LA ROCA MISTERIOSA

1496 Words
El fuerte impacto y el sonido aturdidor del meteorito, hacen que Janet y Joaquín se despierten de inmediato. También el caballo se asusta e intenta irse de ese lugar, pero Janet lo controla. En seguida, Joaquín y Janet se bajan del carruaje. Y al ver que hay fuego donde cayó esa luz, entrar al monte y apagan el fuego apunta de pisoteadas. En ese instante, Joaquín le dice a Janet: —    Tuvimos mucha suerte, el fuego estaba en progreso, si nos demoramos un poco… —    Si Joaquín, nunca lo habíamos apagado. Al estar en oscuras, Janet decide traer la lampara que está en su carruaje. Joaquín se queda cerciorándose de que todo se haya apagado, y luego sale del monte con gran a fan, pero al ver a Janet con la lampara, le dice: —    ¿Qué haces? —    Voy a revisar bien que fue lo que cayó. —    Vamos a dormir Janet, necesitamos descansar bien, para recuperar fuerzas. —    Lo que paso no es normar, súbete al carruaje que yo voy averiguar qué es eso que cayó. —    Está bien, yo te acompaño. En ese momento, Janet y Joaquín vuelven a entrar al monte. Cuando Janet ve un pedazo de roca dentro de un cráter, y le dice a Joaquín: —    ¡Mira! —    Es solo una roca Janet. —    Pero no cualquier roca. Janet coge la roca, pero al instante la suelta por lo caliente que esta, y con mucho dolor en su mano derecha, se queja: —    ¡No puede ser! De inmediato, Joaquín mira la mano derecha de Janet, y le dice: —    Mira como esa roca te dejo la mano. —    Fue mi culpa. —    Estas quemaduras se ven muy graves. —    Estoy bien Joaquín. —    Dejemos eso ahí, y ya en la mañana volveremos. —    Bueno. En ese instante, Janet y Joaquín se van a costar al carruaje, pero Janet finge dormir. Y cuando siente que Joaquín está durmiendo, se baja del carruaje y va al lugar donde está el cráter. Mirando detenidamente la roca, Janet se agacha y con un dedo la toca, y se percata que esta fría. En seguida, nuevamente Janet coge la roca con su mano derecha, y dice: —    Se siente extraño, esto no es una roca ordinaria. En la mañana siguiente, Joaquín se despierta ya un poco más descansado. Y al levantarse, se lleva una tremenda sorpresa al ver la roca en la mano derecha de Janet. De inmediato, Joaquín la despierta, diciéndole: —    ¡Janet!, ¡Janet!... despierta mujer… ¡Janet! Con la mano totalmente recuperada, Janet se despierta, y le dice a Joaquín: —    ¿Qué pasa? Joaquín coge la mano derecha de Janet, y le dice: —    Pasa esto, ¿a qué horas cogiste esa roca? Janet mira su mano, y dice: —    ¿Qué le paso a mis quemaduras?, no tengo ninguna. Estupefacto, Joaquín coge la roca y revisa minuciosamente la mano derecha de Janet, y le expresa: —    No entiendo, tu mano esta perfecta… no encuentro explicación alguna. Janet mira la roca detenidamente, y le dice a Joaquín: —    Fue la roca. —    Como crees Janet, esta es una roca normal. —    Cayó del cielo Joaquín, debe tener poderes curativos o que se yo, ¿o como crees que mi mano se haya curado? Joaquín aprieta fuertemente la roca con su mano derecha, y le expresa a Janet: —    Se siente extraño. —    Vez Joaquín, esa roca es curativa. —    ¿Qué hacemos con ella Janet? —    Pues conservémosla, la verdad, es que desde que cogí la roca, me siento mucho mejor. Joaquín también recupera sus fuerzas, y le expresa a Janet: —    Aun no puedo creer que esto tenga la capacidad de recuperar a las personas. Janet le vuelve a mostrar la mano a Joaquín, y le dice: —    Pues créelo. —    Bueno, guardemos esto y sigamos por nuestro camino. Janet y Joaquín guardan la roca dentro del carruaje, y se van a toda marcha hacia su destino con mucha más fuerza y un ánimo recuperado. Janet y Joaquín aceleran su paso, y se acercan a un más a Cabo de Palos. Dos días después, Cabo de Palos-Murcia, Joaquín le tapa los ojos a Janet con sus dos manos, y la lleva a una pequeña duna, la cual se puede apreciar todo el mar mediterráneo. Joaquín le dice al oído a Janet: —    Lo prometido es deuda, sientes la brisa. —    Es refrescante, déjame ver. De inmediato, Joaquín quita sus manos de los ojos de Janet. Cuando esta queda totalmente estupefacta y emocionada al ver por fin el mar, y le dice: —    ¡Nunca había visto tanta agua en mi vida!, esto es… es impresionante. Joaquín no cabe de felicidad al ver el rostro de Janet. Y con gran dulzura le expresa: —    Siéntete libre, siéntete como aquellas a ves que disfrutan de esta maravillosa obra, porque tu mereces lo mejor. Janet le da un gran beso a Joaquín, y se pone al frente del mar, y dice: —    No me imaginaba esto así. De inmediato, rápidamente Janet baja la duna. Y corre a la playa, y entra en la orilla del mar. Joaquín sigue a Janet, y le dice: —    No te adentres mucho al mar. En seguida, Janet comienza a jugar en el agua y con sus dos manos le echa agua a Joaquín, quien también juega con ella. Tirándose agua mutuamente. Acostados en la playa y con la sombra de una palmera, Janet abraza fuertemente a Joaquín, y le expresa: —    Quiero estar contigo para siempre, no quiero que te separes de mí. —    Eso nunca pasara, mi vida sin ti ya no tiene sentido… Janet, quieres casarte conmigo. Janet se sonríe bastante, y antes de que respondiera, Joaquín se sienta y mira la palmera, diciéndole: —    Si dices que sí, me subo hasta la punta de esta palmera y le gritare al mar que está aquí de testigo, que nuestro amor durara hasta la eternidad. Janet coge las dos manos de Joaquín, y le expresa: —    Si, yo quiero casarme contigo. Con una gran euforia, Joaquín cumple lo prometido y se sube a la palmera. Cuando Janet le dice: —    Bájate de ahí Joaquín, no quiero que mi futuro esposo se vaya a matar. —    Lo que diga mi querida y futura esposa. Después de disfrutar por horas del mar, Joaquín le dice a Janet: —    Vamos, voy a presentarte mi familia. Y después te muestro más lugares que tiene este pueblo. —    Está bien. En seguida, Joaquín y Janet se suben al carruaje y comienzan a recorrer el pueblo. Cuando Joaquín ve a un amigo comerciante de telas, que camina sin rumbo alguno por la calle, y le dice: —    Don Enrique, ¿cómo estás? Enrique se alegra de ver a Joaquín, y le contesta: —    Joven Joaquín, tanto tiempo sin verlo, ¿a dónde se había ido? —    Estaba conociendo el mundo, pasé por el pueblo de Pedraza y encontré el amor de mi vida. —    Ya veo, es muy bonita. Desde el carruaje, Janet le dice a Enrique: —    Hola. —    Hola jovencita, espero que Cabo de Palos sea de tu agrado. —    Gracias señor. En seguida, Joaquín le dice a Enrique: —    Bueno, te dejo amigo, voy a casa. —    Que les vaya bien a los dos. Joaquín sigue su camino y le muestra todos los alrededores a Janet, la cual estaba encantada. En ese instante, Bronce se fatiga por el gran esfuerzo que ha hecho e intenta echarse. Ante la mirada de varias personas del pueblo, Janet se baja del carruaje y acaricia a Bronce, y le dice: —    Has hecho un buen trabajo, espera que voy a conseguir comida y agua. Joaquín le dice a Janet: —    ¿Qué le sucede al caballo? —    Necesita descansar y beber agua. —    Espera Janet, ya vuelvo. De inmediato, Joaquín arrima a un puesto donde comercian con vino, y le dice a una señora: —    Buenas doña Greta. —    Hola Joaquín, ¿que necesitas? —    ¿Puede usted regalarme agua para mi caballo? —    Si, con gusto. En ese instante, Greta le dice a su hija Cristina que le traiga agua para Joaquín. La niña de nueve años trae un envase mediano, y se lo entrega a Joaquín, el cual le dice: —    Gracias Cristina. En seguida, Joaquín le da el agua a Janet, quien vuelve acariciar su caballo. Y le da de beber toda el agua. Greta le dice a Joaquín: —    Si buscas a tu familia, creo que no la vas a encontrar ahora. Joaquín queda mirando a Greta, y le dice: —    ¿Paso algo? —    No sé, pero todos salieron de viaje, igual como lo hiciste tu. —    Ah, ya entiendo, gracias por la información Greta. —    De nada Joaquín. En ese instante, Joaquín también acaricia a Bronce, y le expresa a Janet: —    Tal parece que no vamos a encontrar a nadie en la casa…
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