ETERNOS

UNA MUJER DE GRANDES INFLUENCIAS

Tremendamente apenado con Janet, Manuel le confirma a ella:

—   Si, fueron cuatro sujetos nos abordaron con espadas y nos robaron todo. Dejándonos amarrados en el suelo.

Janet se enfurece y se vuelve a subir al caballo blanco. Cuando Zafiro le dice:

—   ¿A dónde vas?

—   Voy a buscar a un amigo militar. Para que me ayude con esto.

De inmediato, Manuel le dice a Janet:

—   Yo voy contigo.

Manuel se sebe a otro caballo y sale junto a Janet de la caballeriza. Cuando Zafiro le dice a su mamá:

—   Yo también quiero ir.

Janet le responde:

—   Es muy peligroso, quédate con Margot.

Killand le dice a Morati:

—   ¿Qué está pasando?

—   Le robaron todo el cargamento a Manuel y a Facundo. Y es por eso que Janet salió furiosa de este lugar.

—   Tengo que alcanzarla.

Morati queda viendo a Killand, y le dice:

—   Tu lugar está aquí, no te olvides que tú eres un esclavo. Y no puedes andar por ahí como si nada o le traerás más problemas a Janet, además, en que la vas ayudar.

De inmediato, Killand ve a Zafiro acariciando su caballo dorado, y se acerca a decirle:

—   Hola, me prestas tu caballo.

—   ¿Para qué lo necesitas?

—   Voy alcanzar a tu madre. Para ayudarla.

—   Entonces no pierdas tiempo y súbete a Dorado.

—   Gracias, señorita Zafiro.

Margot sale de la casa. Cuando ve a Killand irse del Arca, y le dice a Zafiro y a Morati:

—   ¿Y aquí que pasa?

Zafiro le dice a Margot:

—   Hay problemas.

Minutos después, Janet y Manuel llegan al puesto militar, y los dos se bajan de sus caballos. Cuando varias personas reconocen a Janet y la saludan con respeto.

En ese momento, Janet les dice a los dos militares que están en la puerta:

—   Buenas, vengo a ver al general Montilla.

De inmediato, los militares sin chistar palabras, abren la puerta. Y hacen seguir a Janet y a Manuel a donde está el general.

En ese momento, el general se encuentra reunido con Euclides, el padre de la Iglesia principal de Pedraza. Cuando un militar le dice al oído de la presencia de Janet.

En seguida, el general le dice al padre:

—   Me va a disculpar don Euclides, pero tengo que atender a Janet.

—   Ah… ¿Janet está aquí?

—   Si.

De inmediato, el padre se levanta y va a saludar a Janet, diciéndole:

—   Muchas gracias hija. Por tu gran donación a la Iglesia, Dios te dará tu recompensa.

—   Gracias padre Euclides, vengo a ver al general.

—   Sigue, sigue.

De inmediato, Janet y Manuel entran al despacho del general, quien la recibe a besos y abrazos, y le dice:

—   ¿Qué te trae por acá?

—   Me robaron todo el cargamento que traía para el mercado. Y necesito encontrar a los culpables.

El general se enoja, y le dice a Janet:

—   ¿En dónde ocurrió eso?

Manuel le responde al general:

—   Fue muy cerca del Arca, y eran cuatro personas encapuchadas.

De inmediato, el general llama a un militar y le da la orden armar un nutrido pelotón. Para buscar las pertenencias de Janet.

En el Arca, Alika le dice a Morati:

—   ¿Qué le pasa a Killand? ¿Por qué se le llevo el caballo de la hija de Janet?

—   El trata de ayudar.

—   O de empeorar la situación, no creo que Killand conozca este lugar.

En ese momento, Margot deja a Zafiro comiendo en la mesa, y sale de la casa, y dice cuando ve a los trabajadores llegar:

—   ¿Alguien sabe de cocina?

De inmediato, Kenia alza la mano, y le dice a Margot:

—   Yo se cocinar.

—   Ven y ayúdame.

Kenia se va con Margot, mientras Yaro le dice a Saud y a Jasir.

—   Todo lo duro que trabajamos. Para sacar ese cargamento y que unos viles ladrones se lo roben… no es justo.

Saud se queda callado. Cuando Jasir le responde a Yaro:

—   Ya la dueña se personalizo de eso, yo estoy seguro que ella va a resolver este problema.

En ese instante, Killand se pierde en los alrededores, y comienza a dar vueltas sin tener rumbo alguno.

En ese instante, el general Carlos Mantilla, se despide de besos con Janet, y le dice:

—   Yo le prometo, que voy hacer todo para recuperarle sus pertenencias.

—   Muchas gracias general, yo sabía que podía contar con su gran ayuda… bueno, voy a dejarlo trabajar, estaré pendiente de cualquier cosa.

El general le vuelve a dar un beso a Janet, pero esta vez en la mano derecha, y le responde:

—   Muy pronto le tendré noticias.

—   Bueno.

Janet y Manuel se retiran del despacho del general. Cuando este espera que se vayan en sus caballos, y va a donde están armando el pelotón de búsqueda, y muy enérgicamente les dice a todos:

—   Le han robado a la mujer más poderosa de toda Pedraza, a una mujer ejemplar y trabajadora… quiero castigo para esos infelices que hicieron eso… quiero que busquen hasta debajo de las piedras, en todas las casas y tierras que haya en este pueblo, que no quede nada por registrar… ¡salgan ahora!

De inmediato, un sin número de militares inician un tremendo despliegue por todas las casas del centro de Pedraza. En busca de la mercancía y los carruajes de Janet.

Los militares entran con todo a las casas, y hacen que toda la gente se asuste y salgan a implorar. Para que no le dañen sus casas.

Minutos después, un trabajador de los Vargas, llega a toda prisa en su caballo a esas tierras, y les dice:

—   Los militares están entrando a todas las casas de Pedraza, y al parecer cuando no encuentran nada de lo que buscan, golpean a la gente.

Esteban le dice al trabajador:

—   ¿Eso lo viste o te lo contaron?

—   Bueno, yo vi a muchos militares en la calle, pero un amigo me conto que a varias familias las sacaron de sus casas, y les pegaron cuando no encontraron nada de lo que buscaban.

Alonso le dice a su hermano Esteban:

—   No le creas nada a este, los militares no serían capaces de hacer tal cosa con la gente, más bien creo que este se está inventando todo eso.

Esteban le responde a Alonso:

—   Se te olvido que Janet es la mujer más influente de este pueblo.

—   ¿Y qué pasa con eso hermano?

—   Que ella debe ser amiga del general. Tiene a toda Pedraza buscando lo que nosotros robamos.

Alonso pone su mano derecha en su rostro, y le dice al trabajador:

—   Vete, que no te quiero ver…