UN NUEVO HORIZONTE

1251 Words
De inmediato, muchos de los militares se van en búsqueda de Janet. Leonardo coge el hombro derecho de su padre, y le dice: —   No dejes que esa mujer te destruya, tú eres el rey de toda esta nación, te desconozco… Mina y Decires atienden al rey. Cuando este le dice al príncipe: —   Leonardo, de mi nadie se burla, yo voy a encontrar a esa mujer así me cueste la vida. —   Padre, olvídate de Janet. —   Nunca. Una hora después, el caballo que Janet le quito al general Miguel en su audaz escape, se detiene. Dejando a Janet mirando para todos lados. En ese instante, Janet acaricia el caballo, y le dice: —   ¡Vamos!, tenemos que salir de Madrid. Al ver que el caballo esta cansado, Janet se baja de el y camina con el animal. Teniendo el temor de que algún militar la venga siguiendo. Por más de veinte minutos. Y mirando a cuanta persona ve pasar a su lado, Janet ve desde lejos a una señora, y siente la confianza de llegar a donde ella. En ese instante, Janet se acerca con el caballo, y le dice a la señora: —   Buenas señora. —   Muy buenas señorita, ¿en la puedo ayudar? Janet ve que se está haciendo tarde, y le responde a la señora: —   Podría regalarme un poco de agua para el caballo, ¿y también me puede decir un lugar donde pasar la noche? A la señora le cae muy bien Janet, y le expresa: —   Ya te traigo el agua muchacha. En seguida, la señora va por el agua, mientras Janet mira hacia todos lados. Cuando la señora trae el agua. Y al verla tan preocupada, le expresa: —   ¿Le pasa algo señorita? Janet coge el envase de agua, y le da de beber al caballo, y le responde a la señora: —   Voy a decirle la verdad, estoy siendo perseguida por el rey Anastasio, el no descansara hasta verme de nuevo en su mazmorra. La señora se sorprende al escuchar eso, y le dice: —   ¿Por qué?, ¿qué delito has hecho muchacha? —   Mi único delito fue rechazarlo, el rey quería casarse conmigo, pero yo lo rechace. Y ahora anda buscándome por todos lados… necesito donde quedarme esta noche. Para salir temprano. —   No se diga más señorita, usted se puede quedarse esta noche aquí. —   ¿No tendrá problemas con su familia? —   No, yo vivo sola… De inmediato, la señora le da la mano a Janet, diciéndole: —   Ah, mi nombre es Consuelo Santos Gutiérrez. —   Yo soy Janet Fischer Sánchez… y gracias, le aseguro que mañana temprano me iré de aquí. En ese instante, Janet ve desde lejos a dos militares a caballos, los cuales comienzan a mirar las casas del sector. Janet deja el caballo afuera. Y entra a la casa de Consuelo, diciendo: —   Hay vienen. Consuelo le dice a Janet: —   Escóndete bien, si vienen para acá, yo los atenderé. En el palacio, el príncipe deja a su padre con un sin número de personas que lo atienden. Y se sube a su caballo, y sale del palacio, diciendo: —   Janet, yo también te buscaré.   En casa de Consuelo, los dos militares ven el caballo que esta estacionado junto a esa casa, y le dicen a Consuelo: —   Buenas señora. Con mucha naturalidad, Consuelo les responde: —   Buenas jovencitos, ¿se les ofrece algo? Los militares la quedan viendo, y luego le dicen: —   No, siga cuidando de su caballo señora. En ese momento, los militares se van. Y recorren otras calles. Cuando Consuelo entra a corriendo a la casa, y le dice a Janet: —   No tienes por qué temer, los militares ya se fueron. —   Gracias. —   Ahora que te veo bien muchacha, creo que tú tienes la culpa. Janet se asusta, y le responde a Consuelo: —   ¿Culpa de qué? Consuelo se sonríe bastante, y le expresa a Janet: —   La culpa de ser tan hermosa, con razón el rey te está buscando. Janet también se sonríe bastante, y le expresa a Consuelo: —   Le confieso que logro asustarme. —   No te asustes niña, tú me has caído muy bien, me recuerdas a una sobrina que tuve hace tiempo. —   ¿Qué tuvo? —   Si, ella murió dando a luz a su hijo, el cual nació muerto. —   Lo siento. —   Siéntate Janet, si gustas puedes quedarte varios días aquí, hasta que el rey deje de buscarte… ¿tienes hambre? Janet se sienta en una silla de comedor, y le responde: —   Algo así, pero no se moleste. —   Debes de comer. Para que sigas así de linda como estas. Janet se siente muy acogida con el buen trato de Consuelo, y le pregunta: —   ¿Tiene alguna familia que la visite? Consuelo le da un plato de torta cocida a Janet, y le dice: —   Mi familia… solo me queda una hermana en Toledo, los demás están muertos. —   ¿Y cuánto tiempo viene viviendo sola? —   Tengo diez años, mi esposo murió en mis brazos. Cuando adquirió una infección en sus dos manos. Trabajando en los cultivos. Desde entonces me vengo sosteniendo con las ventas de tortas… ¿apropósito, como está la torta? Janet termina de comer la torta, y le contesta a Consuelo: —   Esta muy buena, hace mucho tiempo que no probaba algo así. —   Gracias Janet… ah, tenemos que guardar el caballo dentro de la casa. Janet se acuerda del general Miguel, a quien le quito el caballo, y dice: —   Si ese hombre ve el caballo, de seguro que lo reconocerá, y tendré problemas. —   ¿De qué hablas Janet? —   Espera un momento Consuelo. En ese instante, Janet sale cuidadosamente de la casa y entra rápidamente el caballo. Cuando Consuelo ve en su espalda una espada, y le dice: —   ¿Por qué cargas una espada? —   Es para defenderme del rey… no se asuste Consuelo, yo no soy una persona mala. —   No, no me asuste, eso se te refleja en la mirada, eres una mujer dulce que inspira confianza… ¿debes tener una familia que te espera? —   No, yo estoy sola en este mundo… ¿puedo dejar el caballo aquí en la sala? —   Vamos a dejarlo en la parte de atrás. En el palacio, Sebastian vuelve de su largo viaje desde Cádiz, y encuentra todo en un caos. En seguida, Sebastian se baja del carruaje y va a encontrarse con el rey. Cuando este le dice al verlo: —   ¡Sebastian!, hasta que por fin llegaste. —   Si señor, le he traído todo el oro de Cádiz como me lo ordeno hace unos meses… puedo preguntarle algo señor. —   Habla. —   ¿Qué le paso en la frente? —   Sebastian, eso a ti no te incumbe, prepárate porque ahora voy a necesitar que tú también te unas a la búsqueda de Janet, quiero que salgas ahora. —   No entiendo lo que está pasando señor, ¿Janet no estaba con usted? El rey se levanta de su silla, y le dice a Sebastián: —   ¿Quieres ser castigado nuevamente? —   No señor. —   Entonces ve, y únete en la búsqueda de esa mujer. —   Si señor… En la noche, Consuelo le da una habitación a Janet, diciéndole: —   Espero que pases una buena noche, porque mañana tendrás un día muy agitado. Janet se sienta en la cama, y le dice a Consuelo: —   Si, buscare un nuevo horizonte…
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