al chofer de la limo. Ramses había insistido en cerrar la ventanilla que separaba al asiento trasero con el delantero por lo que ella no podía ver a Mason, pero la sola idea de saber que estaba presente la llenaba de tranquilidad.
Eso tampoco estaba bien.
Ada se estaba aferrando a Mason como si fuese un salvavidas. Y si Mason la soltaba la caída dolería mas conforme mas tiempo pasara.
Así que tenía que soltarse ya.
Se prometio que después de esa noche cortaría cualquier conexión que la uniera a Mason, incluso su propio y visceral deseó.
Las imágenes de lo que había sucedido la noche qué pasó con él la perseguían día y noche e incluso había empezado a imaginarlo a él, a la forma en que su cuerpo la empujaba contra el colchón y la embestía profundamente, Mason se tomaba su tiempo para penetrarla, sus penetraciones eran duras y lentas al principio dejando que Ada sintiera cada centímetro de su polla enorme y no se corría hasta no haberle hecho correrse a ella al menos dos veces, cada vez que Ramses la tomaba en las noches no podía evitar imaginar a Mason en su lugar. Solo de esa manera se volvía tolerable.
Finalmente llegaron al lugar de la fiesta.
La maldita mansión Walk.
Una enorme W adornaba las relajas mientras las habrían para ellos.
Mas gente llegaba tras ellos.
La fiesta de navidad era la fiesta mas importante para su padre de todo el año. E incluso ahora con el virus presente su padre no había dejado de celebrarla.
Mason bajó del auto y se acercó a abrir su puerta y la de Ramses.
Cuando se puso de pie el sedoso vestido de Ada se acomodó hacía abajo bajando sobre sus piernas como una suave cascada color rojo.
Las miradas giraron hacía ella en ese instante. Ella era consciente de la atención que atraía.
El vestido largó con una larga abertura en la pierna derecha se ajustaba ala perfección su cuerpo antes de abajar por su muslo hasta bajar desde su cadera en una caída suelta y larga que aseguraba mas el largo de sus piernas.
Ramses rápidamente apareció a su lado y la reclamó como propia pasándole un brazo por los hombros.
Ada luchó contra el impulso de empujarlo.
Ramses a su lado lucía elegantemente un costoso traje n***o que había mandado a hacer a la medida. Para el resto del mundo eran la pareja perfecta.
Nadie sabía lo que ocurría a puerta cerrada.
—Vamos— le dijo Ramses tirando de ella.
Ada miró un segundo tras ella al hombre que se quedaba atrás.
Mason solo la miró fijamente irse.
El brindis se celebraría en el salón principal, un enorme espacio con amplios ventanales y altos techos.
Pronto divisó la mesa principal donde ya se encontraban su padre y sus hermanos.
Ramses tiró de ella a esa mesa.
Su hermano Azael centró su atención en ella en cuanto la notó. Pero esta vez parecía un poco perdido, como si su mente estuviera en otro lugar, Dante con su maestría para moverse entre tanta hipocresía estaba hablando con unos inversionistas una mesa más allá, pero también miraba alrededor como si buscara algo. Caín estaba coqueteando con una de las esposas de los funcionarios mientras su esposo no estaba cerca y Aron, su hermano mas pequeño estaba apartado en la silla mas lejana con los audífonos puestos claramente molesto de estar ahí.
Ada tomó la iniciativa de tomar el lugar junto a él, claramente lucía solo e incomodo, cuando sintió que Ramses tiraba de su brazo y la hacía sentarse junto a él. Ella suspiró con resignación cuando su padre la miró con autoridad retándola a contradecir a su esposo.
Si lidiar con Ramses era difícil, lidiar con Ramses y su padre al mismo tiempo era infernal.
Algunos funcionarios se acercaron a hablarles, no pasó desapercibido para Ada la forma en que muchos de ellos la miraban al pasar. Estaba acostumbrada a las miradas de deseo de los hombres sobre ella, pero parecía que Ramses no por que parecía cada vez mas irritado conforme la noche avanzaba. Era una especie de bendición y maldición que venía con su apellido, sus hermanos tenían que lidiar con cosas parecidas con las esposas de los funcionarios que se lanzaban sobre ellos sin mucho disimulo pese a la presencia de sus esposos, algunos como Caín parecían disfrutarlo, Azael por otro lado lucía claramente irritado.
Finalmente llegó el brindis.
Azael al ser el hijo mayor fue el que lo inició. Si su padre no fuese un machista de mierda probablemente ella iniciaría el brindis pero ya que su padre si era un machista de mierda, no tenía otra opción mas que mirar.
—Quiero iniciar este brindis en nombre de mi padre, Derek Walk — dijo Azael con una voz profunda y modulada— el cimiento y fundador de nuestra empresa y el sostén de esta familia.
El lugar estalló en aplausos cuando su padre se puso de pie con ayuda de su bastón.
Ada se puso de pie y aplaudió también.
Eran la familia perfecta.
La familia mas perfectamente hipócrita del mundo.
Finalmente el brindis terminó y cada quien volvió a lo suyo.
—Tengo que ir al baño— le dijo a Ramses a su lado. Este por primera vez no discutió Ada supuso que era por la presencia de sus hermanos y el hecho de que estaba mirando a la morena de vestido corto que bailaba cerca de ellos.
Corrió hacía el baño y se humedeció el cuello con el agua del lavabo tirando de calmarse, odiaba ese maldito lugar, solo quería encontrar a su hijo y mandar al mundo al infierno.
Pero tenía que salir del baño y fingir que era la perfecta hija del perfecto Derek Walk.
Que era todo menos perfecto.
Cuando salía del baño se encontró con un pecho fuerte que la empujó sobre sus pasos haciéndola chocar con la puerta ya cerrada del baño.
—¿Mason?
Este la miró desde arriba con el fastidio pintado en su rostro.
—Mason no puedes estar aqu…
Ella se cayó cuando el la levantó del suelo por la cintura y la empujó contra la puerta mientras se apoderaba de sus labios.
—Mason no…— él agarró su rostro con su mano libre y tiró de su rostro para volverla a besar impidiéndole que protestara.
—Mason suéltame— le pidió ella logrando a zafarse de sus labios— nosotros no deberíamos…
—No, estoy cansado de tener que mirarte a la distancia mientras él te reclama como si fueras de su propiedad. Me pone tan furioso que cada vez estoy mas cerca de dispararle por la espalda.
Ada se quedó muda.
—Voy a tomarte ahora y no me importa nada mas.
Ada abrió los ojos con sorpresa. No parecía estar bromeando.
Ella empezó a luchar contra él claramente preocupada.
—No digas tonterías tengo que volver a la fiesta.
Mason solo la miró fijamente.
—No, eso no va a pasar.— él la besó de nuevo ahogando sus protestas con fuerza y rabia.— no volverás con él.
Él la besó tan fuerte que Ada sintió su labio sangrar pero eso no lo detuvo.
El lamió su labio interior limpiando la sangre de su herida.
Pero no se detuvo ahí, sus labios buscaron su cuello y succionaron su piel de una manera que Ada temió que dejara marcas. El siguió bajando por su cuello y apretó sus pechos sobre el vestido. Pese a sus palabras de protesta ella no pudo evitar empujar sus pechos hacía él buscando sus manos grandes, callosas y fuertes.
Él la hacía sentir tan deseada, tan segura y tan vulnerable al mismo tiempo.
Él era todo lo que estaba bien y todo lo que estaba mal.
Ada lo sintió introducir una mano en la abertura de su vestido y avanzar lentamente subiendo la tela en el proceso.
Ada no traía ropa interior bajo el vestido ajustado y sabía que la humedad estaba bajando como lagrimas de deseo por sus piernas.
Él no iba a detenerse y ella no estaba segura de poder seguir luchando contra su propio deseo.
Lo único que pudo decir fue.
—Aquí no Mason.
Este se alejó de su cuello y la miró con una expresión tal que Ada se humedeció más solo con escucharlo decir.
—Estoy a sus ordenes mi señora.
Ada sintió como abrió la puerta tras ella y luego la empujaba de nuevo al interior del baño y cerró la puerta tras ellos poniéndole el pestillo.
Mason la contempló un momento antes de volver a abalanzarse sobre ella. La levantó y Ada sintió la parte de atrás del lavabo antes de que Mason la sentara en este.
Soltó un jadeo cuando su mano se coló entre sus piernas e introdujo sus dedos en su interior. Ada cerró los ojos estremeciéndose de placer cuando el usó su pulgar para acariciar su c******s estimulándola hasta que ella tuvo que tapar su propia boca para no gemir obscenamente y llamar la atención de alguien en el exterior.
—Me encanta ver cuando no puedes controlar tu propio placer— agitó su pulgar contra su clítoris hasta que Ada no pudo contener su orgasmo.
—Mason basta, por favor— le pidió pero su cuerpo contradijo sus palabras cuando solo buscó apretarse mas contra él.
Ella lo besó y él le devolvió hábilmente el beso.
—Ahora voy a follarte— le dijo y la hizo que se colgara de su cintura, él ya había liberado su m*****o y comenzó a penetrarla duramente, esta vez fue mucho mas rápido y feroz, pero a Ada no le importaba, al contrario, lo necesitaba desesperadamente. Ella empujó su cadera hacía abajo con cada embestida buscando intensificar más y más el encuentro.
—Voy a correrme— le dijo Mason como un gruñido contra su oído.
—Estoy usando las inyecciones, solo hazlo.. realmente quiero que lo hagas.
Él no pareció poder contenerse después de sus palabras y se liberó con fuerza. Ada se sintió tan llena mientras alcanzaba su propia liberación.
Miró su reflejo en uno de los ventanales del salón mientras buscaba a Ramses, realmente no quería encontrarlo pero no podría irse de ahí sin él.
Fue increíblemente difícil deshacerse de Mason, especialmente por que él era insaciable. Simplemente no parecía requerir mucho tiempo para recuperarse, Ada se había prometido después de la primera vez que nada mas pasaría de nuevo, pero ahí estaba de nuevo, después de follar como obsesa en el baño y ahora tratando de verse decente.
Estaba entrando al salón cuando una mesera pasó a su lado con una charola con bebidas. En el momento que Ada tomó una de las copas de champagne pudo ver el rostro de la chica.
Esa era…
¿Lily?