JANET SE ESCAPA DEL PALACIO

1127 Words
De inmediato, los generales junto con sesenta militares, entran de nuevo a la plaza y rodean a Janet. Miguel saca su espada también junto a todos los militares, y le dice a Janet: —   ¿Estas loca mujer? Él es el rey, baja esa espada o morirás. El rey le dice a Miguel: —   Esta desgraciada no puede morir… Adolfo queda mirando a Miguel. Cuando este dice: —   ¿Cómo que no puede morir? Ragel entra a caballo a la plaza y ve en problemas al rey, y le dice a Janet: —   Bruja, hasta que por fin te rebelas ante nosotros, baja esa espada. El rey le dice a Janet: —   Aunque no puedas morir, eso no significa que no vayas a sufrir los castigos que te voy a dar ahora que mis hombres te capturen. Janet le dice al rey: —   Diles a tus hombres que me traigan un carruaje. Para salir de aquí. —   ¿Y si no quiero? —   No me provoques Anastasio, si vuelves a decirme otra cosa como esa, te mueres ahora mismo… ¡vamos! Diles que te arreglen un carruaje o morirás decapitado. Adolfo, Miguel, Gustavo y Ragel, rodean a Janet, pero esta les dice: —   Si dan un paso más… el rey morirá en este instante, ustedes deciden. En seguida, el rey teme por su vida y le dice a Ragel: —   Comandante, aliste un carruaje, busca a Euclides para eso. Janet le dice al rey: —   No Anastasio, tú mismo vas a manejar ese carruaje. El rey se enfada aún más, y le dice a Janet: —   ¿Qué te has creído? Yo soy el rey y no me voy a rebajar de esa manera. Janet le hace una pequeña cortada en el cuello al rey, y le expresa: —   Vuelve a decir algo así, y veras que tu reinado terminara hoy mismo… El rey les grita a todos: —   ¿Qué pasa con el carruaje? Miguel le contesta al rey: —   Ragel ya está en eso. Gustavo le hace unas miradas a Adolfo y a Miguel. Para atrapar a Janet. Cuando esta les dice a todos: —   No jueguen con la vida del rey… ¡aléjense! En ese instante, Ragel entra a la plaza con un lujoso carruaje, y le dice a Janet: —   Aquí ya está. Janet mira el carruaje. Y de inmediato camina junto al rey lentamente hacia el carruaje. Con mucha impotencia, Miguel y los demás militares que están en la plaza, se quedan viendo como Janet hace que el rey se suba al carruaje. En ese momento, Janet pone su mano izquierda en la cabeza del rey. Y con la espada que tiene en su mano derecha. Lo amenaza, diciéndole: —   ¡Arranca! El rey le dice a Janet: —   Te arrepentirás de esto. En ese instante, el rey obedece las ordenes de Janet. Y conduce su propio carruaje. Saliendo del palacio. Los generales se montan en sus caballos. Cuando Ragel les dice a todos: —   Dejen que se alejen un poco, si Janet ve que la estamos siguiendo, matara al rey. Adolfo le expresa a Ragel: —   Tu ocúpate de liberar a todos esos hombres, nosotros iremos por el rey. En seguida, los generales no le hacen caso a Ragel. Y salen del palacio en busca del palacio del rey. En ese instante, Janet le dice al rey: —   ¡Más rápido! ¡Más rápido! El rey hace lo que puede. Cuando Miguel y los otros generales, comienzan a alcanzar el carruaje. Janet se da de cuenta que los generales la están siguiendo, y le dice al rey: —   ¡Hasta pronto! —   ¿Qué? De inmediato, Janet empuja al rey con el carruaje en marcha. Haciendo que este ruede por el piso. Y se golpee la cabeza. La gente sale a levantar al hombre que cayó del carruaje. Y todos se dan de cuenta que es el rey. Cuando Adolfo y Gustavo le dicen al rey: —   Se encuentra bien. El rey se limpia su frente, y ve sangre en su mano derecha, y les contesta: —   No me pregunten tonterías, vayan y capturen a esa mujer. Miguel persigue a Janet por gran parte de la ciudad, hasta al cansar el carruaje. En ese instante, Miguel salta al carruaje y pone su espada en el cuello de Janet, y le dice: —   Detén el carruaje. De inmediato, Janet se tira del carruaje. Y da varias vueltas en el piso, y se levanta rápidamente. Para luego esconderse en un comercio de ropas. Cuando el dueño del negocio le dice a Janet: —   ¡Jovencita!, por qué me en sucia mi ropa?, ¡salga de ahí! Janet le responde: —   Haga silencio, un general del rey puede venir a arrestarlo. Miguel detiene el carruaje, y corre hacia donde vio que se escondió Janet, pero el dueño del negocio lo detiene, y le dice: —   ¿Qué anda buscando señor? Miguel le dice al vendedor: —   Abra paso señor, una fugitiva sea escondido a aquí. —   No se dé qué me habla, yo no he visto a nadie. Miguel se enfada y saca su espada, diciéndole al señor: —   Queda usted detenido por ocultar a una fugitiva. Janet no deja que el general le haga algo al señor, y empuña su espada. Y sale inesperadamente del negocio, y con un espadazo, le tira la espada de Miguel al suelo. Y con otro espadazo, le hace una cortada en la pierna derecha. Haciendo que este no pueda caminar bien. Miguel grita diciendo: —   ¡Mujer! ¿Qué has hecho?... aaaah. —   Eso es para que dejes de seguirme, porque la próxima vez no vivirás para contarlo. —   Mujer, no cras que te vas a salir con la tuya, a donde estes nosotros te vamos a encontrar. —   Perderán su tiempo… ah, y diles a los demás generales cuando lo veas, que me dejen la vida en paz. Janet mira el caballo del general, y le dice de nuevo: —   Se me olvidaba, dile al rey que no me busques, porque yo me voy a desaparecer de su vida. En ese instante, Janet se sube al caballo de Miguel, y se va de ese lugar. En el palacio, Gustavo y Adolfo, se encargan de dejar de nuevo al rey en su palacio. Cuando se encuentran con el príncipe. El rey se baja del caballo de Adolfo. Cuando su hijo le dice: —   ¿Qué está pasando aquí?... ¿por qué estas así de golpeado? El rey les dice a todos los militares: —   ¡Escúchenme! Quiero que me traigan a Janet hoy mismo, el que me la traiga, les daré un barril de oro, no, les daré dos barriles de oro, así que vayan y búsquenla…    
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