EL NUEVO MUNDO

1063 Words
12 de septiembre de 1540, Cádiz – España, Zafiro murió a los veintitrés años tras agarrar una infección en su pie derecho, la cual Janet no pudo curar, y sufrió su partida inmensamente. Killand murió de viejo. Y amo a Janet hasta sus últimos días, siempre estuvo con ella, así Janet buscara encontrar otro hombre. Desde ese momento, Janet juro esta vez. No volverse a encariñar con nadie. La pérdida de Zafiro también a Janet le marco la vida. Y solo le queda revivir su venganza que tiene con Joaquín… En ese instante, Janet se recuesta en un árbol, el cual queda cerca de la playa de Cádiz. Y se queda observando el Océano Atlántico. Con una calidad y refrescante brisa que siente en ese momento, Janet dice: —   Esta es mi eterna búsqueda, una búsqueda que no pedí o invente… ya siento que esto es algo imposible. Y que parece ser que la muerte de mis padres nunca será vengada. Janet pone su mano derecha en su frente, y recuerda a Zafiro y a Killand, y también dice: —   Siempre los llevaré en mi corazón. En ese momento, un barco calavera se acerca a las playas de Cádiz, y Janet queda alerta. Minutos después, Janet se esconde en el árbol. Y ve poco a poco la descarga del barco. En ese instante, todos los tripulantes del barco van bajando con grandes y medianas cajas de madera. Janet tiene una gran curiosidad en montarse en un barco. Y buscar a Joaquín en otras tierras, ya que sospecha que él no está en el país. En ese momento, Janet se va de la playa. Y busca la manera de meterse al barco, pero no encuentra como. En el barco, el capitán supervisa la entrega del oro al rey desde la parte superior, y le dice a Euclides: —   Cuenta bien esas cajas, no quiero tener ningún problema con el rey. —   Descuida Pablo, el rey te considera bastante… puedo decir que más que a mí que lo aconsejo debes en cuando. En ese instante, uno de los trabajadores se cae bajando del barco y bota el oro en el piso. De inmediato, Pablo le grita al trabajador: —   ¡Estúpido! ¿Quieres morir a manos del rey? Euclides le dice a Pablo: —   Tranquilo, no es para tanto. El trabajador le dice a Pablo: —   Disculpe señor, ya mismo recojo todo esto. Totalmente enojado, Pablo le dice a su ayudante de confianza, el cual está arreglando una vela del barco: —   ¡Oye Helio!, baja y ayuda a toda esta gente, yo voy a descansar un poco. En ese momento, Helio termina de amarrar la vela, y dice: —   “Ayudar”, ¿acaso no tiene a doce hombres para que hagan ese trabajo? Pablo intenta irse a descansar, pero se detiene y espera en ese mismo lugar. En ese instante, Euclides y otros trabajadores, recogen el oro del rey. Y lo suben al carruaje. Helio se baja del barco y le dice a Euclides: —   ¿En qué puedo ayudarte? —   En nada, ya terminamos. Helio mira a Pablo, y le dice mientras Euclides se sube a su carruaje lleno de oro: —   ¿Para qué me hiciste bajar? Pablo no le hace caso a Helio, y se va a dormir. En el pueblo, Janet va caminando por la calle. Cuando escucha a dos hombres de los tesoros del nuevo mundo. Y de su nuevo viaje a ese lugar. De inmediato, Janet los sigue sigilosamente, y los ve entrar en una taberna. Aprovechando el desorden de varios hombres borrachos en la entrada, Janet recoge su larga cabellera y entra sin problemas. En ese momento, Janet se sienta cerca de los dos hombres, quienes empiezan a consumir mucho vino. Y a decir cada uno quien es mejor marinero que el otro. Janet los queda viendo. Cuando Céfalo le dice a Lerma: —   ¡Oye!... no deberíamos beber tanto, porque mañana volveremos hablar con el capitán Pablo. Para que nos tenga en cuenta esta vez y viajar… no podemos dejar que nos vea así en este estado, él nos echará si nos ve así… Lerma golpea la mesa con su mano derecha, y le dice a Céfalo: —   Pablo es un comprado, si y si, lo digo y lo reafirmo… el rey lo maneja a su antojo. —   Como te atreves a decir eso Lerma, ten cuidado o te pueden escuchar. —   Que me escuchen, el rey esta succionando a todos, los impuestos son altísimos. Y así no podemos vivir. —   Creo que el vino ya te hizo efecto. —   No, yo estoy en mi sano juicio… y no me interrumpas Céfalo… ellos se están quedando con todo el oro del nuevo mundo. Janet escucha suficiente e intenta irse. Cuando el dueño de la taberna le ve una espada, y le dice: —   ¿Usted viene a beber o a buscar problemas?   Janet se levanta de la silla, y le responde: —   Ninguna de las dos. De inmediato, Janet sale de la taberna y deambula por el pueblo. Esperando una oportunidad para viajar en el barco el clavel. El día siguiente, Lerma amanece tirado en un terreno cerca de su casa. Cuando se despierta y ve a una mujer que le apunta con una espada. Y la mira, diciendo: —   Si hice algo malo, quiero que me disculpe por eso… Janet le dice: —   Quiero que me expliques una cosa. —   ¿De donde están sacando tanto oro? —   Eso viene del nuevo mundo, allá todo es verde y salvaje… es muy, pero muy bonito. Janet piensa: “Sera que Joaquín esta allá” De inmediato, Janet le dice a Lerma: —   ¿Cuánto tiempo se demora el barco en llegar al nuevo mundo? —   Creo que un poco más de tres meses. —   Bueno, ahora necesito otra cosa de ti. —   ¿Qué? —   Quiero que te levantes y me des la espalda. Lerma se levanta con mucha dificultad y se pone de espalda, y le dice: —   ¿Ahora qué? —   Quítate la ropa. —   ¿Qué?... ¿está loca?, yo no voy hacer eso. Janet cambia de idea repentinamente, y le dice: —   Date vuelta. En seguida, Lerma obedece a Janet y se da vuelta. Cuando recibe un tremendo puñetazo en su rostro. Que lo deja tirado en el suelo inconsciente…    
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