EL DISFRAZ

1197 Words
En ese instante, Janet se agacha y toca el cuello de Lerma. Y luego de percatarse que está bien, le dice: —   Voy a coger tu ropa prestada. En ese momento, Janet hace una dura labor y le quita toda la ropa a Lerma. Y luego se quita su vestido, para después vestirse como hombre. Janet mira su atuendo, y dice: —   Espero que con esto pueda conseguir entrar a ese barco. Janet se recoge nuevamente su cabello, pero esta vez utiliza una pequeña cuerda para amarrársela. Y parecer un poco más a un hombre… En el Barco, Pablo revisa parte por parte el Clavel, y le dice a Helio: —   ¿Te aseguraste que las velas estén bien? —   Claro, usted sabe que esa es una de mis especialidades. —   Y también hablar demasiado. Helio se sonríe, y le dice a Pablo: —   Que le parece si vamos a divertirnos con las mujeres de la casa de Celestina. Pablo queda mirando con una pequeña sonrisa a Helio, y le responde: —   Buena idea, necesito volver a ver a Elsa. —   Y yo a Nieve. De inmediato, Pablo llama a Jeremías, y le dice: —   Quédate al cuidado del Clavel, no quiero que en mi ausencia vayan hacer sus fiestecitas en el barco. Jeremías se asusta un poco, y le expresa a Pablo: —   Señor, cuando vuelva encontrara el barco y a sus hombres tal cual como lo dejo. —   Eso espero… En ese momento, Pablo y Helio bajan del barco. Y se van al pueblo a buscar diversión. Minutos después, Janet llega a la playa y se dirige al barco. Cuando dos hombres la detienen, diciéndole: —   ¿Quién eres tú? Janet pone su voz más gruesa, y les dice: —   Estoy buscando al hombre que se llama Pablo. El marinero más bajo se ríe de la cara de Janet, y le dice al otro: —   Oye Eusebio, ¿ya viste el rostro de este hombre? Janet se pone un poco nerviosa. Cuando Eusebio la mira bien, le dice a Bilardo: —   ¿Qué tiene? —   Su rostro parece el de una mujer. Janet finge enojarse, y les dice a los dos: —   ¡Respétenme! Yo soy todo un hombre. Jeremías baja del barco, y les dice a Bilardo y a Eusebio: —   ¿Qué es lo que pasa aquí? Eusebio le responde a Jeremías: —   Aquí, que este hombre está buscando al capitán. Bilardo se sigue riendo, y le dice a Jeremías: —   Estoy poniendo en duda su hombría. En seguida, Jeremías les dice a los dos: —   Déjenme a solas con él. De inmediato, Bilardo y Eusebio se retiran. Cuando Jeremías le expresa a Janet: —   ¿Cuál es tu nombre? ¿Y qué es lo que quieres con el capitán? —   Mi nombre es Adal y busco trabajo con el capitán, ¿el esta? Jeremías se acerca un poco a Janet, y le dice: —   ¿Eres un mensajero del rey? —   No, yo solo soy un simple trabajador. —   Bueno, te toca esperar. Porque el capitán no está… En ese momento, Pablo y Helio llegan al burdel de Celestina. Y se sientan cómodamente. Cuando la propia Celestina los atiende, diciéndoles: —   Mis marinos preferidos, ¿por qué se habían tardado tanto en venir? Pablo coge la mano derecha de Celestina, y le expresa: —   El trabajo que cada vez se pone más duro, pero aquí nos tienes. Celestina les dice a los dos: —   ¿Es que el rey los sigue ocupando? Helio le responde a Celestina: —   Claro que sí, nos tiene de arriba para abajo. Y de abajo para arriba, estamos descansando unos días. Hasta que nos llegue la orden de zarpar. Pablo se enoja con Helio. Y le hace una cara para que no siga contando más cosas. De inmediato, Pablo le dice a Celestina: —   ¿Elsa y Nieve se encuentran? Celestina se sonríe un poco, y le contesta a Pablo: —   Solo esta Elsa. Helio le dice a Celestina: —   ¿Echaste a Nieve? —   Claro que no, ella visitando a sus familiares… justo salió ayer para encontrarse con ellos… pero no pongas esa cara mi querido Helio, puedes pasarla bien con otra mujer. —   No, yo solo estoy interesado en Nieve. Al escuchar así, Celestina se va a buscar a Elsa, mientras Pablo le dice a Helio: —   Ten tu bocotá cerrada. —   ¿Ahora que dije? —   No hables del rey con ninguna persona. —   Ella fue la que empezó hablando del rey. Pablo se queda pensando, y luego le expresa a Helio: —   ¿Quién le dijo a Celestina?, ¿o es que tú le dijiste a Nieve y después ella se lo conto a Celestina? —   No Pablo, yo no le he dicho nada a Nieve, eso tiene que ser otra persona. En ese instante, Elsa aparece y se sienta en las piernas de Pablo, diciéndole: —   ¿Me hice esperar mucho? Pablo le da un beso y le responde: —   No, por ti esperaría hasta el fin del mundo… En el barco, Janet se queda sentada en la arena de la playa. Esperando a que aparezca Pablo, y ve algunos de sus tripulantes arreglando el barco, y dice en voz baja: —   Tal parece que no han creído en mi vestimenta de hombre… ¿qué voy hacer con el capitán? Desde la embarcación, Bilardo le dice a Eusebio: —   Yo sigo diciendo que esa persona es muy extraña, debe ser… —   ¿Qué?, deja tranquilo a ese joven. Y ponte a trabajar en el barco. Minutos después, Pablo y Helio entran a la playa. Cuando Helio ve a una persona sentada en la arena, y le dice a Pablo: —   Mira hacia tu derecha. Pablo mira a la persona viendo su barco. Y se acerca, diciendo: —   ¿Disculpe señor, necesita algo? Janet se levanta rápidamente. Y nerviosa le dice: —   Estoy buscando al señor Pablo. —   Con el habla. —   Qué bueno, ya me estaba cansando de esperar ahí sentado. —   ¿Para que soy bueno? —   Eh… Vengo a pedirle que me de trabajo de lo que sea, yo le puedo servir de cocinero. —   Ya tengo cocinero. —   Ah… entonces de… del que vigila por si viene un barco enemigo. —   ¡Hay lo tienes!, se llama Helio. —   Entonces, de ayudante para tareas difíciles durante el viaje que se viene. —   Mira joven, yo tengo a doce hombres en mi barco y todos son muy buenos en lo que hace… creo que perdiste tu tiempo. —   ¡Espere! No creo que usted tenga un médico en ese barco. Pablo mira a Helio, y luego le dice a Janet: —   Joven, ¿cómo te llamas? —   Mi nombre es Adal Fischer, ¿y usted? —   Pablo Espino Esquivel… ¿así que eres medico? —   Si. —   ¿No me estarás engañando para poder ingresar a mi barco con oscuras intenciones? —   Como cree señor, yo soy médico. Pablo le dice a Helio: —   ¿Como lo ves? Helio observa a Janet detalladamente, y le dice a Pablo: —   Demoled una oportunidad, ya que no tenemos un médico entre nosotros…    
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