Prometo amarte, apreciarte y ¿obedecerte?

1526 Words
Las cadenas de oro siguen siendo cadenas. Rober Tier Mason tuvo que aparcar el auto para que este no perdiera el rumbo cuando Ada se abalanzó sobre él al escucharlo. Le sorprendió la navaja que apareció desde el asiento de atrás apretándose a su cuello sin cortar pero demasiado cerca de hacerlo. —¿Qué fue lo que dijiste? Pese a que lo amenazaba de muerte Mason pudo ver como la mano de Ada que sostenía la navaja temblaba ligeramente y sus nudillos estaban blancos como si apretara el agarre para no perder la estabilidad. —Lo que escuchaste— la voz calmada de Mason resonó en el silencioso interior del auto. La mano de Ada tembló aún mas. Mason se llevó su propia mano al cuello y tomó ágilmente la mano de Ada antes de que ella pudiera reaccionar. Le arrebató la navaja que cayó en el suelo del auto con un ruido sordo y tiró de Ada sentándola en su regazo. Pero Mason apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando otro objeto afilado se acercó a su rostro, sostuvo su muñeca antes de que Ada casi le atravesara el ojo con una engañosa horquilla de cabello puntiaguda y enrome. Joder ¿cuántas cosas afiladas y letales tenía ella entre la ropa? Pese a su furioso espectáculo Mason pudo sentir con muchas mas claridad como Ada temblaba en su regazo. Sus ojos furiosos pintando de rojo el mar azul de su mirada estaban acuosos mostrando en sus profundidades lo desesperada que ella estaba. La otra mano de Ada se abalanzó sobre él cuando se las arregló para tomar la navaja pero Mason lo vió venir y fácilmente la detuvo también sosteniendo ambas muñecas. Le sorprendió lo dispuesta que ella estaba a matarlo en ese momento. —¿Terminaste?— le preguntó él sin soltar sus manos. Dos lagrimas bajaron por la piel blanca y cuidada de sus mejillas pero esas lagrimas no la hicieron lucir vulnerable si no como una guerrera que no tenía nada mas que perder. —¿Por qué dijiste eso?— preguntó ella sin ceder su agarre en las armas peligrosamente cerca de Mason. —Lo vi en la información que le enviaste a la detective.— afirmó y Ada sintió como acomodaba su agarren en sus muñecas como si intentara encontrar la mejor forma de no lastimarla. Eso tenía sentido y la fuerza en la ira de Ada fue bajando poco a poco. Pero había algo que aún no le sabía bien. Ella siempre confiaba en su instinto y su instinto le decía que él mentía. —Si no me crees puedes matarme y te dejaré hacerlo— dijo aflojando su agarre— pero soy el único en el que puedes confiar. La tomó por sorpresa cuando él tiró de sus muñecas y acercó hacia su propio pecho la navaja y la enrome horquilla de metal. Ada solo pudo mirar el filo de la navaja apoyada sobre la camisa oscura de Mason. —Hazlo— le instó él. —No me has dado ninguna razón para creer en ti.— dijo ella pero pese a sus palabras soltó la navaja que cayó por el mango entre en regazo de ambos.— pero no quiero matarte. Él la soltó y ella se volvió a acomodar la horquilla en el cabello haciéndola lucir de nuevo como un adorno inofensivo. El silencio se instaló en el auto con Ada mirando hacía su pecho incapaz de mirarlo a los ojos. Sintió como Mason se inclinaba y le levantaba el rostro haciendo que se encontrara con su frió y duro rostro. Era un rostro atractivo y enigmático pero a diferencia de los hombres con los que se había codeado toda su vida que tenían rostros elegantes producto de quien no había tenía jamas que padecer por dinero en su vida, el rostro de Mason era un rostro endurecido que mostraba una vida dolorosa tanto física como emocionalmente. —No tienes razones para confiar en mi, no tienes nada mas que mi palabra. Pero esperaba que eso fuera suficiente.—Ada intentó apartarse pero él la sostuvo— Voy a protegerte con mi vida. Se qué hay una razón por la que sigues junto a ese hijo de puta, no eres la clase de mujer que amaría a una basura como él. Pero me desharé de él en el momento en el que me lo pidas. No tienes que volver con Ramses esta noche si no quieres. Te llevaré a un lugar donde no podrá encontrare. Ada sintió como su corazón empujaba su pecho con fuerza ante las palabras de Mason. —¿Por qué? Para sorpresa de Ada, Mason soltó su rostro ante su pregunta. Poco a poco se dió cuenta de que estaba sentada en su regazo y que estaban tan cerca que su respiración se confundía con la suya. Dios. Realmente quería besarlo. Los labios y las manos le temblaron de necesidad por tomar su camisa y cortar la poca distancia que los separaba. Se removió un poco sobre sus regazo y sintió una clara erección apretarse debajo de ella. Él pareció darse cuenta también por que su expresión cambió y se oscureció tanto que ella sintió una deliciosa combinación de miedo y expectativa cuando las manos de él se movieron hacía su cintura y se detuvieron ahí. —Debo llevarte de regreso— dijo de pronto cortando toda la tensión acumulada dejando solo un humo incomodo detrás del fuego. Mason la levantó como a una novia saliendo del auto con ella. —Mason que… Él abrió la puerta del asiento trasero con sorprendente habilidad para tenerla a ella en brazos y la deposito en el asiento antes de cerrar la puerta por ella. Él volvió poco después al asiento del conductor y arrancó el auto sin dirigirle una segunda mirada. Ada intentó ignorar el frío que la invadió. Mason actuó perfectamente frío y profesional al volver a casa. Le abrió la puerta del auto y se despidió de ella sin mirarla. Ada tuvo un extraña necesidad por ir tras el y suplicarle que no se fuera o que la llevara con él a ese lugar secreto donde nadie la encontraría. Pero no. Ella tenía una pelea que luchar aquí y no se iría sin salir victoriosa. Le envió un mensaje a la detective pidiéndole que usara el número de Mason para comunicarse con ella y borró el mensaje en cuanto se aseguró que lo había leído. No confiaba aún en Mason pero una parte ingenua de ella quería hacerlo. Quería creer que él decía la verdad pero eran sus motivos los que la hacían dudar. ¿Qué clase de hombre se sacrificaba así por una mujer que apenas conocía? No tenía ningún sentido. Pero ella no iba a mentirse a si misma. Necesitaba aliados si quería vencer a alguien como su padre y sabía que no podía pelear una guerra sola. La casa estaba extrañamente silenciosa al volver. No vió a ninguno de los sirvientes en ningún lado pese a que no era de noche aún. Entró a su habitación separada de la de su esposo que había pedido usar con la excusa de sentirse indispuesta. —Hola cariño— dijo el hombre en el interior. No debía haber llegado hasta dentro de un par de horas. Pero no estaba tan preocupada, se había encargado de que el sirviente le dijera que el medico le había pedido volver para una revisión e incluso había conseguido estudios médicos falsos. Pero aún así tuvo ese presentimiento de peligro que recorrió su espalda. —Volviste temprano— dijo ella pasando junto a él y dejando su saco y bolso sobre la cama. Entonces algo fue lanzado sobre sus cosas. Era una pequeña caja blanca en forma de cilindro. Ada no logró controlar su expresión al verlo. Una mano fuerte sostuvo su cuello desde atrás controlando la salida del aire de sus pulmones. Ramses la apretó contra su pecho apretando también el agarre sobre su cuello. —¿Has estado tomando anticonceptivos todo este tiempo, cariño?— le susurró al oído desde atrás. Maldición. Él las había encontrado. Ella no tenía ninguna intención de tener un hijo de él. Pero fue demasiado descuidada. Ramses había encontrado las pastillas anticonceptivas que había dejado abajo de la cama. Ada comenzó a ver manchas oscuras conforme el aire se hacia mas y mas necesario. Se llevó las manos a su cuello tratando de liberarse de su agarre pero él solo apretó mas en respuesta. Ella no quería morir ahí, no aún. Sus manos instintivamente se fueron a la horquilla en su cabello pero se detuvo a si misma. No podía matarlo. No todavía. De pronto se escuchó la llamada de la puerta principal y escucharon los pasos de una de las mujeres del servicio correr a abrir. Poco después el sirviente que Ada había apodado como “la rata” apareció en su habitación. —El señor Azael Walk esta aquí— dijo el hombre y Ramses la soltó inmediatamente. Ada se cayó al borde la cama luchando por recuperar el aire. ¿Su hermano había ido a verla?
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