UN PADRE FURIOSO

1353 Words
En ese momento en que Cecilia se va del Arca, Adal se recuesta en una cerca. Y le dice con nostalgia a Fanny: —    Tengo miedo de no volver a ver a nuestra única hija. Fanny abraza a Adal, y con lágrimas en sus ojos, le contesta: —    Yo también tengo miedo. Quince días después, toda España se entera de la tragedia ocurrida en Cabo de Palos, Janet y Joaquín encuentran a una persona amable, quien los ayuda por el camino y los trae a Pedraza. En ese momento, José, el dueño del carruaje, le dice a Janet y a Joaquín: —    Estamos cerca de Pedraza, ustedes han sido unos jóvenes afortunados, porque me encontraron… ¿ustedes son nativos de Pedraza? Janet y Joaquín se ven las caras. Cuando Joaquín le responde a José: —    Discúlpennos José, pero no estamos de ánimo para hablar. José se preocupa un poco con esa respuesta de Joaquín, y les dice: —    Tienen quince días así, parece como si se les fuera muerto alguien en Cabo de Palos, ¿porque se enteraron de esa gran tragedia?... bueno, si no quieren hablar, pues no hablen. De un momento a otro, Janet recuerda el terremoto, la gran ola, los cadáveres de varias personas y la muerte de su caballo Bronce, y pone su mano derecha cubriendo su cara. Cuando Joaquín le dice: —    ¿Estas atormentada? —    Si, la muerte de toda esa gente, la muerte de mi caballo, ese espantoso terremoto y la gran ola… te parece poco. —    Janet, pensé que estabas pensando en lo ocurrido de nuestra propia muerte. José alcanza a escuchar algo de lo que dice Joaquín, y dice en voz baja: —    ¿Cómo así? Janet también se acuerda del accidente en que murieron, y le expresa a Joaquín: —    Como olvidarme… quiero descansar. —    Descansa Janet, lo necesitas. En ese instante, Janet se recuesta en el pecho de Joaquín. Y trata de no pensar en todo lo que ha vivido, mientras el carruaje avanza camino a Pedraza. En la mañana siguiente, José esta apunto de entrar al pueblo. Cuando más de treinta militares salen del monte, y se plantan como si fueran fieras por su presa, y detienen el carruaje donde van Janet y Joaquín. Totalmente asustado, José les dice a todos los militares: —    ¿Qué sucede señores?, por qué me detienen, yo solo soy un comerciante. El militar a cargo le dice a José: —    ¿Qué lleva atrás? José se pone nervioso, y le contesta: —    Mercancía. En ese instante, Joaquín y Janet se levanta. Cuando el militar se sube a revisar el carruaje y los descubre. De inmediato, el militar le dice a José: —    ¿Así que esta es su mercancía? Temblando de miedo, José le dice al militar: —    Yo no los conozco, ellos se subieron sin que yo me diera cuenta. El militar no le cree nada a José y reconoce a Janet y a Joaquín, y les dice a todos los militares: —    Encontramos a los perdidos. En ese instante, los militares arrestan a los tres. Y los llevan hasta Pedraza. Horas después, un militar llega a caballo al Arca, y le informa a Adal y a Fanny, que su hija fue encontrada con vida junto al hombre que se la llevo. En la cárcel, José le grita a Joaquín y a Janet: —    ¡¿USTEDES EN QUE ME HAN METIDO?! De inmediato, José se pone a llorar. Joaquín trata de controlar la ira de José, diciéndole: —    Tranquilícese señor, yo no quiero pelear con usted, nosotros le agradecemos la ayuda que nos ofreció, pero no tenemos la culpa de esto que está pasando. Janet no dice nada y se recuesta en una pared, y comienza a asustarse por la reacción de sus padres. A toda prisa, Adal llega a caballo a la cárcel, y les dice a los militares que custodian el lugar: —    Vengo a llevarme a mi hija. De inmediato, los militares lo dejan entrar. En ese momento, Adal entra a donde está su hija y se para al frente. Cuando Janet y Joaquín lo ven. Janet se acerca a los abarrotes, le dice a su padre: —    Perdóname, no lo volveré hacer… En seguida, Patricio entra al lugar y le abre la celda a Janet, y le dice a Adal: —    Llévese a su hija, pero este muchacho se queda aquí. José le dice a Patricio: —    ¡Oiga señor!, ¿yo me puedo ir también? —    Usted no. José se desespera bastante, y le dice a Patricio: —    ¿Pero porque señor?, yo no he hecho nada. Patricio se acerca a José, y le dice: —    Nada… usted estaba encubriendo a este Joven. De inmediato, Joaquín le expresa a Patricio: —    Estas equivocado, él no tiene nada que ver, suelta a este hombre, él es inocente. Patricio se queda callado, mientras Adal le dice a Janet: —    Espérame afuera. Janet mira a Joaquín, y le dice a su padre: —    ¿Qué piensas hacer? Adal se acerca a Patricio, y le dice en el oído: —    Quiero quedarme a solas con este muchacho, ¿será que se puede? —    Claro que sí. En seguida, Patricio le ordena a otro militar sacar a Janet a la calle, para que Adal pueda quedarse solo con Joaquín. En ese instante, un militar saca a la fuerza a Janet, quien intenta quedarse, pero es doblegada por la fuerza del militar. En ese momento, Patricio le dice a Adal: —    Hay lo tiene, usted vera que hace con él, a mí no me importa la suerte de este. Patricio se va y deja abierta la celda para Adal, quien entra y le dice a Joaquín: —    Ahora si infeliz, ¿Por qué te llevaste a mi única hija?, ¿Por qué la deshonraste? —    Señor, yo quiero a su hija… yo me quiero casar con ella. Ante la mirada asustada de José, Adal le pega un tremendo puñetazo a Joaquín, que lo manda al suelo. José le dice a Adal: —    Señor, ¿qué hace? Enfurecido, Adal mira a José, y le dice: —    ¡Usted se calla! Con los labios reventados, Joaquín trata de levantarse, y le expresa a Adal. —    Así me mates a golpes, usted nunca va a cambiar el amor que siento yo por su hija. De inmediato, Adal se le tira encima a Joaquín y le propina una brutal golpiza. Totalmente aterrado, José comienza a gritar: —    ¡GUARDIA!, ¡GUARDIA!, ¡están matando a un hombre! Afuera de la cárcel, Janet intenta entrar, pero dos militares le impiden el paso. Después de descargar toda su furia en Joaquín, Adal sale de la celda y se encuentra con Patricio, y le dice: —    Gracias. Patricio le ve las manos a Adal, las cuales están cubiertas de sangre, y le dice: —    ¿Lo mato? —    No, yo no soy un asesino, yo solo le hice saber a ese sujeto, que mi hija tiene quien la defienda. José intenta levantar a Joaquín del suelo, y le dice: —    Por poco te mata. —    Pero no lo hizo, lo que no sabe es que no podrá alejarme de su hija. Antes de salir de la cárcel, Adal se limpia sus manos con un pañuelo hecho por su esposa. Y al salir le dice a su hija: —    Vamos. —    ¿Qué le hiciste a Joaquín? —    Le dije que nunca en su vida se vuelva a meter contigo, y lo puse en su lugar. —    Ese es el hombre que yo quiero. Adal se monta al caballo, y le dice a Janet: —    Súbete. En ese instante, Adal le da la mano a su hija y la monta al caballo, y se van al Arca. En la cárcel, Patricio se acerca a la celda y se apiada de José, diciéndole: —    Ya te puedes ir. Sorprendido, José responde: —    ¿Yo? —    Si, tu, o te quieres quedar junto a este. De inmediato, José le da las gracias a Patricio, y se va de la cárcel a recuperar su carruaje…
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