En ese instante, Alfonso se va en su carruaje a Matabuena. Cuando Janet amenaza a Cesar, diciendo:
— Voy ausentarme un largo tiempo y no quiero que Joaquín se entere de esto, si se llega a enterar de esto…
— Tranquila señora, yo le voy a guardar su secreto.
— ¿Puedo confiar en ti?
— Si, yo no le diré nada al señor Alfonso.
— Bueno, alístame un caballo.
— Si señora.
Janet entra a la casa y se pone en su cabeza un pedazo de tela, del vestido que daño y sale de la casa. Cuando Cesar le dice:
— ¿Piensa salir así?
— Claro, estoy perfecta para la ocasión, además, voy a visitar viejos amigos.
— Se cuida señora.
Janet se monta en su caballo y se va al centro del pueblo.
En las afueras del cuartel militar, Patricio va caminando con el capitán del ejército, y le dice mientras sigue caminando:
— Gracias a Dios todo ha salido bien en este pueblo y quiero que siga así, estoy agradecido con Pedraza, este pueblo me hizo convertir en el mejor militar. Y por ello… no en vano soy uno de los generales más valiosos de España.
Sendero le dice a Patricio:
— Por qué no aspira para el cargo de gobernador, la gente lo apoyará en eso.
Patricio se ríe un poco, y le responde a Sendero:
— No, como crees, yo muero siendo militar y nada más.
— Pensé que su ultimo objetivo era ser gobernador.
— No, pensaste mal.
En ese instante, Janet cabalga los alrededores de la Plaza mayor, y es vista por toda la gente, quien la ven con asombro y curiosidad por la tela que lleva en su cabeza.
Janet no quiere perder tiempo en la búsqueda de Joaquín, y se acerca a un hombre, y le pregunta:
— Buenas.
— Buenas, señora… ¿le puedo ayudar en algo?
— Si, ¿en dónde puedo encontrar la casa de Patricio?, el militar.
— Quiere decir del general.
— Ah, ¿ya es general?
— Si, la casa queda al norte del pueblo, pero está muy custodiada, también lo encuentra en el cuartel militar, naturalmente.
— Gracias.
Janet se va en busca del militar, mientras el señor se queda viendo el manto que lleva en su cabeza.
Minutos más tarde, Patricio se monta a su caballo e intenta irse. Cuando se acuerda que tenía que entrar hablar con el padre, para confesarse.
De inmediato, Patricio entra en la Iglesia, y le dice a Jiménez:
— Padre he venido a confesarme.
El padre lo queda viendo, y le dice:
— Esta es una verdadera sorpresa tenerte aquí, me da mucho gusto que comiences a buscar de Dios.
— Si padre, quiere confesarme ya.
— Bueno.
En Matabuena, Sara comienza a escribir otra carta a su primo Alfonso, mientras Flora hace varios vestidos y varias camisas a distintas personas del pueblo.
Sara tapa la tinta y termina de escribir su segunda carta, y le dice a Flora:
— Estoy desesperada, ya quiero que Alfonso aparezca por esa puerta y nos saque de aquí… es que tú no viviste lo que yo viví con esos sujetos, todavía estoy muy asustada.
Flora deja de coser un vestido y se levanta a descansar, y le dice a su prima:
— Ya estoy por pensar que mi esposo tenga razón y tu estes exagerando eso quete paso.
Sara se enoja con Flora, y le expresa:
— Espero que no vivas la dura experiencia que yo tuve que vivir, en esa esquina.
— Cálmate Sara, o te va a dar algo.
En Pedraza, Patricio termina de confesarse. Cuando choca al salir de la Iglesia con Janet.
De inmediato, Patricio le dice:
— Perdón.
Patricio siente curiosidad por la tela que tiene Janet en la cabeza, y le dice:
— ¿Quién es usted?, nunca había visto que alguien ande así en Pedraza.
— Yo soy una vieja conocida suya, pero no quiero hablar aquí, quisiera hablar algo muy importante con usted.
Patricio comienza a preocuparse, y le dice a Janet:
— Porque no se quita esa tela de la cabeza… quiero conocerla.
— Ya me va a conocer, pero necesito hablar a solas con usted.
— Está bien, veámonos en la casa abandonada, esa que queda al lado del molino.
— Bien General Patricio, allí estaré.
Luego de unos minutos, Patricio cumple la cita y llega a la casa abandonada, y al no ver a la mujer, dice:
— Me engaño.
En ese instante y como si fuera un fantasma, Janet sale de unos matorrales que quedan al frente de esa casa, y le dice a Patricio quien está de espalda:
— No te he engañado, aquí estoy.
Patricio se da vuelta, y le dice:
— Si quieres hablar conmigo, quítate eso primero.
Janet se adelanta, y le dice:
— A que cárcel ustedes mandaron a Joaquín Fernández.
Patricio toca su espada y muy extrañado con lo que dijo Janet, le responde:
— ¿Quién es Joaquín?
— No te hagas el tonto conmigo, tú sabes quién es Joaquín, vamos… dime donde esta, él tiene una deuda de sangre conmigo.
Patricio se preocupa demasiado por culpa de la mujer. Y comienza a sujetar su espada fuertemente, mientras le dice:
— Te ordeno a que te muestres ante mí, o te meteré a la cárcel.
De inmediato, Janet le dice a Patricio:
— Hace cuarenta y cinco años, Joaquín fue el hombre que te pidió trabajo en la armería, el hombre que encerraron en ese tiempo acusado de secuestrar a una joven que se dedicaba a vender pan y queso, y que sus padres se llamaban Adal y Fanny, también fue culpado por matar a cinco militares.
Estupefacto, Patricio se acuerda de Joaquín, y luego dice:
— ¿Cómo sabes todo eso?
— Patricio, yo solo quiero saber, ¿en dónde condenaron a Joaquín?
Lleno de ira, Patricio desenfunda su espada y corta la tela que tiene Janet en la cara. Haciendo que la tela caiga al suelo.
En ese instante, Patricio mira el rostro de Janet y de la gran impresión que le da, se toca su corazón, diciendo:
— ¡Janet!
Patricio cae al suelo del fuerte susto que tiene. Cuando Janet le expresa:
— No te mueras Patricio, yo necesito saber dónde está ese infeliz.
Patricio se arrastra por el piso, y antes de morir, dice:
— Yo… yo, yo cumplí… yo cumplí con mi deber…
Patricio muere de un ataque del corazón.
Janet se acerca al cadáver del general, y luego le dice:
— ¡Tonto!, te moriste sin haberme dicho nada, ahora como voy a encontrar a ese infeliz de Joaquín.
En ese momento, Janet recoge la tela cortada por la espada de Patricio y se tapa el rostro con un pedazo de ella, pero al cabalgar se vuelve la tela a caer.
Antes de irse a Casa, Janet se va al cementerio y visita el lugar donde. Cuando ve su nombre en una cruz de madera, y dice:
— Ilusos, no saben que estoy más viva que nunca…