El fuerte impacto y el sonido aturdidor del meteorito, hacen que Janet y Joaquín se despierten de inmediato.
También el caballo se asusta e intenta irse de ese lugar, pero Janet lo controla.
En seguida, Joaquín y Janet se bajan del carruaje. Y al ver que hay fuego donde cayó esa luz, entrar al monte y apagan el fuego apunta de pisoteadas.
En ese instante, Joaquín le dice a Janet:
— Tuvimos mucha suerte, el fuego estaba en progreso, si nos demoramos un poco…
— Si Joaquín, nunca lo habíamos apagado.
Al estar en oscuras, Janet decide traer la lampara que está en su carruaje.
Joaquín se queda cerciorándose de que todo se haya apagado, y luego sale del monte con gran a fan, pero al ver a Janet con la lampara, le dice:
— ¿Qué haces?
— Voy a revisar bien que fue lo que cayó.
— Vamos a dormir Janet, necesitamos descansar bien, para recuperar fuerzas.
— Lo que paso no es normar, súbete al carruaje que yo voy averiguar qué es eso que cayó.
— Está bien, yo te acompaño.
En ese momento, Janet y Joaquín vuelven a entrar al monte. Cuando Janet ve un pedazo de roca dentro de un cráter, y le dice a Joaquín:
— ¡Mira!
— Es solo una roca Janet.
— Pero no cualquier roca.
Janet coge la roca, pero al instante la suelta por lo caliente que esta, y con mucho dolor en su mano derecha, se queja:
— ¡No puede ser!
De inmediato, Joaquín mira la mano derecha de Janet, y le dice:
— Mira como esa roca te dejo la mano.
— Fue mi culpa.
— Estas quemaduras se ven muy graves.
— Estoy bien Joaquín.
— Dejemos eso ahí, y ya en la mañana volveremos.
— Bueno.
En ese instante, Janet y Joaquín se van a costar al carruaje, pero Janet finge dormir. Y cuando siente que Joaquín está durmiendo, se baja del carruaje y va al lugar donde está el cráter.
Mirando detenidamente la roca, Janet se agacha y con un dedo la toca, y se percata que esta fría.
En seguida, nuevamente Janet coge la roca con su mano derecha, y dice:
— Se siente extraño, esto no es una roca ordinaria.
En la mañana siguiente, Joaquín se despierta ya un poco más descansado. Y al levantarse, se lleva una tremenda sorpresa al ver la roca en la mano derecha de Janet.
De inmediato, Joaquín la despierta, diciéndole:
— ¡Janet!, ¡Janet!... despierta mujer… ¡Janet!
Con la mano totalmente recuperada, Janet se despierta, y le dice a Joaquín:
— ¿Qué pasa?
Joaquín coge la mano derecha de Janet, y le dice:
— Pasa esto, ¿a qué horas cogiste esa roca?
Janet mira su mano, y dice:
— ¿Qué le paso a mis quemaduras?, no tengo ninguna.
Estupefacto, Joaquín coge la roca y revisa minuciosamente la mano derecha de Janet, y le expresa:
— No entiendo, tu mano esta perfecta… no encuentro explicación alguna.
Janet mira la roca detenidamente, y le dice a Joaquín:
— Fue la roca.
— Como crees Janet, esta es una roca normal.
— Cayó del cielo Joaquín, debe tener poderes curativos o que se yo, ¿o como crees que mi mano se haya curado?
Joaquín aprieta fuertemente la roca con su mano derecha, y le expresa a Janet:
— Se siente extraño.
— Vez Joaquín, esa roca es curativa.
— ¿Qué hacemos con ella Janet?
— Pues conservémosla, la verdad, es que desde que cogí la roca, me siento mucho mejor.
Joaquín también recupera sus fuerzas, y le expresa a Janet:
— Aun no puedo creer que esto tenga la capacidad de recuperar a las personas.
Janet le vuelve a mostrar la mano a Joaquín, y le dice:
— Pues créelo.
— Bueno, guardemos esto y sigamos por nuestro camino.
Janet y Joaquín guardan la roca dentro del carruaje, y se van a toda marcha hacia su destino con mucha más fuerza y un ánimo recuperado.
Janet y Joaquín aceleran su paso, y se acercan a un más a Cabo de Palos.
Dos días después, Cabo de Palos-Murcia, Joaquín le tapa los ojos a Janet con sus dos manos, y la lleva a una pequeña duna, la cual se puede apreciar todo el mar mediterráneo.
Joaquín le dice al oído a Janet:
— Lo prometido es deuda, sientes la brisa.
— Es refrescante, déjame ver.
De inmediato, Joaquín quita sus manos de los ojos de Janet. Cuando esta queda totalmente estupefacta y emocionada al ver por fin el mar, y le dice:
— ¡Nunca había visto tanta agua en mi vida!, esto es… es impresionante.
Joaquín no cabe de felicidad al ver el rostro de Janet. Y con gran dulzura le expresa:
— Siéntete libre, siéntete como aquellas a ves que disfrutan de esta maravillosa obra, porque tu mereces lo mejor.
Janet le da un gran beso a Joaquín, y se pone al frente del mar, y dice:
— No me imaginaba esto así.
De inmediato, rápidamente Janet baja la duna. Y corre a la playa, y entra en la orilla del mar.
Joaquín sigue a Janet, y le dice:
— No te adentres mucho al mar.
En seguida, Janet comienza a jugar en el agua y con sus dos manos le echa agua a Joaquín, quien también juega con ella. Tirándose agua mutuamente.
Acostados en la playa y con la sombra de una palmera, Janet abraza fuertemente a Joaquín, y le expresa:
— Quiero estar contigo para siempre, no quiero que te separes de mí.
— Eso nunca pasara, mi vida sin ti ya no tiene sentido… Janet, quieres casarte conmigo.
Janet se sonríe bastante, y antes de que respondiera, Joaquín se sienta y mira la palmera, diciéndole:
— Si dices que sí, me subo hasta la punta de esta palmera y le gritare al mar que está aquí de testigo, que nuestro amor durara hasta la eternidad.
Janet coge las dos manos de Joaquín, y le expresa:
— Si, yo quiero casarme contigo.
Con una gran euforia, Joaquín cumple lo prometido y se sube a la palmera. Cuando Janet le dice:
— Bájate de ahí Joaquín, no quiero que mi futuro esposo se vaya a matar.
— Lo que diga mi querida y futura esposa.
Después de disfrutar por horas del mar, Joaquín le dice a Janet:
— Vamos, voy a presentarte mi familia. Y después te muestro más lugares que tiene este pueblo.
— Está bien.
En seguida, Joaquín y Janet se suben al carruaje y comienzan a recorrer el pueblo. Cuando Joaquín ve a un amigo comerciante de telas, que camina sin rumbo alguno por la calle, y le dice:
— Don Enrique, ¿cómo estás?
Enrique se alegra de ver a Joaquín, y le contesta:
— Joven Joaquín, tanto tiempo sin verlo, ¿a dónde se había ido?
— Estaba conociendo el mundo, pasé por el pueblo de Pedraza y encontré el amor de mi vida.
— Ya veo, es muy bonita.
Desde el carruaje, Janet le dice a Enrique:
— Hola.
— Hola jovencita, espero que Cabo de Palos sea de tu agrado.
— Gracias señor.
En seguida, Joaquín le dice a Enrique:
— Bueno, te dejo amigo, voy a casa.
— Que les vaya bien a los dos.
Joaquín sigue su camino y le muestra todos los alrededores a Janet, la cual estaba encantada.
En ese instante, Bronce se fatiga por el gran esfuerzo que ha hecho e intenta echarse.
Ante la mirada de varias personas del pueblo, Janet se baja del carruaje y acaricia a Bronce, y le dice:
— Has hecho un buen trabajo, espera que voy a conseguir comida y agua.
Joaquín le dice a Janet:
— ¿Qué le sucede al caballo?
— Necesita descansar y beber agua.
— Espera Janet, ya vuelvo.
De inmediato, Joaquín arrima a un puesto donde comercian con vino, y le dice a una señora:
— Buenas doña Greta.
— Hola Joaquín, ¿que necesitas?
— ¿Puede usted regalarme agua para mi caballo?
— Si, con gusto.
En ese instante, Greta le dice a su hija Cristina que le traiga agua para Joaquín.
La niña de nueve años trae un envase mediano, y se lo entrega a Joaquín, el cual le dice:
— Gracias Cristina.
En seguida, Joaquín le da el agua a Janet, quien vuelve acariciar su caballo. Y le da de beber toda el agua.
Greta le dice a Joaquín:
— Si buscas a tu familia, creo que no la vas a encontrar ahora.
Joaquín queda mirando a Greta, y le dice:
— ¿Paso algo?
— No sé, pero todos salieron de viaje, igual como lo hiciste tu.
— Ah, ya entiendo, gracias por la información Greta.
— De nada Joaquín.
En ese instante, Joaquín también acaricia a Bronce, y le expresa a Janet:
— Tal parece que no vamos a encontrar a nadie en la casa…