En ese instante, Janet es subida a un carruaje junto a varios militares. Y se la llevan al rey.
En Madrid, la esposa de Timoteo le acaricia la espalda, diciéndole:
— Tu hermano ha enloquecido por un simple barco que se hundió, parece que quería más el oro que le traían que a su propia esposa.
— Úrsula, no hables así de Anastasio, la inesperada muerte de Mérida, fue fatal para él, tanto, que se ha vuelto más drástico y peligroso.
— Tu hermano no merece ser rey, el rey debería ser tu.
— Pero no soy yo, así que deja de desear cosas que no van hacer, mi hermano ha sido un buen rey.
Úrsula se enoja y suelta a su esposo, y dice:
— Sería mejor que el rey y su hijo murieran.
De inmediato, Timoteo coge a su esposa de las dos manos, y le dice:
— Mucho cuidado con lo que dices mujer, Anastasio es mi hermano y Leonardo es mi sobrino, yo nunca permitiré que les pase nada.
— Entonces diles que te traten como como uno de ellos.
Úrsula se va de la habitación. Cuando Timoteo le grita:
— ¿EN DONDE ESTAMOS?
Semanas después, el rey se está tomando un baño de agua tibia con dos mujeres que le soban su espalda.
Anastasio les dice a sus dos empleadas Mina y Decires:
— Ustedes son las mejores de todo Madrid… sigan así.
En ese momento, el comandante llega a Madrid con Janet, y le dice al verla tan callada:
— Ahora si… vas hablar o vas hablar, con el rey las cosas son distintas.
— ¿Por qué serán distintas? Yo no he cometido ningún delito.
— Te anticipo que el rey no está en sus cabales a causa de la muerte repentina de su esposa, así que no dudara en mandarte a la horca, o quien sabe que se le ocurra para matarte.
Janet se queda callada, mientras ve los paisajes de Madrid.
En el palacio, Sebastián llega a la presencia del rey, quien esta reunido con su hijo y la esposa de su hijo en el comedor real, y le dice:
— Disculpe alteza, príncipe y señora, traigo una noticia que le va agradar mucho cuando la escuche.
El rey le dice a Sebastián:
— Espero que sea algo de importancia, no me gusta que entres así y me interrumpas.
— Claro que no señor, es algo importante.
— ¡Habla Sebastián!
— El comandante Ragel trae a una persona que supuestamente sabe del barco.
El rey toca su barba. Cuando Leonardo le dice a Sebastián:
— ¿Dónde está Ragel?
Sebastián dice:
— Ya está cerca, yo me adelante en el caballo para venir avisarle al rey de primera mano.
El rey le expresa a Sebastián:
— Bueno, espero que esto sea cierto… ahora retírate.
— Si señor,
La esposa de Leonardo le dice al rey:
— Perdone suegro que yo me entrometa, pero al verlo como se puso, debo deducir que la persona que esta apunto de venir es muy importante para usted.
Leonardo le dice a Mara:
— ¡Oye! No seas tan imprudente.
El rey le dice a su hijo:
— ¡Déjala!, es bueno que ella este enterada de lo que pasa en la familia.
El rey le responde a Marra:
— Si, es importante para mí, quiero saber que paso con Pablo. El capitán del barco el Clavel, y esa persona que viene para acá, sabe mucho del barco… bueno, eso dice Sebastián.
En ese momento, Timoteo entra al espacio reservado de la familia, y les dice:
— Buenas a todos, ¿me estoy pierdo de algo?
Anastasio le contesta a su hermano:
— Por fin voy a saber del barco perdido… ¿y Úrsula?
— Ella esta indispuesta, no va a venir a comer.
Leonardo le dice a su tía:
— Entonces que le lleven la comida a su habitación.
De inmediato, el rey le dice a Mina:
— Llévale la comida a Úrsula.
— Como usted diga señor.
Anastasio extraña a sus nietos, y le expresa:
— ¿Y los niños?
Leonardo mira a su esposa y luego le dice a su padre:
— Están al cuidado de su otra abuela.
Mientras comen carne de pollo, el rey le expresa a Mara y a Leonardo:
— Extraño a los niños, yo no quería que ustedes se fueran del palacio.
Mara le responde al rey:
— Es que necesitábamos nuestro propio espacio, es solo por eso, yo estaba encantada de vivir aquí.
En ese momento, Mina entra en la habitación de Úrsula. Cuando esta le grita, diciendo:
— ¿Y quién te dijo que entraras a mi habitación?
— Disculpe señora, pero el rey pensó que usted estaba enferma y me mando a traerle esto.
— Vete, no quiero nada.
De inmediato, Mina sale espavorida de esa habitación.
Minutos después, el ejercito real que fue hasta Cádiz a buscar pista del barco, llega al palacio.
En ese momento, Ragel y varios hombres del ejercito entran al palacio. Cuando Sebastián le dice al rey:
— Señor, ya están aquí.
Timoteo y Leonardo se hacen al lado de Anastasio. Cuando Ragel se presenta ante el rey, y le dice:
— Su majestad, fue un duro trabajo. Pero aquí le traje a la persona que sabe que sucedió con el barco el Clavel.
El rey queda mirando a Janet fijamente y ella mira el piso.
En seguida, el rey le dice a Janet:
— ¿Qué tienes para contarme?
Janet no sabe qué hacer en ese momento, y decide volver a mentir:
— No sé porque este hombre me trajo hasta aquí, pero yo no sé nada.
El rey se enfurece con Ragel, y le dice:
— ¡Comandante!, ¿qué es esto?
— Seño, ella está mintiendo.
— ¡Ragel!, ¿quieres que te corte la cabeza en estos momentos?
El comandante se arrodilla ante el rey, y le expresa:
— No señor, yo le digo la verdad.
De inmediato, el rey truena sus dedos de la mano derecha y cuatro militares sacan sus espadas, y se la ponen en el cuello de Ragel. Y se quedan esperando la orden del rey.
Ragel le implora al rey:
— Señor, perdóneme la vida, yo solo cumplía sus órdenes.
Janet al ver que el rey está dispuesto a decapitar a Ragel, intenta hablar con él. Cuando Leonardo le dice a su padre:
— Perdónale la vida al comandante.
El rey le dice a su hijo:
— Si quieres gobernar bien, tienes que tener mano dura. Y no acepto que ni tu y ni Timoteo se metan en esto… tengo que sentar un buen precedente.
Janet le dice al Rey:
— Voy hablar, pero libere primero a ese hombre, no lo mate…