En medio del silencio y la calma el niño le cuenta con detalles al psicólogo lo que empezó a ocurrir después de que cumplió los siete años de edad. Le habló de la sensación que le produjo ese día desde la parte más irrelevante hasta la de mayor impacto. Jorge veía en él la esperanza, sus anécdotas, aunque aterradoras, le despertaban tranquilidad en la medida que al fin era escuchado por una persona conocedora en el tema. Contrariamente, Elkin se mostraba un poco anonadado, le creía al niño todo lo que le decía, pero muy en el fondo tenía un presentimiento extraño, como si supiera que la presencia maligna que había en la casa pudiera desencadenar en una gran tragedia. Para no asustar a Jorge trató de disimular sus nervios e inquietudes. También le hizo saber que no estaba solo, que siempre que tuviera miedo o cosas por contar podía acudir a él. Lastimosamente, las comunicaciones en aquel tiempo eran algo complicadas, y más aún, teniendo en cuenta la escasez de recursos a la que estaba sometida la familia Serrano. El psicólogo fue muy sincero con Jorge, le mencionó que su mayor deseo era poderle decir que se trababa de algún tipo de trastorno, para así medicarlo o ingresarlo a algún tipo de tratamiento y terminar con su tortura. Sin embargo, reconoció que el problema involucraba la existencia de fuerzas sobrenaturales mucho mayores a él. Esas fuerzas no podían aliviarse con terapias o reflexión médica, debían ser atacadas desde la raíz y su descubrimiento podía tener grandes consecuencias o incluso la muerte de alguien. Para su alivio, Jorge estaba dispuesto a desafiar a la propia naturaleza del mal con tal de poder descansar algún día en paz, así como lo hacía antes de cumplir siete años.
La relación de los acontecimientos y el número siente no era gratuita para Elkin, desde allí debían iniciar su investigación. La fecha de cumpleaños de cada persona tiene la característica de ser un día muy espiritual, en el cuál la vida da un paso hacia el cambio y la transformación, lo cual se espera sea un acto positivo, lastimosamente para Jorge no lo era. Elkin continuaba pensando la importancia del número siete, ya que desde la mitología griega este era considerado como un número importante, puesto que estaba relacionado con el cambio de las fases de la luna que se daba, precisamente, cada siete días. En relación a dicho contexto, se asocia el numero siete con los cambios, para este caso particular, era necesario investigar el motivo del cambio en la vida de Jorge. Para tratar de encontrar alguna pista el psicólogo se remitió a su infancia, solicitando que Jorge tratara de recordar si en algún momento había visto o escuchado algo extraño, para su desgracia Jorge no podía recordar nada negativo, pues siempre fueron una familia muy unida, humilde y colaboradora. El cambio solo se dio a partir de aquel tormentoso día de cumpleaños. Elkin pidió a Jorge describir con total detalle todo lo sucedido en su día de cumpleaños, con las descripciones de Jorge hay un asunto que a Elkin le llama la atención, a saber, la reacción de Jorge con su mayordomo cuando tenía en la mano el cuchillo. Ya que Jorge manifiesta que una fuerza extraña le obligó a atacar a su mayordomo, así, el psicólogo intenta recrear y relacionar lo sucedido con el problema de origen.
Consecuentemente, pregunta sobre la relación que tiene Jorge con su mayordomo. ¿Es buena la relación? ¿En la infancia hubo problemas con el mayordomo? ¿Ha sido malo en algún momento? ¿Le ha hecho daño a la familia Serrano este hombre? A todas estas preguntas Jorge no tenía respuestas relevantes, pues desde que tiene conciencia de su vida recuerda ver a su mayordomo como una figura respetable que solo quiere colaborar en el núcleo familiar. Pero, ¿Por qué tanto interés? ¿Qué gana el mayordomo siendo el soporte de la familia? El niño no tiene respuesta a estas preguntas, de hecho, nunca se había peguntado si detrás de Leopoldo había un interés. Solo unos instantes después logra recordar que cierto día le pareció sospechoso haber visto a su madre encerrada con el mayordomo, aunque cuando tocó la puerta insistentemente, le abrieron de inmediato. Con esta información Elkin sospecha de un posible vínculo amoroso entre Ruth y Leopoldo, asunto que podría ser el fin de la unida familia, razón por la que decide no hacer mucho ruido sobre ese asunto pero sin dejarlo completamente de lado.
Con toda esta información decide retirarse para tratar de pensar con algo más de privacidad y tranquilidad la situación en la que se encontraba la familia, especialmente Jorge. En casa el panorama estaba un poco intranquilo. Cuando todos se reunieron en la mesa para cenar había mucho silencio, aunque en los rostros se notaba la incertidumbre por saber qué había dicho Elkin a Jorge, y qué cosas este último le había contado acerca de su familia. El mayordomo rompió el hielo preguntando de manera muy directa sobre la charla sostenida hace unas horas. Jorge, aunque un poco más tranquilo, no quiso responder ni dar explicaciones al respecto, sobre todo porque lo que todos esperaban era la solución a un problema mental que él sabía, no tenía. Simplemente dijo que era un proceso largo que necesitaba de varias sesiones, así que por ahora no se podía tener un diagnóstico claro. Por su parte, Ana no veía la hora de que terminara la cena y se acostaran a dormir para preguntar realmente a Jorge cómo le había ido en su cita. Largos minutos transcurrieron hasta que los hermanos encontraron el momento para poder hablar con más privacidad. Allí, al Jorge contar todo lo ocurrido a Ana decidieron seguirle los pasos a la relación existente entre el mayordomo y su madre, Ruth. Muchas estrategias planearon aquella noche en la que el fresco viento golpeaba las ventanas, haciendo sonar también algunas de las tejas más débiles. La idea fue que Jorge, que permanecía en casa, los vigilara todo el tiempo, mientras Ana en el pueblo trataba de conseguir información sobre el mayordomo, al menos algo que los condujera a la familia o allegados de Leopoldo. Este siempre fue un hombre muy respetuoso y solitario, de hecho, los hermanos nunca se habían preguntado por su origen. ¿Quién es su familia? ¿Por qué prefiere estar con la familia Serrano que con la suya propia? Estas nuevas preguntas indujeron a los dos hermanos a buscar la manera de encontrar el principio de la existencia de Leopoldo.
Así, al otro día inició la tarea. Ana con los esfuerzos semanales de siempre se fue a la escuela, para llegar allí debía caminar una hora y pasar un caudaloso rio, ya que sus padres no tenían dinero para pagarle el transporte escolar. En medio del recorrido pensaba mil cosas, no cabía en su cabeza la idea de que su madre pudiera estar engañando a su padre, un hombre tan trabajador, amoroso y que lo ha dado todo para que a la familia humildemente nunca le falte nada. Al tiempo sentía rabia, temía el hecho de descubrir la infidelidad de su madre, y que por ende, se destruyera una familia tradicional constituida por el amor. Sobre dicho asunto no pensaba decirle nada a su padre hasta tener las pruebas suficientes para desenmascarar al par de traidores. Imaginaba en su mente tener algo de dinero para poder comprar una cámara y que Jorge pudiera tener en concreto evidencia para su padre. Para su infortunio, esos artefactos eran muy costosos, ni siquiera con los ahorros de toda su vida podría darse un lujo de esos. Bajo ese respecto sería la palabra de los hermanos contra de la Ruth y el mayordomo. ¿A quién creería el padre? ¿Tendría más validez la palabra de los traidores por tratarse de personas adultas? ¿Creerían que es un invento de los hermanos para destruir el hogar? Eran muchos los peligros a los que una verdad de ese tipo los sometía, sin embargo, cuando la duda entra en la cabeza de alguien es muy difícil dejar de lado los instintos.
Mientras tanto, Jorge se preparaba para ser el espía del año, tenía todo listo, menos su ducha diaria. Aunque ese día tuvo valentía y entró al baño sin más reparos. Los espejos le causaban miedo, es como si fuera el medio de transporte de las energías que le molestaban, por eso, decidió bajarlo de la pared y no volverlo a usar. Se duchó con un poco de tranquilidad hasta que escucho que su tubería hacia sonidos muy extraños, además el agua venía de un color café claro que no era habitual, salió del baño para revisar las otras llaves y se dio cuenta que el agua salía sucia solo en su baño. Le contó a su padre que tenía algunos conocimientos en plomería, el padre revisó la tubería y no encontró ningún problema, el agua que a Jorge le llegaba era la misma que a toda la casa. Jorge se cambió al baño del piso de abajo, para su sorpresa el agua nuevamente volvió a salir de color café claro, llamó a su padre para que lo viera con sus propios ojos, pero cuando el padre llegó el agua ya estaba saliendo transparente y en total normalidad. Jorge no entendía por qué cuando su padre aparecía el agua volvía a la normalidad y solo en su soledad se aparentaba como si estuviera sucia. Parecía como si el espectro paranormal que le perseguía no quisiera que Jorge se bañara. Para su desgracia no le quedaba otra salida que bañarse con el agua sucia, ya que si las otras personas no podían entender su situación, con más razones pensarían que estaba loco. Cerró los ojos y se metió en su mente la idea de que era agua limpia, al principio le funcionó, pero luego, además del color, el olor se volvió diferente, como si fuera agua de cañería. Jorge no pudo soportarlo y se salió a medio bañar, la parte de su cabeza que le faltaba por juagar la secó con una toalla y prosiguió a vestirse.
Con el gran trauma generado por el baño, empezó su misión, esta vez más motivado, pues su vida había cambiado mucho y solo quería volver a la normalidad, aunque no entendía qué tenía que ver la posible relación de su madre con el mayordomo con las cosas tan extrañas que le estaban pasando. Sin encontrar una conexión entre estos dos asuntos siguió su búsqueda, de algún lado tendría que aparecer una explicación. En la mañana no encontró nada raro, pues su madre se encontraba haciendo labores del hogar mientras el mayordomo ayudaba a su padre a cortar leña y recoger frutos frescos. Luego del almuerzo, cuando el padre regresa solo a trabajar, se percata de que nuevamente su madre y el mayordomo se dirigen solos a la habitación, pero Leopoldo, que era un hombre muy inteligente se percata de que el niño parece estar espiando. Leopoldo lo confronta, mientras Jorge muy nervioso dice que se trata de un juego que quiere implementar, en el cual debe observar que hacen las personas de su entorno para repetirlo. Con esa mentira aprovecha Jorge para preguntarle al mayordomo qué iba a hacer con su madre en la habitación. Leopoldo un poco intrigado por la pregunta, le menciona que junto a su madre tiene un rito cristiano sagrado, siempre después del almuerzo rezan el rosario para que el señor proteja a todos los que habitan en la casa Serrano. Sin embargo, Jorge aun no entiende el motivo de que la reunión para rezar tenga que ser con la puerta cerrada. ¿Por qué nunca invitan a nadie más de la familia a rezar? ¿Qué tiene de malo dejar la puerta abierta mientras se encuentran en su rito? ¿Sabrá el padre de la costumbre que tienen su madre y el mayordomo? Aunque Jorge no menciona estas preguntas, el mayordomo puede leerlas en su mirada, la cual se encuentra llena de asombro y muchas inquietudes evidentes pero no dichas.