Capítulo IV

1676 Words
Ya han pasado un par de semanas desde que Arturo vino a sustituir a Jax, ha sido muy bueno. Al llegar ya tengo mi café sobre el escritorio caliente y con mi nombre en él. Se ocupa de mi agenda con eficiencia, opina y ayuda a resolver pequeños conflictos, es inteligente y muy educado, puedo conversar con él durante el día sobre historia universal lo mismo que sobre música o deporte, lee mucho y se nota. A medida que los días fueron pasando he observado que se ha vuelto más confiado y seguro en mi presencia, así que se permite dirigirme algún elogio directo a mi físico o a mi apariencia, sobra decir que ahora no salgo de casa sin maquillaje y me ocupo más de vestir bien, la ropa de abuelita la queme. Sí que me hace bien tener cerca a Arturo, incluso mi humor ha mejorado, me encanta el coqueteo inocente, que el finge que no hace y yo finjo que no noto,  las miradas a hurtadillas de mi para él y de él para mí, sé que me encuentra atractiva y eso disparó mi autoestima a la estratosfera. Pero no todo es color de rosa, las demandas activas se han vuelto una pesadilla, hemos trabajado mucho la última semana, incluso el pobre Arturo se quedó de un día para otro con parte del equipo legal, preparando algunos archivos y se negó a tomar un día libre, se presentó esa tarde en la oficina después de haber descansado un par de horas. Aún no le conseguía defecto, salvo que si se descuida será como Iker, un engreído petulante que se cree superior. Mi relación con César no mejora, solo no ha empeorado, desde que mi equipo demostró eficiencia y capacidad de respuesta rápida, él me ha dejado en paz.  Ahora desde que está Arturo nunca más cerré la puerta de mi oficina desde allí puedo verlo. Son las 10:00 AM y me percato de que ha tardado mucho en volver, de algún sitio donde esté, salgo de mi oficina y lo busco con la mirada en la sala de conferencia, en el otro cubículo, hacia el archivo y veo la puerta del baño abierta y ¡Madre mía! siento que me voy a desmayar, Arturo está desnudo de la cintura para arriba, restriega su camisa sobre el lavabo con jabón de baño, aparto la mirada y veo que su escritorio está hecho un desastre, derramó café, y como lo toma n***o, todo quedó horrible, imagino que es esa mancha la que trata de quitar de su camisa, vuelvo a mirar disimuladamente hacia el baño y veo que su torso es definido, tiene unos brazos muy musculosos y un abdomen dónde bien podría estar restregando su camisa, está sin camisa y lleva un reloj puesto en su muñeca, no sé por qué me parece tan sexy esa imagen. No decido si me hago la loca y lo dejó en lo suyo, o si me hago la loca y lo intento ayudar, así lo observo mejor de cerca y de paso hago que se ponga nervioso y pase algo de vergüenza, me emociona la segunda opción, así que me arreglo el cabello con la mano, trago grueso y camino hacia al baño con mi acostumbrada seguridad. —¡Me preguntaba dónde estabas! —digo con voz suave mirándolo solo a la cara, haciendo un gran esfuerzo por no mirar su cuerpo desnudo delante de mí. Arturo se sobresalta y abre los ojos en señal de asombro, se humedece los labios y baja la mirada hacia la camisa que tiene restregando sobre el lavabo. —¡Me ha ocurrido un accidente! —dice una sola frase rápida. Me doy cuenta de que está turbado, lo he sorprendido y se puso nervioso, sus mejillas se coloraron y sus pupilas están dilatadas, que hermoso es su rostro, pienso. —¡Ven! hazte a un lado —digo. Lo tomo por el brazo y lo aparto, la sensación de tocar su piel cálida me turbó de inmediato, su brazo es duro, ¡Dios! Se ejercita mucho, pienso. Él se aparta y me entrega la camisa, veo que le cayó café en el medio de la camisa y trato de limpiar la mancha pero en el camino mojo el resto, hizo que se corriera la mancha y la dejó peor, lo miro y le sonrío. —¡Vas a tener que quedarte así el resto del día! No veo cómo esto se pueda arreglar —digo para jugar con él, abre los ojos como plato y forma una o con sus sensuales labios. —¡Dios! —musita. —¡Solo bromeo! Jax tenía por acá un secador de cabello, búscalo en la gaveta del mueble grande detrás de su cubículo, debe estar en una bolsa negra, mientras yo le quito la mancha a tu camisa —digo y el sale rápido del baño, cuando se va, observo su espalda ancha y varonil. ¡Maldita sea! Esto va formar parte de mis fantasías esta noche y las próximas me digo mentalmente. No me toma mucho tiempo quitar la mancha pero humedezco más la camisa, que parecía que era lo que el evitaba hacer, siento sus pasos y lo veo a través del espejo, al entrar mira mi culo con mirada ardiente y siento que se me acelera el corazón, me giro y estiro la camisa. —¡Enchúfalo aquí! —señalo junto al lavabo. Cuando estira sus fuertes brazos para enchufar el secador los pasa muy cerca de mí y casi me roza, puedo oler su aliento con olor a café, sus manos olorosas a jabón de baño, su perfume masculino impregnado en esbelto su cuerpo, el olor de su crema de afeitar y el de su shampoo, quizás quitemos la humedad de su camisa, pero mis bragas son otra historia ahora, voy a necesitar una secadora. Le sonrió y me muerdo el labio inferior porque mi cuerpo perdió contacto con mi cerebro y ya no le envía órdenes, ladeo la cabeza y bato mi cabello, sé que es el maldito lenguaje corporal que grita ¡Cógeme! Pero mi cuerpo es de adolescente, no lo domino ya, él me mira con misterio a los ojos con algo parecido a una sonrisa pero parece a ratos más bien una mueca que trata de reprimir algo, mira mis pecho y vuelve a mis ojos, le sostengo la mirada hasta él me quita la camisa de las manos, carraspeó para aclararse la garganta. —¡Gracias Claudia! Es una genia, yo me ocupo a partir de aquí, regrese a lo suyo, disculpe por retrasarla —dice de forma atropellada y la voz un poco ronca. Me doy cuenta de que quiere sacarme de allí rápido y aunque me hubiese gustado ver el desenlace de la interesante historia de su camisa, yo soy la jefa, la adulta y consiento, me dispongo a salir del baño y le lanzo una mirada descarada a su torso desnudo y bajo curiosa la vista hasta su bulto, observó que su m*****o comienza a manifestarse presionando contra el pantalón, entiendo todo y sonrió para mis adentros, salgo rápido para no hacerlo pasar más vergüenza y tranco la puerta. Se lo que pasó allí, se excito por mi cercanía, me siento como una diosa del amor y del sexo, ese adonis de 22 años de cuerpo y rostro perfecto está teniendo una erección por mí, casi brinco por la oficina de orgullo, me siento en mi silla frente a mi escritorio con una sonrisa de oreja a oreja, debo tener una mirada de tonta colegiala.  Después pienso que, después de todo, tiene 22 años, es como un adolescente aún, se prendería por cualquier otra, en la misma situación, se borra mi sonrisa y trato de recuperarme para seguir en lo mío. Tranco la puerta por fin y no lo molesto el resto de la mañana para que pase su vergüenza y recupere su orgullo tranquilo. Antes del mediodía toca mi puerta, le ordenó que pase y veo que ha hecho lo mejor posible por su apariencia. —¡Ya se secó! —observó. —¡Si! Gracias —sonríe —. Aunque ya no debo estar tan prolijo, faltó plancharla. —¡Estás perfecto! —le digo y es verdad, es tan jodidamente sexy que puede ir como quiera. —¡Esta mañana me llamó Daniela a su oficina! —me dice más serio. Lo invito a sentarse delante de mí y lo hace lentamente. —¡Si! ¿Y? ¿Qué con eso? —pregunto confundida. —¡Me informó que usted le pidió sustituirme! Y que a partir de hoy ella comenzará una serie de entrevistas con posibles candidatos y que quizás rompa el contrato, si nadie más me necesita en la corporación. Me sugirió que haga mi red de contactos interna,  quería saber si podría usted hablar con el Sr. Iker, a ver si él podría necesitarme, puedo hablar yo con él pero con su permiso —dice muy serio con bastante profesionalismo. ¡Maldita sea! Es verdad, le pedí que lo sustituyera, pero él día que llegó, la inútil de Daniela tardó una eternidad, ya ni recordaba aquello, ahora no quiero deshacerme de mi caramelito, me tiene mal acostumbrada. Dejo lo que estoy haciendo y concentro toda mi atención en él. Trago grueso y me aclaro la garganta. —¡Arturo! Eso fue hace dos semanas, tu primer día, ya no tengo intenciones de sustituirte, has demostrado ser muy eficiente y útil como asistente personal y como profesional, ¿cómo crees que me desharé de ti después de todo lo que hiciste por el equipo? —pregunto y para no quedar como una maldita perra, lanzó la pelota al lado de su cancha— ¿O tú quieres irte con Iker? ¿Prefieres irte? ¿Quieres dejarme? Me mira aliviado y suelta un suspiro ligero. —¡No está claro que no Claudia! Disfruto mucho estar aquí con usted, quiero decir me gusta, estoy bien, lo prefiero, me alegra que no se quiera deshacer de mí, me preocupé, pensé que me odiaba o que había hecho algo mal. La verdad quería decirle, claro que no bebe hermoso, besarlo en la boca y abrazarlo, pero asiento con la cabeza. —¡Tranquilo Arturo! Formas parte de mi equipo, yo también estoy feliz de tenerte, ya voy a aclarar con Daniela la situación. Él me sonríe y asiente. Se levanta y lo veo irse. Por un momento pienso que si lo dejaba ir, podía follar con él de inmediato, estoy segura de que aceptaría encantado, era tan difícil tenerlo allí.
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