Janet se baja de su caballo al igual que Killand. Cuando Emilio se encarga de llevar los caballos a la caballeriza.
De pronto, Ashanti se le tira encima a Killand, diciéndole:
— Estaba muy preocupada por ti.
Janet los mira y luego entra a la casa en busca de Zafiro.
Ante la mirada de Manuel, Alika y Morati, Killand le dice a Ashanti:
— Estoy bien Ashanti, pero no te pegues tanto a mí, porque nosotros no tenemos nada.
Ashanti se enoja con Killand, y se aparta de él.
En la casa, Zafiro ve a Janet, y se levanta de la mesa y la abraza, diciéndole:
— Estaba muy asustada.
— No te asustes, a mí no me va a pasar nada.
Margot sale de la cocina, y le dice a Janet:
— ¿Como le acabó de ir?
— Bien.
— Tuve que pedir ayuda a una trabajadora suya, es que entre la cocina y los oficios de la casa…
— Yo entiendo Margot, pero no tengo la culpa que Galilea se haya volado con un hombre fuera de Pedraza.
— Desde entonces usted viajo, y pasaron varios años.
— Tienes razón Margot… bueno, ¿a quién contrataste?
— A Kenia.
Cuartel militar, la familia Alcabú es llevada ante el general Carlos Mantilla, quien está muy molesto al no tener noticias del cargamento de Janet.
En ese instante, el capitán baja a los presos y se acerca al general, y le expresa:
— Señor, encontramos los dos carruajes de la señorita Janet, y estaban en las tierras de los Alcabú.
El general se acerca a ellos, y le pega una tremenda bofetada a Rodrigo, diciéndole:
— No creí que tuvieras esos vicios.
De inmediato, el capitán le dice al general:
— ¿Usted conoce a este hombre?
— Si, antes era militar.
Rodrigo se reincorpora, y le dice al general:
— Yo seria incapaz de robarle a nadie, quiero hablar con Janet.
El general lo encuella, y le dice:
— Tu no vas hablar con nadie, ahora mismo. Tú y tu familia se van a la cárcel.
El general suelta a Rodrigo, y le dice al capitán:
— Enciérrenlos.
— Si señor.
Entre gritos y llantos, David mete a la cárcel a Rodrigo y a su familia. Junto a cuatro militares más.
El día siguiente, el general lleva los dos carruajes de Janet al Arca.
Emilio se alegra de ver los carruajes de Janet. Y corre a contarle a la dueña.
En ese instante, Emilio entra a la casa. Y encuentra a Janet enseñándole a escribir a su hija, y le dice:
— Señora Janet, los carruajes aparecieron.
Janet y Zafiro sonríen, y dejan lo que están haciendo. Para salir de la casa. Y ver con sus propios ojos lo que dice Emilio.
Desde lejos, Saud deja de alimentar los ciervos. Y se va a contarles a los otros, que aparecieron los carruajes.
En ese momento, el general se baja de su carruaje, y al ver a Janet venir con una jovencita, le expresa:
— Muy buenos días Janet, tiene usted muy precioso todo esto, la felicito.
— Gracias general.
El general observa a Zafiro, y le dice a Janet:
— Y esta jovencita tan hermosa, ¿quién es?
— Ella es mi hija, se llama Zafiro.
De inmediato, Zafiro le dice al general:
— Me da un gusto en conocerlo.
— Igualmente, Zafiro.
Estupefacto, el general mira de nuevo a Zafiro, y le dice a Janet:
— Yo pensé que no tenía hijos… es usted muy joven para ello.
Janet se sonríe un poco, y le responde al general:
— Gracias por lo de joven… veo con mucho agrado, que capturo a los que me robaron.
— Si, pero hay un inconveniente en eso.
— ¿Cual?
— No hemos podido encontrar el cargamento, esta gente no quiere hablar…
Janet mira sus carruajes, y luego le dice al general:
— ¿Quién lo hizo?
— La familia Alcabú.
Janet se sorprende mucho con esa noticia, y le expresa al general:
— No puede ser…
Manuel aparece y se alegra al ver los carruajes, y le dice al general:
— Excelente trabajo.
El general cruza sus brazos, y le responde a Manuel:
— Ni tan excelente, falta la carga.
De inmediato, Janet le dice al general:
— Yo quiero hablar con la familia Alcabú.
El general se queda pensando un poco, y luego le dice a Janet:
— Esta bien, si gustas puedes irte conmigo en mi carruaje.
Manuel dice:
— Yo quiero verles la cara a los ladrones.
En el establo que construyeron los esclavos, Ashanti se despierta, y al no ver a Killand por ahí, le pregunta a Naina:
— ¿Has visto a Killand?
— No, pero ya vete olvidando de ese hombre, Killand esta demostrando que no tiene ojos para ti.
— ¿Entonces para quien los tiene?
En el trigal, Killand junto a Saud, Jasir y Yaro, madrugaron a trabajar. Cuando Saud le dice en voz alta a Killand:
— ¡OYE!, “POR AHÍ ME HAN DICHO QUE TE HAS FIJADO EN LA DUEÑA DEL ARCA”.
Killand se enfada al escuchar eso y mira a Jasir, y le dice:
— ¡¿Fuiste tú?!
Jasir le miente a Killand, y le responde un poco nervioso:
— No, como crees.
Saud se sonríe al igual que Yaro, y siguen cortando trigo. Cuando Killand se acuerda en la vez que Janet tocaba su cabeza, y piensa en ella cuando coge una mata de trigo:
“Como deseo que esa mujer sea mía”
En ese momento, el general le dice a Janet:
— Ya que estas empecinada en ver y hablar con esos hampones, yo mismo te llevaré a la cárcel.
De inmediato, el general sube a Janet a su carruaje. Y junto a los militares que trajo, se van a la cárcel.
Janet le grita a Zafiro:
— ¡Ponte a practicar!, y espérame en la casa.
— Está bien.
Manuel se sube a su caballo. Y sigue el carruaje del general.
En ese preciso momento, una persona se atraviesa al carruaje del general, y lo hace detener.
Iracundo, el general se asoma. Y les dice a sus militares:
— Quiten a esa mujer esclava del camino.
Janet también se asoma, y al verla dice:
— Yo la conozco.
Manuel se baja de su caballo, y dice:
— Ella es Nassoumi… pero, ¿qué hace aquí? Si se su pone que todos se fueron.
En ese instante, Nassoumi se desmalla y cae al suelo…