Janet se sienta en la sala y de un momento a otro ve imágenes de sus padres. Caminando por la casa, y dice en voz baja:
— Tengo que buscar a Patricio.
Alfonso alcanza a escuchar algo, y le expresa a Janet:
— ¿Qué has dicho?
— Ah… que, que será de la vida de Sara y Flora.
— Deben de estar bien.
— Joaquín, pensaste en todos en las habitaciones, menos en el hijo de Flora, quien presta servicio militar, ¿a dónde lo iras a como dar si todos aceptan en venir, y si el regresa del ejercito?
— No hay problema Janet, si el viene se le acomoda en alguna parte, aquí lo importante es que ojalá que acepten y vengan todos a Pedraza, Matabuena ya no es seguro para ninguno de nosotros.
Janet se levanta de su silla, y le dice a Alfonso:
— Tu pusiste a tu familia en peligro y tu personalmente tienes que ir y traerlas, así sea a la fuerza.
— Janet, ya las escuchaste a ya, no quieren venir.
— Diles la verdad o busca cualquier método y tráelas… yo me quedaré con Cesar, mientras tú vas a Matabuena… ellas son tu responsabilidad.
— Tienes toda la razón Janet, mañana viajaré a Matabuena y las traeré así sea a la fuerza.
En Matabuena, termina de enseñarle a los niños. Cuando al salir del salón de clases, alcanza a ver a dos hombres que no le quitan la mirada de encima.
Sara se acerca a un puesto de frutas, y le dice a la señora que vende:
— Véndame una manzana.
Mientras la señora le da la manzana a Sara, esta sigue observando que los dos hombres están en una esquina. Viéndola con mucho disimulo.
Sara se va del puesto de fruta y se mezcla entre mucha gente. Para despistar a los dos hombres recorriendo muchas partes antes de llegar a casa de Alfonso.
Sara termina de comerse la manzana en una esquina de una casa, y al ver que ya no hay peligro, intenta irse a la casa de Alfonso. Cuando es sorprendida por los dos sujetos, quienes la acorralan en una pared. Sin dejarla dar un paso.
Desesperada y muy asustada, Sara les dice:
— ¿Qué quieren de mí?
Uno de ellos le contesta:
— ¿Dónde está Alfonso?
— No lo sé, él se fue del pueblo, pero no sé a qué lugar.
De inmediato, los sujetos intentan llevarse a Sara, pero ella grita, y varias personas salen a socorrerla y espantan a los dos sujetos.
Sara la da las gracias a toda la gente. Y se va mejor a la casa de Flora.
Minutos después, Sara llega a casa de su prima y toca la puerta sin descansar, hasta que Flora abre, y le dice a su prima:
— Oye Sara, me vas a enloquecer con tanto ruido.
— Déjame entrar.
— Sigue.
— Cierra la puerta rápido Flora.
— ¿Qué te ocurre Sara?, ya me estas asustando.
— Flora, ¿dónde está Guillermo?
— El esta donde unos amigos, pero… ¿qué pasa?
— Necesito quedarme unos días aquí.
— Si, tú sabes Sara que eres siempre bienvenida, eres mi prima.
— Gracias Flora.
— ¿Me vas a contar que es lo que pasa?
— Alfonso sea metido en problemas, y lo andan buscando.
— ¿Quiénes?
— Unos sujetos que nunca había visto en Matabuena, ellos me siguieron por todo el camino e intentaron raptarme, pero gracias a varias personas, logramos espantarlos.
Flora se sienta y le dice a Sara:
— Ahora entiendo la insistencia de Alfonso en irnos a Pedraza.
Sara también se sienta, y le dice a su prima:
— Alfonso les hizo algo a esos hombres y ellos se van a vengar con nosotras… debemos irnos de aquí.
Flora entra en pánico, y le expresa a su prima Sara:
— Aquí tenemos todo… ¿a dónde iremos?
— A Pedraza, yo voy a escribirle una carta a Alfonso, para que nos mande a alguien, para que podamos salir más segura, y así irnos del pueblo.
— Ponte a escribirla Sara.
En Pedraza, Alfonso arregla sus cosas, para viajar nuevamente a Matabuena. Cuando cesar entra en la habitación, y le expresa:
— ¿Me mando a llamar señor?
— Si, quiero que cuides de mi esposa, no quiero que este sola… no quiero que le vaya a pasar nada.
— Si señor… ¿cuándo sale?
— Mañana, hoy descansaré aquí, pero mañana me regreso a Matabuena a traer mi familia.
— Eso está muy bien señor, hay que estar cerca de la familia.
— Cesar, ¿dónde está Janet?
— Ella está viendo de nuevo los animales.
En ese instante, Janet ve el caballo que le regalo Alfonso y se acuerda de Bronce, y de la búsqueda de esa roca. Cuando dice:
— Es todo un misterio, esa roca me hizo esto y nunca volvió aparecer… si tan solo no la fuera agarrado, yo… yo, yo estaría muerta, y no me hubiera tocado ver esa terrible escena.
En ese momento, Janet le da de comer a los cerdos, y dice:
— Es gratificante volver a tener animales junto a mi… me faltaba esto.
7:30 pm, Matabuena, Guillermo no le cree nada a Flora ni tan poco a Sara de lo que está pasando, y les dice:
— Todo lo que has contado son impresiones tuyas, a Alfonso nadie lo persigue, él se fue a Pedraza porque le dio un regalo de cumpleaños a su esposa.
Sara y Flora se enojan con Guillermo. Cuando Flora le dice a su esposo:
— Sara no nos va a mentir, si ella dice que la atacaron por Alfonso, es porque es verdad.
Sara también le dice a Guillermo:
— Ya le escribí una carta a Alfonso, si tú no me quieres creer a ya tú, pero yo voy a buscar la manera de salir de Matabuena… Guillermo, quiero que lleves esta carta al correo.
Guillermo coge la carta, y le dice a Sara:
— No es que no te crea, se me hace muy difícil de asimilar que en este pueblo se pongan abusar de mujeres, eso aquí no se ha escuchado.
Sara le vuelve a decir a Guillermo:
— Ellos venían por información, querían saber en donde estaba Alfonso.
En Pedraza, Janet daña un vestido de color curuba y con un pedazo de él, se lo pone en la cabeza. Cuando Alfonso entra en la habitación, y le dice:
— ¿Qué haces con ese vestido en tu cabeza?
— Estoy inventando la manera de taparme el rostro cuando vaya a caminar por ciertos lugares de Pedraza:
— Pero no así Janet… te ves muy extraña.
— ¿Me reconoces con esto?
— Claro que no. Y creo que tu no podrás ver nada con eso puesto.
— Si puedo ver, no a la perfección, pero veo algo.
— Janet, mañana que me vaya a Matabuena, quiero quete quedes en el cuidado de Cesar, no sabemos si Duque ya anda por estos alrededores.
Janet le miente a Alfonso, y le responde:
— No tengo necesidad de salir, lo tengo todo aquí…
El día siguiente, Alfonso se monta en su carruaje, y le dice a Janet:
— Voy a tratar de no demorarme.
— Ve con cuidado Joaquín, yo voy a estar bien.
— Bueno…