ETERNOS

DE REGRESO A PEDRAZA

Dos horas después, Janet y Alfonso entran al pueblo de Pedraza, y recorren parte del pueblo. Cuando Janet se acuerda cuando vendía pan y queso por esas calles, y se le sale una lagrima.

Las imágenes de su padre reaparecen por todos lados. Haciendo que Janet tenga un shock emocional.

Las lágrimas de Janet salen a flote. Cuando Alfonso le dice:

—   Si no fuera por lo peligroso que era quedarnos en Matabuena, yo no te había traído de nuevo a Pedraza, mira como estas… no quiero verte así.

Janet se seca sus lágrimas, y le expresa a Alfonso:

—   Ya estoy bien, solo que tuve unos fuertes recuerdos, pero ya paso.

—   Tu eres muy fuerte Janet, nunca había visto o conocido una mujer como tú, por eso me case contigo.

Janet queda mirando a Alfonso, y le responde:

—   ¿Por eso, o por las tierras?

Cesar se sonríe. Cuando Alfonso le responde a Janet:

—   Se te olvida que yo tengo la fortuna de mis padres, yo siempre te ame, no dudes de eso.

Janet no le cree nada. Y sigue observando los alrededores de su pueblo natal.

Minutos más tarde, Janet queda completamente asombrada al ver la nueva Arca, la cual está el doble de grande de cómo estaba antes de caerse por su abandono.

Con varias casas vecinas, el carruaje se detiene por completo. Cuando Janet ve a un ciervo, y le dice a Alfonso:

—   Joaquín, ¿y ese ciervo que hace al lado de la casa?

—   Ese animal es tuyo, y también te conseguí otros que antes no había en esta casa.

—   Gracias Joaquín.

En ese instante, Janet se baja corriendo del carruaje y separa al frente de la casa, y dice:

—   Es impresionante.

Cesar baja las pertenencias de Alfonso y de Janet, mientras estos observan la casa.

En seguida, Alfonso al ver la cara de alegría de Janet, le dice:

—   Antes de entrar a la casa Janet, ¿quisieras ver todos los animales que te conseguí?

—   Si.

De inmediato, Alfonso y Janet caminan hacia el lado izquierdo de la casa. Y encuentran un sin número de cercas, las cuales contienen un ciervo, veinte cerdos, dieciséis pollos, dos caballos, una vaca, cuatro patos y siete conejos.

Encantada con todo lo que está viendo, Janet le dice a Alfonso:

—   ¿Este es mi regalo de cumpleaños?

—   Si, sabia de tus gustos por los animales y conseguí algunos. Para que disfrutes de su compañía… ahora ya puedes ponerle nombre a cada uno.

—   No, no les pondré nombre.

—   ¿Por qué?

—   Joaquín, con excepción del caballo, todos son animales comestibles y la verdad es que no quiero encariñarme con ellos. Si me los voy a comer cualquier día que tu decidas a escondidas mías, una cosa así.

Alfonso se sonríe, y le dice a Janet:

—   Yo no pensaba en eso, estos animales son para ti, solo debes cuidarlos.

Janet comienza a caminar sus tierras. Cuando le dice a Alfonso:

—   ¿Dónde está el campo de trigo?, había mucho trigo.

—   Janet, ya han pasado cuarenta y cinco años, ya eso se acabó… pero si gustas se puede volver a sembrar.

—   Es necesario volverlo a sembrar Joaquín, es de muy importancia tener trigo.

—   Está bien.

Janet sigue caminando hacia el bosque. Cuando Alfonso le dice:

—   ¿A dónde vas?

—   A la quebrada.

—   Eso se secó.

—   ¿Qué?... no te lo creo, como se va a secar esa quebrada si eso alimenta estas tierras con las que eran de la señora Carmen.

—   Pues, se secaron, mejor ven a la casa. Para que la veas por dentro.

Janet no le hace caso a Alfonso y se va caminando para la quebrada.

Alfonso queda mirando a su esposa, y dice:

—   El tiempo no le ha pasado a esta mujer, sigue de necia e impulsiva, qué más da… tengo que acompañarla.

Minutos después, Janet se cerciora por sí misma, que la quebrada donde se bañaba y disfrutaba el paisaje está seca, y le dice a Alfonso:

—   Lo veo y no lo creo, ¿cómo pudo pasar esto?

—   No me preguntes a mi Janet, yo no sé… la naturaleza es así.

Janet también extraña el árbol que estaba a unos metros de la quebrada, el cual fue testigo años atrás, del gran amor de su vida.

En ese instante, Janet pasa la quebrada y entra en el terreno que era de Carmen en sus tiempos.

Alfonso se queda en las tierras de Janet, y le dice:

—   ¿Qué haces? Ven aquí.

En ese momento, Arturo el hijo menor de Carmen, sorprende a Janet y a Alfonso. Y aparece en un caballo n***o, y les dice:

—   ¿Qué hacen en mis tierras?

Janet le responde:

—   Solo miraba, es que tenía bastantes años que no venía por estos al rededor.

Arturo se baja de su caballo. Cuando Alfonso le dice:

—   Señor, nosotros ya nos vamos, perdone nuestra imprudencia.

Janet le expresa a Arturo. Cuando lo ve de más de cerca:

—   Eres igualito a tu hermano Felipe.

Arturo queda viendo fijamente a Janet, y le expresa:

—   ¿Te conozco?

—   No tanto, porque en los tiempos que andaba en estas tierras, tu mantenías de viajes y cuando estabas no interactuábamos… con tu hermano si, ¿dónde está Felipe?

—   Felipe murió hace cuatro años. Y mi madre hace cuarenta años.

Janet se lamenta de escuchar eso y le dice a Arturo:

—   Lo siento.

Arturo acaricia su caballo, y le dice a Alfonso y a Janet:

—   Es inevitable, todos vamos a morir algún día, es una cita que ninguno vamos a incumplir.

Alfonso se queda pensativo al igual que Janet. Cuando Arturo les sigue diciendo:

—   Mi madre fue valiente y libero esas tierras de a ya, de unos ladrones que querían robarse todo eso.

Janet mira sus tierras, y luego le expresa a Arturo:

—   Gracias por su ayuda.

Sorprendido, Arturo le dice a Janet:

—   ¿Tú eres la dueña de las tierras?

—   Si.

—   Pero eres muy joven.

En ese preciso momento, comienza a lloviznar y Alfonso coge el brazo derecho a Janet, diciéndole:

—   Se acabo la charla, tenemos que ir a casa.

De inmediato, Janet se despide de Arturo y se va junto a Alfonso para el Arca.

Minutos después, Janet entra a la Casa y al recorrerla, le dice a Alfonso:

—   Esta muy acogedora y bonita, tiene más habitaciones que antes… por todas son cinco.

—   Si, una para nosotros dos, otra para Sara, otra para Flora y su esposo, otra para Cesar y una más para el servicio… ¿qué te parece?

—   Me gusta, has hecho que mi regreso a Pedraza sea más placentero, ahora me siento muy a gusto…