LÁGRIMAS DE INOCENTES

1092 Words
Janet se baja de su caballo al igual que Killand. Cuando Emilio se encarga de llevar los caballos a la caballeriza. De pronto, Ashanti se le tira encima a Killand, diciéndole: —   Estaba muy preocupada por ti. Janet los mira y luego entra a la casa en busca de Zafiro. Ante la mirada de Manuel, Alika y Morati, Killand le dice a Ashanti: —   Estoy bien Ashanti, pero no te pegues tanto a mí, porque nosotros no tenemos nada. Ashanti se enoja con Killand, y se aparta de él. En la casa, Zafiro ve a Janet, y se levanta de la mesa y la abraza, diciéndole: —   Estaba muy asustada. —   No te asustes, a mí no me va a pasar nada. Margot sale de la cocina, y le dice a Janet: —   ¿Como le acabó de ir? —   Bien. —   Tuve que pedir ayuda a una trabajadora suya, es que entre la cocina y los oficios de la casa… —   Yo entiendo Margot, pero no tengo la culpa que Galilea se haya volado con un hombre fuera de Pedraza. —   Desde entonces usted viajo, y pasaron varios años. —   Tienes razón Margot… bueno, ¿a quién contrataste? —   A Kenia. Cuartel militar, la familia Alcabú es llevada ante el general Carlos Mantilla, quien está muy molesto al no tener noticias del cargamento de Janet. En ese instante, el capitán baja a los presos y se acerca al general, y le expresa: —   Señor, encontramos los dos carruajes de la señorita Janet, y estaban en las tierras de los Alcabú. El general se acerca a ellos, y le pega una tremenda bofetada a Rodrigo, diciéndole: —   No creí que tuvieras esos vicios. De inmediato, el capitán le dice al general: —   ¿Usted conoce a este hombre? —   Si, antes era militar. Rodrigo se reincorpora, y le dice al general: —   Yo seria incapaz de robarle a nadie, quiero hablar con Janet. El general lo encuella, y le dice: —   Tu no vas hablar con nadie, ahora mismo. Tú y tu familia se van a la cárcel. El general suelta a Rodrigo, y le dice al capitán: —   Enciérrenlos. —   Si señor. Entre gritos y llantos, David mete a la cárcel a Rodrigo y a su familia. Junto a cuatro militares más. El día siguiente, el general lleva los dos carruajes de Janet al Arca. Emilio se alegra de ver los carruajes de Janet. Y corre a contarle a la dueña. En ese instante, Emilio entra a la casa. Y encuentra a Janet enseñándole a escribir a su hija, y le dice: —   Señora Janet, los carruajes aparecieron. Janet y Zafiro sonríen, y dejan lo que están haciendo. Para salir de la casa. Y ver con sus propios ojos lo que dice Emilio. Desde lejos, Saud deja de alimentar los ciervos. Y se va a contarles a los otros, que aparecieron los carruajes. En ese momento, el general se baja de su carruaje, y al ver a Janet venir con una jovencita, le expresa: —   Muy buenos días Janet, tiene usted muy precioso todo esto, la felicito. —   Gracias general. El general observa a Zafiro, y le dice a Janet: —   Y esta jovencita tan hermosa, ¿quién es? —   Ella es mi hija, se llama Zafiro. De inmediato, Zafiro le dice al general: —   Me da un gusto en conocerlo. —   Igualmente, Zafiro. Estupefacto, el general mira de nuevo a Zafiro, y le dice a Janet: —   Yo pensé que no tenía hijos… es usted muy joven para ello. Janet se sonríe un poco, y le responde al general: —   Gracias por lo de joven… veo con mucho agrado, que capturo a los que me robaron. —   Si, pero hay un inconveniente en eso. —   ¿Cual? —   No hemos podido encontrar el cargamento, esta gente no quiere hablar… Janet mira sus carruajes, y luego le dice al general: —   ¿Quién lo hizo? —   La familia Alcabú. Janet se sorprende mucho con esa noticia, y le expresa al general: —   No puede ser… Manuel aparece y se alegra al ver los carruajes, y le dice al general: —   Excelente trabajo. El general cruza sus brazos, y le responde a Manuel: —   Ni tan excelente, falta la carga. De inmediato, Janet le dice al general: —   Yo quiero hablar con la familia Alcabú. El general se queda pensando un poco, y luego le dice a Janet: —   Esta bien, si gustas puedes irte conmigo en mi carruaje. Manuel dice: —   Yo quiero verles la cara a los ladrones. En el establo que construyeron los esclavos, Ashanti se despierta, y al no ver a Killand por ahí, le pregunta a Naina: —   ¿Has visto a Killand? —   No, pero ya vete olvidando de ese hombre, Killand esta demostrando que no tiene ojos para ti. —   ¿Entonces para quien los tiene? En el trigal, Killand junto a Saud, Jasir y Yaro, madrugaron a trabajar. Cuando Saud le dice en voz alta a Killand: —   ¡OYE!, “POR AHÍ ME HAN DICHO QUE TE HAS FIJADO EN LA DUEÑA DEL ARCA”. Killand se enfada al escuchar eso y mira a Jasir, y le dice: —   ¡¿Fuiste tú?! Jasir le miente a Killand, y le responde un poco nervioso: —   No, como crees. Saud se sonríe al igual que Yaro, y siguen cortando trigo. Cuando Killand se acuerda en la vez que Janet tocaba su cabeza, y piensa en ella cuando coge una mata de trigo:   “Como deseo que esa mujer sea mía” En ese momento, el general le dice a Janet: —   Ya que estas empecinada en ver y hablar con esos hampones, yo mismo te llevaré a la cárcel. De inmediato, el general sube a Janet a su carruaje. Y junto a los militares que trajo, se van a la cárcel. Janet le grita a Zafiro: —   ¡Ponte a practicar!, y espérame en la casa. —   Está bien. Manuel se sube a su caballo. Y sigue el carruaje del general. En ese preciso momento, una persona se atraviesa al carruaje del general, y lo hace detener. Iracundo, el general se asoma. Y les dice a sus militares: —    Quiten a esa mujer esclava del camino. Janet también se asoma, y al verla dice: —   Yo la conozco. Manuel se baja de su caballo, y dice: —   Ella es Nassoumi… pero, ¿qué hace aquí? Si se su pone que todos se fueron. En ese instante, Nassoumi se desmalla y cae al suelo…    
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