En ese instante, Janet se agacha y toca el cuello de Lerma. Y luego de percatarse que está bien, le dice:
— Voy a coger tu ropa prestada.
En ese momento, Janet hace una dura labor y le quita toda la ropa a Lerma. Y luego se quita su vestido, para después vestirse como hombre.
Janet mira su atuendo, y dice:
— Espero que con esto pueda conseguir entrar a ese barco.
Janet se recoge nuevamente su cabello, pero esta vez utiliza una pequeña cuerda para amarrársela. Y parecer un poco más a un hombre…
En el Barco, Pablo revisa parte por parte el Clavel, y le dice a Helio:
— ¿Te aseguraste que las velas estén bien?
— Claro, usted sabe que esa es una de mis especialidades.
— Y también hablar demasiado.
Helio se sonríe, y le dice a Pablo:
— Que le parece si vamos a divertirnos con las mujeres de la casa de Celestina.
Pablo queda mirando con una pequeña sonrisa a Helio, y le responde:
— Buena idea, necesito volver a ver a Elsa.
— Y yo a Nieve.
De inmediato, Pablo llama a Jeremías, y le dice:
— Quédate al cuidado del Clavel, no quiero que en mi ausencia vayan hacer sus fiestecitas en el barco.
Jeremías se asusta un poco, y le expresa a Pablo:
— Señor, cuando vuelva encontrara el barco y a sus hombres tal cual como lo dejo.
— Eso espero…
En ese momento, Pablo y Helio bajan del barco. Y se van al pueblo a buscar diversión.
Minutos después, Janet llega a la playa y se dirige al barco. Cuando dos hombres la detienen, diciéndole:
— ¿Quién eres tú?
Janet pone su voz más gruesa, y les dice:
— Estoy buscando al hombre que se llama Pablo.
El marinero más bajo se ríe de la cara de Janet, y le dice al otro:
— Oye Eusebio, ¿ya viste el rostro de este hombre?
Janet se pone un poco nerviosa. Cuando Eusebio la mira bien, le dice a Bilardo:
— ¿Qué tiene?
— Su rostro parece el de una mujer.
Janet finge enojarse, y les dice a los dos:
— ¡Respétenme! Yo soy todo un hombre.
Jeremías baja del barco, y les dice a Bilardo y a Eusebio:
— ¿Qué es lo que pasa aquí?
Eusebio le responde a Jeremías:
— Aquí, que este hombre está buscando al capitán.
Bilardo se sigue riendo, y le dice a Jeremías:
— Estoy poniendo en duda su hombría.
En seguida, Jeremías les dice a los dos:
— Déjenme a solas con él.
De inmediato, Bilardo y Eusebio se retiran. Cuando Jeremías le expresa a Janet:
— ¿Cuál es tu nombre? ¿Y qué es lo que quieres con el capitán?
— Mi nombre es Adal y busco trabajo con el capitán, ¿el esta?
Jeremías se acerca un poco a Janet, y le dice:
— ¿Eres un mensajero del rey?
— No, yo solo soy un simple trabajador.
— Bueno, te toca esperar. Porque el capitán no está…
En ese momento, Pablo y Helio llegan al burdel de Celestina. Y se sientan cómodamente. Cuando la propia Celestina los atiende, diciéndoles:
— Mis marinos preferidos, ¿por qué se habían tardado tanto en venir?
Pablo coge la mano derecha de Celestina, y le expresa:
— El trabajo que cada vez se pone más duro, pero aquí nos tienes.
Celestina les dice a los dos:
— ¿Es que el rey los sigue ocupando?
Helio le responde a Celestina:
— Claro que sí, nos tiene de arriba para abajo. Y de abajo para arriba, estamos descansando unos días. Hasta que nos llegue la orden de zarpar.
Pablo se enoja con Helio. Y le hace una cara para que no siga contando más cosas.
De inmediato, Pablo le dice a Celestina:
— ¿Elsa y Nieve se encuentran?
Celestina se sonríe un poco, y le contesta a Pablo:
— Solo esta Elsa.
Helio le dice a Celestina:
— ¿Echaste a Nieve?
— Claro que no, ella visitando a sus familiares… justo salió ayer para encontrarse con ellos… pero no pongas esa cara mi querido Helio, puedes pasarla bien con otra mujer.
— No, yo solo estoy interesado en Nieve.
Al escuchar así, Celestina se va a buscar a Elsa, mientras Pablo le dice a Helio:
— Ten tu bocotá cerrada.
— ¿Ahora que dije?
— No hables del rey con ninguna persona.
— Ella fue la que empezó hablando del rey.
Pablo se queda pensando, y luego le expresa a Helio:
— ¿Quién le dijo a Celestina?, ¿o es que tú le dijiste a Nieve y después ella se lo conto a Celestina?
— No Pablo, yo no le he dicho nada a Nieve, eso tiene que ser otra persona.
En ese instante, Elsa aparece y se sienta en las piernas de Pablo, diciéndole:
— ¿Me hice esperar mucho?
Pablo le da un beso y le responde:
— No, por ti esperaría hasta el fin del mundo…
En el barco, Janet se queda sentada en la arena de la playa. Esperando a que aparezca Pablo, y ve algunos de sus tripulantes arreglando el barco, y dice en voz baja:
— Tal parece que no han creído en mi vestimenta de hombre… ¿qué voy hacer con el capitán?
Desde la embarcación, Bilardo le dice a Eusebio:
— Yo sigo diciendo que esa persona es muy extraña, debe ser…
— ¿Qué?, deja tranquilo a ese joven. Y ponte a trabajar en el barco.
Minutos después, Pablo y Helio entran a la playa. Cuando Helio ve a una persona sentada en la arena, y le dice a Pablo:
— Mira hacia tu derecha.
Pablo mira a la persona viendo su barco. Y se acerca, diciendo:
— ¿Disculpe señor, necesita algo?
Janet se levanta rápidamente. Y nerviosa le dice:
— Estoy buscando al señor Pablo.
— Con el habla.
— Qué bueno, ya me estaba cansando de esperar ahí sentado.
— ¿Para que soy bueno?
— Eh… Vengo a pedirle que me de trabajo de lo que sea, yo le puedo servir de cocinero.
— Ya tengo cocinero.
— Ah… entonces de… del que vigila por si viene un barco enemigo.
— ¡Hay lo tienes!, se llama Helio.
— Entonces, de ayudante para tareas difíciles durante el viaje que se viene.
— Mira joven, yo tengo a doce hombres en mi barco y todos son muy buenos en lo que hace… creo que perdiste tu tiempo.
— ¡Espere! No creo que usted tenga un médico en ese barco.
Pablo mira a Helio, y luego le dice a Janet:
— Joven, ¿cómo te llamas?
— Mi nombre es Adal Fischer, ¿y usted?
— Pablo Espino Esquivel… ¿así que eres medico?
— Si.
— ¿No me estarás engañando para poder ingresar a mi barco con oscuras intenciones?
— Como cree señor, yo soy médico.
Pablo le dice a Helio:
— ¿Como lo ves?
Helio observa a Janet detalladamente, y le dice a Pablo:
— Demoled una oportunidad, ya que no tenemos un médico entre nosotros…